La trabajadora doméstica Olivia Alejandra Negrete, la modelo Mile Virgina Martín, la maquillista Yesenia Quiroz, la activista Nadia Vera y el fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, fueron asesinados con arma de fuego, además de mostrar marcas de desmesurada violencia.
Las investigaciones sobre este multihomicidio han sido opacas y confusas. Se ha intentado desdeñar su acento político, pues Rubén y Nadia ejercieron una importante crítica contra el régimen de Javier Duarte, en ese entonces gobernador de Veracruz. Pero el acento también se ha puesto alrededor de la nacionalidad colombiana de Mile, además de otros distractores que parecerían querer encubrir el móvil principal del crimen.
Los homicidios de la Narvarte tienen una nueva oportunidad de ser revisados y aclarados. Con el documental A plena luz, Alberto Arnaut recupera las investigaciones, oficiales o periodísticas, pero además escudriña las averiguaciones, recupera videos antes negados y renueva las preguntas sobre el caso. En paralelo, ejerce una crítica contra la negligencia quirúrgica que encubre o distorsiona las causas verdaderas de estos asesinatos.
Yo vivía cerca del lugar donde ocurrieron los hechos, a escasas tres cuadras. En ese momento estaba muy involucrado en la búsqueda de los 43 de Ayotzinapa y en las protestas contra las reformas estructurales de Peña Nieto; eran los mismos temas en los cuales estaban Rubén y Nadia.
Cuando ocurrieron los asesinatos sentimos que se había acabado la idea de la ciudad refugio en la Ciudad de México, donde podías huir de la violencia de otros estados. Incluso el gobierno de Miguel Ángel Mancera lo utilizaba como publicidad, en esta idea que tenía de ser presidenciable. Cuando se rompe esa burbuja, los activistas y periodistas sentimos mucho miedo, pensábamos que también a nosotros nos podría pasar, que nos maten a plena luz del día en una colonia de clase media acomodada como es la Narvarte.
Sabíamos que sí íbamos a hacer una película no nos podríamos cerrar a hacer una recopilación de lo que ya se había hecho, teníamos que llegar más allá, cuestionar lo que se había dicho. Hubo muchas noticias falsas o verdades a medias.
Se hizo un trabajo brutal por parte de mi equipo de investigación: estuvimos cuatro años revisando la averiguación previa, que son más de 20 mil fojas, revisamos muchísimas horas de material en video, capturamos las sábanas de llamadas, porque éstas vienen impresas y tuvimos que meterlas en un excel para luego empezar a cuadrarlas. Sabíamos que un periodista difícilmente podría hacer todo ese trabajo y nosotros teníamos los recursos económicos y de tiempo para realizarlo a lo largo de varios años.
Esa fue la diferencia: tuvimos más tiempo y el interés de profundizar en la investigación, más allá de lo que lo habían logrado otros periodistas por falta de tiempo y recursos. También coincide en un contexto histórico diferente: hay un cambio de administración y la actual Fiscalía tuvo más apertura para soltar la averiguación previa, aunque no para profundizar en la investigación. Pero los familiares y sus representantes por fin tuvieron acceso a los videos.
Esta investigación no ha terminado ni va a terminar con la película, y tampoco nos corresponde a los periodistas y documentalistas, sino a la Fiscalía. Es importante que a partir de estos nuevos aportes, la Fiscalía se ponga las pilas, investigue mejor y llegue a todos los responsables.
Cuando decidimos hacer el proyecto nos acercamos a los representantes y abogados de las familias, para preguntarles si veían necesaria una película sobre el caso. Nos respondieron que sí porque el caso se está olvidando, era 2019 y no formaba parte de la agenda pública.
Cuando tuvimos la certeza de que era útil este documental nos acercamos a las familias, que coincidieron en el aniversario de 2019. Estuvimos con ellos y los acompañamos a Xalapa, donde hubo otro evento público.
Planteamos nuestro interés en realizar el documental y les pedimos permiso para acceder a la averiguación previa. Contactamos a tres de las familias y una vez que nos apoyaron fue más fácil acceder a las otras dos. Fue algo muy bonito, porque era la primera vez que las cinco familias estaban participando activamente en la búsqueda de la verdad. Ese año 2019 las cinco familias comenzaron a participar de manera activa y nosotros nos involucramos con ellas.
Durante el rodaje hablamos mucho con ellos, les consultamos, les pedimos su opinión sobre determinadas cosas. Cuando empezamos el proceso de edición les mostramos una versión previa de la película, y respondiendo en la medida de lo posible a sus observaciones llegamos a la versión final; creo que quedaron bastante satisfechos.
Tratamos de mantenernos la mayor parte del tiempo ocultos, metidos en nuestra sala de investigación, investigando y filmando en secreto. Cuando logramos, por ejemplo, entrevistar a Javier Duarte o a Miguel Ángel Mancera, ya fue en la última etapa del rodaje; también buscamos entrevistas con las personas detenidas, al final no las logramos, pero queríamos que supieran que existía este proyecto.
Ahora espero que con la ayuda de los medios y las organizaciones que nos están acompañando, tengamos la suficiente visibilidad para que no pase nada. Pero el miedo siempre está ahí.
Cuando conocimos la investigación supimos que difícilmente llegaríamos a una verdad acabada, como ocurrió en Hasta los dientes, donde sí podíamos demostrar de manera precisa quienes fueron los responsables. En este caso no íbamos a lograr eso, por el desastre que era la averiguación previa y la investigación de la procuraduría.
Nos dimos cuenta que la película tenía que sobrepasar lo que se había mostrado hasta ese momento; teníamos que aportar nuevas cosas si queríamos revivir el caso Narvarte.
Buscamos estrategias: hablamos con los peritos y peritas que salen en las películas y les preguntamos qué se hace cuando tienes un caso así, donde no todo está claro. Nos contaron de las distintas diagramaciones que hacen, como planos, croquis, etc. Si hay recursos construyen una maqueta, y si hay más recursos, hacen reconstrucciones de los hechos. También, de ser posible, en el lugar de los hechos meten monitores, personas que representan tanto a testigos, como víctimas y victimarios.
En ese momento no teníamos acceso al departamento, entonces decidimos hacer una maqueta con las mismas dimensiones del departamento, para replicar la dinámica de los hechos. Después, con Alisarine Ducolomb, una directora de arte brutal, buscamos estrategias para hacer las representaciones: cómo representar la violencia sin ser re-victimizantes y sin regodearnos en la sangre o el morbo; pensamos que desde los hilos rojos podríamos representar la sangre, y que las víctimas podrían ser representadas de forma clara y los victimarios de forma más oscura.
Huimos del realismo para poder transmitir los hechos al espectador, pero también para tener más claridad, porque la averiguación previa tenía unas fotos horribles, borrosas y era difícil entender a qué parte del departamento pertenecían.
Hicimos una reconstrucción muy apegada, primero acomodar estas fotos y decir: “esta foto seguramente pertenecía a esta parte de la casa”; a partir de eso nos hicimos una idea de cómo estaba la escena del crimen cuando entran los primeros peritos a tomar fotografías.
Lo que hacemos es decirle a la autoridad: “miren, pueden encontrar nueva información, incluso en las fojas que tienen disponibles. Incluso en estas 20 mil fojas hay cosas que no han sido suficientemente investigadas”. Es decirles en la cara: “miren lo que encontramos con los propios datos que ustedes tienen disponibles” y en ese sentido, hacer la crítica.
A lo mejor no podemos saber exactamente qué pasó y por qué, pero estamos seguros de que hubo una participación activa por parte de la Fiscalía en el encubrimiento de muchos de los participantes en el multifeminicidio y homicidio de la Narvarte.
Tengo en puerta un proyecto financiado por el último Foprocine, ‘Nómadas de la 57’ es su título de trabajo, y es sobre traileros en México. Es otro tema y otro tipo de abordaje, un documental más de observación y que puede sorprender porque no corresponde con mi filmografía anterior; creo que experimentaré otros géneros del documental y la ficción, incluso estoy escribiendo un guión de ficción.
El tema es que estos documentales cada vez son más desgastantes emocionalmente. Yo no estoy de acuerdo en sacar documentales como tortillas, sino que les tienes que entregar el alma, el cuerpo, la mente y tus emociones de manera brutal. Creo que no puedo seguir haciendo eso, por lo menos en el corto y mediano plazo. Quizá en el futuro vuelva a estos temas, pero ahorita me gustaría tomarme un descanso.
Son las dos cosas. Había una muy buena coyuntura para tomar el caso TEC, que en su momento era el tema de la militarización que estaba en boga. Llega la película y de alguna manera alimenta esa discusión.
Al caso Narvarte le pasa algo similar: era el momento preciso para contar esta historia, porque todas las familias estaban participando en los hechos y había más voluntad política para acceder a la averiguación previa y a los vídeos. También creo que la película puede crear otro momento histórico importante, que la investigación se retome con más bríos y que la Fiscalía haga, ahora sí, su trabajo.
A plena luz (México, 2022). Dirección: Alberto Arnaut. Producción: Juan Farré. Compañía Productora: Detective. Diseño de Producción: Alisarine Ducolomb. Música: Camila Uboldi. Fotografía: Julio Llorente, AMC. Edición: Pedro G. García. Sonido: Glenda Charles, Damian del Río, Cesar Zayas.