‘Corazón de mezquite’ de Ana Laura Calderón: fábula de la niña que quería tocar el arpa

Los arperos ocupan un lugar importante en la comunidad Yoreme, son los encargados de dar alegría en las festividades del pueblo. Pero también, por tradición, el lugar detrás del arpa lo ocupa un hombre. 

 

Lucia es una niña que desea ser arpera, ella está en busca de su identidad en un mundo de hombres donde lucha por alcanzar su sueño. 

 

Corazón de mezquite, segunda película de Ana Laura Calderón, nos lleva a través de una historia de familia y tradiciones que abre paso a nuevos escenarios de inclusión, donde se rompan esquemas y nos invitan a imaginar un mundo sin limitantes de género, raciales, geográficas, sociales o económicas.

 


Corazón de mezquite estrena el 22 de octubre en Cineteca Nacional y salas de los circuitos culturales y comerciales de México.  Platicamos con su directora Ana Laura Calderón

 

Tu última película fue Dibujando el cielo, ¿Cómo das el salto para entrar en territorio Yoreme y contar esta historia? 

No es un salto, sino recoger o ir almacenando cositas de tu vida y luego volviéndolas a sacar. Lo que pasó con Corazón de mezquite es que yo conocí a la antropóloga Ana Paula Quintado Cortina, que me invitó a unas actividades sobre un registro de los pueblos del noroeste de México. Fuimos a visitar a los Tarahumaras en Chihuahua, Sonora y Sinaloa, visitamos también a los Mayos. Y estando con los Mayos fue que me empecé a enterar de sus tradiciones. 

Nos contaron del músico, del arpero, del danzante, y yo pensaba: ¿por qué solo él él él y no hay mujeres participando también en las fiestas? Insistí mucho con esto y me contaron que hace mucho tiempo existió una arpera en Pueblo Viejo, en la época de la Revolución. Fui a Pueblo Viejo a buscar la leyenda sobre esta mujer que rompió las tradiciones hace muchos años y por ella surge esta película. 

 

Este ejercicio de transgresión y empoderamiento hace universal a la película. Poner a una niña en un escenario de hombres, intentando modificar  una tradición de siglos. ¿Cuál ha sido la respuesta de las audiencias a esto, en los festivales que la has presentado? 

Lucía no quiere romper las tradiciones por necia o solo por que sí, tiene un deseo en el fondo que puede más que ella y viene de una tradición de aperos, entonces lo trae en la sangre. 

Cuando empezamos a estar en festivales nos invitaban a festivales de temática femenina, pero también nos invitaron a festivales de derechos humanos, de niños y jóvenes, de pueblos ancestrales o de tradición indígena. Nos sorprendió muchísimo porque yo no había caído en cuenta de cómo abarcabamos tantos públicos. 

Nos invitaron a abrir el Festival de Cine Iberoamericano de Arabia Saudita. Para mí es maravilloso que Corazón de mezquite la estén pidiendo para abrir un festival en un país donde tradicionalmente la mujer no ha tenido un lugar prioritario, es un honor impresionante. Porque si de alguna manera podemos contribuir un poquito en este cambio que estamos teniendo las mujeres, no solamente en México si no a nivel mundial, es maravilloso.

‘Corazón de mezquite’ Dir. Ana Laura Calderón

Aparte del tema central de género, también tocas muchas otras problemáticas de la comunidad. ¿Cómo se va construyendo este entorno en la película? 

La mayoría  de la gente tenemos desconocimiento de estos pueblos y cómo se les ha tratado por los gobiernos durante siglos. La guionista Ana Paula Quintado sabía por ejemplo de los problemas de tierras que tienen, sobre el racismo, incluso entre comunidades, de discriminación en las dependencias gubernamentales, y todo esto lo quiso denunciar, pero la película no trata de eso, la película solamente toca esas temáticas. 

Hay una crítica social en toda la película, no trata de eso pero sí se intenta que por lo menos las miradas vayan hacia allá. Un poco la idea de la película es que nos miremos a nosotros mismos, como mexicanos, como indígenas, como mestizos y nos conozcamos un poquito más. Dicen que si vemos hacia nuestras raíces podemos ser mejores personas. 

 

 

Ianis es el único actor profesional, ¿Cómo fue tu trabajo con la comunidad, al involucrarlos en labores no solo de actuación, sino también alguna colaboración como staff? 

Desde un principio empezamos a trabajar en la comunidad. Les mandamos los guiones a las autoridades de la comunidad correspondientes y ellos nos dieron el permiso de hacer esta historia. desde ahí empezó la relación. Nosotros ganamos un fondo de desarrollo del IMCINE y fuimos a hacer un teaser allá, así fuimos construyendo algunos puentes. 

Fue un poco más complejo también porque en ese momento me embaracé, llevaba siete años levantando ese proyecto y no lo podía dejar, pero tampoco quería retrasar ninguno de mis dos sueños. Pablo Sanchez Pichardo, un antropólogo especialista en esa región, se fue con Osvaldo Villafan y Maria Ines Pintado a empezar a hacer un casting allá, hicieron una convocatoria y empezaron a hacer un talleres de sensibilización, un poco más para acostumbrarse ellos a nosotros y nosotros a ellos. 

Con Mayrín me tocó algo muy mágico, al verla se me enchino la piel y dije: “ella es Lucía”. Lo más chistoso es que después salió su abuelita detrás de ella y yo pensé en que esa señora tenía que ser Alejandrina, la abuela. Le dije: “Oiga señora ¿y usted no quiere participar con nosotros también?” y me dijo: “A donde vaya mi nieta yo voy”. Así fue como ellas tienen esta relación tan bonita en pantalla, porque es su relación en la vida real.

 

Hablando en específico sobre Mayrin, la protagonista, ¿cómo fue trabajar con ella y crear el personaje en el rodaje?

Fue empezar a platicar con ella, a contarle la película como si fuera un cuento, a contarle quién era Lucía. Al final del día, sin querer, la vida de Lucía se parecía mucho a la vida de Mayrin, ella vivía separada de su mamá, quien falleció durante el rodaje. Me preguntaba mucho por qué la mamá de Lucía no estaba, entonces Ana Paula Pintado me ayudaba a explicarle esas partes del guión. 

Trabajamos platicando, con cuentos, haciendo juegos, haciendo bromas. Antes de cada escena le explicabamos, la ensayábamos y luego ella me platicaba qué iba a pasar. Llegó un punto en que ya sabía su marca, su luz, y de ser una niña tímida de repente ya manejaba todo el set.

Los que más me costaron trabajo fueron las personas de la tercera edad, pero porque querían entender y necesitamos explicarles que estábamos haciendo una película. Les costaba mucho más trabajo a ellos que a los niños, es curioso.


 

Cuando filmaste ibas con tu bebé, eras una directora madre, que tiene que ver con otra forma de la dirección siendo mujer. De alguna manera estabas rompiendo estructuras al llegar, en ese momento de tu vida, a asumir las funciones de dirigir esta película. ¿Qué me puedes contar sobre eso?

Estuve intentando embarazarme muchos años, cuando lo logro estaba dirigiendo Dibujando el cielo y cuando dirijo esta película llevo a mi hija de cuatro meses. 

Para mí la maternidad y la dirección son una misma cosa, están en mi vida muy de la mano. También me preguntó si no hubiera sido mamá ¿Como hubiera dirigido Corazón de mezquite? ¿Hubiera tenido el mismo acercamiento con los niños? Ahora me doy cuenta de todas estas cosas.

Fue difícil llevarme a mi bebé chiquita pero también siento que es un mensaje muy fuerte, que las mujeres no tenemos que dejar de ser mamás por hacer nuestras carreras y dejar nuestras carreras por ser mamás. 

Nuri Álamo, la diseñadora de producción, justo se embarazó en la preproducción de la película. Yo también estaba en el rodaje con mi mamá, entonces sin pensarlo fue una película de mamás e hijas, una película muy familiar que nos permitió también hacer familia allá.


 Entrevista y redacción de Aylin Colmenero

Corazón de mezquite (México, 2019). Dirección: Ana Laura Calderón. Fotografía: Gerardo Barroso. Sonido: Miguel Angel Beltrán Arauz, Omar Juárez Espino, Octavio Sánchez Avendaño, Tanya H. Vásquez. Diseño de Producción: Nury Alamo. Edición: Aldo Alvarez Morales. Producción:  Ana Laura Calderón, Milko Luis Coronel. Reparto: Mayrin Buitimea, Ianis Guerrero, Julio Valenzuela, Alberta Yocupicio, Camilo Yocupicio.