Once piezas en Focus, que se reparten en dos programas: Tierra y Resistencia; Encantamientos e Invocaciones. Entre ellas, tres estrenos mundiales: Colmillos (2024), Seeds (2024) y Ritual (2024).
Mientras que Tonalli participa en la sección sound//vision y habrá una conversación el 29 de enero: de esta manera Colectivo Los Ingrávidos celebra doce años de exploración, riesgo y subversión del discurso audiovisual.
Colectivo Los Ingrávidos propone trances chamánicos, convocar a lo ancestral y provoca rituales desde la pantalla.
Se fundó en 2012, provienen de Tehuacan, Puebla y buscan “desmantelar la gramática audiovisual comercial y corporativa y su ideología arraigada”. Inspirados en las vanguardias cinematográficas alternas al cine hegemónico, “utiliza tanto la forma como el contenido contra realidades alienantes”.
Se valen de lo digital y lo analógico; intervienen materiales de archivo, hacen uso de la “mitología, el agitprop, protestas sociales y poesía documental.” Integra elecciones sonoras audaces, en una unificación pura y decidida que puede ser, en ocasiones, sublime.
Varían desde arreglos animados digitalmente de imágenes médicas, hasta superposiciones rituales pulsantes, y deliciosas danzas de cámara con el sol y la luna. También presentan trabajos extensos sobre temas específicos: acción política e indignación, y una de sus películas más largas presenta una banda sonora de jazz, sobre exuberantes capas de imágenes naturales y poéticas de árboles, flores, tótems y danza.
Más de 500 trabajos en vimeo, casi todos abiertos, excepto las que van a Rotterdam y algunas piezas nuevas que irán a festivales; tras sus giras por el mundo estarán abiertas.
Detallar los países y festivales que han presentado su trabajo agotaría este espacio. Un loop arbitrario ejemplifica: El Experimental Film & Video Festival en Seúl, Festival Internacional de Cine Experimental de Moscú, Semana de la Crítica de Berlín, Fenda – Festival Experimental de Artes Cinematográficas (Brasil), The Florida Experimental Film/Video Festival, ULTRAcinema – Cine Experimental, Museo de Arte Moderno MoMA de Nueva York; Bienal de la Imagen Movimiento de Buenos Aires (BIM). Y entre sus reconocimientos se encuentran el Premio Kodak en MIFF - Festival Internacional de Cine Experimental de Moscú 2021; Premio del Jurado en el Festival de Cine de Media City; Premio Marian McMahon Akimbo en el Festival de Cine Imágenes 2018.
Dos paradigmas refuerzan su actividad práctica y colectiva: 1) la dispersión, proliferación y germinación de las piezas a través de las plataformas digitales (twitter), lo que genera una intermitencia en relación a la tiranía que ejerce la industria cultural y académica. 2) el anonimato en la producción y dispersión audiovisual.
Colectivo Los Ingrávidos busca acentuar las contradicciones de los sistemas de imágenes y producir metodologías novedosas para modificar la radición iconográfica, sonora y audiovisual.
El colectivo propuso películas y los programadores de Rotterdam crearon la curaduría final; escribieron sinopsis de cada pieza, así como para el ensayo que aparecerá en el catálogo del festival. Los programadores leyeron textos y manifiestos, plantearon preguntas y entrevistas, hubo una conversación constante con ellos.
Se cuestionaron su propia curaduría. Se tomaron el tiempo de estudiar y analizar cada pieza audiovisual.
Los programadores del Festival de Rotterdam han dicho de Colectivo Los Ingrávidos: "estas películas son desafiantes y requieren atención y reflexión, también son extremadamente magistralmente realizadas y hermosas de ver.”
Cada sexenio ha producido una maquinaria audiovisual con una marcado perfil y escorzo propagandístico, que impacta y reestructura el iconostasio mediático, discursivo y semiótico de la sociedad. Las gigantescas cúpulas geodésicas que construyen semióticamente los gobiernos cada seis años han ido desde la violencia vinculada a la guerra contra el narcotráfico, pasando por la saturación mediática, hasta la instrumentación turística de un indigenismo problemático.
“Varias de las piezas de lo que llamamos agitprop tienen una estética que le llamamos estética del trance, pero también una lógica dialéctica. Es una década de cine radical, que implica una problemática que pensamos desde México y Latinoamérica. Son varias maneras, metodologías y estrategias que utilizamos.”
Cuando hablamos de lo ancestral, lo pensamos como una imposibilidad de retrogradación: la imposibilidad de recuperar un pasado indígena o ancestral como nuestros abuelos lo hacían, porque estamos mediados por el capital, la destrucción del tejido social y las colectividades, la creación de políticas agresivas para los pueblos; una erosión de las políticas sociales por la imposición de un capitalismo neoliberal. No podemos regresar a los mismos pasos porque sería instrumentalizar los saberes y las prácticas antiguas, incluso sería oportunista.
Preferimos recuperar prácticas que tienen que ver con la subversión, en términos del origen de la palabra, subvertere, invertir, y eso incluye prácticas como el sacrificio y la ofrenda; la purificación.
La voz de Jonas Mekas reflexiona con nostalgia sobre las imágenes de un viaje a México que nunca sucedió. Habla de la memoria como testimonio del sufrimiento, mientras una película caducada de 16 mm muestra un acto de recordar, la memoria como verbo: protesta pacífica.
Las deidades son de los mismos manifestantes. En la Plaza de Tlatelolco filmas lo que encuentras, esto tiene que ver con la inmediatez, y después esa inmediatez se media con materiales como la música, el recorrido de la manifestación. Lo ancestral en Tlatelolco; el Templo Mayor en la Plaza de la Constitución: estratos históricos que se congregan. Ese trabajo se hace en esta lógica que llamamos trance estético, se separa del realismo y el naturalismo, no cubre la marcha como lo haría un medio de comunicación: trabajamos en función de la estética de trance.
Se trata de una visión chamánica. Interludio al trance. Invocación. Iniciación. Consagración de la intermitencia. Nuestro punto de vista centellea bajo el embrujo y la modificación de las cosas reunidas, caídas, pluviales. Hacia el frente el viento mesoamericano, aliento de los valles, lluvia de palos, piedras aurales. Arriba el contorno audiovisual que nos guía. Soplo cinético que nos inicia. Debajo el fondo que nos arrebata. Sonido telúrico de reberveración lunar. Desde el interior, veinticuatro cuadros por segundo. Desde el exterior, respiración. Barrancas y valles, instrumentos atmosféricos mesoamericanos. Testigos oscilantes de la vibrante polirritmia solar. La atmósfera reune sus elementos para provocar el trance de la Tierra. Veinticuatro brasas solares por segundo. Proyectado en 35 mm. Una ceremonia. Un rito. Un trance. Una energía pulsante. Una proyección de 35 mm. Tierra en Trance.
Una película como Tierra en trance apela a los espectadores de una manera intuitiva, a un saber impersonal. Es una invocación al trance y eso está en la sugestión atávica de todos los seres, es una estrategia que utilizamos una sugestión atávica.
Es un sacrificio, una ofrenda, una purificación, en el sentido bien práctico de la purificación, cuando entras a un lugar sagrado y lavas partes del cuerpo, que el Islam lo hace, los judíos lo hacen, los cristianos, los mexicas y los mayas. Lavarse para purificar el cuerpo y entrar a una ceremonia, a un ritual. Todas estas categorías están integradas en términos prácticos, es una integración de lo material con lo espiritual.
Desde las oscuras y asfixiantes cloacas hobbesianas, pasando por la oportunista y yerma industria cultural, hasta la gigantesca y gélida cúpula lapislázuli del cielo, ascienden, de todos, los aullidos. Sobre categorías vacías e intuiciones ciegas se extiende la noche mesoamericana que palmo a palmo trastoca el páramo en seco ¿No oyen ya ladrar a los perros?