‘Lejos de casa’ de Carlos Hernández Vázquez y las nuevas infancias migrantes

Un grupo de niños juega con carritos. Los carritos trabajan, van de compras, tienen aventuras. Pero se topan con un muro de piedras y botes de refresco. Un carrito logra traspasarlo, los otros interrumpen su camino. Este juego refleja lo que estos niños viven, en el limbo de los albergues para migrantes en la ciudad fronteriza de Tijuana.

 

Lejos de casa, primer largometraje documental de Carlos Hernández Vázquez, pone el foco en la experiencia de niñas, niños y adolescentes varados en la frontera entre Tijuana y San Diego, que buscan el asilo en Estados Unidos; la nueva forma de llegar al “sueño americano”.

La actualización del tema es que mientras la migración clásica buscaba mejores oportunidades de trabajo, ahora estas infancias y adolescencias se lanza a la experiencia migratoria para huir de la violencia doméstica y social que viven en sus hogares y regiones.

Pero además, Lejos de casa es un retrato que va del testimonio desgarrador a la camaradería, los juegos, la candidez de ser infancia. La niñez trasciende el entorno hostil; la travesura o el chacoteo adolescente también podrían parecer una forma de esperanza y resistencia.

 

Lejos de casa forma parte de la programación del 37° FICG dentro de la competencia por el Premio Mezcal. 

 

Platicamos con el director Carlos Hernández Vázquez sobre esta historia que anuncia una nueva, problemática, forma de migración. 

 

De las muchas posibilidades de historias de migrantes, ¿Por qué elegiste concentrarte en las infancias y adolescencias detenidas en la frontera con Estados Unidos?

Me llamó la atención que en los medios se hablara de las caravanas como una masa heterogénea de personas. Cuando visitas los albergues, te das cuenta de que la situación migratoria ha cambiado radicalmente. 

En otras décadas se originaban por una búsqueda de mejores condiciones laborales, por parte de los varones adultos. Ahora, las caravanas están llenas de familias y menores de edad que huyen de situaciones muy complejas en sus lugares de origen, básicamente por temas de violencia. Eso me motivó a poner la cámara en ellos; en primera instancia, para retratar la situación que ha cambiado dramáticamente, y que la cantidad de niños despojados de sus hogares es muy amplia; en un segundo momento, para darle voz a menores que están atravesando una situación complicada y que son los menos escuchados.

 

¿Cuántos albergues registraste en tu película y cómo fue tu experiencia en los lugares que visitaste?

Visitamos tres albergues de la ciudad de Tijuana: el albergue de Madre Asunta, que únicamente acepta a mujeres menores de edad; el albergue Embajadores de Jesús, que acepta familias completas y se ubica en el Cañón del Alacrán, a las afueras de Tijuana; finalmente el albergue YMCA, que recibe a menores de edad migrantes.

Retraté los tres albergues, pero nunca intenté hacer una diferencia entre los tres; me interesaba más reflejar los espacios de los niños, que los albergues en su totalidad. 

 

¿Cómo trabajaste con las niñas y los niños migrantes? ¿Cuáles fueron las dificultades que enfrentaste para conseguir sus testimonios?

Hay que ser muy cuidadoso con los niños, es importante respetar sus derechos y su integridad de crecimiento, por mucho que hayan pasado por elementos complejos a su corta edad. Al hablar de respeto, me refiero a no revivir los traumas que pueden estar dejando atrás. 

También es importante entender que los niños son muy inteligentes y que nunca hay que subestimarlos. Tratamos de acercarnos a ellos desde el juego; de hecho, estuvimos un par de semanas sin sacar un segundo la cámara, para nosotros era importante empezar a conocerlos en un plano personal.

A veces jugábamos básquetbol o futbol con los más grandes, con los chicos jugábamos a los carritos. Con el juego ellos se animaban a hablar de lo que pensaban. De hecho, el documental arranca con un pequeño grupo de niños jugando carritos, intentan cruzar una frontera que ellos mismos han creado. Todas esas experiencias las procesan de manera muy inteligente a través del juego; esa es la manera en que ellos pueden sobrellevar todos estos temas.

 

 

Aunque Lejos de casa está lleno de historias duras, también tiene momentos divertidos, de cierto entusiasmo, ¿era la intención desde el inicio, o el documental se fue adaptando a lo que los niños te daban?

Todo parte del respeto hacia las infancias y su desarrollo. Para mí era importante no imponerme sobre ellos, sino entrar a una práctica lúdica; por eso hay ciertos elementos de diversión, finalmente no dejan de ser niños, a pesar de toda la carga que llevan sobre sus hombros.

Sin embargo, en sus juegos y en sus relatos están reflejadas las problemáticas que vive la región, no nada más Centroamérica, sino toda Latinoamérica, donde encuentras gente que está siendo desplazada por la violencia. Eso es lo que los niños traen a cuestas, son muy conscientes de ello y lo reflejan a través de procesos lúdicos. Por eso quizás hay cierta luminosidad, porque al final del día la infancia está presente en todo momento.

 

‘Lejos de casa’, Dir. Carlos Hernández Vázquez

 

¿Qué piensas de que tu documental estrene en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara?

Estoy muy contento con la selección de la película, es una grata sorpresa que el documental se vaya a estrenar tan pronto en México. 

Después me gustaría que Lejos de casa pueda verse en las ciudades fronterizas de ambos lados del río, que todas las personas que habitamos en estas zonas entendamos lo que están viviendo estos jóvenes y las razones por las cuales están migrando. 

Es muy importante generar esta conciencia de que la situación migratoria ha cambiado sustancialmente y que necesitamos apoyar a las familias de estos niños y niñas que están viajando de sus hogares por la simple búsqueda de seguridad. Eso es todo, solamente quieren sobrevivir.

Lejos de casa (México, 2022). Dirección: Carlos Hernández Vázquez. Guión: Carlos Hernández Vázquez, Pedro G. García, Luis Montalvo. Producción: Gabriela Gavica, Carlos Hernández Vázquez. Música: Carlo Ayhon. Sonido: Liliana Villaseñor, Axel Muñoz, Jose Miguel Enríquez. Fotografía: Luis Montalvo. Edición: Pedro G. García. Reparto: Lázaro, Jimena, Armando, Mario, Betzy, Chuy, niñas y niños de albergues en Tijuana