‘Lecciones de otoño’ de Iván Lópezcampos: la vejez en Madrid


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27 de noviembre de 2025

 

Por Carlos Ramón Morales

 

Escritor, productor y ahora director de cine, Iván Lópezcampos es un observador atento de lo humano. Una noticia terrible, sobre la gran cantidad de personas de la tercera edad que murieron solos en París, disparó su curiosidad por la forma en la que viven los ancianos. De esta reflexión nació su novela, que ahora lleva a la pantalla: Lecciones de otoño.

Lecciones de otoño cuenta la historia de Alfonso Adaz, un hombre que vive entre la soledad de su hogar y la indiferencia de sus hijos. Su depresión crónica tiene una vía para superarse: la de su pequeño vecino Gerard,  quien solitario también, crea una amistad sólida e inédita con Alfonso.

Película protagonizada por Miguel Pizarro, que adapta la ciudad de Camargo, Chihuahua, para representar el universo de Madrid, Lecciones de otoño se presenta como una gran oportunidad para pensar en nuestros ancianos, nuestros niños: la gente que dejamos a la deriva.

Lecciones de otoño estrena en noviembre de 2025. Compartimos la charla que tuvimos con su creador.  

 

¿Cómo empezaste a imaginar esta novela? Y después, ¿cómo descubriste que podía transformarse en una película?

Mi formación es como escritor. Hasta ahora he publicado doce novelas. En 2005, en el aeropuerto Charles de Gaulle de París, una nota llamó mi atención: habían muerto 15,000 personas en Francia, porque estaban viejos. Fue una ola de calor. Me hizo pensar en cómo tratamos a nuestros mayores, cómo los relegamos y los olvidamos.

Años después escribí un cuento inspirado en esa experiencia, quería hacer una colección de cuentos, pero soy más novelista. Ese proyecto quedó a medias… hasta que a mi papá le detectaron cáncer en 2014. Decidí escribirle una novela como regalo, como acompañamiento en su trecho final. Alcanzó a leerla, aunque ya no pudo ver la película.

Me fui a Madrid, me encerré dos meses, y escribí el guion de Lecciones de otoño. Después decidí filmarla en Chihuahua. Soy de Camargo, Chihuahua, una pequeña población de la que estamos muy orgullosos. 

 

¿Qué desafío implicó trasladar la novela a un guion, que exige diálogo, colaboración y construcción colectiva?

La literatura es soledad, a veces pasas días sin contacto con nadie. En mi proceso creativo me encierro y construyo un mundo relacionado con lo que estoy escribiendo.

La producción es el otro extremo. Trabajas con cientos de personas, con presión, gritos, urgencias, aceleraciones. Me gustan las dos partes, pero tiendo más a ser escritor. Siempre que en una producción hay presión, mi tabla de salvación es imaginarme escribiendo una novela en soledad. 

Con Lecciones de otoño me fui a Madrid. Ahí escribí, hice vida madrileña y le di forma al proyecto. Tengo experiencia: he publicado doce novelas y he trabajado en varias compañías de cine, hay un bagaje que me respalda. Trabajé con gente con estándares altos y exigencias fuertes, y eso te forma. Eso facilita el puente entre dos mundos que parecen extremos: la soledad de la literatura y la colectividad del cine.

 

La historia está situada en Madrid, pero la mayor parte de la película se filmó en Camargo, Chihuahua. ¿Cómo fue ese proceso con tu equipo de arte para que Camargo sostuviera la ilusión de Madrid?

Cuando escribía la novela siempre imaginaba una casa que existe en mi ciudad, en Camargo. Es una mansión enorme, de diez o quince habitaciones,. Se quedó estacionada en los años setenta. Era perfecta porque estaba decorada por el paso del tiempo. Eso quería retratar: cómo, cuando envejecemos, dejamos de cambiar la sala, se funde un foco y se queda así. La casa envejece junto con nosotros.

Esa casa tiene los años encima, tiene un matiz único, y se convirtió en parte esencial de la historia. No fuimos nosotros quienes la escogimos, la historia escogió esa casa. 


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Mucho del peso de la película recae en la interpretación de Miguel Pizarro. ¿Cómo lo reclutaste para interpretar a tu protagonista? 

Había hecho casting con otros actores, pero de repente apareció Miguel en la imaginación. No estaba en el listado original, y sin embargo surgió en una conversación y pensé: “Puede ser Miguel.” Lo contacté y al día siguiente viajé de Juárez a la Ciudad de México para verlo.

La idea era vernos media hora porque él tenía agenda y yo también otros pendientes. Nos encontramos a las cuatro de la tarde y regresé al hotel casi a las once de la noche. Nos quedamos platicando sin parar. En ese momento revisamos el guion, leímos fragmentos de la novela, imaginamos juntos.

Visto el trabajo terminado, confirmo que Miguel era la persona indicada. Su calidad actoral es muy buena, pero más allá de eso, la compenetración que tuvo con el papel, la manera en que lo interpreta y lo siente, se ve reflejada en la pantalla.

 

Llama la atención que te hayas decidido por una historia centrada en la tercera edad. ¿Qué te llevó a contar esta historia desde esa perspectiva?

Un par de amigos, directores y actores, me decían: “La novela está muy bonita, pero el tema no es comercial, lo primero es hacer comedia, terror, acción. El drama no, la gente va al cine a divertirse.” Lo pensé y decidí que esto era lo que yo quería hacer. 

Ya he trabajado en películas de otros géneros, películas que cumplen su función de entretener, y claro que es necesario divertirse. Pero también es necesario atender esta otra parte, la que no recibe tanta atención.

Hacer una película independiente es nadar contra corriente. Pero uno tiene que moverse por lo que le apasiona.

A mí me apasiona escribir. Soy doblemente feliz porque algo que escribí lo llevé a la pantalla, y además lo hice con un mensaje que ha tenido una retroalimentación muy bonita. Hemos recibido buena crítica y eso me hace sentir satisfecho con la decisión.

 

Al revisar los créditos no se reconocen demasiadas referencias del ecosistema cinematográfico mexicano, lo cual me hizo pensar que se trata de un proyecto independiente. ¿Cómo fue ese esfuerzo? 

Vengo de trabajar en una compañía de Los Ángeles. Nuestra gente era de allá. Hacíamos películas en Baja California, a veces grabábamos en Cancún, pero siempre para el mercado estadounidense. Por eso no era gente que estuviera vinculada directamente con México.

Yo apuesto al talento de la gente. Todos los que están en el proyecto han trabajado, quizá no en producciones grandes, pero tienen una experiencia que a veces no es tan visible en el medio. Tengo una trayectoria trabajando y me arropé de actores como Miguel, Guillermo Iván, Evangelina Martínez, gente que sabe y que aporta.

Además, siempre tuve clara la visión de lo que quería plasmar. Nunca dudé de cómo quería que esto se viera. Y creo que cuando tienes claro a dónde quieres llegar, cada día avanzas un poco más para lograrlo.

 

Lecciones de otoño (México, 2025). Dirección: Iván Eduardo Lópezcampos. Guion: Iván Eduardo Lópezcampos, basada en su novela homónima. Producción: Julio Estrada, Iván Eduardo Lópezcampos, Gabriel Contreras. Cinefotografía: Jorge Roman. Dirección de arte: Angeles Ramirez. Música: Alan Flores Tarango. Edición: Oscar Figueroa (asesoría). Diseño sonoro: Miguel Ángel Molina. Elenco: Miguel Pizarro, Mateo Chávez, Evangelina Martínez, Guillermo Iván, Andrea Portugal, Anna Cepinska.

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