‘Xáne Xépika’ de Dominique Jonard: fábula del novio perezoso

José quiere casarse con Atzimba pero es un muchacho muy flojo, que busca la manera más fácil de hacer las cosas y no siempre le sale bien. Y ya mejor no les contamos lo que le pasa, es algo que ustedes tienen que ver.

 

Esta historia se la contaron y dibujaron un grupo de niños purépechas al artista plástico, animador y cineasta Dominique Jonard (1956-2018); juntos hicieron el cortometraje Xáne Xépika (¡Éste flojo!) que forma parte de la colección de historias que Jonard recopiló entre los niños de diversas comunidades de México. Una labor de cine para las infancias y comunitario que es valioso, trascendente, pero sobre todo muy divertido.

 

Xáne Xépika forma parte de la selección de la Tercera Muestra de Cine en Lenguas Indígenas que realiza el Imcine durante el mes de abril.

 

Y platicamos con Noyule Dominique Jonard, la hija de la hija de Dominique, sobre estos cortos que hacía su padre, en los que él “era un niño más, jugando ahí, entre ellos”

 

¿Tú veías trabajar a Dominique, o participabas en las actividades que él hacía con los niños purépecha?

Yo tenía 13 años cuando mi papá filmó Xáne Xépika, mi participación en sus cortometrajes era en la postproducción porque yo no iba con él a las comunidades. Él llegaba con dibujos de los niños y me pedía que le ayudara a pintar algo que faltó, o a grabar unas risas. Con mis hermanos nos poníamos a trabajar. Por eso salimos siempre en los agradecimientos.

Una vez le dijimos que por qué hacía cortometrajes con los demás niños y no con nosotros. Quiso que hiciéramos uno y creímos que sería de dos minutos; al final terminamos haciendo uno de ocho minutos y otro de doce minutos.

Lo hacíamos en familia, los domingos. Crecí viéndolo trabajar en las tardes, cómo acomodaba los recortes para animarlos, cómo metía sonidos o buscaba a los músicos, y los detalles que faltaban en la postproducción. Ese fue mi acercamiento.

 

Xáne Xépika, Dominique Jonard

 

Dicen que Dominique era un nombre extrovertido e imaginativo. Quiero creer que trabajar con él habrá sido una gran experiencia. ¿Cómo era cuando se dedicaba a sus cortometrajes?

Tomaba muy en serio su trabajo, se dedicaba todo el día. Despertaba desde las siete de la mañana y no paraba hasta que acababa el día. Sí nos tenía que cuidar era a su lado, mientras trabajaba.

Dependiendo del cortometraje tenía asistentes o ayudantes; a veces eran sus alumnos, otras veces había personas que querían aprender y estaban en casa algunos días.

Y el método que usaba para animar se ve justamente en Xáne Xépika. Primero los niños hacíán imagen bidimensional con móviles, él las recortaba y después era animación frame por frame. Coloca el recorte en una posición, toma una fotografía, mueve 1 cm y toma otra fotografía, y así hasta que la secuencia da la sensación de movimiento. Es un trabajo que requiere mucho tiempo, una secuencia de un minuto puede llevarte un día de trabajo.

Cuando tenía el montaje de la animación iba metiendo las voces, la música y algunos cambios para que tuviera más ritmo el cortometraje.

 

Xáne Xépika, Dominique Jonard

Probablemente Xáne Xépika sea el menos crítico de los cortometrajes de Dominique Jonard. A pesar de catalogarse como cuentos infantiles aborda temas fuertes, como la apropiación cultural, las adicciones o la violencia en las comunidades. Va más allá de contar un cuento infantil…

Justo hablábamos con el equipo del archivo que sus cortometraje dan una desinfantilización de las infancias. No es que mi papá haya llegado con la idea de trabajar el tema de la violencia en alguna comunidad: todo se daba en el taller, con los temas que los niños y las niñas querían tratar. Al darles ese espacio no había límites en lo que proponían.

Mi papá no se limitaba por un guion. Por ejemplo, en el cortometraje que hicimos nosotros había un dragón, un gato gigante, banderas japonesas y un sinfín de cosas que teníamos en la cabeza. Y él le daba pie a toda nuestra imaginación

En los talleres daba espacio a lo que los niños y niñas quisieran contar. Sabía cuando algo les daba risa y lo ponía en el cortometraje. Eso es bonito de los materiales, dan cuenta de cosas que los niños y niñas querían decir, de hecho a veces pienso que mi papá era un niño más jugando ahí, entre ellos.

Hay cortometrajes en los que los mismos niños le daban solución a los problemas de sus comunidades, tal vez de una manera que no es realista, pero ellos daban esa solución.

 

Dominique llega a México en 1977, se establece en Michoacán y empieza a dedicarse a dos universos: las comunidades indígenas y las infancias. ¿Por qué decidió quedarse aquí y enfocarse en estos temas?

Habría que agregar un tercer universo, la animación. Mi papá llegó a México en 1977 pero realmente dejó Francia cuando tenía 17 años. Hizo un recorrido largo hasta llegar acá, antes estuvo en Ámsterdam, Estados Unidos y Canadá.

Creo que nunca se había planteado ser cineasta, él se exploraba como artista plástico y hacía arte en las calles, pintaba murales en las comunidades o las escuelas, desde ahí empezó su acercamiento con los niños.

En los ochentas hizo su primer taller de pintura infantil en Campeche; esto es algo que empezamos a descubrir con el archivo. Y pues yo creo que por haberse casado y formalizar su primera familia se quedó cerca de Pátzcuaro y luego fue a Morelia; la familia lo fue asentando. Aunque de alguna manera él seguía viajando.

No sé por qué escogió a los niños y a las niñas, creo que empezó a hacer estos talleres y realmente se divertía, era algo que genuinamente disfrutaba. Y recuerdo que empezó a hacer animación porque no quería que Walt Disney fuera lo único que existiera como animación.

Lo que sí me queda claro es que siempre le había interesado en venir a México, desde joven se sentía atraído por Latinoamérica. Creo que sumar sus intereses dio buenos resultados en los años noventa, cuando su vida dio un giro, dejó de lado la plástica y empezó a producir películas.

Mi papá decía que cuando nací cambió de pintor a cineasta, prácticamente empezó su recorrido en el cine a partir de 1994.

 

Xáne Xépika, (México, 2008). Dirección: Dominique Jonard. Guión: Dominique Jonard. Producción: Dominique Jonard. Fotografía: Dominique Jonard. Sonido: Franz Zavala. Música: Orquesta Huapanekua. 
Reparto: Ricardo Vargas, Rosario González, Sashenka, Edgar Estrada.