‘Olmo’, de Fernando Eimbcke: cine mexicano en la 75° Berlinale

Entrevista con Fernando Eimbcke (director) y Vanessa Garnica (guionista)

 

¿Qué sabemos de Olmo, la nueva película de Fernando Eimbcke?

Que ocurre en Nuevo México, Estados Unidos.

Que Olmo es un adolescente que debe cuidar a su padre enfermo, pero quiere ir a la fiesta de su vecina Nina. Y que para lograrlo busca a su amigo Miguel. 

Que escapar de casa lanza a Olmo a varias aventuras. 

Que Olmo es una coescritura de Eimbcke con la novelista Vanessa Garnica (La ley del retorno, Después de la bruma, En un claro de bosque, una casa)

Que Olmo se estrena en la sección Panorama de la 75° Berlinale 

Lo demás que sabemos de Olmo se lo preguntamos a su director Fernando Eimbcke y a la guionista Vanessa Garnica. Entonces supimos más cosas. 

 

¿Cómo va apareciendo la historia de Olmo?

Vanessa Garnica (VG): Partimos de una idea donde el chico se siente atrapado en casa, hasta que algo lo compele a salir. Después de un viaje con su mejor amigo se reconcilia con la casa y se vuelve el lugar que lo sana.

Con Fernando nos conocemos desde que teníamos la edad del personaje, así que agregamos muchas experiencias en común, de cuando éramos esos chavitos ociosos con ganas de huir de casa.

Fernando Eimbcke (FE): Tuvimos la suerte de recibir el apoyo de Imcine, eso fue como gasolina para validar la solidez del proyecto. También tuvimos el apoyo de Desarrollo de Proyecto, que nos permitió filmar en Estados Unidos. Está producida por Plan B, una casa estadounidense. Rodamos en Las Cruces, Nuevo México.

VG: Pensamos que el hecho de que ocurriera en Estados Unidos lo hacía interesante: era colocar a los personajes en una situación más vulnerable. Algunos amigos nos ayudaron a acercarnos con la gente adecuada: desde la fuerza migrante, hasta Nueva Jersey y el cónsul de Las Vegas. Trabajamos mucho para construir el universo hispano en Estados Unidos.

 

¿Cómo fue la relación director-guionista? 

VG: Para mí fue una escuelota, yo vengo de escribir narrativa y es un músculo difícil de apagar. Ayuda porque me hace rápida, pero no necesariamente aporta en términos de visión. Fue aprenderle mucho a Fernando a hacer más acción y menos diálogo. Dejar un poco de divagar en el paisaje interno del narrador. 

FE: Hay cosas muy técnicas del guion pero también es una disciplina literaria. Vanessa tiene ese mundo interno de los personajes. Pasarlo a acciones era sencillo: el personaje quiere algo que se le opone, ¿qué hará para obtenerlo? ¿Lo logra o no? Es sencillo, aunque claro que hay que ejercitarlo.

Para co-escribir hace falta mucha generosidad y Vanessa es muy generosa. Hicimos a un lado el ego y trabajamos en la historia, pensando que es mucho más grande que nosotros. 

También colaboró en el rodaje, en el diseño de producción, con el vínculo entre los actores y en la investigación de los personajes. Buscó anuarios de escuelas en Estados Unidos, que nos servía de referencia. Descubrió al fotógrafo Kevin Bubriski, que retrató a gente anglomexicana en el libro The New Mexicans; cuando vi su obra supe que eran los personajes de la película. 

 

Más allá de la amistad, hablando de lo creativo, ¿cómo se acopla Vanessa Garnica al universo Eimbcke?

VG: Nos conocemos de siempre. Hay muchas referencias en común: una adolescencia en común, grandes experiencias y pérdidas; puede ser una cursilería, pero la vida misma ha sido un proceso creativo. El proceso creativo con él es parte de un aprendizaje de vida, que vengo recibiendo desde siempre.

FE: Yo también he aprendido muchísimo del universo Garnica. He leído sus novelas, que tienen profunda relación con mis películas. Ya escribimos otra película y vamos a filmar en abril. Hicimos un draft en una semana, porque hemos ido haciendo músculo y eso me emociona un montón. Es padrísimo porque Vanessa es una escritora increíble; muchas de las cosas que yo filmo tienen mucho del universo de Vanesa, Lake Tahoe, por ejemplo. Los personajes de Olmo tienen que ver con lo que he aprendido con Vanessa y otros amigos. Está Carolina Costa, fotógrafa de esta película; también Milan Núñez, porque el trabajo de cine es un trabajo colaborativo.

Nos llevó un tiempo madurar cosas para poder trabajar juntos, y no ha sido fácil. Es un proceso complicado con las presiones, las entregas, pero lo hemos ido librando.

VG: Otro tema en Olmo es la amistad. Fue bonito explorar el tema de la amistad, esa especie de familia ensamblada que forma uno. La amistad es crucial en esta historia y tiene que ver con la relación que Fernando y yo tenemos de siempre.

 

A la gente le entusiasma ver una nueva película de Fernando Eimbcke y pienso que tiene que ver con una temática constante: la adolescencia. ¿Por qué están tan en el centro de tu obra?

FE: Los adolescentes son personajes perfectos para la dramaturgia porque tienen que aprender algo. Pensábamos en las fuerzas del Eros y el Thánatos: la sensualidad y la muerte, que siempre van de la mano. Para un adolescente están muy presentes, incluso con los riesgos que toman. Además, estos personajes ayudan mucho en la cuestión actoral, son generosos y frescos; les ayudan a los actores profesionales a tener más frescura.

 

Al cine de Fernando Eimbcke se les quiere. Puede haber directores admirados o que se estudian, pero pocos te provocan una sonrisa cuando mencionas sus películas. 

FE: Nosotros también queremos a las películas. Yo estoy como director, pero lo importante es que es un equipo, entonces, si la gente la quiere es también porque el fotógrafo, como Alex Isabel, María Secco o Carolina Acosta quieren las películas, al igual que los actores. 

El trabajo del director es escoger un equipo y sacar lo mejor de las personas, que florezcan. Es bien importante el equipo, porque el cine nos hace solo.Hay mucho cariño de la gente que está en las películas y se nota.

 

Olmo va a Berlín, ¿qué impresiones les provoca a ambos? 

VG: Siento que voy de chambelán de la quinceañera, pero yo voy feliz. Esto para mí es nuevo, así que me da muchísima emoción.

FE: Estuve en Berlín en el primer Talent Campus, en 2003; después presentamos Lake Tahoe en 2007 y ganó un par de premios. Después fui jurado y viví en Berlín seis años, así que regresar después de largo tiempo sin filmar fue necesario para un proceso que había que hacer: aprendí a escribir.