'El último cantador', de Ángel Estrada Soto: cantos para preservar un pueblo

El último cantador, cortometraje documental de Ángel Estrada Soto, sigue la vida de don Alberto Vargas Castellanos, quien a través de sus cantos ceremoniales convoca a la lluvia y pide buenas cosechas. A don Alberto, último de los pimas, le preocupa que con él se pierdan estas tradiciones; por eso enseña su lengua y sus cantos a los niños de la comunidad.

 

El último cantador se filmó en las comunidades yepachi y pima de Madera, en Chihuahua. Ángel Estrada Soto antes había realizado El ladrón de violines, con el que ganó el Premio al Mejor Corto Chihuahuense en el Festival Internacional de Cortometrajes Chihuahua, y Me llamaban King Tiger, sobre el líder chicano Reies Tijerina.

 

El último cantador forma parte del Concurso Nacional de Proyectos de Cortometraje por regiones del Imcine y forma parte de la Tercera Muestra de Cine en Lenguas Indígenas de septiembre, que estará disponible del 21 al 30 de septiembre en sedes presenciales, televisoras públicas y FilminLatino, la plataforma de Imcine.

 

Platicamos con Ángel Estrada Soto sobre la realización del cortometraje y la importancia que tiene el cine documental para la preservación de una lengua. 

 

Platícanos del canto que hace don Alberto en la lengua pima, y cuál es su importancia en su comunidad

Los Pimas, u O’oba, como ellos mismos se identifican, habitan entre Sonora, Chihuahua y Arizona. Este grupo quedó dividido por la frontera y, por desgracia, en el lado mexicano ya quedan muy pocos habitantes.

Ahora muchos mestizos viven en las comunidades pimas y han perdido ciertos rasgos culturales e identitarios, como las ceremonias y cantos tradicionales que realiza don Alberto para pedir lluvia y una buena cosecha, conocida como Yúmare. 

El propio don Alberto se ha dado cuenta y por eso en los últimos años ha buscado recuperarlos, hacer un acervo de cantos que tengan significado simbólico importante en su comunidad. Por lo general los cantos hablan de cosas simples. Son cantos repetitivos, como mantras, que hablan sobre la naturaleza o algunos animales, como la garza y el venado, que tienen una importancia especial dentro de la comunidad.

 

¿Cómo te acercaste a Don Alberto para hacer el documental y cómo fue trabajar con él?

Al inicio fue un proyecto que realicé por encargo, en 2014 querían nominar a don Alberto para el Premio Nacional de Ciencias y Artes y me pidieron un video cortito sobre su vida y obra, para acompañar la postulación.

Pero cuando fui a conocer a don Alberto inmediatamente sentí que tenía que hacer algo más. Entonces propuse hacer un documental.

Realicé tres viajes a Yepachi y Pima de Madera, sentía que podía salir un largometraje, pero en las comunidades existe un problema muy fuerte de violencia asociada al narcotráfico, y siempre que filmábamos corríamos un riesgo importante.

De hecho, en el último viaje ocurrió una balacera muy fuerte, tuvimos que refugiarnos en la iglesia de la comunidad. Encontramos muchas casas quemadas y un ambiente muy tenso. Me pareció que ya nos estábamos exponiendo demasiado, así que decidí suspender el largometraje.

A pesar de esto me di cuenta que tenía buen material sobre don Alberto y el pueblo pima, entonces entré a la convocatoria de Imcine, para trabajarlo como cortometraje.

 

Además de encargarte de la dirección, también trabajaste en la producción, el guión, la fotografía y la edición. ¿A qué retos te enfrentaste al tener que estar al frente de tantas tareas?

Yo vivo en Ciudad Juárez y desde hace quince años empecé a realizar cine documental. En aquellos años no había los recursos didácticos y formativos de la actualidad: programas como Polos Audiovisuales, Ambulante o Docs MX, que tienen proyectos formativos que tratan de descentralizar el cine en México.

Cuando empecé a hacer cine en Ciudad Juárez no había con quien acompañarme, así que me acostumbré a trabajar de esta forma. Había días que me acompañaba algún amigo a los rodajes y otros se sumaban otras personas, pero en realidad yo tenía que estar a cargo de todos las tareas de la película y de manejar mis recursos. 

La verdad es que hacer fotografía me gusta mucho, entonces trato de seguir haciéndolo en cada uno de mis proyectos. Producir y editar me parece un poco complicado, porque siempre trato que en la edición haya una mirada fresca que pueda complementar con el material que filmé. Me gusta trabajar con editores, para saber qué ven ellos del material que obtuve y descubrir si coincidimos en la historia que quiero contar. 

Don Alberto también hizo que las cosas fueran más fáciles, él es entrañable y no pierde su candidez ante la cámara. Tiene la capacidad para desenvolverse de una manera natural, así que traté de mantener esas virtudes en el cortometraje.

 

¿Cómo fue tu experiencia filmando en Yepachi y en la comunidad Pima de Madera en Chihuahua? 

Yepachi y Madera están alejadas de la ciudad, teníamos que ir a pie con todo el equipo hasta allá. Además, en Madera no hay un lugar para pasar la noche, a veces dormíamos en el exterior, también se nos complicaba la cuestión de los alimentos. 

Sin embargo, estas dificultades contribuyeron a generar un sentido comunitario en la producción, porque nos involucramos más con los personajes que aparecen en el documental, quienes nos dieron albergue y alimento durante el rodaje.

 

 

¿Ya vieron las comunidades de Yepachi y Madera este documental? ¿Qué han dicho de él?

Cuando fui a Chihuahua pude mostrarle el cortometraje a don Alberto, se sonrojó un poco al verse en la pantalla, pero también quedó gustoso después de ver el documental terminado. Lo importante es que don Alberto sí ganó el Premio Nacional de las Ciencias y Artes, eso le ha permitido seguir haciendo su trabajo.

Donde todavía no lo han visto es en Pima de Madera. Lo malo es que muy probablemente la gente que aparece en el documental ya no esté ahí, la mayoría se van a otros lugares para conseguir trabajo y tardan mucho para regresar al pueblo.

Aunque Pima de Madera es una zona muy bonita de Chihuahua, también es una zona complicada por las bajas temperaturas en invierno y por la violencia. Han habido eventos muy fuertes en las comunidades que están alrededor de Madera; de hecho, para llegar a estas comunidades hay que avisar antes, para saber si es buen momento para ir y para que gente de la comunidad esté contigo en todo momento.

 

El último cantador, Dir. Ángel Estrada Soto

 

¿Qué tan real crees que sea la incidencia de un documental, como en este caso El último cantador, para promover la preservación de una lengua?

Se puede ir por dos vías: la primera, que al verse reflejados en una pantalla, de alguna forma les genera una noción de la importancia de preservar su lengua y sus cantos. Tal vez en su cotidianidad sus prioridades son otras y por eso no dimensionan lo que pierden culturalmente, pero ahí entra la cualidad del cine documental, que cuando la gente observa algo a través de la cámara, hacen pausas para reflexionar sobre su vida e identidad.

Por otro lado, también me parece que de alguna forma alerta a las instituciones para ponerse manos a la obra y generar proyectos dedicados a la preservación de la lengua pima.

Por eso que me da gusto saber que subieron el documental a FilminLatino, de hecho ya estuve compartiendo el link y me llegaron mensajes de mucha gente de otros estados del país, que quizá no sabían que existía el pueblo pima y que no tenían idea que estaban desapareciendo. Son pequeñas contribuciones que el documental puede realizar, para después alcanzar un objetivo mayor.

 

Además de dirigir El último cantador, también eres director del largometraje Me llamaban king tiger, sobre el líder chicano Reies Tijerina. ¿Tienes la intención de retratar a personajes que de alguna manera sean líderes dentro de sus comunidades?

No es algo que haya hecho a propósito. He hecho siete cortometrajes y dos largometrajes, entre ellos Me llamaban King Tiger y otro titulado Domar el tiempo, sobre los últimos vaqueros tradicionales de una región de Chihuahua.

Al reflexionar sobre estos temas, me he encontrado con personajes que encabezan una tradición y una identidad, y que están en riesgo de desaparición. Creo que me gusta entrar al rescate de la memoria y dejar un registro en vídeo, desde el inicio ha sido mi objetivo, más que hacer cine con pretensiones artísticas. Después fui aprendiendo cosas y modificando esa visión, pero esa idea subyace en lo que hago.

Sin duda el documental tiene sus limitantes, pero estoy convencido de que sí puede contribuir para generar cambios. Puede ser una herramienta importante para impulsar estrategias y, en el caso específico de El último cantador, tratar de que la lengua pima no desaparezca.

 

*Entrevista y redacción:  Luis Felipe Maceda

El último cantador (México, 2020). Dirección: Ángel Estrada Soto. Producción: Ángel Estrada Soto. Guión: Ángel Estrada Soto. Fotografía: Ángel Estrada Soto. Sonido: Joan Castañeda. Edición: Ángel Estrada Soto. Reparto: Don Alberto Vargas Castellanos