Kaori Oda, cineasta japonesa que ha participado en el doctorado Film Factory de Sarajevo de Béla Tarr, exploró en su documental Aragne (2015) la vida de los mineros bosnios. Quiso continuar sus indagaciones subterráneas, pero ahora agregar el elemento del agua. Su compañera de doctorado y aliada mexicana, Marta Pidal Hernaiz, le propuso los cenotes mayas. Éste fue el origen de Ts’onot - Cenote, documental experimental que retrata estos enigmáticos manantiales subterráneos de las regiones de Yucatán.
Entre el video arte, el testimonio y la representación de las culturas originarias yucatecas, Ts’onot – Cenote se revela como un importante ejercicio audiovisual, que ha participado con éxito en diversos festivales (en 2020 participó en Ficunam) y que ha tenido una cálida acogida en Japón.
Ahora, Ts’onot – Cenote estrena en salas mexicanas. Platicamos con su productora, Marta Pidal Hernaiz, quien nos contó sobre esta aventura que realizó al lado de la realizadora japonesa.
Kaori Oda es japonesa y se conocen en la escuela de Béla Tarr de Sarajevo, ahí empieza el vínculo contigo. ¿Cómo es que se interesa por los cenotes mayas?
A Kaori le gusta filmar lo que no entiende, en Sarajevo tuvimos que filmar un país que no era el nuestro y hacerlo de manera profunda. Cuando íbamos a acabar la escuela me contó que quería filmar algo en el agua. Acababa de hacer una película sobre las minas subterráneas de Bosnia y quería seguir con algo que fuera agua y subterráneo. Le propuse los cenotes de Yucatán, estas fuentes subterráneas llenas de agua, una gran continuación para su serie de películas subterráneas. Le encantó la idea.
¿Por qué crees que, de las muchas formas de hablar de los cenotes, Kaori elige apegarse a la cosmogonía de las culturas mayas?
Ella siempre ha estado muy interesada en estos temas, la memoria colectiva. Empezó a notar, y le llamó mucho la atención, cómo la cultura maya y la japonesa son muy parecidas y tienen leyendas en común, como el Xibalbá, el inframundo maya, que los japoneses también tienen esa puerta de acceso, túneles con agua. Llegó con varias ideas abstractas a Yucatán, basada en la investigación que hizo le preguntó a las comunidades que viven alrededor de los cenotes: “si pudieras quedarte con un recuerdo y depositarla en el cenote, ¿qué memoria depositarías? “ Las respuestas iban hacia muchos lados. Preguntaba sobre las leyendas, nos contaban de los alushes, de estas leyendas fascinante. Kaori pintaba mientras estaba editando y lo convertía en algo personal. Es muy bonito su proceso y muy libre.
Lo interesante Ts’onot – Cenote son las leyendas que se cuentan mientras vemos los espacios subterráneos. ¿Cómo trabajaron con las comunidades?
Fue un proyecto colaborativo. Kaori desde Japón me contactó para ser su productora en México, y yo a su vez contacto a Augusto Castillo, un cineasta yucateco que trabajó como productor en línea. Con él organizamos los viajes, decidíamos qué lugares podrían ser interesantes.
Kaori nos enviaba como una lista del súper, decía: quiero entrevistar a niñas de 13 años, a señores de 80, y así íbamos escogiendo las paradas del viaje. Con Kaori hicimos tres viajes y la gente nos iba contando todo. Platicábamos con la gente que pasaba en la calle, nos abrieron las puertas de sus casas, nos contaban su vida, sus leyendas, y ellos nos iban dictando cómo se hacía la película. Fue muy bonito, de Japón a Ciudad de México, a Yucatán y Valladolid. Creo que entrevistamos a más de cincuenta personas y visitamos más de ochenta cenotes.
Cuando hacen las tomas bajo del agua la cámara tiene una calidad muy alta y precisa; cuando filman las comunidades se ve un una calidad distinta, de archivos antiguos. Quería preguntarte sobre esta diferencia de texturas, si intentaban contar algo con este ejercicio.
A Kaori le interesa mucho la memoria, y no solamente la cosmovisión de Japón o México, sino el pasado, el presente y el futuro, unir los tiempos. En los cenotes sacrificaban a chavitas o a gente como un ritual. Kaori decidió que la voz principal de la película sería un antepasado maya que sacrificaron en los cenotes, entonces la decisión formal de mezclar materiales tiene que ver con eso, que es un ejercicio de memoria, donde se borra el tiempo.
En términos de producción fue muy interesante porque teníamos que encontrar una cámara para filmar bajo del agua. Kaori consiguió una en Japón, en ese entonces apenas estaba saliendo el iPhone que podías meter al agua, y consiguió que le regalaran dos para hacer la película. También quería experimentar con el súper 8. Ella iba decidiendo, mezclando. Fue una mezcla de tres cámaras y hacen un conjunto muy bonito, Kaori consiguió hacerlo interesante.
Alguna de las voces hablan de personas que se sumergieron al cenote y no regresaron. En ese contexto pienso, qué valiente habrá sido Kaori, bajó a los cenotes con el riesgo de no regresar. Más allá de la comparación, debe haber sido un reto filmar. ¿Cómo trabajaron esas tomas dentro de los cenotes?
Fue súper reto y súper anécdota, porque cuando Kaori llega a México, me dice: “Sólo hay una cuestión y es que no sé nadar”. Antes de venir tomó clases básicas de natación y uno de los requerimientos de producción más importante era usar siempre un chaleco salvavidas. Muchas de las tomas, y eso es lo impresionante, es que parecen estar hasta abajo del cenote, pero en realidad ella flota en una tabla y en un chaleco salvavidas con el celular. Después tomó clases de apnea y de buceo en Japón. Y es un poco lo que decíamos del cliché japonés, aunque creo que es más bien personalidad, que bucear tiene mucho de meditación y ella lo logró muy bien. Eso también me gusta de ella, se pone retos de vida para hacer sus películas.
La película estrenó hace tres años, antes de pandemia, imagino que después habrá recorrido otros festivales y espacios. ¿Cómo ha sido la respuesta de estas audiencias?
Estuvo en varios festivales, se distribuyó en Japón y le fue increíble. A los japoneses les encantaron los cenotes. También tuvo pantalla en Mubi, ahí estrenó en todos los territorios, menos México y Japón, precisamente porque queríamos distribuir en México. Ahora ganamos Eficine Distribución y vamos a hacer una gira móvil por todas las localidades donde filmamos, con Cine Móvil ToTo. Va a ser un gran cierre de ciclo.
Es importante que las comunidades vean lo que se hizo con ellas, y que se vean reflejados en en la pantalla, ¿no?
Para nosotros era muy importante que toda la gente que participó se pueda ver representada y se pueda escuchar. Yo consideraría que es una película colectiva, entonces es de ellos, está hecha por la gente que nos ayudó. Es muy importante porque además esas localidades no tienen cine, y aquí es llevarlo y tener otra vez el diálogo de regreso. Ojalá que sea positivo y les guste. Y estoy segura que Kaori hará algo de con este nuevo viaje.
Tengo una última pregunta en torno a Vendaval Cine, que promueve la película. Me asomé a la página, descubrí sus redes sociales relativamente nuevas, me hace pensar que es un proyecto que no tiene mucho tiempo. ¿Qué me puedes platicar de esta iniciativa?
Es mi casa productora. Por un lado es mi apodo, así me decía mi abuelo, vendaval es un viento que pasa con mucha fuerza, y decidí ponerle ese porque es lo que quisiera que pasara con esta productora, impulsar nuevas voces, un cine diferente. Están mis películas, Ts’onot y también estoy produciendo animación con Cinema Fantasma, un estudio de stop motion. Esperemos que poco a poco pueda ir creciendo y que sirva de plataforma para el cine independiente.
Tso’not - Cenote (Japón, México, 2019). Dirección, guión, fotografía, edición: Oda Kaori. Narración: Araceli del Rosario Chulim Tun. Sonido: Augusto Castillo Ancona. Diseño sonoro: Nagasaki Hayato. Producción: Marta Hernaiz Pidal, Jorge Bolado, Oda Kaori. Presentado por: Aichi Arts Center, Cine Vendaval, Fieldrain. Producido por: Aichi Prefectural Museum of Art. Idiomas: maya, español.