Canal 6 de julio: al rescate de las imágenes críticas

La productora de documental independiente, Canal 6 de julio, ha sido uno de los bastiones del periodismo crítico durante más de tres décadas de la construcción de la democracia en México.

 

Desde formatos como el VHS o el DVD difundieron movimientos importantes y definitivos para el país, como los fraudes electorales, el movimiento zapatista de Chiapas, los movimientos estudiantiles o las crisis económicas. 

 

Títulos como 2 de octubre: de veras no se olvida (1990), Todos somos Marcos (1995), Batallón Olimpia: documento abierto (1998), UNAM, memoria del caos: la huelga X (1999) o Tlatelolco, las claves de la masacre (2002), han sido acompañamiento de una conciencia informada que se oponía a la información institucional de las grandes televisoras. 

 

Canal 6 de julio cuenta con un acervo de unas 5,000 unidades, que da cuenta de estos momentos de nuestra historia reciente. En 2021 consiguieron el apoyo de Focine Acervos, que les ha permitido digitalizar, ordenar e iniciar la catalogación que permita hacer de este archivo un patrimonio para todos quienes quieran consultarlo.

 

Priscila Melo ha sido la encargada de realizar este ejercicio de rescate de archivos de la productora. Nos platica los retos, los hallazgos, la hazaña de ordenar un material rico de retos, hallazgos y hazañas. 

 

¿En qué momento empiezas a involucrarte con el Canal 6 de julio? 

Conocí al canal por sus documentales de los años noventa; personalmente, de 1997 a 2002 tenía un seguimiento del canal. Me acerqué a ellos hacia 2015, cuando conocí a Carlos Mendoza. Le pregunté sobre el archivo y me preguntó si me interesaba hacer algo con él.

En 2020 retomamos el contacto, por un documental que sacaron sobre los atentados de Morelia en 2008. En 2021 que salió la convocatoria de Focine decidimos elaborar una propuesta para trabajar con el archivo.

 

 

¿Qué es el Canal 6 de julio y cuál es su importancia en el ecosistema audiovisual mexicano? 

Ha aportado una mirada a una serie de problemáticas que hay en el país, desde el fraude electoral de 1988, que fueron de los primeros trabajos sobre el tema, hasta el levantamiento zapatista, pasando por los movimientos estudiantiles y más recientemente las presidencias de Fox, Peña Nieto y Felipe Calderón. 

El canal ha ofrecido una perspectiva crítica en un entorno en el que había este predominio de las televisoras grandes, como Televisa y TV Azteca, donde las versiones oficiales acaparaban el espectro informativo. La gran aportación del Canal 6 de julio durante este tiempo ha sido esta mirada independiente de los procesos políticos y sociales que ha vivido el país desde finales de los ochenta.

 

 

Sobre el acervo, ¿qué propusieron a Focine? 

El acervo cuenta con 5000 unidades de este diversos formatos: VHS, Hi 8, Betacam, algunas cosas en 16 y 32 mm. Es un volumen grande.

En esta primera etapa trabajamos con las unidades que no tenían ningún tratamiento previo, o que no contaban con algún respaldo digital. El canal acumuló materiales, mantuvo una organización que les permitía trabajarlo para las producciones, se generaban hojas de calificación, pero no había un criterio único que permitiera manejar esta información y atender consultas externas para otras productoras. Nos propusimos sentar las bases para la organización del acervo; tomamos una fracción de este universo de 5000 unidades que se consultan muchísimo y han sufrido el desgaste natural del tiempo y el uso, y que era necesario hacer un respaldo.

Cortesía Canal 6 de julio

Con estas unidades se generó una copia para consulta. Previo a este proceso se establecieron criterios mínimos de calidad; se hizo un manual de digitalización y paralelamente iniciamos un trabajo de documentación para identificar el material, porque en el mejor de los casos contaba con fechas, alguien en el canal ve algo y puede decir: “Ah, esto es Chiapas, 1994, en San Andrés”, pero no siempre se contaban con instrumentos de consulta para acceder a esa información.

Una vez digitalizados desarrollamos un manual de catalogación, que nos permitió establecer criterios básicos. Fue una base de datos muy sencilla, pero ya con criterios uniformes, desde cómo se escribe el lugar al que se hace referencia, hasta fechas y otros datos que facilitan la ubicación. 

Por último había un grupo documental grande, unas 750 unidades, almacenadas en cajas, se habían expuesto a la humedad, las cajas externas tenían hongos y corrían riesgo de perderse. Este material se reubicó, se limpió, les dimos nuevos contenedores y también se integraron a la base de datos. 

Fue muy demandante en términos de tiempo, un 20% de estos materiales tuvieron que revisarse para calificarlos. Estamos hablando de no sé cuántas horas de revisión, se hizo un trabajo extraordinario porque se revisó todo en tiempo real, y al final del proyecto contábamos en base de datos con casi mil registros, que facilitan muchísimo la consulta. Ya tenemos un respaldo digital para la consulta de series que consideramos importantes, como la serie zapatista, que cubre desde el 1 de enero de 1994 hasta finales del 2000. Fue un trabajo intenso que logró sentar las bases para participar otra vez en la convocatoria y avanzar en el trabajo.

 

 

¿Habrás encontrado cosas que te hayan sorprendido en este material? No sé si valioso, curioso o extraordinario, algo que no esperabas de lo que has catalogado. 

Siempre que uno revisa el material se encuentra con eso. Del levantamiento zapatista te puedo decir que el seguimiento de siete a ocho años da una perspectiva distinta, te permite ver procesos que por separado no habías percibido. Uno de ellos es el esfuerzo que hubo de parte de la comandancia zapatista y quienes estuvieron involucrados los acuerdos de San Andrés, por traducir y llevar a las comunidades lo que se iba discutiendo. También fue una sorpresa percibir espacios que uno asume como familiares, como el Zócalo de la Ciudad de México o el Teatro Ópera. Por ejemplo, el primer congreso del PRD, aunque no te interese el PRD, estás viendo un espacio que te puede decir algo. 

También depende de las preguntas que uno le vaya haciendo al material, puede ser el EZ, Oaxaca, la presidencia de Fox, pero hay otras en las que uno puede poner el foco, como el Zócalo o Reforma a través de los años, como espacios de protesta, o muchos temas que detonan cuando revisas materiales. Yo encontré cosas bien bonitas, interesantes, sea por el proceso, por una imagen, por un instante; es un acervo al que se le puede sacar muchísimo jugo. 

 

 

No nada más es lo que Canal 6 de julio haya producido, también es una cantera a la que pueden abrevar documentalistas, investigadores, gente que sabe que aquí puede encontrar información importante...  

Sí, justamente. El problema ahora que tenemos es que quien no conoce el Canal 6 de julio a lo mejor no intuye que existe este acervo. Obviamente las productoras lo tienen claro, pero en términos del patrimonio es fundamental promoverlo, para que el resto de la gente sepa que se puede consultar, que forma parte de la historia de vida de la ciudad y del país. 

Nuestra gran apuesta es abrir nuestros canales de consulta a otros sectores, que los investigadores puedan tener acceso a esta fuente audiovisual.

Los investigadores es un sector que nos interesa mucho, pero hay otro más amplio, que nos gustaría que hicieran suyo este acervo. Solo de esa manera tiene sentido la preservación: si no estamos dispuestos a dar acceso a lo que tenemos en el archivo pues no tiene sentido, es una galería para iniciados que no trasciende. Lo que estamos haciendo apunta hacia allá: a la consulta, a la revisión externa, con información precisa que permita contextualizar lo que estás viendo. 

 

 

¿Cómo planean continuar con el rescate y la ordenación del acervo?

Nos gustaría continuar con el trabajo de respaldo y digitalización de otras partes del acervo, porque además seguimos descubriendo materiales que estaban mal etiquetados. Pero sobre todo apuntamos hacia la consulta externa. En nuestra cabeza imaginamos un catálogo que puede estar en línea, por lo menos las fichas, la descripción de lo que tenemos, que pueda ser accesible a cualquier persona desde cualquier punto.  

 

 

Haber recibido el apoyo de Focine en 2021 es una gran noticia por lo que implica echar adelante un proyecto, pero también es un espaldarazo. Sobre todo pienso que Canal 6 de julio siempre remó a contracorriente; aquí de alguna manera hay un reconocimiento a su labor y esto hace que se proyecte hacia otro lado...

Yo espero que el canal siempre se mantenga crítico, esté quien esté en el poder, creo que es un principio básico de cualquier productora documental. 

En nuestro caso, la propuesta que se presentó fue una apuesta grande. El canal nunca se había animado a participar en convocatorias porque de antemano sabía que los recursos tenían nombre y apellidos, acá nos metimos con la incertidumbre de ver qué pasa con los evaluadores y pues el proyecto cumplió con los criterios que establecía la convocatoria.  

Creo que igual que con otros archivos, es un reconocimiento a que nadie tiene la exclusiva en la salvaguarda de la memoria del país, en este caso de la memoria audiovisual. Está por todos lados y reconozco que Focine haya hecho este esfuerzo que nadie lo había hecho antes. Hay mucho en producción, hay mucha inversión en largometrajes, cortometrajes, documental, animación, pero la parte de los acervos nunca se había atendido, nos entusiasmó mucho que saliera esta convocatoria porque es una oportunidad para rescatar un acervo que es para todos.