Sin negar la violencia del estado, pero proponiendo una historia que la trascienda, Indra Villaseñor Amador crea en Adiós, amor un emotivo melodrama en el que las identidades, los mandatos familiares y las pulsiones del deseo crean coordenadas que pueden ser más exigentes que las del crimen organizado.
Película realizada con el apoyo de Foprocine-FOCINE, en la que también participa la Escuela Nacional de Artes Visuales (ENAC) de la UNAM, Adiós, amor forma parte de la sección Largometraje Mexicano del 23 Festival Internacional de Cine de Morelia. Indrá nos contó lo que significó buscar una nueva representación de Sinaloa, territorio íntimo para la directora.
¿Cómo surgió la historia de Chuy, su familia y los personajes que lo rodean? ¿En qué momento comenzaste a imaginar esta historia?
Mi familia materna es de Angostura, Sinaloa, el pueblo donde grabamos la película. Yo pasé mucho tiempo ahí; de hecho, hace varios años realicé otros proyectos en ese lugar. Siempre quise escribirle una historia a ese pueblo y a las personas que amo, que me parecen mágicas.
A partir de rumores y anécdotas que me compartieron, comencé a escribir esta historia. Decidí usar como hilo conductor el vínculo entre ambos mundos: el personal y el colectivo, lo íntimo y lo comunitario.
Aunque a Sinaloa se le asocia con temas de crimen organizado, elegiste construir un melodrama: una historia de amor y familia. ¿Cómo encontraste ese equilibrio para evitar esos temas en tu película, pero también sin ignorar que existen?
Hay muchas películas que hacen una crítica sensible y necesaria sobre la situación violenta que atraviesa el país. En mi historia, ese contexto está presente, pero en realidad yo quería hablar sobre el hogar, la migración y, principalmente, contar una historia de amor trágica.
Pensaba que era importante representar a las personas que habitan esos territorios, mostrar que no solo buscan sobrevivir a la violencia, que también tienen esa necesidad profunda de experimentar la vida, y de sentir cosas como el amor.
Tienes un elenco muy interesante. Destacan Ernesto Rocha y Nick Angiully. ¿Cómo los elegiste, qué te atrajo de ellos para hacerlos protagonistas de tu historia?
Aunque hay muchos intérpretes que pueden imitar o representar el acento sinaloense, no quería caer en una caricatura. Desde el principio, mi intención fue que la película tuviera autenticidad, aprovechando el acceso que tengo a esa cultura.
El proceso de casting fue larguísimo. Revisamos materiales de actores norteños y sinaloenses que enviaron sus propuestas. Pero cuando vi a Ernesto, supe que era él. Aunque se la hice cansada y tuvo que hacer muchos callbacks, entendí que no podía ser nadie más.
Con Nick fue curioso. Al inicio lo había pensado para el personaje de Chuy, pero cuando lo probé como Chano, hubo magia en su interpretación. Recuerdo que su casting fue algo especial: logró hacerme sentir al personaje mientras lo interpretaba.
Hay una escena musical en la que hay ceviche y una canción, recuerda al cine clásico mexicano, donde la narrativa se detiene para dar paso a la emoción. Es una secuencia potente y bien lograda. ¿Cómo fue el proceso para filmarla?
Ensayamos bastante la escena de la canción y todo estaba listo para grabar ese día. Sin embargo, ocurrió algo inesperado: una tormenta de arena, como la que me había tocado vivir antes, en unas vacaciones con mi familia. Justo ese día, el clima cambió por completo.
Teníamos planeado otro tipo de rodaje, pero tuvimos que adaptarnos y hacer lo que se podía. Por suerte, los actores venían preparados. Al final, filmamos la escena en dos días. Aunque no lo parezca, los close-ups se grabaron en otro lugar. Decidimos tirar contra el cielo para que pareciera que estábamos en Altamura, y creo que el efecto se logró muy bien.
Tú vienes de la ENAC, y tu película contó con apoyos como FOCINE. Eso podría hacer pensar que es una producción “del centro”, pero en realidad se siente profundamente sinaloense. ¿Cómo fue para ti alejarte de los lugares comunes y construir una historia tan enraizada en tu estado?
Cuando concibo películas o historias, lo hago desde lo más profundo de mi corazón. Creo que lo más difícil de transmitir es un sentido de honestidad, de verdad. Y para mí, siempre hubo una verdad: una parte de mí que se quedó en Sinaloa.
Desde niña, Sinaloa fue un lugar mágico. Ibas, veías las estrellas, escuchabas los grillos… era muy especial. Siempre me preguntaba por qué mi abuela se había ido de ahí. Y ella respondía que buscaba una vida mejor para mi mamá. Era algo que no entendí hasta que fui mayor.
Con el tiempo comprendí que esa decisión de dejar su hogar afectó incluso mi propia vida, las oportunidades que yo tuve y que muchos de mis familiares no tuvieron. Desde esa sensibilidad, desde la reflexión sobre mi propio privilegio y la búsqueda de quién soy y de dónde vengo, nació el deseo de hacerle una película a ese lugar que ocupa un espacio tan profundo en mi corazón, a pesar de la violencia que lo rodea.
Me parece valioso que en Adiós, amor muestres una Sinaloa distinta, donde hay amor, familia y personajes entrañables como la madre, interpretada por Maggie González, que es divertidísima. ¿Había en ti una intención de ofrecer esta otra representación del estado?
Aunque las críticas son necesarias y las películas que abordan el tema del narco deben ofrecer una postura crítica, también pueden caer en una representación deshumanizante. A veces se retrata a los habitantes de ciertas regiones sin considerar sus necesidades humanas, como si únicamente buscaran sobrevivir a un entorno violento.
Para mí, esa visión es incompleta. No muestra los dos lados de la moneda. Hay personas en todo el país que viven en comunidades así, y que además de resistir, también buscan vivir plenamente, construir vínculos, experimentar la vida y ejercer su humanidad.
Ahora presentas Adiós, amor en el Festival Internacional de Cine de Morelia, ¿qué te parece este estreno, mostrar la película en un espacio tan importante?
Estoy súper contenta. Creo que Morelia es un festival con muchísimo alcance, y eso va a permitir que más personas puedan escuchar lo que tengo que decir con esta película. Además, es un festival que siempre me ha tratado bien.
Contamos con el apoyo de Impulso Morelia y de Estudios Churubusco para poder terminar la película, así que no hay un lugar mejor para estrenarla.
¿Y después de Morelia? ¿Tienen planeado el recorrido que seguirá Adiós amor?
Vamos paso a paso. En este momento estamos buscando distribuidoras y más festivales. Queremos ver qué sigue, qué puertas se nos abren ahora que estaremos presentes en este festival.
Adiós, amor (México, 2025). Dirección y guión: Indra Villaseñor Amador. Producción: Manuel Elías López Monroy, Ángeles Castro Gurría, Guillermo Pérez de la Mora. Fotografía: Juan L. Munive. Sonido Directo: Jesús Arredondo Cote. Diseño Sonoro: Alejandro Ramírez Collado. Edición: Fernando Méndez Arroyo, Indra Villaseñor Amador, Gilberto González Penilla. Elenco: Ernesto Rocha, Nick Angiuly, Margarita Higuera, Maggy González, Paola Castillo.