‘42.195’ de Alejandro Strauss y el maratón como metáfora de la vida

Los historiadores griegos han hablado de Fidípides y de cómo recorrió más de 40 kilómetros para avisar a los espartanos del desembarco persa en Maratón. La historia trascendió los siglos y, al iniciar los Juegos Olímpicos modernos, se creó una carrera que emulara la gesta del espartano. Ahora, el maratón es una de las pruebas atléticas más reconocidas y practicadas en el mundo. Su mayor atractivo está en que no requiere de más equipo especializado que unos tenis y la intencion vehemente de correr. 

42.195 kilómetros es la distancia oficial de la carrera del maratón. Y así se llama el documental con el que Alejandro Strauss indaga las motivaciones, los esfuerzos, las epifanías que tienen aquellas personas que se lanzan a este trote extraordinario. 

En 42.195 hay cuatro mujeres: Rebby, de Kenia; Marcela, de la Ciudad de México; Natacha, de Valencia, España y Verónica, de Ciudad Juárez, Chihuahua, quienes en diferentes circunstancias y niveles de preparación, comparten este ímpetu del viento y los caminos que se recorren a toda velocidad. El maratón como proyecto y disciplina, también como deseo y ambición de alcanzar la vida. 

42.195 contó con el apoyo de Eficine 189 y estrena en la edición 18 de DocsMX. Su director Alejandro Strauss nos cuenta de este proyecto, también de retos y alcances maratónicos.

 

¿Eres corredor o seguidor del maratón? ¿Cómo decidiste hacer un documental sobre esta actividad?

Los productores me invitaron a participar. Antes de involucrarme en este proyecto, el maratón me parecía difícil de entender. En mi juventud volvía de la fiesta y encontraba calles cerradas porque había personas que corrían los domingos. No comprendía por qué alguien quisiera correr de esa manera. Pero a medida que avanzaba en la producción de la película, comencé a descubrir la complejidad de la prueba. Me inspiré en ellos y, aunque aún no he corrido un maratón, completé tres carreras de 10 km e hice otros ejercicios. Lo hice al mismo tiempo que comencé a trabajar en la película, desde hace seis años. El proceso de la película me transformó y me llevó a entender muchas cosas interesantes sobre la práctica de correr. 

 

Entre las diversas prácticas atléticas, el maratón destaca por su elemento histórico. Ese legendario mensajero de la antigua Grecia le da una dimensión heroica. Quienes lo corren alcanzan cierto estatus, como si emularan aquella historia. 

Es una especie de religión. Tiene esta cualidad significativa de transformación y heroísmo. Todo mundo corre hacia la meta, pero cada uno lleva su propia meta en la mente. Algunos corren en memoria de seres queridos fallecidos, otros para celebrar su recuperación del cáncer. El maratón implica enfrentar lo que parece imposible. Requiere meses de preparación, superar lesiones en el camino, enfrentar miedos y obstáculos para llegar al punto de partida: un esfuerzo monumental. Tiene una dimensión heroica, y quienes lo completan verdaderamente han dedicado un esfuerzo monumental a su preparación.

Todos, de alguna manera, corremos un maratón en nuestras vidas. Experimentamos momentos fáciles y difíciles, desafíos que debemos superar. Avanzamos hacia una meta común, cada uno con su propia historia. En ese sentido, el maratón es una metáfora fascinante de la vida. Algunos avanzan más lentamente, otros más rápido, pero al final, todos llegamos al destino.

 

'42.195', Dir. Alejandro Strauss

 

Tus personajas, cuatro mujeres, cubren etapas distintas en cuanto a la forma de correr. Desde una atleta de alto nivel como Rebby, hasta Marcela, quien participa en su primer maratón. En medio están la española Natacha y Verónica, con intereses muy propios sobre ser corredoras. ¿Cómo seleccionaste a este grupo para hablar del maratón?

Los productores se pusieron en contacto con AIMS, la Asociación de Maratones Internacionales, quienes de inmediato nos brindaron su apoyo. Luego, los maratones nos invitaron  filmar. Desde esas invitaciones comenzamos la búsqueda. 

No teníamos la intención de abordar una perspectiva feminista, pero las mujeres aparecieron. Queríamos una que corriera por primera vez, una corredora elite, y personas cuyas vidas hubieran sido transformadas por la experiencia de correr. Lo interesante de todas es que, al convertirse en corredorea, se convierten en personas diferentes. Por ejemplo, Natacha solía trabajar en atención al cliente en un supermercado. Correr la acompañó en su recuperación del cáncer. 

Verónica es otro caso interesante. Correr le permitió construir su vivienda y tener dinero para sus hijos. Corre más rápido que su esposo y es la ganadora en las carreras. Correr la empoderaba y la situaba en una posición diferente a la de una mujer rarámuri migrante en Ciudad Juárez, que normalmente se encarga de la vida cotidiana. 

También encontré interesante el caso de Rebby.  Kenia es una superpotencia en carreras de larga distancia, y correr se ha convertido en una parte fundamental de su economía. Los más importantes son los kalenjin, una comunidad de donde surgen los campeones gracias a la altura. Muchas personas en situaciones de pobreza ven en los maratones una manera de generar recursos para sus hogares. Rebby construyó compró terrenos, adquirió ganado y ayudó a su familia a través de su participación en maratones. Los kenianos corren internacionalmente pero regresan a África y llevan consigo recursos que invierten en sus comunidades, lo que convierte al maratón en una contribución social y económica. 

 

 

 

 

¿Cómo fue el reto de cubrir tantas locaciones? Estuvieron en Kenia, Japón, Atenas, Ciudad de México, Chihuahua, Valencia... Debe haber sido un desafío arduo. 

Los productores tuvieron un gran desafío, porque a pesar de que este documental se presenta como internacional, en realidad se realizó con recursos económicos limitados. Los maratones nos proporcionaban un tiempo específico antes, durante y después de los eventos, lo que nos daba muy pocos días de filmación. Además, debíamos pasar tiempo con cada personaje. 

Nos ajustamos a lo que cada maratón podía ofrecer. Durante los cinco años que tomó realizarlo, enfrentamos distintos procesos de grabación. Adaptar la planificación del documental era necesario, y muchas veces había urgencias. Incluso, lidiar con el jet lag era un desafío. En el viaje a Kenia vi cinco amaneceres en el transcurso de tres días en el avión. Necesitábamos estar concentrados, cargar la cámara y correr a diferentes puntos para filmar. Sólo contábamos con tres cámaras para cubrir tantos puntos, así que éramos nosotros corriendo de un lado a otro. No teníamos suficiente personal como para situarnos en tres o cuatro ubicaciones diferentes. 

Aunque suene a cliché, el documental fue, en todos los sentidos, como un maratón. Ha sido toda una aventura. Estoy emocionado de presentarla este viernes. Es como cruzar la meta y llegaré con los brazos en alto. Ha sido un viaje increíble.

 

'42.195', Dir. Alejandro Strauss

 

¿Cómo se filma un maratón? 

En los maratones siempre había personas en motocicletas que avanzaban con los corredores de élite, tomaban fotografías y proporcionaban indicaciones. Contábamos con este grupo de profesionales que sabían cómo maniobrar entre los corredores. El desafío principal es que te permitan hacerlo. El maratón no sólo se tratan de ganar, también de establecer récords y todo está meticulosamente cronometrado. Un retraso de tres segundos puede marcar la diferencia entre romper un récord o no. Los maratones son muy estrictos en cuanto a la organización, algunos más rigurosos que otros.

Todas las calles estaban cerradas, para desplazarnos debíamos tomar decisiones rápidas. A veces íbamos en motocicleta, pero también había momentos en que teníamos que correr, tomar el metro y cambiar de ubicación.

Algunas carreras duraban tres horas y media, no podíamos seguir a cada corredor durante todo ese tiempo. Tuvimos que encontrar una forma de capturar la energía de la carrera y relatar la historia única de cada corredor. Desde los atletas de élite que nunca se detenían, hasta aquellos que experimentaban momentos dramáticos durante la carrera.

El documental en sí mismo es un hermoso drama, ya que muestra la transformación en los personajes desde el principio: días antes de que empiecen a correr, hasta el momento en que cruzan la meta. Es una experiencia interna y profunda, ya que gran parte de lo que ocurre sucede en la mente del corredor. Desde salir con confianza en los primeros kilómetros, hasta llegar al kilómetro 30 y cuestionarse por qué están corriendo. Experimentan una variedad de emociones y sensaciones. Transmitir estos momentos fue, en mi opinión, el desafío más complicado. 

 

¿Y a ti te transformó haber entrevistado a estas cuatro mujeres maratonismas? 

Me dio un ejemplo de lo que los seres humanos somos capaces de hacer. Es un tema de resiliencia, de la capacidad que tenemos para afrontar nuestros problemas. Además, muestra cómo un deporte puede ayudarnos, no solo en lo estético, también en lo emocional y mental. La disciplina de superarnos constantemente puede fortalecer nuestra confianza y ayudarnos a resolver los desafíos de la vida cotidiana.

Nuestra vida sedentaria a menudo nos hace olvidar lo que podemos lograr. Lo que más me sorprendió es que muchas de estas mujeres provienen de contextos difíciles, pero a través del running han transformado sus vidas y sus circunstancias. Es una de las razones por las que cada vez más personas están buscando moverse, en todos los sentidos. Comenzar a hacerlo provoca una transformación en nuestra confianza y en nuestra percepción de la vida.

 

 

 42.195 (México, 2022). Dirección: Alejandro Strauss. Producción: María J. Romero, Rafael Muñozcano. Casa Productora: Want-E Films con el apoyo de Eficine Producción. Fotografía: Jerónimo Rodríguez. Edición: Javier Campos, Martha Uc, Francisco X. Rivera. Diseño sonoro: Pedro «Zulu» González. Reparto: Marcela Cantú, Rebby Cherono, Natacha López, Verónica Palma, Naoko Takahashi.