'Aurora’ de Paz Fábrega: paradojas de la maternidad

Luisa podría tener hijos, prefiere no hacerlo. Yuliana no está en el mejor momento para ser madre, pero de pronto espera un hijo. Ambas se relacionan desde el dilema del embarazo y sus posibles soluciones: ¿Abortar? ¿Dar en adopción? ¿Maternar? ¿A solas, o en comunidad?

Desde estas paradojas se crea Aurora, largometraje de Paz Fábrega cuyo punto de partida es el embarazo adolescente, y desde ahí hace preguntas de mayor alcance: cómo ser mujer en la sociedad contemporánea, qué significa maternar, cómo asumir compromisos que semejan castigos, o elegir transiciones fluidas, que también implican cierto vacío.

Aurora rechaza puntos de vista morales en torno al embarazo adolescente, prefiere hurgar en las miradas generacionales que atraviesan la historia: familias tradicionales y su necesidad de crear responsabilidades férreas; mujeres independientes y su recelo a proyectos de vida inflexibles; jóvenes que intentan nuevos modelos de encarar la vida: desde una entusiasta e incipiente búsqueda de la compañía y la empatía.

Coproducción entre México y Costa Rica, Aurora estrenará en salas mexicanas a partir del 15 de diciembre. Platicamos con Paz Fábrega sobre esta película, emotiva en su argumento; sumamente aguda en la suma de sus subtextos.

 

Tus anteriores películas, Agua fría de mar y El viaje eran películas más juveniles. En Aurora incorporas a una mujer madura y el tema de la maternidad. ¿Cómo añades esta preocupación a lo que habías estado haciendo?

Aurora surge de una pregunta que me hice cuando estaba decidiendo si quería tener hijos. Me preguntaba si hay un momento adecuado para tener hijos, y que entendemos muy poco del rol de madre, de cuándo te sientes lista. Ahora es un privilegio que tenemos las mujeres de esta generación, ser las primeras que podemos hacernos esta pregunta.

 

En Aurora hay dos puntos de vista que se confrontan: la mujer independiente que encarna Luisa; y la familia tradicional, desde donde Yuliana transita por su embarazo.

Me parecía una situación interesante: una mujer con las condiciones para tener hijos, que no se siente segura de ello. Por otro lado, una chica que, a todas luces, ahora no debería tener hijos. Ambas están en un terreno incierto y conectan desde esta inseguridad. 

Quería encontrar en una historia que sugiriera estas posibilidades: no que el embarazo de Yuliana fuera un problema para resolver, sino una potencialidad de la que surgen muchas ideas de vidas posibles.

 

Luisa encarna este concepto de la “vida líquida“ de Zygmunt Bauman. Es arquitecta, tiene una vida holgada, practica danza, viaja, todo fluye liviano pero también parece efímero. En contraste, Yuliana y su madre representan cierto aterrizaje.

Cuando conocí a Rebeca Woodbridge me encantó su vida tan variada. Estudió arquitectura, se metió a filosofía, luego se sumergió en la danza. Hace talleres de arte. Seguí su vida para reconocer qué partes podrían formar parte de la película. Es muy bello lo que ella dice sobre las construcciones y los procesos, la emoción que encierra lo que todavía no ha llegado a ser. Eso describe a su personaje: podría transitar por muchas cosas, no hay en ella una jerarquía clara. No vive con su pareja, él es parte de una constelación de afectos, donde Yuliana, por un momento, llega a ser lo más importante. 

Esa forma de existir me parece hermosa, a pesar de que se critica como una falta de compromiso, pero siento que Luisa es muy comprometida. Se compromete a ayudar a Yuliana, de forma generosa e inesperada. Sin embargo, hay una falta de estructura, ella no está tratando de llegar a algo, sino de transitar siempre, tomando lo que le pueda enseñar algo, lo que le llama la atención. La película es mucho sobre eso. 

 

Busqué a Rebeca Woodbrige en Google y encontré a la mujer que me describes. También sé que Raquel Villalobos, antes de la película, había vivido un embarazo adolescente. Tus actrices, Rebeca y Raquel, están muy cerca de sus personajes, Luisa y Yuliana. 

Yuliana venía de tener una hija, Aurora, en su último año de colegio. En su familia hay otros niños, entonces le tocó cuidar a todos mientras su familia trabajaba. Después tenía que hacer una carrera rápida porque era mamá soltera y tenía que ponerse a trabajar. Unos años muy difíciles para ella, sola, casi castigada, “tuve una hija y ahora tengo que salir adelante y hacer todas estas cosas porque metí la pata”. 

Durante la película se hizo amiga de los demás chicos. Y hasta el día de hoy siguen siendo un grupito que salen juntos. Había escenas que dejábamos fluir. En una, están todos los chicos conversaban y ella empezó a llorar. Cuando dice que su hija se va a llamar Aurora, eso no lo habíamos planeado. Fue una especie de psicodrama, ella era Raquel en una situación imaginada, acompañada como no estuvo cuando tuvo a su hija. Después de eso, Raquel se volvió más abierta, hacía cosas con su hija y un montón de amigos.

Para Rebeca, la película fue un espacio para pensar si quería ser mamá o no. Cuando terminamos la película, se dio cuenta de que no quería. 

Me encanta hacer eso y también es muy delicado, es llevar a la gente a cosas que les duelen de verdad. Había escenas donde yo quería que Luisa se enojara con Yuliana y no salía. Como guionista, a veces puedes inventar situaciones que no son reales. Tenemos esta idea de que el cine gira alrededor del conflicto, y a veces buscamos conflictos vacíos, por poner una situación supuestamente interesante. Pero filmar de esta forma es proponer situaciones que realmente se meten en ellas, y  es un buen termómetro de lo que es fiel a los personajes.

 

El grupo de amigos de Yuliana es un punto de fuga en la historia; por la fotografía y la puesta en escena parece entre onírico y fantástico. ¿Cómo funciona en tu película?

No quería que todo se centrara alrededor de Yuliana con el papá del niño. Quería que no hubiera necesariamente un papá, o que no se supiera quién era el papá. Ahí se me ocurrió esto, que también lo he visto como un movimiento entre gente más joven, cuestionar la monogamia. Está surgiendo esta cosa del poliamor, un movimiento muy orgánico hacia eso. 

En mi adolescencia tal vez no era exactamente como este grupo, pero sí un poco así. Había un despertar sexual y todos éramos amigos, pero también nos gustábamos, y tal vez las categorías eran otras, pero imaginé eso, más liberado de ideas y trabas.

En Costa Rica hay institutos diseñados para niños talentosos e inteligentes. Estos institutos reúnen clases sociales diferentes, ya que son colegios públicos. Son lugares donde se produce un contacto entre distinta clases sociales. Estos chicos pasan un montón de tiempo estudiando, pero también pasan un montón de tiempo solos. Se generan dinámicas entre ellos y, justamente por ser muy inteligentes, son más capaces de imaginar otras formas de relacionarse. Para mí era contrastante con la vida de Luisa, que es muy centrada en ella misma. 

 

Aurora, Dir. Paz Fábrega

 

Me da la impresión que Aurora funciona como una declaración de principios de tu parte. Algo en la película refleja mi sentir sobre estas cosas. Lo que sucede con la familia de Yuliana representa un pasado pesado, castigador y moralista. En contraste, las dinámicas entre estos jóvenes representa un futuro más luminoso. 

Luisa se sitúa en un punto intermedio: rechaza ideas tradicionales sobre pareja o familia, pero ha creado su propio mundo, algo que no puede compartir fácilmente con otros.

 

¿Cómo fue la participación mexicana en esta producción?

Cuando estaba escribiendo la película conté con la colaboración de una amiga productora, Marianela Illas. Ella estuvo presente en la primera fase del proceso, acompañándome en la búsqueda de fondos. 

También destaca la colaboración con María Secco, la fotógrafa con quien trabajé en Agua fría de mar. Trabajamos de la mano en la realización de la película, de manera similar a nuestra colaboración en Agua fría de mar

Además, uno de los actores, Mauricio Cruz, es mexicano que ha vivido en Costa Rica durante mucho tiempo. Tuvo un papel en uno de mis primeros cortometrajes y desde entonces ha estado cercano a mi proceso cinematográfico. Es bailarín y actor, y tiene una ternura encantadora, que ha conservado desde su infancia y que se refleja en su actuación.

Aurora (México, Costa Rica 2021). Dirección: Paz Fábrega. Producción: Patricia Velásquez – Paz Fábrega – Marianella Illas – Iván Molina - Isabella Gálvez. Fotografía: María Secco. Edición: Soledad Salfate. Música: David Caparó. Reparto: Rebeca Woodbridge, Raquel Villalobos