‘Lachatao’ de Natalia Bruschtein: el arraigo de los niños

Santa Catarina Lachatao se encuentra en la Sierra Norte de Oaxaca. Hace algunos años tenía una población de 1,500 habitantes; ahora apenas llega a 200. Los lugareños se van a estudiar, a trabajar y cada vez quedan menos personas. En contraste, hay una fuerte conciencia comunitaria, y una preocupación por mantener sus costumbres y su identidad. En Lachatao buscan fomentar el arraigo en sus niñas y niños. Desde la escuela, el bosque y la siembra buscan la permanencia en el pueblo.

A Natalia Bruschtein le sedujo este ejercicio comunitario que se vive en Lachatao. Ahí arrancó la idea para su documental Lachatao, un viaje hipnótico y emotivo a través de calles, lluvias, sueños, perros, maizales, y sobre todo niñas, niños, adolescencias que eligen permanecer y robustecer su población. 

El documental Lachatao es un ejercicio de saberes y emociones, que se proyecta hacia muchos ejercicios comunitarios que se intentan en el país. Lachatao tiene el  apoyo de Eficine Producción y participa en la Competencia Mezcal del 39° Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Su directora, Natalia Bruschtein, nos contó sobre la creación de esta pieza que condensa ternura, aprendizaje y arraigo. 

 

Lachatao, Dir. Natalia Bruschtein

 

¿Cómo llegas a este poblado de Lachatao y qué te llama la atención de él para que hagas con él un documental?

Llego por casualidad: unos vecinos míos pertenecen a la comunidad, se enteraron que yo soy documentalista y me invitaron allá, para hacer un videíto que querían. Y estando ahí me enamoré de su sentido de comunidad, de su relación con los niños y de su calidad de vida. Fue darme cuenta de la relación que tienen los adultos con sus hijos, los niños son parte de la comunidad, son necesarios, hay mucho respeto hacia ellos, y todo el proyecto de la comunidad es para su futuro. Eso fue lo que me jaló. En 2018 les dije que quería hacer un documental sobre el proyecto de la escuela. Después me di cuenta que el proyecto escolar era parte de un proyecto general del pueblo y que quería hacer un documental sobre el proyecto del del pueblo.

 

Para contar Lachatao eliges niños, adolescentes, y de fondo están los adultos. Incluso hay sobre todo madres, tías, abuelas. Casi no hay hombres adultos. ¿Cómo vas escogiendo a estos personajes?

Quise concentrarme en los niños porque el proyecto de la comunidad es para ellos, es la apuesta que están haciendo los adultos para que su identidad y su cultura quede en ellos. Me parecía importante que la voz viniera de ellos. Los niños de Lachatao hablan de corazón que quieren estar en el pueblo, eso significa que hay un trabajo que la comunidad está haciendo bien. 

Por otro lado, a medida que editábamos la película, me di cuenta que en ningún momento me detuve a pensar que no había tantos hombres. Y sin embargo es un pueblo muy equitativo. Se rigen por usos y costumbres y sus presidentes se van alternando, un hombre, una mujer. El hombre es parte de la casa y son muy amorosos con sus hijos, hay un vínculo muy lindo en sus relaciones. Lo que tal vez pasa es que las mujeres tienen esta capacidad de expresarse y estar adelante. Están intentando ser una sociedad más equilibrada.

 

La escuela de Lachatao, el CEFAC, es protagónica en esta historia, desde ahí se proyecta lo demás que ocurre. ¿Qué me puedes contar de este espacio?

En Lachatao hay una escuela primara de la SEP, con un solo maestro para todos los alumnos. La comunidad se dio cuenta que los niños tenían un nivel muy bajo: uno estaba en tercero de primaria y no sabía leer ni escribir. También empezaron a sentir la necesidad de recuperar lo que se estaba perdiendo como comunidad. Parte del problema de la migración de Lachatao es la falta de escuelas. Entonces hicieron este modelo que sigue un poco las líneas de la SEP, y al mismo tiempo integra su propia cultura. El zapoteco, por ejemplo, que se está perdiendo en el pueblo, lo que hacen es que invitan a los que lo hablan para que les enseñen. Hacen caminatas por el bosque y les enseñan medicina tradicional, herbolaria y estas cosas. 

“Reconocer el territorio primero”, que es lo que dicen. Primero necesitamos conocer nuestro territorio para después conocer hacia afuera. Hicieron una preprimaria, primaria y secundaria con maestros voluntarios. La SEP no los reconoce de forma académica, pero ellos, al terminar la secundaria, hacen un examen de revalidación de estudios. Es muy revolucionario y los niños han ido aprendiendo. El trabajo de campo, el tequio, son cosas que han integrado a su sistema educativo.

 

Siempre me llama la atención la relación del documentalista con el espacio que retratan. Pienso en escenas como cuando los niños platican de la reencarnacion y ser arquitectos, momentos de gran intimidad que parecería que no hay una cámara, pero está ahí. ¿Cómo creaste esta relación?

El fotógrafo, Miguel Tovar, es fotoperiodista, tiene una gran calidez en la forma de acercarse a la gente, creo que por su profesión. Y por otro lado estaba yo, directora, sonidista, productora, data manager. Éramos un equipo muy chiquitito y eso nos permitía estar más en la intimidad. Había mucha relación con todos: comíamos con ellos, nos quedamos en sus casas, fuimos muchas veces, a veces solamente de visita. Generamos una relación de confianza, que no te vean como un elemento externo. También es importante el respeto, que sientan que hay un ida y vuelta. Eso genera un vínculo diferente. 

Por otro lado, los niños se adaptan mucho más fácil que los adultos. Por ejemplo, esa secuencia que están hablando de la reencarnación y después que quieren ser arquitectos, fue chistoso porque habíamos estado con ellos todo el día, los habíamos estado siguiendo en juegos, iban, venían, y entonces Miguel Tovar estaba grabando las gallinas y yo me fui con ellos al cuartito, estaba con el micrófono y de repente empezaron a hablar de la reencarnación y la muerte . Y yo con el micrófono. De hecho me hacían parte también de esa relación y al mismo tiempo seguían en la suya y no les importaba. Es la relación que se generó con la comunidad en general. 

 

Lachatao, Dir. Natalia Bruschtein

 

Destaca la voz en off de la niña que quiere ser abogada, ella explica de qué se trata Lachatao, y ella da el cierre a la película, cuando cuenta sus planes de dejar el pueblo para estudiar y después regresar. ¿Cómo trabajaste esta participación?

Ella es Sofía y casi no sale en la película. Tiene unos tíos que viven en el Estado de México, ha ido y venido muchas veces y le encanta cantar, tiene sus videos en YouTube y es muy desenvuelta. Empezamos a platicar porque yo le decía que necesitaba cierto material, como contar que Lachatao había tenido 1500 habitantes y que ahora quedan 200. Le dije que estaría bueno si me lo pudiera decir. Estuvimos solitas una tarde, me llevé el micrófono y estuvimos ahí platicando. Me empezó a contar que su mamá y su abuela habían estado en Estados Unidos, que su sueño era ser abogada, pero que le daba miedo irse y que el pueblo cambie mucho. Eso fue una cosa general que sentí en los niños, les preguntaba si les gustaba que fuera gente al pueblo, porque Lachatao es un pueblo mágico y hacen senderismo, van bastantes extranjeros que hacen caminatas por el bosque y hay cabañas que se rentan. Yo les preguntaba a los niños si ellos querían que fuera más gente. Y me decían que sí estaría bueno, porque al pueblo le viene muy bien esa entrada de dinero, pero les daba miedo que entrara mucha gente y que el pueblo cambie. Era un sentimiento general.

 

Justamente, el centro de Lachatao son los niños, pero dejas apuntes de los conflictos del pueblo. Por ahí se menciona la tala de árboles, por ejemplo, pero evitas hacer un documental de denuncia, apenas avisas que hay algo alrededor que podría ser un problema. 

A medida que fui estando en el pueblo y estuve en sus asambleas, pude enterarme de los conflictos que estaban viviendo en ese momento. Y cada vez salían más cosas: está la tala de árboles, en el pueblo hay una mina que las empresas han querido reavivar y el pueblo se ha negado, en los alrededores siembran maíz trasgénico y tienen miedo que llegue con ellos. Hay muchos conflictos que están teniendo constantemente y están luchando con eso. 

Yo quería todo, pero no podía. En los documentales una quiere abarcar todo y te das cuenta que la película se te podría ir de las manos y tienes que volver a la esencia. La esencia para mí era un pueblo que está a punto de desaparecer y transmite a los niños la necesidad del arraigo. Sabía que si metía otros temas iba a perder la película que yo quería hacer, una película positiva, desde la parte del trabajo que hacen muchas comunidades, que están yendo hacia adelante y que también se vale ver ese México.

 

¿Cómo fue el estreno en el Guadalajara?

Súper lindo. Yo estaba nerviosa porque sé que es una película con un ritmo que a veces no es tan fácil. Pero el público mexicano cada vez está más abierto al documental, y siento que las reacciones fueron muy buenas. Mucha gente del público me agradecía por transportarlos a ese espacio de tranquilidad. Estuvieron las niñas de la historia y morían de risa, estaban muy pendientes de las reacciones de la gente. 

Yo tenía miedo de que la gente de Lachatao no se se sintieran representados. Ellos todavía no ven la película, pero fueron cuatro personas. Y me dijeron que el sentido de Lachatao estaba ahí. Fue una apuesta proponer el ritmo que se siente en el pueblo. Esto es lo que yo quiero que esté, y quien la aguante bien y quien no también. Entonces, yo estoy contenta.

 

Lachatao (México, 2024). Dirección:  Natalia Bruschtein. Producción: Abril López Carrillo. Fotografía: Miguel Tovar. Edición: Aldo Álvarez. Diseño sonoro: Federico Schmucler. Música: Alejandro Castaños. Supervisión de edición: Raúl Luna. Sonido directo: Natalia Bruschtein y Miguel Tovar. Voces en off: Sofía Hernández, Alexa Santiago Hernández, Diego Santiago Hernández. Con la participación de la Comunidad Santa Catarina Lachatao, Oaxaca.