‘Itu Ninu’, de Itandehui Jansen: distopías que se escriben en mixteco


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9 de diciembre, 2025

 

Por Carlos Ramón Morales

 

Es 2084, un siglo después del fatídico año que signó George Orwell. La crisis climática y la vigilancia omnipresente impera en las ciudades. Una voz tan amable como amenazante revisa la polución, el tiempo que uno tarda en bañarse, los niveles de productividad.

En este ambiente opresivo viven Ángel, quien experimenta con semillas y plantas, y Sofía, quien trabaja en una planta de reciclaje.

Ambos migrantes y ambos mixtecos, encuentran espacios improbables para comunicarse, desde cartas escritas de puño y letra y en su propia lengua: esa obsoleta tecnología donde todavía es posible compartir y proyectar los sueños.

Distopía climática y migratoria, pero también atisbos al futuro en las comunidades que sobreviven al urbanismo, con Itu Ninu Itandehui Jansen (Tiempo de lluvia) crea una insólita historia de ciencia ficción, hablada en lengua mixteca. Su socio de siempre, Armando Bautista García, junto con una enigmática Alejandra Herrera, y voz en off de Nadia Ñuu Savi, protagonizan una historia que, desde la lengua y la escritura, vislumbran una forma de esperanza.

Filmada en un Edimburgo brutalista, creada desde la concepción de un cine sustentable, Itu Ninu representa una propuestas de cine mexicano de gran asombro.

Itu Ninu podrá verse en salas del circuito cultura a partir del 11 de diciembre. A propósito de este estreno, platicamos con su directora sobre escenarios postfuturistas, escritura y creación sustentable desde el cine.

 

Itu Ninu es una película de ciencia ficción hablada en mixteco, ¿cómo surge esta combinación?

Mi búsqueda de filmar en mixteco tiene que ver con que yo no la hablo. Mi familia migró cuando yo era pequeña y nunca lo aprendí. Perdí mi idioma y ese sentimiento de pérdida, de luto por la lengua, ha marcado mi camino. Por eso he hecho películas con algo de mixteco.

La ciencia ficción llegó de manera más extraña. Durante la pandemia, cuando estábamos encerrados, sentí la urgencia de hacer una película sobre esa sensación de aislamiento social. Originalmente, la historia trataba de un migrante climático que permanecía solo, encerrado en una casa. La historia de amor apareció después.

 

¿Cómo imaginaste ese 2084 en términos visuales? ¿Cómo dialogaron con las locaciones reales en Edimburgo?

Yo estaba realizando una investigación sobre la sostenibilidad en el cine y pensaba que, si la historia trataba sobre el cambio climático, no podía hacerla con una gran huella de carbono. Me pregunté: ¿es posible narrar una historia de ciencia ficción con poco impacto? Fue parte de la propuesta.

Buscamos edificios en Edimburgo que parecieran brutalistas, fuera de lugar. El resultado es una imagen extraña de la ciudad. Edimburgo, como se ha visto en Frankestein, de Guillermo del Toro, es una ciudad medieval preciosa. Pero alrededor hay muchos edificios feos, y pensamos en usar este paisaje para crear un futuro distópico.

Incluimos elementos de la actualidad, proyectados hacia el futuro. Por ejemplo, las pulseras con los que monitorean a los personajes nacieron de un artículo que decía que el gobierno del Reino Unido había propuesto que los solicitantes de asilo portaran una pulsera para rastrear su ubicación. Pensé: “Eso es lo siguiente, nos estarán monitoreando por todos lados.”

También pensé que desde nuestros teléfonos ya nos monitorean. Saben lo que hacemos, qué tan rápido caminamos, qué compartimos. Adaptan sus algoritmos a nuestra conducta. Vivimos realidades que no comprendemos del todo y que pueden salirse de nuestras manos. Esos elementos quisimos incluir en la película.

 


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Sofía recicla circuitos y aparatos electrónicos. Ángel investiga sobre semillas y roza lo transgénico. Itu Ninu es una película sobre la tecnología. Pero la tecnología más poderosa que muestras es la escritura. ¿Qué buscabas al construir la comunicación de los personajes desde las cartas?

La escritura en las lenguas indígenas es limitada, en México no ha habido educación sobre cómo hacerla. No siempre hay diccionarios o gramáticas, eso complica las cosas. Pero sí hay literatura indígena. Existen poetas y narradores que escriben novelas, así que la escritura está ahí, aunque sea un proceso difícil.

Para mí fue una pequeña carta de amor a la lengua mixteca. No solo que existiera en la historia, sino que hubiera personajes capaces de escribirla con naturalidad.

La otra parte es más personal. Extraño la idea de escribir cartas, mando correos, escribo en un chat de WhatsApp, pero el acto físico de escribir una carta tiene algo especial. Me gustó incluirlo como contrapeso a la tecnología. Al final, escribir cartas es una tecnología, aunque sea antigua.

 

Los personajes de Itu Ninu no hablan. Se miran, escriben, se entregan cartas… todo en silencio. Hay un reto en dirección de actores. ¿Cómo trabajaste con Alejandra Herrera y Armando Bautista para moldear a estos personajes?

Me inspiré en The Shape of Water de Guillermo del Toro, en la  relación amorosa que existe entre la chica y la criatura. Nunca se hablan y eso me llevó a pensar: ¿cómo se comunica uno cuando no puede hablar?

La respuesta está en los gestos, las miradas, los detalles pequeños. Fue una búsqueda entre los tres, mis actores y yo, porque a veces hacíamos una escena y pensábamos: “Esto está muy exagerado, hay que hacerlo más sutil.” O al contrario: “Es demasiado sutil, necesitamos más.” Y como solo éramos tres, había la posibilidad de probar diferentes aproximaciones.

A Alejandra le gustó trabajar de esta manera, impulsó muchas ideas sobre cómo podíamos construir la relación en pantalla.

 

Armando Bautista ha sido tu cómplice creativo de mucho tiempo: actor, productor, guionista… ¿Cómo es la dinámica entre ustedes?

Después de veinte años trabajando juntos y diez como esposos, hemos aprendido a encontrar equilibrios. Decidimos ciertos momentos clave en la historia: cuándo se conocen, dónde se encuentran, cómo se entrega la primera carta, cuándo ocurre el desentendimiento. Fijamos esos puntos, lo demás lo improvisamos con Alejandra.

Fue un proceso de mucha comunicación, hacer un “guion oral”. Acordamos de manera oral cómo trabajaríamos y el guion escrito no se hizo hasta después de la edición. Armando escribió cartas en español, para darnos una idea de las emociones que habría. Los textos en mixteco  los redactó cuando la película ya estuvo editada.

Una de las razones fue que queríamos libertad para improvisar. Si escribíamos un guion desde el inicio, nos iba a surgir el deseo de construir sets, comprar props, crear cosas nuevas. Sin guion estábamos obligados a crear con lo que teníamos a la mano, y eso era esencial en el concepto de la película y la huella de carbono.

Un ejemplo de nuestro trabajo es el título. Quería algo parecido a “utopía”, pero en mixteco esa palabra no existe. Armando pensó mucho tiempo en qué palabra podría tener esa connotación. Finalmente, me dijo: “Para mí, un lugar utópico es un lugar en lo alto, donde se siembra maíz.” Itu significa sembradío de maíz y Ninu significa en lo alto. Itu Ninu es un lugar en lo alto, donde se siembra maíz. Es un lugar real, pero también connota libertad, frescura, autosuficiencia de las comunidades indígenas.

 

Es interesante que en Itu Ninu, quien nos habla del futuro sea una comunidad mixteca. Las personas que siembran, caminan, preservan saberes que en las ciudades hemos perdido.

La verdad es que a mí sí me preocupa el cambio climático hoy. Tal vez a nosotros no nos toque vivir sus consecuencias más graves, pero a nuestros hijos seguramente sí. Y lo que los científicos del clima y del medio ambiente repiten, es que la tecnología no nos va a salvar. La idea de que nos iremos en una nave a Marte o de que inventaremos una máquina que absorba todo el CO₂ del aire es una ilusión.

Lo único que podemos y debemos hacer es limitar nuestro consumo. Esa limitación no aplica a los padres de Armando, que viven en un pueblo: nunca viajan, no usan carro, caminan todos los días y por eso tienen una vida larga y saludable. Comen directamente lo que da la tierra, sin productos procesados.

La vida urbana que yo vivo es dañina para el planeta y para nosotros mismos. Consumimos cosas que no necesitamos: refrescos, comida chatarra, todo envuelto en plástico, que es contaminación, porque la mayoría no se recicla.

Por eso tengo muy presente lo que dicen los ambientalistas: debemos buscar formas de regresar a una convivencia más cercana con la naturaleza, evitar productos que nos hacen daño y que dañan al medio ambiente, con una huella de carbono enorme.

Esa búsqueda me lleva a pensar: ¿quién en mi entorno vive de esa manera? Y la respuesta está en las comunidades, donde todavía se conserva esa relación directa con la tierra y con la vida sencilla.

 

Itu Ninu (México, Reino Unido, 2025). Dirección: Itandehui Jansen. Guion y producción: Armando Bautista García. Compañía productora: Lista Calista Films. Cinefotografía y edición: Itandehui Jansen. Música: Enrica Sciandrone. Diseño sonoro: William Aikman. Elenco: Alejandra Herrera, Armando Bautista García, con voz de Nadia Ñuu Savi. Locación: Edimburgo, Escocia.

 

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