Fotogenia Vol. 4, cinepoesía itinerante

¿Cómo integras el concepto de Fotogenia?

Soy del posgrado de artes y diseño de la UNAM y estaba haciendo investigación sobre el cine desde las vanguardias artísticas, esta forma de expresión que viene desde los años veinte, cuando no se sabía qué hacer con el cine y se pensaba como una forma de experimentación más personal y abstracta. Esa línea de investigación me llevó a preguntarme si habría más personas mirando al cine de esa forma, la sorpresa fue que había muchos. 

Lo que hace diferente a Fotogenia fue encontrar vertientes de experimentación a través de la cinepoesía, el videoarte y el cine expandido. Eso empezó a darle identidad al festival.

¿Cuál es el perfil de la audiencia que acude a Fotogenia?

Los perfiles de quienes experimentan con el cine, es que, o eres muy joven, que quieres revolucionar la forma cinematográfica y experimentar, o es una persona mayor que ya recorrió todo un camino en la industria y entonces vuelve a retomar esta parte de hacer otra cosa. Estos perfiles se están reuniendo alrededor de la cinepoesía y el videoarte. El año pasado, que con Focine pudimos hacer talleres virtuales y presenciales, fue bonita la experiencia porque se unió la comunidad de Quintana Roo, que es muy diversa. Tuvimos niñas y niños de 8 o 10 años y adultos mayores, de 70, que tomaron el taller y pudieron presenciar los cortos. Es parte de lo bonito de formar públicos: tienes el nicho de gente que sabe de cine pero también, cuando se te dan estas oportunidades, gente que no está tan metida en esto y que lo pueden disfrutar.

¿Quiénes son los creadores audiovisuales que participan en Fotogenia?

En estos cuatro años se ha creado una sensación de comunidad, de pertenecer a algo. Cuidamos mucho las obras que se presentan, le damos foco a cada realizadora y realizador, hablamos de su biografía, de sus otros trabajos, nos cuentan sobre su obra y creamos esta comunidad, porque es algo vivo. Nos sorprende lo que recibimos y hacemos esta apertura a nuevas cosas. Creo que eso lo hace muy actual. 

Muchas de sus obras son muy personales, ensayos, diarios muy íntimos. Y darnos obras tan personales implica mucha confianza. Nosotros tenemos la responsabilidad de presentar estas obras de la mejor manera y en el mejor contexto, porque nos están compartiendo una partecita de su vida y hace que cuidemos mucho cómo presentarlas. Eso ha hecho muy estrecho los vínculos con los realizadores, tanto de manera internacional como nacional. Varios de los realizadores internacionales siguen en contacto con nosotros, nos escriben, tienen una obra nueva y quieren volver a presentarla. Este año tuvimos más relación con las creadoras y los creadores mexicanos y eso también lo hace bonito.  Esta relación crea comunidad, algo vivo.

¿Hay algo que identifique al cine experimental mexicano?

Es algo que hemos analizado. Muchas obras mexicanas tienen esta estructura del primer acto, segundo acto y la solución. Son pocas las obras que experimentan sin esos formatos. Los primeros años era muy evidente y un poco desalentador, te hacía preguntar qué les enseñan en las escuelas de cine, sobre experimentar con otras formas cinematográficas. Y las obras internacionales eran distintas. En el extranjero son más aventados, van más allá de los límites. 

El  cine experimental es una materia que no se enseña en México. Se habla de manera general del cine de las vanguardias, como parte de la historia del cine, mientras que en otros países tienen al cine experimental como una práctica actual, como un medio de expresión válido. 

Desde este planteamiento, me parece interesante que Fotogenia podría volverse un espacio de diálogo entre cineastas internacionales y de México.

Hemos tratado ir por ahí. Hacemos foros de realizadores y los organizamos para que haya este diálogo entre cineastas de México e internacionales. Justo en la pasada edición empezaron a hablar de cómo el cine experimental estaba, si no en contra del cine hegemónico, por lo menos como una opción más personal, más creativa. Ojalá se fortalezca este intercambio entre cineastas de México con el resto del mundo. 

Fotogenia se organiza por volúmenes; en 2022 correspondió el Vol. 4. ¿En qué se distinguió de los anteriores?

Tuvimos más presencia de cineastas mexicanos. En las primeras ediciones teníamos más realizadores internacionales, y de México apenas había unos diez cortos. En 2022 recibimos 57 obras mexicanas y en la selección se hicieron programas exclusivamente nacionales. Y también está el programa itinerante, con cortos del volumen 1 y volumen 2. La experiencia fue muy bonita, nos dimos cuenta de que Fotogenia tiene mucha audiencia al exterior, gente de otros estados que estuvieron viendo los programas. 

Entonces ese año pensamos hacer una muestra fuera de la Ciudad de México. Al principio queríamos hacerlo en tres o cinco estados. Después entendimos que había que empezar con un solo estado y después seguimos con el resto. Entonces pudimos llevar los programas 1 y 2 a Quintana Roo.

Tuvieron alianza con el proyecto ElCineClub de Playa del Carmen, en Quintana Roo…

El Cineclub lleva diez años construyendo comunidad. La gente de allá no conocía Fotogenia, pero después de ver los programas nos preguntaron si seguirá el festival allá. Y algo que platicábamos era eso, que lo importante no es hacer una muestra y ya, sino incidir en la comunidad. También hubo una colaboración con Sofía Ochoa y Faro Quintana Roo, y pasó lo mismo, quedaron complacidos de ver estas obras y nos preguntaron si regresaremos el próximo año. Es algo que tenemos que trabajar, más allá de los apoyos: encontrar esa comunidad, personas más sensibles de la obra cinematográfica.

¿Cómo imaginas Fotogenia hacia el futuro? 

El primer reto es superar lo que logramos el año pasado. Eso implica mantener el programa itinerante. Queremos continuar con las comunidades que conocimos el año pasado. También nos gustaría explorar otras, en varios estados han estado interesados. En la Ciudad de México también queremos ampliar nuestras sedes, ampliarnos al norte y el centro de la ciudad. 

La experiencia de los talleres también fue maravillosa y lo queremos mantener. Y para el futuro nos gustaría que Fotogenia estuviera fuera de la Ciudad de México, trabajar en comunidades que estén alejadas del fenómeno cinematográfico o de las ofertas culturales. 

La cinepoesía la construimos año con año con los realizadores seleccionados. Hay quienes ven la cinepoesía como un poema trasladado al audiovisual. Pero Fotogenia también busca esta concepción de la poesía como una manera de ser sensible ante la vida. Eso hace muy social al festival: tenemos obras que son poesía audiovisual, que no tienen palabras y son puras imágenes y sonidos. Y muchas son cosas personales: pérdidas, sentimientos, alegrías, tristezas. Eso hace que Fotogenia sea social: trasciende nuestro nicho de una manera poética de ver y sentir la vida.