Viviana, además, pertenece a una familia de tradición fílmica. El bisabuelo José Calderón fundó Azteca Films; sus hijos Pedro, José Luis y Guillermo Calderón crearon Cinematográfica Calderón, que hizo cine popular de los años cincuenta a los ochenta.
Muchas de estas películas han sido olvidadas por el canon cinematográfico mexicano. Un universo de monstruos, ficheras y luchadores se han empolvado en la apreciación crítica, pero también en las bodegas de la familia.
El ejercicio de Viviana ha sido rescatar y restaurar estos materiales, como una forma de rescatar también un cine que le pertenece a las audiencias: la que grita, la que abuchea, la que se representa en la emoción de lo insólito.
El proyecto Permanencia voluntaria. Al rescate del cine de luchador@s recupera un importante corpus de producciones de carácter popular, que explican desde otro lado la identidad, la representación y el universo imaginativo de México.
Ahora, Permanencia Voluntaria presenta en la edición 75 del Locarno Film Festival una versión restaurada por Focine Acervos, Filmoteca de la UNAM y The Academy FIlm Archive Paso del Norte de Las mujeres pantera (René Cardona, 67). Después Viviana buscará exhibirla en nuestro país. Devolvérsela a una audiencia apabullante y emotiva, esa que todavía mete tortas de huevo de contrabando a las salas.
Inició hace diez años, cuando tuve acceso a una colección de cine que hizo mi familia a lo largo de tres generaciones, y que se encontraba en la bodega de una casa que se iba a derrumbar. Nunca fue mi intención hacer un archivo, yo quería colocar estas películas en los archivos fílmicos de nuestro país. Sin embargo, dentro de las instituciones había mucho clasismo hacia este cine.
Siempre he entendido un archivo es como una serie de sucesos: una película no se entiende sin la anterior, entonces para mí era imposible fragmentar la colección y mandar las películas de rumberas a una institución y tirar a la basura las ficheras, porque la creación del cine de ficheras está muy relacionado con el de rumberas.
Así que cuando vi que esta colección no se iba a ir como un todo, decidí quedarme con ellas y empezar a entender el cine mexicano desde el punto de vista de la audiencia, desdibujar el clasismo que hay en la cinematografía mexicana, que nos hace pensar que determinadas películas no merecen ser conservadas porque son un churro, ignorando a las millones de personas que las disfrutaron en su momento.
Esta colección se fue acrecentando con los años, encontré otras colecciones abandonadas y así empecé a armar Permanencia Voluntaria.
¿Cuántos materiales has reunido y qué trabajo has hecho con ellos?
He reunido más de 200 películas, algunas de ellas únicas, tengo elementos valiosísimos. Por ejemplo, tengo los negativos originales de las dos primeras películas de El Santo que se filmaron en Cuba, y que eran hasta cierto punto desconocidas.
También tengo la primera película en la que actuó Ninón Sevilla y las películas de luchadoras realizadas por Cinematográfica Calderón, un cine importantísimo porque no sólo fue un cine muy querido y aceptado entre la audiencia, también lo considero un cine histórico y casi documental, de una época en la que se prohibió a las luchadoras estar en la arenas de la capital. Estas películas son testimonios y parte de la lucha de las mujeres y de la lucha contra el racismo.
Dentro del acervo destaca Las mujeres pantera, de René Cardona, que se presentará en el Festival de Locarno. ¿De qué trata la película y cómo has trabajado con ella?
Es una película divina, como si el cine de rumberas se encontrara con el de luchadores y el de cómicos.
Por un lado tenemos a Tongolele, una gran bailarina exótica y que en la película está disfrazada de mujer pantera. También aparece The Golden Rubi, interpretada por Elizabeth Campbell, una gran deportista que aprendió a hacer lucha libre, lamentablemente desapareció y hasta la fecha no se sabe qué pasó con ella.
Es una locura de película, el género del terror se cruza con el cine de luchadores y también aparecen cómicos como El Loco Valdés.
Yo creo que con decirle a la gente que aparecen estos actores y que confluyen todos estos géneros, son suficientes razones para que la gente quiera verla.
¿Se ha generado alguna comunidad alrededor tuyo participando en estos archivos?
Siempre he tenido a los mejores aliados en mi recorrido, cada restauración he tenido los aliados perfectos. Es interesante lo que los fans han aportado para mi trabajo, pero también están los académicos, que tienen publicaciones sustanciosas.
Hay gente proveniente de Europa, Asia o Norteamérica, que están escribiendo libros sobre cine de luchadores; el 80 % de libros que tengo sobre cine de luchadores no están escritos en español, y esto es una pena, porque no es que haya más gente en el extranjero que sepa más de luchadores que en México, pero es una realidad que en el extranjero hay más apoyo para realizar estas investigaciones.
¿Te has encontrado con alguna sorpresa que de cierta forma cambie el paradigma de lo que conocemos como el cine de luchadores?
Mi incursión en el cine de luchadores inició cuando encontré la película prohibida de El Santo, El vampiro y el sexo, ahí pude confirmar que se hicieron algunas escenas sensuales, y este descubrimiento fue un parteaguas en mi carrera; además fue la primera película en la que me involucré en su restauración.
Después están las dos películas de El Santo filmadas en Cuba en 1961 [Santo contra los Hombres Infernales y Santo contra el Cerebro del Mal, ambas de Joselito Rodríguez], me pareció surreal saber que hizo su debut en Cuba, durante la Revolución Cubana. Después supe que estaban filmando en Cuba porque era más barato y tenían acceso a un montón de locaciones. La Habana estaba vacía, los centros nocturnos estaban cerrados, y en esas locaciones se filmaron estas películas. A mí me parece casi un ejercicio documental, dos películas que filmó un extranjero en Cuba antes de que Fidel Castro tomara el poder.
En algún momento dijiste que no eras precisamente fan de estas películas pero que entendías su valor en la historia del cine mexicano. Diez años después de haber iniciado con el archivo. ¿Cómo te sitúas ahora con este material?
Me declaro fan del público de estas películas y del público que asiste a las luchas, porque más que la lucha o la película, lo que me hace sentir cosas es la experiencia colectiva.
Estas películas no se tienen que ver en silencio, fueron diseñadas para interactuar. Soy fan de la gente que crea una comunidad alrededor de ellas, cuando comienzas a interactuar te haces amigo de la gente que está a tu alrededor, se desdibujan las clases sociales, para mí eso es lo más lindo que he aprendido en el camino.
¿Cómo aprovechaste el apoyo de Focine para tu proyecto?
Lo utilicé para continuar con las restauraciones, porque son procesos caros y desgastantes, que requieren de alianzas con otras instituciones nacionales y del extranjero. Siempre intentamos que en cada restauración no pierda el grano, porque siento que pierde su identidad y entonces ya no parece cine. Nuestro objetivo siempre será que la película se vea como se vio en su mejor momento.
Luego tratamos que las películas lleguen a la mayor cantidad de gente. Las mujeres pantera va a tener una premiere internacional en el 75 Festival de Locarno y después tenemos planeado que la película recorra pueblitos y espacios de cine alternativos, con la intención de regresarla a su público.
¿Para dónde te gustaría que fuera Permanencia Voluntaria?
Nos encontramos en una transición del archivo. Desde el día uno me preocupó las condiciones en las que estaba. Vivo en Tepoztlán, Morelos, un pueblo lluvioso en el que no tenemos las condiciones para tener bóvedas con clima controlado y preservar el material.
Justo hace una semana fui a depositar los materiales en el archivo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Los Ángeles, ahí van a estar guardados por siempre y sin ningún tipo de cuestionamiento, sobre si son películas que merecen la pena ser conservadas.
También quiero empezar una nueva etapa en el archivo, que probablemente será el trabajo de mi vida: contar la historia de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, porque ellos definieron el cine que Azteca Films decidió hacer.
Hay una enorme cantidad de películas que están diseñadas para atender y dar gusto a los migrantes nostálgicos en Estados Unidos. Películas como Carita de cielo [Morales, 47] que fueron hechas para los migrantes .
Además los cines en ese entonces, que sólo pasaban películas en español, eran el centro de reunión de esta gente, los espacios en los que se sentían en casa y se juntaban para sentirse en comunidad.