‘Los sueños y los días en Cuba’ de Jimena Perzabal: memorias y heridas de una familia

¿De qué sustancia está hecha nuestra identidad? ¿Cuáles son los pasados que no vivimos pero nos conforman? Estas son algunas de las preguntas que Jimena Perzabal Losada parece hacerse cuando junto con su padre, Carlos Perzabal, realiza un viaje a Cuba, para recuperar memorias que no son suyas y a la vez le pertenecen. Una revolución naciente, un encuentro amoroso, la conformación de una pareja. Y Jimena hurgando en sus orígenes.

Los sueños y los días en Cuba, ópera prima de Jimena Perzabal, narra la historia de amor entre sus padres, Carlos y Teresa, que surgió cuando ambos eran estudiantes en Cuba, en los años de la flamante Revolución.  El documental visita espacios, recuerdos, las amistades de aquellos años, y por extensión hace la crónica de una generación que vivió desde la emoción y la novedad de aquel barco Granma donde inició la transformación de la isla. 

Los sueños y los días en Cuba vuelve a convocar a una familia, invita a sus amistades cercanas, juntos reformulan una época de sueños y días llenos de sol. Desde ahí se reconstruyen identidades y se sanan heridas. 

Los sueños y los días en Cuba tendrá su estreno en la sección México Ópera Prima de la edición 18 de DocsMx. Gran pretexto para charlar con su directora Jimena Perzabal  sobre la creación de este documento histórico y amoroso, sobre una isla y una pareja. 

 

¿Cómo surgió la idea de contar la historia de tus padres en un documental?

Siempre había querido retomar esas anécdotas cotidianas, cosas que nunca se hablaban en mi casa, como el momento en que mi papá fue encarcelado en Guatemala y las torturas a las que fue sometido. Hacer este documental ha sido muy liberador para mí. Creo que el cine, y uno como cineasta, sana heridas. Al sanar estas heridas, las comparto con otras personas que también necesitan sanar o entender. No es fácil compartir este tipo de experiencias tan íntimas.

 

Aunque en el centro está la historia de cómo se conocieron tus padres, el documental rebasa esta intención y se convierte en un retrato de la Cuba de los años sesenta, ¿cómo ocurre esta transición?

Trabajo con un equipo que aporta sus visiones, como los cuatro cinefotógrafos que participaron: Daniel Blanco Villanueva, Jessica Villamil, César Salgado y Tony Kunh. En ese momento la película ya no es solo mi historia, sino la que estos cineastas ayudaron a contar. Así que la documentalista, los cinefotógrafos, el sonidista y el diseñador de sonido, Nerio Barberis, todos colaboraron para que se convierta en algo más universal y vaya más allá de ser simplemente la historia de una hija de una pareja de enamorados en la posrevolución cubana. 

 

¿Y tu padre, Carlos Perzabal, cómo tomaba el hecho de ser filmado?

Él ama Cuba y el planteamiento inicial fue decirle: “Oye pa, vamos a viajar a Cuba”. Él estaba puestísimo. Fue fundamental para lograr un enfoque más relajado. Queríamos que estuviera actuando frente a la cámara. Era un crew muy pequeño, eso permitió crear una intimidad profunda y latente. Nos convertimos en amigos, no sólo yo como su hija, también los cinefotógrafos y Juan Blanco Blanco, el productor de INDIe y también sonidista. Formamos una especie de familia que lo acompañaba y le brindaba la confianza para embarcarse en este viaje.

 

Este viaje también implicó el reencuentro de tu padre con viejas amistades. Además de contar la historia de tus padres, también creas un retrato generacional de quienes participaron en la Revolución y que recuerdan momentos clave. 

Ellos eran amigos de mi papá y eso creó una intimidad. Cuando conocí a Antonio del Conde ya existía una cercanía con mi papá. Cuando se acerca en la moto se saludan efusivamente, era un viejo amigo. Antonio desempeñó un papel crucial, le proporcionó a Fidel Castro el Granma y lo ayudó a salir por Veracruz. Incluso distrajo a los guardias del faro con tequila. Su contribución era significativa para enriquecer la narración histórica. 

El general Venancio Arsenio García Dávila era otro amigo de mi padre. Visitamos su hogar, nos ofrecieron un buchito de café y nos sentamos en su sala, llena de retratos de compañeros del Granma y otros amigos. El general tenía experiencia en hablar en público. Estábamos en un ambiente íntimo, lo que facilitaba la conversación.

 

 

Creas una película que se sumerge en la intimidad de una revolución, algo que no siempre se ha visto. ¿Consideraste que estabas creando una narrativa diferente de la Revolución cubana, que también es importante de contar?

Sería pretencioso decir eso. Estaba contando la historia de amor de mis padres. También quería compartir las amistades que mi padre forjó en aquellos tiempos, como Martha Ferrer, su compañera de la primera generación de la Universidad de La Habana. 

En realidad mi enfoque era narrar la historia de amor de la que soy parte y, gradualmente, no dejar de lado este aspecto íntimo del relato general. Cómo hicieron la travesía, de Veracruz a Santiago, es una parte asombrosa del relato. El general contó cómo el Granma se estaba inundando y debieron usar cubos para sacar el agua. Esta parte me pareció una experiencia increíble. A menudo no se aprecia por lo que pasaron. cómo Batista tenía un gran número de hombres bien armados mientras ellos estaban en desventaja, apenas con metralletas. En la entrevista me conmovió mucho cuando él habló de cómo la juventud asumió riesgos enormes en esa travesía.

 

Una de las partes más sensible del documental fue la historia de tu padre en Guatemala. ¿Cómo obtuviste estos testimonios?

Esta historia surgió en Cuba. Empezó a contarnos cómo mi mamá no pudo ir a Guatemala porque estaba embarazada de tres meses de mí. Él le dijo: “Tú quédate, yo me voy”, impulsado por su espíritu revolucionario. Fue arrestado en la frontera y esa parte de la historia quedó pendiente. 

Luego regresamos a México y filmamos en su estudio. La filmación la realicé con Tony Kunh. Entre los tres: Tony con su micrófono, mi papá y yo, creamos un ambiente de seguridad para hablar del tema. No fue fácil plantear esas preguntas, pero fue un proceso sanador. Le agradezco a mi padre que haya hablado de ello. Después de cortar la filmación, me acerqué a él, lo abracé y le dije: “Aquí estoy para ti”. Fue un momento especial.

 

Me gusta cómo crear la presencia de Teresa Losada, tu madre. A pesar de que ella ya no está, hay un uso ingenioso de los materiales que tenías a mano, fotografías o videos de archivo. Logras construir a tu madre como coprotagonista, incluso cuando está ausente físicamente. 

Fue todo un reto. Sabía que necesitaba utilizar otros materiales para hacerla presente. Comencé con el archivo fotográfico familiar. Pero además, sentí la necesidad de verla viva, sonreír. Entonces recordé unos videos en formato 8mm que había realizado con ella para su trabajo de campo, ya que ella era antropóloga. Comencé a revisar estas cintas para decidir qué incluir. Estoy muy contenta de que sientas que logramos que ella esté presente en el documental.

 

¿Qué opinión tiene tu padre del documental? 

Está muy orgulloso y contento. Está feliz.

 

¿Y qué habría dicho Teresa?

Ella habría sido más exigente. Pero espero que, esté donde esté, se sienta honrada por el trabajo y la sanación amorosa que he realizado en memoria de mi madre.

Los sueños y los días en Cuba (México, 2023). Dirección: Jimena Perzabal Losada. Producción: Jimena Perzabal Losada. Casa productora: INDIE Centro de Estudios Cinematográficos y con el apoyo de Focine Producción. Fotografía: Daniel Blanco Villanueva, Toni Kuhn, Jessica Villamil, César Salgado. Edición: Jimena Perzabal Losada. Miguel Lavandeira. Diseño sonoro: Nerio Barberis, Heydy Carrazana. Participan: Carlos Perzábal, Teresa Losada, Martha Ferrer, Venancio Arsenio García Dávila, Antonio del Conde Pontones, Manuel Parcué Pardiñas.