Así arranca Amores incompletos, largometraje de Gilberto González Penilla que se construye desde dos coordenadas: la comedia familiar y el road movie. Con locaciones en Ensenada, Todos Santos y las playas y los desiertos de las dos Baja Californias, este viaje para encarar a los amantes de Elena también se propone como estudio de las masculinidades, la vida conyugal y familiar, lo desconocidas que podrían ser nuestras parejas, con el actor Alejandro Camacho en una interpretación inédita en su carrera.
Amores incompletos tiene el apoyos de Focine y Eficine Producción, y participa en la sección La Baja Inspira fuera de competencia del 11° Festival Internacional de Cine de Los Cabos.
En las cosas que he hecho hasta ahora siempre retrato personas mayores, tengo afinidad por por ese rango de edad, creo que a esa edad es difícil acoplarte a los cambios, porque uno está acostumbrado a las rutinas de toda una vida. Entonces me llaman mucho estos personajes.
Yo suelo hacer notas de ideas en el celular. Algún día encontré: “A un hombre le es infiel su esposa pero ella muere y no puede obtener respuestas”. En un curso de series de comedia en el CCC nos pidieron una sinopsis, reencontré la nota y la desarrollé, así fue cómo cómo se gestó. Fue una semillita que después retomé para una clase y descubrí que ahí había hay una película y me puse a escribirla. En tres meses ya tenía el guión. Entonces, no hubo tanta complicación en llegar a la historia.
Jarmush es un cineasta que cuando estás en el CCC, que te llenan de autores, fue muy revelador . Otro director que me gusta es Alexander Payne, esa sencillez que tiene para narrar. Son los más cercanos al cine que me gusta contar.
Sobre el road movie, en realidad es un pretexto para ponérsela difícil al personaje. Y por otro lado, un pretexto para hacer yo también ese viaje. Siempre he sido un poco perezoso para viajar en carretera, sólo una vez había había llegado hasta Mulegé en camión. Me gustaban mucho los espacios, las carreteras, cómo va cambiando la vegetación y quería aprovechar eso con el personaje, que tuviera que hacer este recorrido. Y entre más lejos estuviera de donde vive, en este caso de Tijuana, más cerca está de las respuestas que busca. Creo que complejiza la búsqueda de respuestas del personaje.
El productor mencionó a Alejandro Camacho, es un gran actor pero yo no lo tenía tan vigente. Miré sus películas, luego me metí a YouTube a ver sus entrevistas recientes y me gustó su físico y su rostro. Tuvimos una cita y al platicar y escuchar cómo habla, su mirada, su rostro, fue cuando decidí que fuera él. Me pidió que le mandara el guión y al día siguiente nos llama y nos pregunta cuándo la hacemos. Él me comentaba que era un papel que nunca había interpretado, entonces le fue muy gozoso hacer ese personaje. Todo el tiempo me decía, “ya estoy listo, cuando empezamos” Y fueron muchas pláticas de hacia dónde tenía que ir el personaje, cómo tenía que expresarse, todo por teléfono; Alejandro me mandaba mensajes por Whats: “oye, se me ocurrió esto” y fue muy generoso.
Alejandro está acostumbrado a personajes que muestran más emociones. Aquí la idea era llevar todo hacia adentro. Ensayamos con los amantes y la familia, y ahí el personaje se fue construyendo. Yo le dejé ver películas, varias de Alexander Payne, como Nebraska, también Flores rotas, Los descendientes, para que reconociera el tono al que queríamos llegar y lo entendió muy fácil. Pero aun durante la filmación Alejandro todo el tiempo se me acercaba y me decía: “Oye Gilberto, estoy muy inquieto, aquí está cabrón como reacciona él, está conociendo el primer amante y no sé, yo agarraría y le partiría la madre, pero José no”. Y así era todos los días. Yo la pasé muy bien porque notaba su pasión. Era el que llegaba primero al rodaje, nunca se quejó y fue muy rico estar con él. Todo el rodaje fue muy generoso.
Fue difícil el rodaje, porque filmar en Tijuana es complicado. De entrada, es caro y complicado, ya lo tenemos muy asumido. También imagina la dificultad de traer a la mayoría del crew desde la Ciudad de México, y el equipo de manera terrestre. Pero sí fue una buena estrategia de trabajo. Estuvimos un mes grabando en Ensenada, que fue nuestra base.
El viaje por la Baja lo hicimos dos semanas. Entonces eran chistosas estas caravanas que hacíamos en campers, carros, ir descubriendo el camino, la imagen, cómo va cambiando la vegetación. Y en ese sentido, el crew estaba muy entusiasmado. Nos tocaron varios regalos de la naturaleza. En un trayecto se hicieron unas nubes tipo tormenta, un tornado rarísimo en el cielo. Nos parábamos y retratábamos los lugares que nos iba gustando. Y se planeó muy bien a nivel de producción y todo el todo el rodaje hasta Todos Santos. Al final, lo bonito fue que todos estuvieron muy contentos por haber vivido esa experiencia, incluido Camacho, aunque ya conocía.
Es algo que vengo trabajando desde mis cortos y mi primera película, Los hamsters, que también tiene tono de comedia. Me gusta que a través de la comedia se conecta el espectador, se identifica y luego se ríe de cosas dolorosas que están reflejando ahí.
Es un género difícil en México porque es lo más recurrente en el cine comercial. Yo hice la comedia que a mí me gustaría ver y que a mí me gustaría que se hiciera. Traté de mantener un equilibrio la comedia, pero tampoco caer en la risa fácil, hacer algo que tuviera profundidad.
No sé cómo la acepten, en México estamos acostumbrados a el cine que retrata las realidades actuales del país, es el cine que se ve y está muy bien. Por mi lado, tengo este cine que quiero hacer. Una película que sea digerible, pero que a la vez te deje algo al final.
Fue pensado de esa forma, una persona que está ahora con una mentalidad a la antigua, cómo enfrenta estos temas. Lo bonito para mí es que este personaje tuviera un cambio y se fuera a enfrentando a situaciones que él desconocía, y que a través de eso él pensara qué dejó de hacer, sobre todo qué va dejando de hacer a lo largo de su matrimonio para poder entender a su esposa.
Hay algo importante que traté de contar en el guión y es que no la juzga al final. Simplemente la entiende y desde un lado muy amoroso la acepta, algo difícil para uno como ser humano. Siempre verlo desde un lado muy humano. Porque son emociones que todos hemos experimentado y para mí era importante mostrar un personaje que tuviera ese cambio y entendiera el no juzgar.
Amores incompletos (México, 2022). Dirección y Guión: Gilberto González Penilla. Productores: Ernesto Martinez, Janeth Mora, Jessica Lautada. Fotografía: Ricardo Garfias. Edición: Miguel Salgado, Gilberto González Penilla. Sonido: Raúl Locatelli. Diseño sonoro: Omar Juárez. Música original: Jasón Carmer. Directora de arte: Ivonne Fuentes. Elenco: Alejandro Camacho, Patricia Bernal, Hozé Meléndez, Flor Edwarda Gurrola, LeonardoFlores , Silverio Palacios, Manuel Landera, Johanna Murillo, Hernán Mendoza, Carmen Beato, Alejandra Guilmant, Karem Momo y Gabriela Roel.