Esta matanza revela nuevas formas de violencia, pero también de organización económica del crimen organizado: deformaciones de un capitalismo sanguinario que transforma a las personas en objetos de cambio, que pueden ser secuestrados, tener funciones de mercado y desechados.
La alberca de los nadies, película de José Luis Solís Olivares, recrea en tiempo real la hora y media previa a la ejecución. Se concentra en Alex y Anayeli, dos de los secuestrados, quienes encuentran espacios desde donde podrían sobrevivir, aun a costa de traicionar sus propios códigos éticos.
Con referencias a El hijo de Saúl de László Nemes o Elefante de Gus Van Sant, La alberca de los nadies es un duro testimonio de uno de los momentos más vergonzosos en la historia reciente del país. También un intenso thriller en tiempo real, y acaso un merodeo hacia la fortaleza humana, a los intentos por mantener vínculos de amor y fortaleza, aun desde los mecanismos de exterminio más extremos.
La alberca de los nadies estrena el 15 de noviembre. José Luis Solís Olivares nos platica sobre la recreación de estos campos de concentración que persisten en muchas regiones apartadas de nuestro país.
¿Cómo llega el interés de contar esta historia?
Cuando me enteré de lo de San Fernando me intrigó, la cuestión emocional. Había 74 personas muertas, no había más gente. Ahí empezamos a conocer el modus operandi de las nuevas delincuencias. Empecé a desarrollar la historia desde una pregunta muy sencilla: ¿qué harías para sobrevivir? Contaría lo que pasó una hora y 45 minutos antes de la matanza, el tiempo real y el cinematográfico serían el mismo. Sería en una quinta que personas de cierta clase media alta de Monterrey conocemos bien, porque crecimos en ellas y de repente desaparecieron. Me concentré en una premisa: ¿Qué principios éticos y morales estarían mis personajes dispuestos a romper para sobrevivir?
Sobre la masacre de San Fernando se han escrito muchas cosas, de índole periodístico o académico. ¿Cómo se crea una ficción cuando tienes tantos datos?
Me circunscribí en mi premisa narrativa: los principios éticos y morales que rompes para sobrevivir. En mi investigación empecé a ver estos ranchos como modernos campos de concentración, y empecé a descubrir que hay quintas de engorda para el tráfico de órganos, otras de reclutamiento, o de entrenamiento. Se iba perfilando una economía global, el neoliberalismo de la explotación. Es algo atípico porque no tiene que ver con cuestión ideológica, como las dictaduras, sino que participa de una terrible economía de mercado.
Llegué al poema “Los Nadies” de Eduardo Galeano y empezó a tener sentido esta transformación emocional, cuando dejas de ser sujeto y pasas a ser objeto. ¿Cómo lo traslado a la ficción? Muchas cosas que encontré en mi investigación, fue con personas que habían sido secuestradas. Desde ahí construí la historia. Dejó de ser de delincuencia organizada y se convirtió en una historia de migrantes y sobrevivencia.
Ahora que me hablabas del neoliberalismo recuerdo la escena donde Juancho cuenta lo que fue la quinta: un lugar apacible, de prados, hasta que alguien fincó y empezó a transformarse. Ahí sugieres cierta premisa sobre lo que ocurre con ciertos espacios, que más allá del crimen organizado es parte de una maquinaria de mercados, lo que algunos llaman el capitalismo gore.
Era una escena más larga que fuimos recortando. Pero habla de una gentificación de lo rural. Grandes fincas se van transformando para el leisure de los dueños, no genera empleos o algo así. Yo quería tener a este personaje de Juancho, que no se puede ir de ahí y es testigo de cómo se transforma su entorno, hasta que no puede librarse del horror. Juancho habla de esta transformación.
Gran parte de la eficacia de tu película está en tus protagonistas: Alex, que va del estupor a aprender ciertos mecanismos del poder y la sobrevivencia; y Anayeli, con su embarazo encima y buscando sus propios mecanismos para sobrevivir. ¿Qué me puedes contar de ellos?
Desarrollé el guión muchas veces. Se lo leí a Coral Aguirre, escritora de acá, de Nuevo León y ella me dijo que debía balancear la historia, porque estaba muy del lado masculino y me abrió una puerta increíble. Ya conocía a María Mercedes Coroy por su papel en Ixcanul, la película de Jayro Bustamante. Empecé a reescribir la historia pensando en ella. También se unió Danny Bautista, a quien había conocido en Los Angeles, de John Harper.
En el guión, Anayeli y Alex eran medios hermanos. A partir de ese hecho construí que crecen juntos. Hablan zapoteco, porque crecen juntos, y su relación es su secreto. Por eso saben mentir y por eso es que se tiene que ir. Mientras preparábamos la película, la directora de casting y coaching de actores Morena González trabajo con ellos y construyeron más su historia.
Danny Bautista es migrante, vivió en Sacramento, California, y es trilingüe, con inglés, zapoteco y español. Y María Mercedes pertenece a la comunidad maya kaqchikel y tiene una relación intensa con la migración. Fue la forma de construir con ellos; también resultó que tenían una química extraordinaria.
¿Cómo trabajaste la cámara con Alejandro Cantú? Tiene una enorme expresividad...
Desde desde que escribí el guión sabía que el tiempo cinematográfico iba a ser el mismo del tiempo real, pero no quise hacer un falso plano secuencia. Sí quería seguirlos a ellos todo el tiempo. Entonces le propuse a Alejandro el formato 3:2, más cuadrado y que me permitía concentrarme en los rostors, las espaldas, las reacciones de los personajes. Cada vez nos clavábamos más en que utilizaríamos un gran angular muy cercano a los actores, lo cual era de una dificultad tremenda, por el foco y los actores, que tienen muy cerca a la cámara, siguiéndolos todo el tiempo.
Filmamos en Open Gate, que todo el sensor de la cámara entra a la imagen. Entonces surgió un viñeteado que conectaba. Acordamos que los interiores fueran en colores cálidos, mientras el exterior debía ser frío y pálido, como metáfora de un país enfermo. Adentro es cálido por la crueldad que viven los migrantes; afuera es un país anémico.
Durante el rodaje apareció el fuera de foco, que desde el primer día nos cautivó. Tiene una lógica en la estética: crea espectros que vemos cómo se acercan y después se hacen reales. Incluso a los actores les dije que estaban fuera de foco, para que reaccionaran distinto. Buscaban más cuestiones corporales y medían su acercamiento a la cámara. De repente, ver un espectro que entraba nos atrajo mucho. Y pues Alejandro es un maestro de los planos secuencias y las secuencias largas. Las ha hecho con RIpstein, con Julián Hernández; cuando hicimos esto yo tenía ya todo coreografiado y luego hice ajustes con él.
¿Cómo se manejaban los actores con estos ejercicios de fotografía? Además, debe ser complejo mantener la tensión constante de las situaciones.
No tuve lectura de guión. Conforme iba llegando la gente, les contaba la película. Les mostraba la quinta y les decía dónde serían las escenas. No todos los actores conocían la dinámica. La quinta ayudaba mucho, tenía estas palmeras inmensas, importantes para componer en contrapicada. Las esculturas griegas ya estaban ahí, lo mismo que el gallinero para el altar, el lugar de los ponys o la bodega.
Quería que los victimarios fueran actores de método y que los migrantes fueran actores naturales. Casi siempre designaba quién marcaba el ritmo, en muchas ocasiones era Manuel Domínguez, quien hizo al personaje de Marco. Hicimos muchas pruebas de cámara con los personajes, para que se fueran acostumbrando a su cercanía. Pudimos construir este ritmo asfixiante gracias a filmar en bits.
Hay mucho debate entre hacer una ficción pura o un documental o un libro de no ficción. Pareciera que ciertos temas se prestan más para una cosa u otra. En el caso de la masacre de San Fernando, podría ser un tema más cercano a los documentales, a los reportajes. ¿Por qué hacer ficción con un material así?
El primer motivo es personal: yo hago ficción y quería contar esta historia. No es sobre la delincuencia organizada, sino sobre la vulnerabilidad de los migrantes. Para mí es la historia de una pareja vulnerable, que quieren sobrevivir. Incluso hay escenas en las que los personajes se encuentran y puede parecer un hallmark moment, Alejandro se reía mucho pero lo necesitábamos, es una historia de amor de dos personas.
Me han dicho: estás presentando una cuestión cursi dentro de algo sumamente cruel. Pero es ficción y de eso se trata. Este hecho terrible sólo se puede contar desde la ficción, la relación de dos personajes, cómo intentan lograr su cometido en un ambiente extremo.
La alberca de los nadies (México, 2022). Dirección y guion: José Luis Solís. Compañías productoras: Kerosén Producciones, Ruta 66 Cine, Fidecine y Focine. Producción: Damián Cano Ruiz. Fotografía: Alejandro Cantú. Edición: Gilberto González Penilla. Música original: Rodrigo Mier y Arce. Diseño sonoro: Be Flores. Reparto: María Mercedes Coroy, Danny “Alex” Bautista, Manuel Domínguez, Antonio Trejo Sánchez, Katzir Mesa, Carlos Gueta, David Colorado, Bety Macía, Verónica Andrés Jesús, Esteban Ibarra.