‘El canto de las moscas’ de Ricardo Soto: incertidumbres de dos hermanas

De la Revolución mexicana tenemos un centenar de narrativas, en literatura, cine y televisión, que dan testimonio de las grandes proezas, los líderes, las batallas y las paradojas políticas y de poder del movimiento. Poco se han acercado a las víctimas reales del conflicto armado, las personas civiles que en sus pequeñas ciudades o sus pueblos fueron víctimas o tensos testigos de las masacres. Una de esas historias es la que cuenta Ricardo Soto en El canto de las moscas

En El canto de las moscas, Ricardo Soto hace un ejercicio histórico y minimalista. Aprovecha una vetusta hacienda que perteneció a su familia, para crear una historia concentrada de dos hermanas que viven encerradas en esta casa, entre el desasosiego y la hambruna: acaso están solas o acaso hay gente a su alrededor que espera que salgan para asesinarlas. 

Con El canto de las moscas, Ricardo Soto ofrece una nueva luz de la conflagración de inicios del siglo pasado, a la vez que crea a dos personajes de una fortaleza asombrosa.

El canto de las moscas formó parte de la Selección Oficial Largometraje México del 26° Festival Internacional de Cine Guanajuato y ahora participa en la séptima edición de Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo. Ricardo nos contó sobre la creación de esta obra intensa y contenida. 

¿Cómo surgió la historia de El canto de las moscas?

Es una idea original que trabajé con un coguionista, Kin Navarro. Creo que fue una película que se montó principalmente para rescatar la casa donde se filmó. Esta casa perteneció a mi bisabuelo y tiene más de 200 años. Es una especie de hacienda ubicada en un poblado muy pequeño en Puebla llamado Acoculco.

La casa ha sido testigo de la Revolución mexicana, resultó la locación perfecta para plantear un drama íntimo y minimalista, protagonizado por estas hermanas. Están llenas de incertidumbre, no solo por la Revolución mexicana, sino también por lo que sucede al cruzar la puerta de la casa.

Ese fue realmente el motor que me impulsó a escribir esta ficción.

 

Película sobre la Revolución hay montones, la gran mayoría cuentan las hazañas de los generales, los grandes despiegues bélicos o políticos y lo que ocurre con la Gran Historia. El canto de las moscas me muestra más bien a las víctimas o a los pequeños personajes cotidianos que les tocó vivirla, sufrirla y resistirla.

Al plantear una película histórica, uno siempre piensa en una gran producción. Pero en realidad nosotros nos fuimos al lado opuesto, para poder hacerla realidad. Era importante enfocarme en estos personajes y crear un drama íntimo. Más allá de las batallas o la biografía de algún personaje histórico, nos concentramos en lo que les sucedía a estas hermanas que quedaban aisladas, en esa incertidumbre de vivir en poblados completamente aislados y que, finalmente, fueron también afectados por el conflicto.

Creo que el enfoque en estos personajes fue acertado en ese sentido y nos permitió hacer la película con pocos elementos y trazos.

 

Me parece interesante el juego del espacio en la película. Tienes la primera parte en un sótano, con las mujeres y unos juegos de claroscuros muy intensos. Hay momentos en un patio y otros en la estancia, donde está el piano, ¿todo ocurrió realmente en la casona de Acoculco?

Toda la grabación la hicimos ahí. Cuando estábamos construyendo la historia planteamos que la casa fuera un personaje más. Por eso hay tanto cuidado en cada rincón. La casa en sí misma refleja la metáfora de la película, una etapa de fractura y oscuridad durante la Revolución mexicana. Fue un periodo que generó cambios sustanciales en las estructuras sociales y políticas del país, pero también llevó un costo muy alto en términos de muerte y oscuridad.

La idea era hacer un rescate simbólico de ese lugar que permaneció abandonado desde que tengo memoria. Esta casa estuvo abandonada alrededor de 80 años, pero su antigüedad es mayor. Hicimos un trabajo profundo para rehabilitarla. Trabajamos un grupo de amigos, durante aproximadamente un año, para mantenerla en condiciones óptimas para llevar a cabo el rodaje.

 

 

¿Y ahora que está rehabilitada, qué uso le van a dar? 

La rehabilitamos para poder hacer el rodaje. Es una casa que está aislada y la naturaleza la había reclamado, pero nosotros la devolvimos su esplendor. Le dimos una limpieza profunda. El día que queríamos entrar por primera vez, no podíamos abrir ninguna puerta porque estaban bloqueadas. Tuvimos que patear las puertas para entrar, incluso entrar por una ventana. Fueron grandes hazañas y aventuras muy bellas, las cuales como cineasta agradezco mucho, ya que esta película me permitió reencontrarme con un vínculo afectivo y familiar muy importante para mí. Por eso, pienso que es una película muy personal en cierta forma.

 

Una parte importante de la película es la participación de tus dos actrices, Isabella Valera e Itzel Enciso, quienes interpretan a Julia y Clara respectivamente. Después aparece Alberto Trujillo, como una suerte de pivote que las obliga a tomar decisiones. Quería preguntarte cómo trabajaste con ellas. 

Estoy muy agradecido con el trabajo de Alberto y las actrices. Los tres entregaron el corazón para encarnar estos personajes y afrontarlos de una manera creativa e interesante. Me gustó mucho el ritmo que cada uno le imprimió a la película.

Creo que el trabajo fluyó de manera natural y hubo mucha comunicación, ya que éramos un grupo reducido. Básicamente éramos un crew de amigos. Esta cercanía permitió una comunicación directa y fue fácil escucharnos, lo cual considero muy importante. En producciones más grandes, a veces se vuelve difícil comunicarse y se pierde esa conexión. Mi objetivo era crear lo contrario, mantener la esencia de la casa, y fue muy hermoso poder trabajar así.

Por ejemplo, el personaje de Isabela también hizo la música de la película en el mismo piano que se encuentra en la casa. Es un elemento importante que genera sonidos que reflejan esa fractura. Fue muy simbólico y hermoso poder seleccionar ideas y trabajar de manera directa y eficaz entre tantos amigos

 

¿Podrías contarme sobre tu experiencia y tu vínculo con el GIFF?

Desde el primer cortometraje que hice, lo envié al Festival de Guanajuato y fue seleccionado. Fue una experiencia maravillosa porque pude asistir con el personaje de ese cortometraje, que era mi tío. Fue hermoso presentar allí y sentir el contacto con la audiencia. Guardo ese recuerdo con mucho cariño.

El GIFF ha sido un impulsor importante para mi trayectoria. Han estado pendientes de mis proyectos y yo también he estado atento a las oportunidades que me han brindado. Han sido muy solidarios, incluso me apoyaron con una residencia en Berlín para el desarrollo de proyectos cinematográficos. Creo que el Festival de Guanajuato es una institución íntegra que ha respaldado mucho el cine nacional.}

El canto de las moscas. (México, Países Bajos, 2023) Director: Ricardo Soto. Fotografía: Miguel Zetina. Producción: Darío Giordano, Ilse Hughan. Guión: Kin Navarro, Ricardo Soto. Edición: Fernando Epstein, Dario Giordano, Ricardo Soto. Música: Isabella Valera. Sonido: Daniel Maurer, Omar Juárez, Zvook. Dirección de arte: Kin Navarro, Osiris Rivera. Reparto: Isabella Valera, Itzel Enciso, Alberto Trujillo