‘Negra’, de Medhin Tewolde: historias de racismo e identidad

Las comunidades afrodescendientes en México han sido históricamente desdeñadas: apenas hay un par de apuntes discriminatorios o pintorescos —el baile, la música, los colores— que devienen estereotipos y hacen imposible reconocer la totalidad de sus presencias.

 

Por eso importan películas como Negra, de Medhin Tewolde, documental que desde las  historias de cinco mujeres afrodescendientes revelan la diversidad y riqueza de sus historias.

 

Este documental se ha presentado en Ambulante y también ganó el Premio a Mejor Documental en el 16° FIC Monterrey. Platicamos con Medhin Tewolde sobre este ejercicio de historias que se agregan a las nuevas reflexiones que desde el cine, la literatura y la academia, buscan resaltar a estas comunidades, tan olvidadas como presentes en el país.

¿Cómo llegaste a la decisión de filmar Negra?

Durante muchos años trabajé en comunicación comunitaria, con videos participativos y en radios comunitarias, hasta que recientemente surgió la oportunidad. Conviví con comunidades afrodescendientes y me revelaron mi propio proceso identitario, entendí que la película tenía que ver con eso, retratar el racismo y en particular el racismo que vivimos las mujeres afrodescendientes en México. Una de las razones por las que hice Negra fue para llenar ese vacío que existe sobre la representación de personas afrodescendientes en México, y hacer representaciones dignas. Me he volcado mucho en este tema.

Eres de Ciudad Victoria, Tamaulipas, tu película trata de mujeres de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, pertenecen a comunidades afrodescendientes en México pero hay diferencia entre norte y sur del país, ¿cómo te relacionas con tus entrevistadas?

Vivo en Chiapas desde hace más de diez años, en la investigación previa al rodaje decidí buscar más mujeres afrodescendientes, no limitarme al lugar donde vivo, porque a pesar de que Chiapas tiene mucha población afrodescendiente, muchos y muchas no se reconocen como tal. Entonces decidí abarcar el sureste: Chiapas, Oaxaca y Guerrero, que para mí era más accesible. Hice entrevistas que en realidad eran charlas entre amigas, eso fue muy rico. Encontré historias maravillosas, dignas cada una de una película. Al final opté por cinco compañeras, sabía que tener tantos personajes es un reto a nivel narrativo, pero también era importante mostrar esta diversidad. Mi experiencia es diferente a la de Azucena o Mónica, protagonistas de la película que son de la Costa Chica y viven en comunidades afrodescendientes, entonces para mí era importante retratar esta diversidad.

 

En países como Estados Unidos es más obvia la discriminación porque confronta más, acá es sutil, no sabemos dónde está bien o mal, de repente se vuelve diluido el tema del racismo, Negra plantea algo así, lo llamaría microrracismos…

El racismo es estructural y sistémico, el reto está en que afecta mi día a día. Es común entenderlo como una práctica que, o pasó hace mucho tiempo, como en la época de la Colonia, con la trata esclavista, o en otros lados, como en Estados Unidos cuando matan a George Floyd o en Sudáfrica con él Apartheid. Yo quería hablar del racismo cotidiano, le dices microrracismo aunque a veces decirle micro parece hacerlo menos; aposté a hablar de prácticas racistas del día día, que luego se reflejan en expresiones y comportamientos típicos. En Negra parto de una pregunta que contestan todas: cómo fue su primera experiencia racista. Curiosamente a todas nos pasó más o menos en la misma edad y ninguna lo identificamos en su momento como una experiencia racista, sino como lo que hoy llamaríamos bullying. Quise empezar por ahí pensando en el público que la iba a ver, porque aunque me interesaba llegar al público afrodescendiente, también me interesa crear un puente con el espectador o la espectadora en general, porque en algún momento de nuestras vidas todas las personas hemos sufrido discriminación de uno u otro tipo, todos han sido el gordito de la clase, la cuatro ojos, la narizona, el orejón. Espero que haya dado la posibilidad de crear ese vínculo donde me veo reflejada y digo: “a mí también me ha pasado algo así y no está chido”, o “híjoles, yo también he discriminado y estoy viendo cómo se está sintiendo la otra persona”. Era crear este puente con el espectador o la espectadora, seas o no seas afrodescendiente.

Hay muchos elementos psicoanalíticos en Negra, como el juego de la silla, la mujer que le habla al exnovio para cerrar círculos o la niña que se dibuja, no sé si sea parte de una formación tuya o si iban saliendo las dinámicas…

Azucena es la compañera que llama por teléfono al ex, la fui a visitar a Cruz Grande; ya la conocía pero decidí verla para conocerla más, ella me vuelve a contar esta historia y me dice: “ahora si me atrevería a hablar con él y decirle por qué no quise ser su novia’”, le dije: “espérame que vengo con cámara”. Después, platicando con una amiga, me dice, “¿y por qué no buscas tú también al niño con el que tienes esta primera experiencia racista? Le estás pidiendo a Azucena que le llamé a su ex y tú no lo buscas a él”. Me pareció justo, decidí someterme también a ese nivel de exposición y vulnerabilidad pero no encontré a este niño, entonces intenté grabarme frente a la computadora como si hablara con él y no funcionó, yo soy activista de la afrodescendencia y tenía mucha demagogia en la cabeza. Le pedí ayuda a una amiga terapeuta, hicimos una técnica de terapia Gestalt que se llama La silla vacía, en la que tú hablas con quien tuviste algún conflicto. Me costó mucho porque siento que me expuse mucho. A cada rato volteaba a la cámara pensando en la gente que me iba a ver. Me costó la edición, metí mucho freno en la secuencia; Nico, el editor, por suerte insistió, le pedí que lo editara él porque me costaba mucho esa secuencia. Con Geidy pasó algo curioso: ella dibujaba mientras la entrevisté y se me ocurrió preguntarle sobre sus dibujos. Cuando hablaba del dibujo en realidad hablaba de ella y eso me pareció rico, porque es otra forma de hablar de nosotros. Fue una técnica improvisada, salió espontánea y funcionó para la película.

 

Entiendo que estás haciendo un trabajo nuevo en ECAMC, ¿me puedes contar?

Estoy empezando un cortometraje que se llama Yanga y habla sobre el cimarronaje, personas que fueron sometidas a una situación de esclavitud en la Colonia y escaparon a las montañas para conseguir su libertad. Está inspirada en Gaspar Yanga, una persona que fue secuestrada, traída a las costas de Veracruz y sometido a esclavitud; escapó y formó uno de los primeros pueblos libres de América. Esta historia la conocí hace relativamente poco y me impactó que tan poca gente la conozca. Entonces decidí hacer esto, una historia del cimarronaje inspirada en Gaspar Yanga, pero con una lectura más amplia, que pueda entenderse como experiencias de toda América Latina y el Caribe, y mostrar que el cimarronaje sigue siendo una práctica de hoy.


Negra (México, 2020). Dirección: Medhin Tewolde. Producción Ejecutiva: Daniela Contreras. Fotografía: Juan Antonio Méndez Rodríguez. Sonido Directo: Carlo Massarelli y Jaime Xlitler Álvarez. Editor: Nicolás Défossé. Diseño Sonoro: Martin de Torcy. Casas Productoras: Ambulante y Terra Nostra Films. Locaciones:  Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Con Azucena López, Geidy Mena, Helena Martínez y Mónica Morales.