‘Llamarse Olimpia’, de Indira Cato: mujeres contra la violencia digital

Y de pronto un video tuyo, íntimo, circula en redes. Hay comentarios y escarnio humillantes. Tan abrumador es lo que ocurre, que deriva en aislamiento, vergüenza, pensamientos suicidas. Y ni siquiera sabes cómo llamarlo.

Esto le ocurrió a sus 18 años a Olimpia Coral Melo, en la ciudad de Huachinango, Puebla. Contra la hostilidad del entorno, ella se armó de coraje y se lanzó a una cruzada histórica para buscar justicia. En ese camino se nombró a esta agresión como violencia digital, y derivó en la Ley Olimpia, conjunto de disposiciones que tipifican como delito la distribución y exhibición de imágenes sexuales no consensuadas en redes sociales y espacios virtuales.

La Ley Olimpia, aprobada desde 2021 en 29 estados de México, significa un avance para la protección de las mujeres en entornos virtuales; pero además se ha convertido en una cruzada del feminismo contemporáneo, que ya incide en varios países de América Latina.

En Llamarse Olimpia, la documentalista Indira Cato hace la crónica de esta lucha. En el centro pone a la creadora y principal promotora de esta ley, Olimpia Coral Melo, pero por extensión muestra a una joven generación de mujeres que defienden sus derechos y actualizan sus ejercicios de respeto y protección. Lo virtual es real, indica la consigna. Y desde aquí busca hacer del entorno digital un espacio seguro y de respeto.

Llamarse Olimpia ganó el Premio Mezcal en la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Un triunfo cinematográfico que se traduce en una mayor fortaleza para el ejercicio de dignidad que realizan Olimpia y sus compañeras.   

Llamarse Olimpia, dir. Indira Cato

La historia de Olimpia es larga, desde aquel acto de violencia digital que sufrió, hasta que se convierte en símbolo del feminismo mexicano de la última década. ¿Cuándo la conoces y cómo decides hacer un documental sobre ella?

La conocí hace cinco años. Antes la seguía en redes, cuando ya estaba aprobada la Ley Olimpia en varios estados. Me pareció increíble su historia. En algún momento le mandé un mensaje, le conté que yo producía documentales y que me parecía importante registrar su lucha. Me contestó que sí, que le interesaba. Pero como cualquier persona que no está familiarizada con los documentales, creyó que solamente le iba a hacer una entrevista de dos horas.

Fue difícil darle a entender el tipo de documental que queríamos hacer. Fue complicado, porque Olimpia fue violentada con una cámara, eso no hay que perderlo de vista, y por más que cambien los formatos y los contextos, sigue existiendo el temor.

Para nosotras era importante crear un espacio donde se sintiera segura. Para Olimpia, levantarse después de un episodio tan duro es una virtud de ella. Olimpia reaccionó desde las leyes. Otras personas hacen lucha. Prania, personaje de la película, lucha desde el rap. Nosotras lo estamos haciendo desde el documental.

 

¿Cómo era la relación de Olimpia con la documentalista?

Para las chicas del crew, más allá de hacer un trabajo, era una lucha también. Acabamos poniendo lonas, haciéndoles videos internos, nos volvimos parte del movimiento: un área de comunicación y registro donde todas saben que pueden contar con nosotras, y que vamos a protestar o a grabar lo que les interese, que ayudaremos de las maneras en las que podemos luchar. Cuando Olimpia y sus compañeras de Defensoras Digitales lograron entender eso, cambió mucho la relación.

Fue complicado comunicarnos con ellas desde el mundo de las leyes y desde el mundo del cine, pero vieron los resultados en el Festival de Guadalajara; Olimpia había visto una versión previa, pero nada que ver con la experiencia en el público, con trabajos de postproducción, en una sala de cine. La reacción de ver a Olimpia y a Prania viviendo juntas el momento fue muy lindo.

 

En cierto momento de la película llevas a Olimpia al bosque y habla de sus flaquezas, que se satura, dice que muchas veces no le hubiera gustado ser protagonista de esta lucha, pero le toca. Y me parece interesante cuando te acercas a la Olimpia persona. Me pregunto cómo habrá sido esta relación más íntima.

Olimpia se siente muy vulnerable con este documental, pero para bien. Me parece que logramos que no fuera invasivo, pero que también tuviera esta parte que ella no muestra. Olimpia está acostumbrada a los medios, tiene muchas entrevistas, congresos, pero siempre está en control. Aquí hubo cosas difíciles de plantearle, como entrar a su casa, o a su pueblo. Es raro que Olimpia deje que alguien la registre en su pueblo, porque protege mucho a su familia. Todo lo hicimos desde el respeto y el consentimiento.

Y la escena del bosque, era un día en el que ella estaba colapsando.  Nosotras pasábamos mucho tiempo con ella, en algún ocasión vamos hacia el bosque y ella empieza a hablar y hablar, y nosotras la seguimos. Son cosas que se van desarrollando al estar ahí. Durante mucho tiempo, Olimpia no entendía por qué grabábamos estas escenas, por qué nos parecían interesantes. Lo acabó entendiendo hasta que se sentó en el cine y vio la reacción de la gente. A las mujeres nos acostumbran a que debemos poder con todo y que no te puedes romper. Era importante mostrar que ser vulnerable no te hace menos fuerte, no dejas de ser la chingona que levantó una ley.

La ventaja de que la Ley Olimpia tenga un nombre y una cara, es que la humaniza y ayuda a traducir este mundo incomprensible del derecho. La desventaja, es que Olimpia carga con todo, y que la gente, cuando necesita ayuda, le escribe directamente. Olimpia tiene a quinientas personas pidiéndole ayuda, es abrumador. No puede evitar sentirse culpable porque quiere agarrar a cada una de la mano y apapacharla y acompañarla al ministerio, entonces es muy frustrante cuando no lo puede hacer.

 

Llamarse Olimpia, dir. Indira Cato

Tu personaje central es Olimpia, pero por extensión hace un retrato del feminismo del siglo XXI. Veo marchas, mítines, cómo se relacionan las chicas desde el celular, sus imágenes en TikTok.

El feminismo fue el movimiento que acogió a Olimpia, lo que le permitió tomar fuerza y salir de su pueblo. Ella salió de este contexto y quiere mostrar que eso la salvó. Quiere que se expanda y que las chicas que siguen en el pueblo y crecieron en sus condiciones, se abran a lo que está pasando en otras partes del país y del mundo.

Registramos la marcha en Huachinango y la del #8M en Ciudad de México. La intención era mostrar sus diferencias abismales: en Ciudad de México te sientes superacogida en esta cosa del anonimato, de que somos tantas y se crea una fuerza en conjunto donde vamos a estar bien y protegiéndonos, aunque haya gas y aunque mucha gente nos quiera hacer cosas. En Huachinango las mujeres son más vulnerable. Son poquitas, están empezando, todo el mundo las conoce. Esto no sale en la película, pero el año anterior les echaron verdura en el mercado. 

La Ciudad de México es una cosa gigante, pero al mismo tiempo apapachadora, hace una barrera de protección gigante donde no importa tanto la individualidad, sino el colectivo, a diferencia de un lugar como Huauchinango.

En estos contextos Olimpia desarrolla su feminismo, y han sido los espacios que la han respaldado durante la lucha y le han dado fuerzas para seguir avanzando.

 

Platícame de tus personajes secundarios: Marcela [Hernández Oropa] y Prania [Esponda]. Marcela siempre con traje sastre, bien dispuesta, una chica de oficina disciplinada; y Prania es muy entrona, visceral, tramita su lucha desde el rap. 

Marce es la mano derecha de Olimpia. Ella es muy buena aterrizando cosas y dándole la estructura a Olimpia y a la organización. Además, es una madre activista, el tipo de persona que carga a sus niños en la marcha. Marce era la que podía proponer los datos duros del movimiento, decirnos cómo funciona la organización, pero también conoce mucho a Olimpia, ha trabajado con ella muy de cerca y sabe lo que le ha costado estar donde están.

Y luego está Prania, que para mí era esta versión de Olimpia joven, pero remasterizada. Es de Tlaxco, Tlaxcala, un pueblo parecido a Huauchinango. Prania vivió algo parecido a lo de Olimpia, pero en otra época, ya existía el referente de Olimpia y eso lo hizo distinto. Olimpia y Prania hacen una mancuerna muy linda; Olimpia la acompaña y la cobija, y Prania se siente cobijada y acompañada. 

Personas como Prania al final se están beneficiando de la Ley Olimpia, entienden que es una herramienta que ya existe y con la que ellas también pueden contribuir.

 

¿Cómo fueron las presentaciones en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara?

Olimpia tiene un alcance brutal en redes: empezó a decir que vería la película en Guadalajara y un montón de chicas se levantaron y dijeron: "Yo voy, yo voy, yo voy." Fue superemocionante. Era una sala ecléctica, estaba la gente que ve películas desde el lado artístico, y las chicas con pañuelos de la Ley Olimpia. Cuando entró Olimpia a la sala le gritaban. Incluso, dos chicas viajaron en avión desde Ciudad de México y se quedaron a las dos funciones.

Nos dio muchísima felicidad ver que podía ser una película que funcionara en ambos mundos, porque por supuesto que es para la lucha y para difundir esta labor, pero también es para llegar a públicos que no están en el activismo, y que no llegarán de otra manera a cuestionarse qué está pasando con la virtualidad y con las redes sociales, y qué está haciendo este grupo de chicas luchonas para cambiar las leyes.

 

¿Cuál es el futuro de Llamarse Olimpia?

Espero que esta película tenga una vida en festivales compacta, porque mucha gente quiere verla en otros espacios. Tenemos especial interés en otros países de Latinoamérica, porque se está expandiendo la ley a muchos países, y aunque siempre vimos esta película como un proyecto artístico, también la consideramos una herramienta de lucha, que pueda abrir la conversación.

Creo que los documentales no deben responsabilizarse de más con los movimientos sociales, pero lo que sí hacen es abrir la conversación, y eso queremos, que se pueda expandir en lugares donde la Ley Olimpia todavía no acaba de afianzarse, que apele a la empatía de quienes toman las decisiones. Nuestra intención sería hacer funciones en espacios alternativos, alianzas con espacios en Latinoamérica, y que en algún momento vaya a salas de cine y a plataformas.

 

Siempre pienso que el documentalista es tocado por el tema que aborda, ¿cómo te influyó personalmente haber retratado a Olimpia, a su equipo y su cruzada? 

Fue muy duro emocionalmente. Todo mi equipo lo sufrimos y a todas nos atravesó. Nos dimos cuenta de que si no has sido víctima de violencia sexual digital, esto no te exime de serlo. Somos víctimas potenciales y nuestra imagen puede estar en internet  sin que lo sepamos. Esa conciencia es aterradora.

Queremos hacerle entender a la gente que lo que consumimos y compartimos en internet tiene impacto en personas reales. Eso me parece fundamental, porque el internet da esta sensación de que no es real, que está flotando y no existe realmente, porque lo manejamos en nuestras casas, en nuestros espacios y con avatares, y no lo relacionamos con lo real. Es importante que empecemos a cuestionarnos qué consumimos, qué decimos en las redes. 

Necesitamos empezar a preguntarnos sobre la violencia sexual digital y sobre cualquier cosa que se consuma en la red.

Llamarse Olimpia (México, 2025). Dirección: Indira Cato. Producción: Hugo Chávez Carvajal, Indira Cato. Companía productora: Chumbera Producciones. Película realizada con el apoyo del Programa Fomento al Cine Mexicano (FOCINE) y el estímulo fiscal del artículo 189 de la LISR (EFICINE Producción). Guion: Indira Cato, Jazmín Cato Sosa. Cinefotografía: Laura Miranda. Edición: Alicia Segovia, Indira Cato. Sonido directo: Diana “Dirogui” Gutiérrez. Diseño sonoro: Lena Esquenazi, Aarón Esquenazi. Postproducción: Andrea Pérez Su. Colorista: Isis Puente. Reparto: Olimpia Coral Melo, Prania Esponda, Marcela Hernández Oropa.