‘El ídolo’ de Erwin Neumaier: el otro yo en clave de comedia

¿Y si las canciones que compones se vuelven la consagración de un astro del rock? Eso le pasa a Tomás, pero antes le pasaron más cosas: perdió su trabajo, su novia lo cambió por un bailador de salsa y la discográfica independiente que lo iba a firmar lo abandona porque lo creen con poca personalidad.

 

Y entonces viene la comedia. El ídolo, segunda película de Erwin Neumaier, crea de la dupla entre Tomás y el rockero Michel Dax un ejercicio del surrealismo, el absurdo y el misterio de la creación.

 

Con un elenco formado en la comedia —Francisco de la Reguera, VIctor Weinstock, Camila Selser, Claudia Ramírez—, Neumaier mantiene las constantes de su primera película Un hilito de sangre: la búsqueda de la madurez, aun entre enredos, coreografías indias y rock suplantado. 

 


El ídolo estrena el 2 de diciembre en salas selectas del circuito comercial mexicano. Platicamos con su director. 

 

¿Cómo es el inicio de El ídolo? ¿El guionista llegó con una propuesta o tú la encargaste, cómo empezaron a fraguar esta historia? 

Con Daniel Weisberg somos socios desde 2010, a él lo invitamos a participar en el proyecto de los cristales gigantes de Naica. Más tarde, unos productores querían hacer diez videohomes y les presentamos historias. Ésta fue una de ellas. Daniel escribió el guión rapidísimo pero no se armó el proyecto. Al poquito tiempo pensé que la historia estaba buena para levantarla porque podía ser lo suficientemente inteligente. 

La metimos a Fidecine y la aprobaron, luego buscamos el Eficine, a través de Videocine, que era en un principio nuestro distribuidor; Estudios Churubusco participó en la postproducción y Studio Polar, la casa de animación en Guadalajara que hicieron La cuarta compañía y bueno, la gente que fuimos sumando con los salarios que podíamos pagar porque es una producción chiquita; luego Videocine se salió de de la historia y  después encontramos a Neverland. 

Esa fue la historia, digamos que yo la conozco desde la sinopsis, pero básicamente la historia es de Daniel. 

 

Es una comedia que se deschaveta a ciertos tonos surrealistas y absurdos, ¿cómo fraguaron el tono? 

Fue un proceso simpático: como no teníamos para hacer un story board, me puse a ver películas que me interesaban. Escogí unas cuantas comedias, uno de los autores contemporáneos que me gusta es Edgar Wright y su timing, busqué una comedia de situaciones que partiera de una situación inteligente y no jugar para la gayola. Buscando películas con mi hijo Elías, tomábamos notas de secuencias y mi editor Alejandro pegó los numeritos para ver cómo se veía, era simpático porque lo hacía con su voz. 

Alejandro consiguió una edición corta, que dura como 35 minutos, con un champurrado de varias películas y su voz con todos los personajes. Nos reíamos de cómo se veía, pero también veíamos que funcionaba la estrategia. 

Luego fuimos sumando la animación que venía en el guión. El Bollywood era una secuencia normalita de los personajes, que van en un parque y hablan sobre sus experiencias, aquí voy a confesar que vi en ¿Qué culpa tiene el niño? cuando ella se pone a cantar y le dije a mi productora: “¿por qué no hacemos esa parte un videoclip?” Me mostró La la land que estaba en cartelera y no me gustó, pensé que mejor hiciéramos una cosa de Bollywood, que de repente están en una situación y corte a Himalayas o el desierto. 

Si algo me enseñó Un hilito de sangre es eso, no ser condescendiente con nadie. Es mi segunda película, no sé si vaya a hacer otra, entonces te das el chance de hacer lo que te venga en gana. 

 

Es difícil dirigir una comedia, tener listo el tempo, que el gag haga efecto. ¿Cómo trabajas con tus actores para conseguir estos tonos de humor?  

Primero es la selección de quiénes son, después hicimos unas cuantas lecturas, ensayos, sobre todo ver cómo se comunicaban los personajes, Michel Dax con Tomás, Tomás con Julia, los más importantes.  

La química entre ellos en el set fue muy sencilla porque habíamos platicado, Y también estábamos atento a cómo funciona la comedia en ciertas películas, como cuando están en el bar platicando y atrás pelean unos payasos, eso lo habíamos visto en En dónde está el piloto y suceden en otras películas, así de burdas y simpáticas al mismo tiempo, y se da una cosa muy  natural y orgánica, no, quedaba nada a huevo puesto. 

 

 

Tu primera película, Un hilito de sangre, es de 1998. ¿Qué le pasa al director en este tiempo: madura, se siente inseguro? ¿Cómo es entrarle varios años después a un segundo proyecto? 

Soy más maduro en todo sentido, estás más hecho como persona y como profesional. No creo que lo profesional sea necesario para hacer una película, pero haber producido tanto me dio mucho conocimiento.

Hice un montón de videoclips, está esa ligereza de fierros y hacer las cosas como puedas, aprendes y lo que aprendes es que tienes que volver a arriesgar cuando tienes el chance y hacerlo no nada más con el corazón, también con los recursos. 

A mí me gusta hacer esto porque he aprendido a hacerlo, porque cada proceso de lo que hago en el cine lo disfruto enormemente. 

Sí ha pasado un chorro de tiempo para volver a hacer una película, pero no dejé de hacer películas. Sabía en lo que me metía, era el gusto de volver a ponerlo todo junto y decir “ésta es mi visión, lo que yo pienso de esta realidad, lo que yo quiero contarle a la gente, como yo quiero contarlo”. 

 

El ídolo, Dir. Erwin Neumaier

 

Hace falta entrarle a estos cines de género que sean de calidad, tener más diversidad de propuestas en el cine mexicano 

Creo que debemos hacer ese tipo de comedia en México que se ha hecho antes y se dejó de hacer. 

En los festivales que hemos ido nos dimos cuenta que tienen esta cosa. Por ejemplo, en Estados Unidos, que les gustan las situaciones cómicas, la entienden muy bien. Espero que en México sirva para empujar a otros, que se atrevan a este tipo de proyectos. 

Ojalá abra un poquito ese caminito de regreso a las salas. Es bien padre pensar en que regresamos a las salas y aunque sea un esfuerzo titánico no dejar a nuestro público. Hay películas como Una historia de policías, Noche de fuego, que ese tipo de cine vuelva a contarnos cosas, y si es variado, mejor. 


 

El ídolo (México, 2018). Director: Erwin Neumaier de Hoyos. Guion: Daniel Weisberg. Fotografía: Leobardo "Tito" Reynoso. Música: Santiago Ojeda. Sonido: Antonio Diego. Dirección de arte: Luis Ambriz. Edición: Alo Briones. Producción: Claudia G. Covarrubias, Erwin Neumaier. Elenco: Francisco de la Reguera, Victor Weinstock, Claudia Ramírez, Camila Selser.