Entre el thriller y el horror, Desaparecer por completo es la nueva entrega de Luis Javier Henaine, a quien reconocíamos por su trabajo en la comedia, en Tiempos felices (2014) y Solteras (2019). Por eso sorprende el giro de sus historias, pero también sorprende el tratamiento formal del audiovisual, que acompaña a protagonista y espectador por un ejercicio de la pérdida de los sentidos.
Desaparecer por completo tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Morelia y a partir del 29 de febrero tendrá su oportunidad en salas comerciales de México. Su productor, Pablo Zimbrón, platicó con nosotros de esta apuesta que, desde la historia y desde la forma de contarla, crean un universo inquietante y seductor para los espectadores.
Has sido un aliado de Luis Javier Henaine durante toda su carrera, que se ha distinguido por el género de la comedia. ¿No te sorprendió cuando te llegó con una historia como ésta, con elementos de terror o thriller?
Yo conocí a Luis Javier en Tiempos felices, que en efecto tiene muchos elementos de comedia. A mí y a él nos apasiona el terror, las películas de género. Empezamos a platicar sobre proyectos de terror, y cuando estábamos preproduciendo Solteras nos llegó este guión de Ricardo Aguado-Fentanes y nos gustó mucho la idea. El argumento se nos hacía increíble, este tema de la pérdida de los sentidos. Empezamos a trabajar el proyecto por 2017 o 2018; retrabajamos la estructura con el guionista, agregamos cosas que quería Luis Javier, intenciones que teníamos, referencias con Seven y guiños a las nuevas películas de horror elevado. El trabajo con Luis Javier es muy orgánico, descubrir cómo queríamos filmar, qué queríamos lograr; fue largo porque se nos atravesó la pandemia, pero era algo que él ya traía en su ADN de director.
Harold Torres carga con la película y lo hace de manera extraordinaria. ¿Cómo fue que se subió al proyecto?
Pasamos por un proceso de casting y tuvimos varias opciones en el radar. Pero con Harold encontramos a una persona intensa, con esta volatilidad en la persona que nos gustaba para el personaje. Fue muy chido empezar a descubrir al personaje, qué manías tenía y lo que le aportaba Harold. Y sí, Harold carga con toda la peli. Era complicado encontrar a alguien que te mantuviera atento durante una hora y cuarenta minutos que dura la peli, y que pudiera cargar con todo. Tratamos de darle un poco más de poder al personaje de su pareja, Marcela, que interpreta Tete Espinoza.
La peli hace un pequeño homenaje a Enrique Metinides, hicimos mucha investigación sobre los reporteros de nota roja y queríamos encontrar este perfil justo de intensidad.
Me impresionó el ejercicio del sonido y la fotografía, su manejo es muy importante para contar la historia. ¿Cómo trabajaron este tema?
El tema de la historia es la pérdida de los sentidos; desde el guión empezar a concebir cómo jugábamos con lo audiovisual para reforzarlo. La película necesitaba cerrar con la vista, el último sentido que perdía el personaje, lo hicimos con esta corrección de color que se va oscureciendo, se va apretando el cuadro, logramos esta imagen borrosa; esa parte la teníamos clara.
El sonido era un reto. En el primer armado de la película, que hizo Jorge Macaya, el sonido estaba completo y desde ahí empezamos a explorar efectos y a tomar riesgos, hasta mandar a la peli a un diseño de sonido sin sonido.
Hay grandes grandes referencias de deformaciones de sonido en el cine, como Sound of Metal, pero nosotros queríamos construir un estilo propio, relacionarlo con cómo lo vivía el personaje: ahí decidimos deformar el sonido.
Las proyecciones que hemos tenido con público en salas han sido muy satisfactorias, porque se logra el desconcierto. Y va progresando y de repente, ver en silencio a una sala completa, durante los últimos cinco minutos es impresionante: es un riesgo que pegó bien.
En la medida que la imagen va perdiendo nitidez me va haciendo alusión a cierto cine primitivo, muy de principios de siglo XX. Las imágenes borrosas, penumbras, esta degradación de la imagen, que responden a una historia, pero también hay un ejercicio estético.
Al momento de filmar con Glauco Bermúdez, el fotógrafo de la peli, queríamos entender cómo plantear la historia, saber qué queríamos y qué posibilidades queríamos. Ya corríamos riesgos con este formato peculiar, no es ni siquiera un 4:3; es un formato de portarretrato, de fotografía. Queríamos que se fuera apretando el cuadro, combinar la imagen de la foto en el set con cuestiones digitales. A través de la propuesta de Glauco jugamos con estos focos críticos.
Glauco tiene un trabajo bien interesante a través de truquitos setenteros o sesenteros, y era empezar a ver esta combinación de imagen, que también implicaba un riesgo, porque ya no podíamos corregirlo en postproducción. Era tratar de desdibujar el entorno del personaje, ver a través de los ojos de Harold, que primero se van borrando los bordes, hasta que se vuelve algo muy puntual. Era sentir ese estrés y creo que está bien logrado.
Al final rescatamos referencias ochenteras, que trabajamos con Luis en el guión y que es un cine que también disfrutamos.
¿Cómo es la forma de Luis Javier Henaine de dirigir, de emprender sus proyectos?
Es muy metódico, un tipo que estructura su proceso y lo quiere tener perfectamente bien planeado. Desde Tiempos felices noté que tenía bordeado todo el guión, cuadro por cuadro. Ningún otro director suele hacerlo, al menos con los que he trabajado. Es muy metódico, quiere cosas muy precisas. Hace muchas repeticiones, hasta encontrar el punto que quiere con los actores. Sus guiones son bastante precisos en cuanto a lo que se filma y lo que quiere lograr. Eso es un proceso que de repente suele costar, porque tienes poco espacio de maniobra, pero también es muy satisfactorio, porque Luis Javier te da mucho acompañamiento desde su perspectiva como productor, algo que comparto con los directores con los que trabajo.
Le gusta que los procesos sean muy disciplinados. Y eso, al final de cuentas, se agradece, porque los resultados y el estándar de calidad que busca es algo admirable, para tener una película que tiene riesgos pero que también son riesgos medidos y muy analizados.
Desaparecer por completo (México, 2022). Dirección: Luis Javier Henaine. Guion: Ricardo Aguado-Fentanes, Luis Javier Henaine. Productores: Pablo Zimbrón Alva, Luis Javier Henaine, Gerardo Gatica. Productores ejecutivos: Víctor Leycegui, Alejandra Olvera Avila. Financiamiento: Eficine 189. Fotografía: Glauco Bermúdez. Diseñadora de producción: Alisarine Ducolomb. Editor: Jorge Macaya. Música original: Alejandro Otaola. Diseño sonoro: José Miguel Enríquez Rivaud. Diseño de vestuario: Felipe Criado. Elenco: Harold Torres, Tete Espinoza, Fermín Martínez, Vicky Araico, Norma Reyna. Eligio Meléndez.