‘Sanctorum’, de Joshua Gil: la siembra, la dignidad y la renovación de mundo

Muchas poblaciones rurales mexicanas viven bajo el control y asedio del crimen organizado. No sólo eso: en un triste dilema, sus habitantes encuentran en el cultivo y el cuidado de las plantaciones de marihuana y amapola una forma alternativa de subsistencia, contra la miseria que supone las siembras legales. Estas poblaciones acaso esperan un fin del mundo que significaría su renovación.

 

Joshua Gil ha sido un cineasta sensible a los problemas del campo mexicano. Desde La maldad (2015) propone un mundo rural desolado, en el que elementos ajenos o fantásticos conforman una evasión, o acaso una esperanza. 

En Sanctorum, encabalga documental con ficción para mostrar el conflicto de poblaciones indígenas, obligadas por el crimen organizado a cultivar mariguana y amapola. A la par, una fantasía apocalíptica los rodea. Los Hombres de Fuego adquireren dimensiones místicas. Y la opresión de esta comunidad encuentra en la apocatástasis la defensa de lo último que les queda: la identidad, la dignidad como grupo y como personas.

 

Después de una experiencia nutrida y exitosa en festivales de todo el mundo, Sanctorum llega a las salas mexicanas. Estrena el 22 de septiembre. Platicamos con el director Joshua Gil sobre este ejercicio lóbrego y pesimista, que encuentra en la renovación del mundo su última esperanza.

 

Dos temas sobresalen en Sanctorum: por un lado están unos hombres de fuego y la alegoría del Fin del mundo; por el otro, las comunidades campesinas controladas y asediadas por el crimen organizado. ¿Por dónde empezó el hilo de la madeja que termina creando esta película?

La película nace por la necesidad de hablar sobre el conflicto del campo mexicano y los pueblos indígenas, y su relación actual con el narcotráfico. Inicia en 2017, con la lectura de la prensa internacional, que hablaba de niños y mujeres que trabajaban en campos de mariguana y amapola, poblaciones completas en varias partes de la República, desde Chiapas hasta Durango, Oaxaca, Guerrero, Michoacán. 

Me parecía tan desesperanzador que lo más inmediato era pensar en qué podría ser peor: pues que se acabe el mundo. No era mala esa idea a nivel creativo, el fin para renovar y empezar de ceros. Empecé a escribir, escogí una narración entre el documental y la ficción. Soy muy cercano al cine documental y al mismo tiempo me gusta la ficción; fue una cadena que nació con los eslabones de su ADN muy pegados.

 

Veía Sanctorum y pensaba en Sin huellas particulares de Fernanda Valadaz, hacia el final toma elementos de lo fantástico, como si los creadores tuvieran que anclarse en la fantasía ante la imposibilidad de aprehender una realidad tan funestas.

No la he visto pero escuche que tenía semejanzas. En mi caso, me gustan los formatos híbridos, puede ser renovador para lo que estamos viviendo. Es un problema grande la violencia en el país y desafortunadamente va a seguir siendo temáticas para los y las creadoras, en la medida que esto es la realidad de nuestro día a día. La fantasía probablemente sea una manera de llevar nuestras historias a lugares donde podemos tener pincelada libre para proponer una perspectiva de lo que estamos viviendo. En Sanctorum, la fantasía apoya la idea de que si no es un mundo ecuánime, participativo, si no estamos todos incluidos, no hay un mundo para nada ni para nadie.

 

Muestras a una comunidad asolada por el narcotráfico, mujeres que trabajan en sembradíos de marihuana y amaplola, y aquí siguen ocurriendo cosas insólitas aunque no sean fantásticas, como ver estos sembradíos y a quienes participan en estas actividades. ¿Cómo fue que pudiste filmar en estos territorios ? 

Fue una búsqueda de varios meses. El director de arte, Rafael Camacho y yo, nos subimos a una camioneta y empezamos a buscar alguna comunidad que nos permitiera conocer sus entrañas, ver cómo se realizaba este trabajo del que habíamos escuchado. Viajamos por Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz y encontramos lo que estábamos buscando pero en situaciones muy peligrosas, no podías sacar la cámara porque no sabías qué podría pasar.

Un par de contactos nos permitieron acercarnos a una comunidad en Oaxaca, que estaba organizada y tenía esos espacios sin estar involucrada de forma directa con las personas que distribuyen, que son las más peligrosas. A través de ellos buscamos los huecos para entrar a las comunidades, con mucho respeto y prudencia. El crew fue pequeño, cuatro o cinco personas que prácticamente hacíamos de todo. No  teníamos telefonía celular, entramos a las comunidades con los ojos vendados, para no saber dónde estábamos. Fue una etapa intensa, esta semana donde logramos filmar los campos de mariguana. Eso también permitió relacionarnos con nuestro poblado de confianza: nosotros cumplimos nuestra palabra de registrar la situación sin que se convierta en una denuncia específica, al tiempo que mostramos una película donde se expone la situación a favor de los campesinos.

 

Participan contigo las comunidades mixes de Santa María Huitepec y Santa María Tlahuitoltepec en Oaxaca. Últimamente se han estado haciendo películas de comunidades y ya hay una experiencia de cómo trabajar con ellas, pero en Sanctorum la situación es más complicada, por el tema que toca, ¿Como participaste con las personas de estos poblados? 

Trabajamos con campesinos que no están involucrados de manera directa con los sembradíos. Sin embargo, las comunidades conocen el conflicto porque tienen hermanas, familiares que participan ahí. Eran sensibles al tema y esto nos permitió hablarlo sin hacer una acusación directa y sin riesgo. 

Tuvimos un trabajo intenso durante varios semanas, en las cuales les platiqué la intención de la película y cómo la íbamos a abordar, garantizándoles que no habría ningún conflicto. Esto nos permitió filmar estas escenas tan delicadas y comprometedoras. Finalmente se logró gracias a la confianza que hubo, a la sinceridad y la honestidad con la que fue todo el proceso.

 

 

Llama la atención el personaje de Maestro, Javier Bautista, no me parece gratuito que le dediques dos minutos a que hable de Ricardo Flores Magón, por ejemplo. Es una autoridad moral de la comunidad. ¿Qué me puedes platicar de este personaje clave en la trama de Sanctorum?

La película ya hablaba desde el guión del líder del pueblo y era un maestro. Cuando hacía el casting, el maestro Javier nos guiaba, porque es una persona que conoce la alta montaña y manejaba por rutas casi desconocidas. Él nos hizo el favor de ser nuestro chófer y guía durante varias semanas. En cada viaje había una oportunidad de introspección mutua, de irnos conociendo. Me fui dando cuenta de que él era la persona que estaba buscando. Fue líder de su comunidad, tiene una perspectiva y una cultura grandes a favor de los pueblos indígenas. En esas entrevistas que teníamos en la ruta hablamos de muchas cosas, y por supuesto que de Flores Magón. 

 

Sanctorum, Dir. Joshua Gil

 

En Sanctorum destacan los efectos especiales, la película tenía un riesgo grande de que estos elementos parecieran de cartón piedra, pero me parecen muy sutiles, creo que consigues agregarlos a la historia con gran cuidado. ¿Cómo incorporaste estos elementos? 

Fue un reto desde la producción. Empezamos con un estudio de efectos especiales mexicanos que han participado en proyectos grandes, me agradó la idea de que fueran mexicanos que trabajan en Hollywood y que tenían ganas de apoyar un proyecto de mexicano. Había una delgada línea en la que si no se cumplía con el estándar iba a terminar siendo un fracaso rotundo, ser hasta cómico. Ellos empezaron a trabajar a la par que nosotros filmábamos la película, entre 12 y 16 meses. Cuando estábamos en el mes 12 lo primero que se terminó fue la plata, el presupuesto para efectos especiales. 

Se invitaron a otras dos empresas, se buscó más dinero y se partió un poco la responsabilidad. Se invitó a una empresa de Argentina que se dedicaron a una parte muy básica de ir limpiando el material, y a otra empresa, francesa, que terminó las escenas de los hombres de fuego.

 Era muy claro lo que quería ver pero no sabía explicarlo, costó mucho trabajo llegar. Buscaba ejemplos en películas y sólo contaba con referencia visuales muy de Hollywood que no funcionaban para nuestra película: tenía que ser algo especial y curiosamente lo encontramos en la empresa francesa, que viajaron a México y encontraron el tono que queríamos. Fue un trabajo de muchos meses y dinero, un tema bastante complicado y creo que la solución quedó muy atinada, bastante orgánico con el resto de lo que se está hablando en la película. 

 

Sanctorum es una película importante pero también enigmática y un tanto áspera, ¿cómo le puedo proponer a las audiencias que vean esta película con registros tan alejados de lo que se suele ver?

Sanctorum es una película mexicana diferente,  que se ha sabido ganar un lugar interesante. Más allá de premios, críticas o festivales internacionales, los comentarios más lindos son de gente que no está en esto del cine, que entró a ver la película y se van con una experiencia agradable; intensa, claro, pero con una sensación de que vieron algo que vale la pena, algo que les dejó pensando y que regularmente salen querido hablar de la película. He tenido rondas de preguntas y respuestas que han durado dos horas después de la función, porque la gente quiere hablar de la película y eso es maravilloso. 

Ahora estamos haciendo una distribución perimetral, que la película llegue a espacios donde queremos que se presente cine mexicano. Con Parábola Distribución queremos ser una bandera de distribución independiente, que Sanctorum partícipe en ciclos y cadenas de cines comerciales. La apuesta está dada en el público que quiere descubrir nuevo cine y por eso es que estamos buscando nuevos foros también.

 

Sanctorum (Mexico, República Dominicana, Qatar, 2019). Guión y dirección: Joshua Gil. Produccio´n: Marion D’Ornano, Laura Imperiale, Carlos Sosa, Joshua Gil, Georgina Gonza´lez, Rodrigo Iturralde. Coproduccio´n: VertigoFx, MonoFilms, Aurora Dominicana. Casa productora: Para´bola Cine, Cacerola Films, Vientos del Norte Cine, Telegrama Audiovisual. Fotografía: Mateo Guzmán, Joshua Gil. Disen~o de produccio´n: Rafael Camacho. Edicio´n: Joshua Gil, Leo´n Felipe Gonza´lez. Edición adicional: Yibra´n Asuad. Mu´sica original: Galo Durán. Disen~o de audio: Sergio Di´az. Postproduccio´n: Isaac D. Herna´ndez, Ernie Shaeffer. Efectos visuales: Alejandro Miranda, Fantasm. Locaciones en Santa María Huitepec y Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.