'Lecciones para canallas', de Gustavo Moheno, o de cómo Barry el Sucio conoció a su hija Jenny

¿Conoces a Barry el Sucio? Cuando ocurra, ten cuidado porque es muy probable que te quiera embaucar. Un poco de labia y otro poco de sonrisa, cuando te des cuenta te venderá un anillo falso, te convencerá de invitarle un trago o te hará pagar su desayuno. 

 

Pero Barry además acaba de conocer a su hija, Jenny, estudiante de derecho, que aprende a hacer de la estafa una actividad mucho más sofisticada. Con ellos también va la Marichula, tan sexy como experta para hacerte caer en el engaño.

 

Lecciones para canallas, tercera película de Gustavo Moheno, hace homenaje al género del cine de estafadores con una comedia inteligente y persuasiva. De los barrios del centro de la Ciudad de México a los resorts de Puerto Vallarta, el trío de Barry, Jenny y Marichula te enseñarán el arte del fraude elegante, y es posible que también te enseñen algo sobre ser padre, ser hija, construir entre engaños o franquezas los vínculos afectivos que traspasan la aventura criminal.

 

Lecciones para canallas estrena el 1° de septiembre en salas de la República Mexicana. Gustavo Moheno nos contó sobre este ejercicio de humor, pericia y amor, entre un padre, una novia y una hija. 

 

Escribes Lecciones para canallas con Ángel Pulido, guionista de Bajo la sal  o Jirón de niebla, ¿cómo empiezan a imaginar esta historia de Barry el sucio, su hija Jenny y su novia Marichula?

Ángel y yo somos muy cinéfilos, de chamacos rentábamos películas en el Vídeocentro y nos la pásábamos viendo películas, es algo que traemos desde niños. En este amor entra el género de estafadores, películas como El golpe con Paul Newman y Robert Redford o Luna de papel de Peter Bogdanovich con Ryan O'Neal, que nos sirvió de inspiración porque retrata la relación entre un un estafador y su hija. Nos encanta ese cine y pues, para beneplácito de nuestras ideas y desgracia del país, es un género que se adapta muy bien a México, porque aquí abunda la transa, la corrupción, las trácalas; entonces era retratar esa idiosincrasia de manera divertida, no exenta de crítica, porque tampoco queríamos que fuera una apología del delito. El tema está tratado de forma ligera, pero sí propone una discusión al respecto.

 

La figura del estafador en el cine es muy atractiva. ¿Qué te daba a ti este arquetipo?

Son personajes carismáticos pero creo que se han perdido un poco. Estamos en una época de corrección política dentro del cine, pero yo, desde niño, ir al cine era como una travesura, me iba de pinta al cine, y el estafador o el gángster era ver lo prohibido en uno, tú le vas a Michael Corleone y quieres que mate a todos sus enemigos, que se salga con la suya. El cine permite esa travesura de identificarte con el villano. 

Y en el caso de Lecciones para canallas eso juega completamente. De ahí la importancia de haber contado con Joaquín Cosío como estafador de barrio, porque es especialista en hacer villanos adorables, desde el Cochiloco, Don Neto en Narcos, unos matones sanguinarios que estás con ellos. Barry el Sucio no es un matón, es un villano de baja escala, pero no deja de ser un villano, y Joaquín le aporta su enorme carisma y lo hace adorable. 

 

Tienes a Joaquín Cosío en el centro de tu historia, pero es afortunado acompañarlo de Danae Reynaud y Diana Bovio 

Yo había querido tener a Joaquín en Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero, entonces no pudo participar y después pensé que sería complicado obtenerlo. Pero siempre estuvo en la terna de actores que pensamos para el personaje, un día le mandé el guión y le encantó, le gustaba mucho el personaje. Encontramos el tiempo para que hiciera la película y ya con Joaquín asegurado, había que rodearlo de dos actrices que estuvieran en su rango actoral. 

A Danae la conozco desde Club sandwich, de Fernando Eimbcke, es una de las actrices más importantes de su generación y todavía está por hacer trabajos que seguramente nos van impresionar, es alguien que tiene un gran futuro.

Y a Diana la conozco desde antes que despuntara su carrera, conocía el rango que tenía. También está empezando a hacer otro tipo de cine, hizo ahora Amor y matemática de Claudia Sainte-Luce, está en terrenos distintos a los que nos había acostumbrado. 

 Definitivamente son dos grandes actrices y con Joaquín crean un trío muy padre, la película se sostiene gracias a ellos.

 

 

 

 

 

Eres un director que le ha apostado al género, al horror o la comedia, que ahora son un poco desdeñados por la búsqueda de cines más personales. ¿Cómo te sitúas en este ejercicio a contracorriente?

Yo admiro a los cineastas que utilizaban el género para hablar de temas personales. El mayor ejemplo seguramente es Alfred Hitchcock, un cine personalísimo y está dentro del género, pero veías claramente sus obsesiones. Admiro mucho a estos directores que no hacen la misma película siempre, como Sindney Lumet, que podía hacer Tarde de perros y después El mago con Diana Ross y Michael Jackson. 

 Suena raro si te digo que, por ejemplo, Hasta el vieno tiene miedo fue muy personal, porque aunque son películas comerciales, que buscan atraer grandes audiencias (porque también es parte de de la experiencia cinematográfica), son proyectos que desde la escritura del guión se vuelven muy personales. Hay temas que se repiten en mis películas, como padres ausentes, y haciéndome la psicología barata, pues yo vengo de un hogar de padres divorciados.  Entonces creo que los temas se cuelan ahí.

Pero sí busco el contacto con la audiencia, me encanta que las películas lleguen al público más amplio posible, porque de eso se trata. El arte no está peleado con el entretenimiento y es lo que hace tan maravilloso al cine.

 

Lecciones para canallas, Dir. Gustavo Moheno

 

Lecciones para canallas está en un espacio intermedio entre el cine comercial y el que se reconoce en festivales, para públicos especializados. 

Eso a veces me ha acarreado problemas con productores y distribuidores. Por ejemplo con Eddie Reynolds, hubo problemas para hacer el marketing porque sentían que era una película muy de personajes de barrio, no era una película para Videocine por ejemplo, porque no es el mercado de ellos. Nos dijeron: “está padre tu película pero no sabemos cómo venderla”. 

Todos me dicen que Lecciones para canallas se sale del cartabón del cine mexicano comercial actual, y qué bueno que lo vean así. No es una intención mía, mi intención es contarte buenas historias: me clavo mucho en el guión, intento tener a los mejores actores y buenos colaboradores, como Serguei Saldívar Tanaka, que es un excelente fotógrafo o Mario Osuna, que hizo un trabajo espectacular con la música. 

Las opciones se cierran pero también creo que están cambiando. Así como algún día espero que la gente se harte de las películas de Marvel, también  debe llegar un punto en el que rechacen el mismo estilo de comedia romántica, que te pida cambiarle un poquito y ahí se cuelan películas como Lecciones para canallas, con una propuesta distinta, que no insulta la inteligencia del espectador. 

 

Lecciones para canallas (México, 2020). Dirección: Gustavo Moheno. Guion: Gustavo Moheno, Angel Pulido. Productores: Beatriz Bouras, Xanat Briceño, Gustavo Moheno, Walter Navas, Angel Pulido. Fotografía: Serguei Saldívar Tanaka. Edición: Edson Ramírez. Dirección de arte: Joao Lima Barrera. Sonido: Ricardo Arteaga, Octavio Sánchez Monroy. Música: Mario Osuna. Reparto: Joaquín Cosío, Diana Bovio, Danae Reynaud