El fine amor, amor sublime, es un concepto medieval de relaciones sentimentales y eróticas, del que proviene gran parte de la lírica amorosa de Occidente.
Parte de una idea tan simple como poderosa: una dama, por lo común casada, es amada sin esperanza por un joven de condición social inferior. El enamorado ensaya canciones, poemas y exaltaciones para expresar su amor imposible; la dama lo humillará y quizá lo acepte después de muchos infortunios. Pero el amor, que se sublima e idealiza, rara vez llega al acto sexual: la adoración, el lamento y la ensoñación elaboran un entramado más cercano a la creación (literaria, musical, plástica) que a la realidad de los amantes.
Raúl Quintanilla se pregunta si es posible traducir el tópico del fine amor al cine. Con la complicidad de la actriz Elizabeth Treviño hacen un recorrido por la misma Europa que inventó el concepto. Fin amor, road movie, desvarío apasionado, experimento visual de la contemplación, la adoración de la dama imposible trascurre en escenarios y situaciones contemporáneos que no dejan de tener resonancias con la tradición.
Fin amor estrena el 5 de agosto en Cineteca Nuevo León de Monterrey, Cine Tonalá y Casa del Cine en Ciudad de México, y otras sedes por anunciar.
¿Cómo nace la idea de Fin amor?
Es una película que no sabía cómo iba a hacer pero quería hacer con la actriz. Entonces había leído Fragmentos de un discurso amoroso de Ronald Barthes, había estado platicando sobre el Fin amordesde el punto de vista lacaniano, leí poemas de la época y me interesé por los cátaros. Hay una película que me inspiró mucho, Une femme en Afrique de Raymond Depardon, esa fue una de las inspiraciones.
¿Qué es esta tradición de Fin amor y los cátaros?
Hablar de los cátaros es especular demasiado pero suponemos que de ahí viene gran parte de esta tradición poética. En teoría es la primera vez que se habla del amor romántico. Fin amor tiene unas características muy particulares: a la mujer se le ama como una diosa pero no hay relación sexual. Hay lo que ellos llaman el assaig, pasar una noche desnudos y en el caso de Lancelot, incluso con una espada entre los dos.
Desde esta literatura imaginé cómo podría ser ahora ese tipo de amor: el tipo casi adolescente cree que la dama es la única en el universo y que trasciende todo. Los textos me fueron llevando a lo que imaginé que era el amor ideal para mí.
Tu película va ocurriendo como si no hubiera nada planeado: tu cámara sigue al personaje y una voz en off ilumina ciertos pasajes. ¿Qué fue primero, el texto, o hiciste con tu actriz el viaje, hiciste tomas y después articulaste el discurso?
Le dije a mi actriz: “quiero hacer una película sobre este tema y me imagino a ti y a mí viajando por Europa” y ella aceptó. De ahí leí estos textos y surgió la idea. Escribí diez hojas y me las llevé a Europa. Cuando regresé hice como veinte versiones, incluso había partes escritas en verso. Usé la voz de alguien más porque no quería que fuera menos emocional. Además mencioné la palabra amor hasta el final, pero es inevitable ser romántico cuando estás hablando del amor romántico.
Partes de Barcelona, vas por algunas provincias francesas, llegas a Roma y de ahí bajas a Sicilia, ¿cómo eliges las imágenes que entran en tu corte final?
Las locaciones fueron decididas desde antes, use Google Maps para imaginar los espacios. Ya conocía Barcelona y mi lugar favorito es el universo es Gaudí, por eso está ahí, pero también porque quería seguir un orden. Quería ir hacia atrás en el tiempo: al principio vemos un poquito de Monterrey, edificios del presente, luego Barcelona en el siglo XX, después el trance medieval en Francia y la Roma clásica, sale un puerto, que es una vuelta al origen, la isla, el volcán. También la música era ir hacia atrás.
Grabé ocho horas, no es que haya grabando tanto. Contrario a lo que pareciera no empecé a grabar por aquí y por allá: en Francia tuvimos poco tiempo y usé gran parte de lo que filmé, lo mismo en Italia: en Roma tuvimos día y medio, entonces todo estaba muy programado. Había un arco emocional planeado. Al principio distancia y dudas sobre cómo intelectualizar las emociones; luego va decayendo y las emociones se vuelven más viscerales y del cuerpo.
El 90% de tu película tiene que ver con tu actriz, Elizabeth Treviño, que hace a Eva. ¿Cómo se involucra en el proyecto, y cómo trabajaste con ella en Europa?
La conocí hace 20 años y creo que es la mujer más bella que conozco. Quería estar en el lugar más bello con la mujer más bella, en la situación más provocadora. No consumar el amor sino crear lo ideal para mí, capturarlo para seguir viéndolo eternamente.
Comentabas que no tenías horarios holgados, debió haber una comunicación especial entre director y actriz para sacar las escenas.
Mi plan era buscar la naturalidad; mi método siempre ha sido adaptarme a la persona, no al plano y la toma. Por ejemplo, en unas escenas mencionó que se puso nerviosa cuando la invité a esto, es cuando visualmente se ve nerviosa y hago que la escena funcione a mi favor. Mi plan era que pareciera documental pero la verdad es que fue ficción, con excepción de un par de escenas, pero ella siempre sabía qué estaba filmando.
Hay un término que ahora se usa, el docu-ficción, el ejercicio de registrar la realidad pero agregar algún elemento artificial que estimula la historia. ¿Qué tanto de lo que filmaste era un reflejo del vínculo que tenías con Elizabeth?, es decir, ¿qué tanto de lo que vemos en pantalla refleja la experiencia que tuvieron durante el rodaje?
Empecé a hacer películas en 1999, cuando tenía 17 años. No quería que mis actores actuaran de detective y asesino en serie, eran niños y no se veían como eso. Mi solución era que actuaran de sí mismos y agregaba elementos de ficción. Desde entonces mis películas han sido así, de esa manera puedo trabajar con los recursos que tengo.
Hablábamos con Eli que en la película había una cuestión diseñada, incluso que apareciera el esposo es algo que sacamos de la manga, realmente estaba desde el inicio, pude haber puesto a alguien que actuará del esposo pero no queríamos eso. Mucho está diseñado para que parezca un video casero, pero no lo es.
Está lleno de ficción, algunas escenas donde nada más está palpando una pared de roca la grabamos ocho veces hasta que ella se cansó. Las cosas más triviales son las que más tiempo nos llevó, otras pasaron en el momento y no lo repetimos.
¿Por dónde se tiene que entrar a Fin Amor para que el público descubra sus claves?
La han visto muchas personas que no escucharon o no leyeron la mayor parte de las referencias, y no importa porque finalmente es una película del sentir: sentir a alguien que se está enamorando, creo que todos nos identificamos. Ese tipo de amor, a lo mejor idealizado, que le ocurre a una persona cuando el amor no es una historia de dos y a veces sólo ocurre en tu mente. Algunas de las respuestas que he tenido es eso, me hablan de cómo se acordaron de estar enamorados alguna vez, supongo que por ahí va.
Fin Amor (México, 2019). Dirección y guion: Raúl Quintanilla Alvarado. Productor ejecutivo: Raúl Quintanilla. Fotografía: Raúl Quintanilla Alvarado. Sonido Directo: Raúl Quintanilla Alvarado. Diseñador de Sonido: Raúl Quintanilla Alvarado. Operador de Mezcla THX: Daniel Rodríguez. Postproducción y colorista: Raúl Quintanilla Alvarado. Reparto: Elizabeth Treviño.