‘Ahora que estamos juntas’ de Patricia Balderas Castro: los espacios públicos y privados de las mujeres

Ahora que estamos juntas, documental de Patricia Balderas Castro, estalla o se condensa como un grito o una confidencia. 

Inicia con una exploración antropológica del acoso callejero en la Ciudad de México; sigue con el testimonio de un grupo de mujeres que cuestiona, comenta, visibiliza la necesidad de un espacio público seguro; tiene su punto más alto en las expresiones colectivas de las marchas feministas; apuesta por un momento íntimo cuando la directora revisa su vulnerabilidad desde los recuerdos de crianza que le dio su madre.

Rabiosa y subjetiva, festiva o dolorosa, con espíritu combativo pero también de reconocimiento personal a las relaciones domésticas, cotidianas, con la figura materna, Ahora que estamos juntas se revela como un ejercicio integral que cruza las diversas expresiones de las mujeres contemporáneas. Ahora que estamos juntas trata de los cuerpos, los asedios, las consignas, los recuerdo, las posibilidades de reflexión que convergen en un derecho urgente: el de las mujeres por transitar en un espacio seguro, cómodo, libre de violencia.

Ahora que estamos juntas tuvo su estreno en el Festival Internacional de Morelia de 2022. Aunque se espera su estreno en salas, Patricia Balderas no quiere interrumpir su mensaje. Por eso presenta su trabajo en espacios públicos, plataformas como FilminLatino, ante grupos de mujeres que buscan reflejarse en las poderosas imágenes que Balderas propone.

Platicamos con Patricia Balderas Castro sobre este enérgico ejercicio de cuestionamiento y denuncia, pero también de reconocimiento y acompañamiento entre las mujeres de la capital mexicana.

 

¿De qué se trata Ahora que estamos juntas

Habla sobre el acoso sexual callejero, que sucede a niñas y mujeres en cualquier hora del día, bajo la mirada del mundo, sin que haya ninguna respuesta al respecto. Hablar de acoso sexual callejero llevó a que la película también tratara otro tipo de violencias callejeras, y evidentemente también se habla del papel de la autodefensa: no solamente retrata qué es la violencia o cómo impacta en la vida de las mujeres, también cómo podemos actuar y cómo tomamos una posición ante este tipo de hechos. 

 

De tu tema central se desprenden otros, como tu relación con tu madre, o cómo nos hemos enfrentado a esas distintas situaciones de violencia a lo largo del tiempo. 

Es esta búsqueda en torno al acoso sexual callejero hice investigación documental, trabajo de campo y me involucré en el movimiento siguiendo las marchas, acompañando a mis compañeras, grabando cosas que tienen que ver con reapropiarnos del espacio público. 

Luego viene esta reflexión personal, cuando comienzas a ver cómo impacta la violencia en tu vida. En mi caso, ante la violencia mi reacción siempre fue paralizarme. Me preguntaba. ¿Por qué me cuesta tanto, en comparación con estas mujeres que estoy conociendo en este momento? 

En esta reflexión volteo hacia mi madre, este primer referente de mujer que tienes en la vida. Me doy cuenta que tiene una actitud de no confrontar. Me pareció muy fuerte este choque en la actitud familiar, contra otras mujeres que están haciendo un montón de cosas. Este choque me generó muchas emociones, enojos, culpa, vergüenza. 

Entonces entiendo que este sistema hace que te culpes de lo que te sucede, y llega un momento donde rompo con la idea de estar enojada con mi mamá, y empiezo a reconocer las cosas que sí ha hecho; empiezo a entender que esto implica un proceso, que somos parte de un sistema que nos oprime de distintas formas, al grado de hacernos sentir culpa. 

La película comienza con el acoso sexual callejero, transita por las maternidades y el movimiento feminista en la Ciudad de México y área metropolitana, también se trastoca con la alegría y la autodefensa, tan necesarias para la lucha.

 

Ahora que estamos juntas, Dir. Patricia Balderas Castro

 

Cuéntame del proceso para filmar lo que vemos en pantalla. 

Quería compartir la problemática de la movilidad de las mujeres en el espacio público. Soy de Xochimilco y trasladarme a cualquier lado era echarme dos horas en el transporte. No solamente era cargar con todo lo que ibas a usar durante el día, también era aguantar empujones, gritos, tocamientos, eyaculaciones; el hacinamiento. 

Esto coincide con una amiga, quien me invita a participar en un taller de reapropiación del espacio público a través de intervenciones artísticas. Aquí conozco a mujeres como Mónica Mayer, o Las hijas de la violencia, y entiendo que la movilidad está determinada por la violencia. Empezamos a hablar de nuestras experiencias en un taller muy vivencial. Yo no lograba reconocer esa violencia en mi vida, cuando en realidad me pasaba todo el tiempo, y gracias a este compartir de saberes empiezo a reconocer la violencia en mi vida. 

Mi primer abuso sexual fue los ocho años y reconocerlo a mis 34 fue un shock. Eso quiere decir que a muchas niñas les está pasando lo mismo y no pueden nombrarlo, no sé si están acompañadas por otras personas que pueden verlo, que pudieran defenderlas.

Nos están privando, no solamente de transitar, sino también del acceso a derechos como ir a la escuela, el derecho al trabajo, al goce, a la recreación. No puedo ir al parque porque un grupito de sujetos me van a estar molestando, o me tengo que bajar de la banqueta porque otro grupito me va a hacer cosas. ¿Por qué tengo que estar tomando estas decisiones? ¿Por qué me tengo que estar privando del espacio público, por una violencia tan normalizada?

Esta reflexión la hago acompañada de estas mujeres, a quienes sigo en el movimiento feminista, cuando empiezo a grabarlas con mi cámara. Fue un crecimiento muy grande a través de lo colectivo.

 

 

¿Cómo organizaste tu material para contar la historia de Ahora que estamos juntas?

En 2015 empecé con la investigación. En 2016 fue la Primavera Violeta, la marcha que se hace el 24 de abril a nivel nacional, de los momentos más bellos de mi vida. Grabo todo lo que está sucediendo y obtengo un montón de material; la última grabación la hice en 2021. Hubo muchos procesos de edición. Hubo personas que me ayudaron a guiar la narrativa, me preguntaban a dónde quería ir y yo les decía que lo que más me mueve es el tema de mi madre, pero que no se trataba de hablar de mí, sino del acoso. 

Tuve como diez primeros cortes. Hasta 2021 conseguí una primera estructura. Todo apuntaba a que yo fuera el hilo conductor de la historia, era hablar de la violencia, pero al mismo tiempo hablar del movimiento feminista y de mi mamá. La narrativa hila mi historia individual con la colectiva. 

También, llegó un momento donde sentía que estaba grabando lo mismo, estábamos atoradas con las mujeres que me acompañaban. No quiere decir que abandonaran la lucha, simplemente buscaron otros caminos. Entonces veo caras nuevas, chavitas que se están involucrando en el movimiento, lo cual aplaudo mucho; pero era pensar qué estoy haciendo aquí, sentía que no estaba aportando nada. Pensaba: “ahora para dónde llevo mi película, cuál va a ser mi propuesta”. 

Regresé con ellas para contarles que me sentía así. Y ellas me decían que mostrar a este pequeño círculo de mujeres que nos apoyamos, que hablamos de estos temas, es un gran paso. Resignificarnos a nosotras mismas, resignificar la agresión, cambiar esas narrativas también es un avance de la lucha. 

El proceso creativo, al final, siempre fue entretejido esta relación personal acompañada de ellas y de sus palabras, que me alentaban a salir adelante. Así se construyó la historia. 

 

¿Qué otras mujeres participaron la producción del documental? 

El proyecto tuvo mucho apoyo, desde el inicio, de amigas que incluso no se dedican al cine o a lo audiovisual. A veces eran las chicas del taller o a veces eran mis amigas. 

Claudia Ruiz Capdevielle, quien tiene la película Concierto para necios, me apoyó muchísimo en el proceso. La conocí en la maestría de cine documental y me acompañaba a grabar. Después se sumaron varias mujeres, en distintos procesos. 

Ha sido una película que por momentos tenía recursos y por momentos no, a veces eran recursos destinados a servicios de posproducción, para mi era lamentable no destinar los recursos a ellas, cuando siempre estuvieron ahí. Por eso también me tardé tanto en hacerla, era mucha voluntad de muchas mujeres cuando podían, cuando había la energía y sobre todo cuando coincidimos. Ahora se sumó a nosotras la colectiva Impacta Cine, que planifica una campaña de impacto para acompañar la película. 

Más allá de que se vea en salas de cine, nos interesa que la película llegue a centros educativos, a organizaciones e instituciones. Que pueda ser material de debate y análisis. Más allá de hablar entre feministas, queremos hablar con otros públicos. 

 

¿Qué piensas del feminismo en relación con el cine mexicano? 

A la industria del cine le falta muchísimo que aprender. Hay más películas que hablan sobre mujeres porque es políticamente correcto, pero no necesariamente está concientizando. 

Eso hace falta, no solamente en las representaciones, también en los puestos de dirección. ¿Dónde están las fotógrafas? ¿Las programadoras? ¿Las sonidistas? Dentro de la industria, los papeles de las mujeres están asignados hacia el cuidado o la administración de recursos, no a los sitios donde se toman las decisiones. 

Incluso, en el set de las películas de ficción seguimos con el “si, señor”, con los gritos y los regaños. Falta bastante por recorrer.  

La moda es uno de los temas que me movió cuando hacía la película: en un momento el feminismo pasó de estar estigmatizado a ser el lugar mainstream. Y hacia eso apunta la película: más allá de colocarte una etiqueta, pregúntate cómo son tus relaciones con otras mujeres, con tus compañeras, con tu familia, con tu vecina, dónde está la solidaridad, el afecto y la empatía. 

Quiero pensar que esto puede ser una ventana para que alguien tenga una reflexión más profunda desde la vida individual. Eso creo que sería un gran avance. A veces se dice que se puede banalizar el tema, pero al final habrá quienes sí habrán llegado a este compromiso, esta profundidad de reflexión y creo que será un gran logro. 

Ahora que estamos juntas (México, 2022). Dirección y guión: Patricia Balderas Castro. Producción: Patricia Balderas Castro. Fotografía: Patricia Balderas Castro, Érica Nava, Emiliano García. Sonido: Patricia Balderas Castro, Claudia Ruiz Capdevielle, Mónica Cruz Arcos. Música: Aldo Max Rodríguez. Reparto: Tomy Castro Martínez, Karen Condés, Diana Alva, Josefina Cerrucha Millán, Ana Laura Velázquez Moreno, María Fernanda H.T. , Jocelyn Ramírez López, Aida Cerda Cristerna, Valeria Maqueda, Matilde Chávez Fernández, Stephany Reyes.