Desde el sonido directo, Raúl Locatelli ha colaborado en todo tipo de producciones cinematográficas: más de 50 películas, lo mismo comerciales que independientes, de producción modesta o ambiciosa. Su escucha ha sonado en películas como Sangre, Los bastardos o Perdidos en la noche, de Amat Escalante; Luz silenciosa o Nuestro tiempo de Carlos Reygadas; La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez; Cásese quien pueda, de Marco Polo Constandse; Las horas contigo, de Catalina Aguilar Mastretta; Sonora, de Alejandro Springall; Nuevo orden, de Michel Franco; Manto de gemas, de Natalia López Gallardo, y acaso su momento sonoro estelar en Memoria de Apichatpong Weerasethakul, donde el sonido funcionaba de maneras realmente protagónicas.
Para Raúl, el sonido directo no es solamente una vertiente de los oficios del cine; lo piensa como parte de un proceso en el que se integra el arte del fotógrafo, de actores y actrices, de la dirección. Todo participa en una sincronía de sentidos que los espectadores traducimos en asombro, compasión, miedo o sublimación.
¿Cómo inicia tu oficio como sonidista en las películas?
Yo estaba más cerca del mundo de la fotografía; hice algunas prácticas de sonido en la universidad y me gustaba, pero me gustaba más la puesta en escena y la dramaturgia.
Fue una casualidad de la vida: alguien me llamó para hacer el sonido de una película, acepté la oportunidad y trabajé en Sangre, de Amat Escalante. Después me llamó otro director para hacer el sonido de su película, y ahora aquí estoy, con más de 50 películas.
¿Qué te motivó a continuar en este oficio?
Su relación con la fotografía. Es un abordaje diferente al de otros colegas, que vienen desde la música o la amplificación. Nunca aprendí de nadie que hiciera sonido, sino que intenté escuchar el cine de forma diferente, desde sonorizar la manera en la que veo la fotografía.
No es sólo grabar la fuente sonora, como las voces de los actores, un coche pasando o lo que involucre la escena a nivel sonido, sino también cómo se ven esos elementos, qué distancia tienen, cómo pasan por la profundidad del encuadre. Busco darle una sensación fotográfica al sonido.
Has participado con cineastas como Carlos Reygadas, Natalia López Gallardo, Amat Escalante; hacen un cine sobrio, casi silencioso. Pide una concentración importante por la mesura y delicadeza del sonido, ¿te consideras cercano a esa estética?
En ese tipo de cine la parte sonora es más creativa, uno puede intervenir más con los actores y grabar texturas sonoras que le pertenecen a la geografía fotografiada y a la atmósfera.
En este tipo de películas me divierto mucho, me involucro con la personalidad sonora de lo fotografiado. Grabo muchos elementos de la locación: cómo se comporta el viento, las hojas, los pájaros. En estas películas de autor aportamos diferentes colores, que luego al diseñador de sonido y al director les permite crear diferentes escenas sonoras, para montar la realidad dada por la fotografía. Estas cosas las puedes hacer cuando tienes tiempo y un director ensimismado, obsesionado con la belleza de su obra.
También has trabajado en películas de corte comercial, que implican destrezas distintas; ¿qué me puedes platicar de esas experiencias?
Es el mismo objetivo: registrar la voz del actor y lo que carga la voz, la tensión y el motivo del personaje. Los elementos inconscientes de la voz piden una captura con altísimo grado de belleza: sus respiraciones, sus pausas, el tono susurrado o gritado, la expresión dramática, son los elementos más importante que debemos capturar. La voz del personaje es el elemento rey.
En el diseño sonoro respetan mucho al sonido directo: hacen el símil con el antropólogo de campo, que se mete a las grutas, a la montaña, y captura material para que ellos trabajen con el mejor resultado. ¿Qué puede decir el sonido directo de los diseñadores?
Siempre es una relación cercana o presiono para que así sea. El perfeccionamiento de mi disciplina depende del feedback del compañero que analiza ese material. Pienso como si yo fuera el diseñador: ¿qué material me gustaría recibir? ¿Cuáles son los elementos que yo puedo darle para crear la atmósfera sonora de la película?
Cuando el diseñador recibe voces de buena calidad técnica, puede desarrollar su disciplina con más tiempo, porque si la materia prima no tiene buena captura, tiene que gastar tiempo en arreglar esas cosas y queda poco tiempo para hacer crecer la experiencia sonora.
¿Y con el director cómo son las pláticas previas?
Son tan diferentes como sus películas: unos buscan una aproximación más técnica, otros no lo ven como una herramienta que pueden desarrollar con fines creativos. Están los dos extremos.
Creo que Reygadas es uno de los directores con más ideas de sonido previas a la filmación y durante la filmación. Hay otros directores de un inmenso virtuosismo, como Apichatpong Weerasethakul, con quien hice Memoria. Hace un uso del sonido más creativo. Quizá era frío en su trato, muy concentrado en sí mismo, pero estaba muy consciente de lo que hacíamos. Al ver la película me di cuenta que en su herramienta sonora había una belleza extrema, de enorme creatividad.
No era expresivo contigo, pero al mismo tiempo tenía gran conciencia del sonido. ¿Cómo era eso?
Es un director preocupado en el set por la voz de los actores y por los wild tracks. Está alerta de la generación de estos elementos, y resulta en creaciones súper locas e interesantes a nivel sonoro.
Otros directores no sienten la herramienta sonora como algo de lo cual se tengan que preocupar. Es una cuestión meramente técnica: una persona graba las voces de los actores, pero hasta ahí, es una captura técnica. No hay ningún tipo de feedback.
Son diferentes productos y nosotros tenemos que adecuarnos de la mejor manera. Somos técnicos que buscan belleza en la captura sonora. Lo importante es la belleza de la voz. Intentamos honrar la performance del actor con una captura al más alto nivel, sin importar qué director esté detrás de la cámara.
Haré el símil con el fotógrafo: siempre están mirando y muy conscientes de cómo se ve lo mejor posible. ¿El sonidista tiene esta conciencia?
Muchos colegas se van a ofender con esto, pero para mí no hay comparación entre el oficio del fotógrafo con el de un técnico de sonido directo.
No hay comparación de la responsabilidad que implica fotografiar, desarrollar el concepto del lenguaje de cámara, la paleta de color, cosas que son trascendentes en la experiencia de la película, en contrapartida con lo que hago yo.
Lo que se configura en el set a nivel fotográfico ya no se puede arreglar, el sonido sí. El sonido puede quedar destruido, se puede borrar porque alguien formateó una tarjeta o los discos tuvieron un accidente pero siempre se pueden generar otra vez. No tendrá la misma sensación que con la performance del actor, pero se puede arreglar. La responsabilidad es diferente.
¿Qué es lo más difícil en el set para un sonidista?
Las locaciones. Los lugares donde filmas pueden no estar acompasados al contenido dramático de una escena. Por ejemplo, tienes una situación de mucha emotividad entre una pareja, las voces son bajas porque están muy cerca, pero lo grabamos en una esquina concurrida de la Ciudad de México. Con el ruido, los actores van a levantar la voz y será una escena diferente. Su sensación emotiva va a cambiar, el clima sonoro; la atmósfera.
En el set el reto es tener la calidad social para acercarte a los compañeros. En un set, el 99.9% de las personas trabajan para algo que se ve, y apenas hay dos o tres personas en el sonido, esto hace la energía avasallante. Parece que el sonidista está grabando algo que no tiene que ver con la película. Hay una persona con una máquina, pero no tiene mucha relación con lo demás.
A veces es difícil hacerte notar, mostrar que es importante captar la energía del actor, y que todo se une para crear la sensación con la que empatizamos.
¿Has dado clases de sonido directo? ¿Qué enseñas sobre el oficio?
Intento concientizar a los alumnos de mirar esta disciplina de una manera diferente. Lo que hacemos no es simplemente grabar elementos sonoros; es la grabación de elementos sonoros fotografiados, que tienen una presencia visual, una distancia, una perspectiva en relación a mis ojos y también en relación a los personajes o los objetos dentro de un encuadre. Intento ver la fotografía antes de explorar la herramienta del sonido. ¿Cómo quiero que suene esto que veo?
El sonido no es simplemente sonido, es la mitad de la película, porque la película es una sola unidad interpretativa. En la academia nos enseñan todo separado y tienes que centrarte en lo que haces tú, pero eso es algo muy frío, que afecta a la experiencia sonora. Los alumnos esperan que yo les dé una clase de cómo el sonido rebota, de frecuencias y ondas, pero mis clases se parecen más a una clase de fotografía.
Haces sonido, pero amas la fotografía, ¿te gustaría hacer fotografía? Además, enriquecido por el oficio de sonidista. ¿Cómo sería este fotógrafo sonidista?
No me considero tan separado de la fotografía; podría llamarme sonidista para ubicarlo en un paradigma académico, pero si analizo en profundidad siento que también hago fotografía, trabajo por y para la fotografía. Me dedico a una dimensión de la fotografía que la cámara no puede capturar.
Me siento parte de la propuesta fotográfica, porque soy el encargado de que esa fotografía tenga la dimensión sonora que le corresponde.
Has hecho películas comerciales y de autor, ¿cuál película te falta para hacer sonido directo?
Siempre que la película tenga un exotismo visual me va a atraer. A nivel plástico, a nivel colores, a nivel lugar. Que implique un desafío vestir esta película. Es lo que más me gusta.
Me encanta hacer películas en otras lenguas, porque me ubica en una posición más alerta y concentrada. Los idiomas diferentes son aire fresco para mis oídos y mi cerebro, que están en general acostumbrados a grabar en español.
También me fascinan las atmósferas sonoras de lugares especiales, soy feliz cuando me llevan a la selva o a ciudades donde tengo una textura sonora rica para grabar.
Por ejemplo Memoria, una película de un director tailandés, fotógrafo tailandés, productores tailandeses, mexicanos, chinos; el diseño de sonido se iba a hacer en Tailandia, muy lejos de Colombia, donde se grabó. Entonces me tomé muy en serio la responsabilidad de darle una librería vasta al diseñador en Tailandia: una mañana en Bogotá, los pájaros de esa región de Colombia, ese clima, esa temperatura en esa estación del año. Son cosas muy específicas y determinantes, que construyen la atmósfera geográfica.