A quienes seguimos la carrera de Tatiana Huezo nos sorprende que después de dos grandes documentales se lance a la ficción.
Es muy esperado el trabajo de Tatiana por el mundo del documental, pero hizo una transición invisible porque filmó una gran película. No importa si es documental o ficción, es una película que provoca, entretiene, cambia tu forma de pensar, tiene excelentes actuaciones, la fotografía de Dariela Ludlow es brillante, la música de Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman es espectacular y logró algo que estaba buscando: una película profunda, que tenga muchas capas, pero que sea para el público también: que pueda vivir en salas de cine, plataformas, funciones al aire libre, escuelas; creo que se llevó el carro completo.
¿Dónde ocurre Noche de fuego?
En la novela sucede en Guerrero, nosotros filmamos en la Sierra Gorda de Querétaro e Hidalgo, un lugar hermoso que se llama Neblinas. Es una historia mexicana pero puede ser universal, en el sentido de que habla de lo que es crecer en un ambiente peligroso, que puede ser México o cualquier otro país de Latinoamérica. Queríamos hacer una historia de estas tres mejores amigas creciendo en un lugar peligroso, donde las madres les tiene que construir un agujero en el patio para esconderlas, cortarles el pelo para que no parezcan niñas. Es una película de solidaridad entre personas, esto la hace especial.
Has trabajado con muchos directores, pero una de tus relaciones más sólidas es con Tatiana: produces su primer trabajo, Tempestad es exitosísima y la convierte en una de nuestras cineastas de primer orden; ahora van por la tercera, ¿cómo es trabajar con ella?
Tatiana me ha enseñado que un director es un gran líder, en el sentido de que no hay película fácil. Me sorprende su rigor en todos sus procesos. Para mí ha sido rico acompañar sus documentales tan personales, su mirada importa muchísimo para determinar cuánto cuesta la película, cómo se filma; es tan artesanal que lo que yo he tenido que hacer es ayudarle, literal, en lo que ella necesita para aterrizar lo que está en su cabeza.
Con Noche de fuego Tatiana enfrentó un proyecto que muchos directores quisieran: niños de distintas edades que se tenían que parecer, efectos especiales, animales, muchísimas locaciones, muchísimos actores y extras. Viniendo del documental, qué trabajas con un equipo de ocho a diez personas, de repente trabajamos con 100 personas diarias. Al final cada película es un matrimonio y ahora estamos en las bodas de plata, con esta solidez donde nos conocemos; en estos años yo he hecho unas treinta películas y he logrado ponerme al día, siento que he tenido una evolución para que ella también pueda contar con más herramientas.
Entre tus películas hay varias de proyección internacional, ir a festivales no es nuevo para ti, pero con ésta debe tener alguna emoción nueva, ¿qué te significa lo que ocurrirá en Cannes?
Es un año muy especial, el primero que se hace en el verano. El clima será otro, la gente estará eufórica porque llevamos mucho tiempo sin viajar, sin estar en una sala de cine; se acumularon dos años de películas y estará lo mejor de los cineastas. Por otro lado el festival es lo que menos importa, yo no hago una película por ir a una alfombra roja, en este caso llevo cinco años trabajando en Noche de fuego y sudando la gota gorda. El festival es la cereza del pastel, se disfruta pero no es el motor. En este caso es celebrar, nos lo merecemos. Quiero que vayan las actrices, muchas nunca habían estado en un set, pueden ser historias de inspiración como ocurrió con Yalitza Aparicio. Hay que celebrar con nuestras actrices un proyecto que nos costó muchísimo tiempo, muchísimo dinero, demasiados sueños que se resumen en este estreno.
