Medel frente a la tumba de su abuela. Reconoce la vida en proporciones semejantes a la suya: la vida de quienes se han ido, de quienes regresan, de quienes insisten en permanecer.
Desde estas miradas, Medel no reconoce dónde situarse. Y este cruce de identidades es el que retrata Alexis Gambis en su largometraje Hijo de monarcas.
Con un elenco que encabeza Tenoch Huerta, pero en el que también participan actores notables como Noé Hernández, Lázaro Gabino Rodríguez, Angélica Aragón, Paulina Gaitán, Alexia Rasmussen, Hijo de monarcas es un viaje de la memoria, la identidad y los compromisos que se adquieren desde la decisiones de migrar, volar, estar en todos lados, no ser de ninguno.
Pero además, desde esta película Gambis lanza una cruzada sobre la necesidad de integrar a la ciencia real, la de investigadores y laboratorios, al centro de los temas. Más allá de las distopías de la ciencia ficción, propone un abordaje nuevo del papel del científico en las historias, que humanice sus investigaciones y los haga parte del debate del mundo. Su manifiesto Science New Wave lo puedes conocer acá.
Eres de origen francovenzolano y de formación científica. ¿Qué te atrajo de las mariposas monarca del estado de Michoacán? Es un universo un poco ajeno a ti.
Me atrajo la migración de la mariposa monarca porque es una de las más importante que realiza cualquier insecto en el mundo: cada año viaja casi cinco mil km desde Canadá, pasa por Estados Unidos y llega a México. Esta mariposa tiene varias identidades: es mexicana, canadiense y estadounidense.
La película se acerca a ese concepto, alguien que busca su origen, de dónde viene, cómo se relaciona con su familia y cómo es su vida fuera del país. Hijos de monarca es sobre esa relación entre la identidad, una comparación entre la mariposa monarca y los humanos.
También hay un elemento de mi vida, porque estaba haciendo mi doctorado en Nueva York cuando murió mi abuela y ese momento lo relacioné con mi trabajo de investigación: el laboratorio fue un sitio de refugio para mí, donde podía estar solo con mis pensamientos y mis recuerdos. Todo eso se incorporó en Hijo de monarcas: aunque sea una película mexicana y de Estados Unidos, también tiene mucho que ver con mi trayectoria.
¿Cómo fue construir la parte mexicana de la película?
Pasé casi tres años en Michoacán, fui a los santuarios y me conecté con gente de la biósfera, me hablaron no solamente de la mariposa monarca sino también de la historia de su pueblo, Angangueo. En el proceso de desarrollar el guión hice tres cortos, la Trilogía Monarca, para involucrar a la gente. Muchos de los niños y la gente que participa en el ritual son de allá.
Cuando veo las imágenes al microscopio de las mariposas en el microscopio pienso que es una necesidad del guión; según avanza la película se vuelven más importantes, una propuesta estética. ¿Qué me puedes contar de estas imágenes?
Tengo obsesión con el microscopio, cuando hice mi doctorado mi trabajo era hacer imágenes de insectos a través de él. Mi pasión por el cine empezó con el microscopio, por tomar imágenes, conectar la cámara y mezclar el mundo micro con el de afuera, hacer una comparación entre los patrones de una ala de mariposa con las fronteras entre países, ese tipo de paralelos.
Las escenas que ves en la película las filmé directamente, soy el coreógrafo de esas imágenes. Lo hago en diferentes laboratorios, en este caso en Washington, con científicos que trabajan con mariposas. En el fondo hay una parte teatral, hay que hacer un diseño de producción de qué ocurre debajo del microscopio.
Y hablando sobre el personaje de Mendel, él confunde el mundo microscópico con su mundo: cuando está mirando el ala de la mariposa va a su infancia, a sus recuerdos; hay escenas que uno podría confundir con sueños. Me gustan esos momentos donde nos desconectamos de la historia y entramos en ese mundo.
En Hijo de monarca veo a Mendel, el personaje de Tenoch Huerta, haciéndose un tatuaje, y me pareció que preparabas al actor para su Namor de Marvel, allá es el hombre del océano, aquí es el hombre mariposa.
Además, Mendel tiene fobia del agua, lo que es contraste interesante con el personaje de Wakanda Forever. Aquí Mendel tiene un trauma con el agua porque murieron sus papás en una inundación y él está tratando de escapar del agua justo con ese deseo de volar como una mariposa.
Con Tenoch nos conocimos en la Ciudad de México y lo llevé a la presentación de los cortometrajes en Michoacán. Decidimos trabajar en ese viaje, cuando fuimos al santuario de la mariposa. Me atrapó su interés por la ciencia, sobre hacer papeles diferentes; me fascinó su conocimiento en diferentes temas, como la evolución, la genética, su carrera como periodista en la UNAM. La construcción de Mendel la hicimos juntos.
Cuando se filmó la película lo llevé al laboratorio, le enseñé a usar el microscopio y él estaba siempre con la mejor disposición de aprender; quería entrar en ese mundo y así fue.
También reclutaste a varios actores conocidos en México, como Noé Hernández, Lázaro Gabino Rodríguez, Angélica Aragón, Paulina Gaitán...
A Paulina la conocí a través de mi director de casting, de una película que hizo con Cary Fukunaga, Sin nombre. A Noé lo conocí porque tiene un festival que es sobre el medio ambiente. Lázaro Gabino (Rodríguez), lo conocí a través de un amigo cinematógrafo, Pedro Gómez Milán. Lázaro construyó su personaje desde un amigo de Michoacán que también está fascinado con la ciencia; escenas de la película como el ritual fue casi un taller de actuación que manejó Lázaro; de alguna manera él fue director de esa escena y yo era el segundo director.
Justo vi la escena del ritual y pensé: “qué bueno que le dieron este momento a Lázaro, es donde se siente cómodo”. No sabía que él lo había creado.
La idea con el ritual era hacer una referencia a otros rituales pero crear algo nuevo, y era como un taller de actuación, porque la gente que participó son de Michoacán, hasta el alcalde del pueblo de Angangueo participó. Trabajar con Lázaro fue una gran experiencia para mí.
¿Crees que tu formación en la ciencia y la biología te da alguna formación que ayuda para ponerte detrás de la cámara a crear una ficción?
Cuando empecé a estudiar biología me interesó su parte estética, mirar a través del microscopio no solamente como parte de la investigación, también la parte de mirar otro mundo. Me fascinó la parte espiritual de ese mundo, tratar de entender algo sobre la vida, pero que también te estás cuestionando sobre tu vida.
Yo veo el cine como una serie de experimentos, tienes que encontrarlos en el laboratorio y arreglarlos para formar una historia. Por ejemplo, los cortos que me llevaron al largometraje, los veo como un trabajo de investigación y como la posibilidad de entrar en la ficción.
La escena del tatuaje vino de una entrevista con un científico que trabajó con mariposas en Estados Unidos. Le pregunté cuál sería uno de sus sueños como biólogo y me dijo que le gustaría tatuarse con el pigmento de la mariposa; eso no lo podemos hacer porque es tóxico, pero yo como cineasta pensé que mi deber es realizar esos sueños.
En algún ted talk mencionaste que hace falta más ficción para humanizar al científico; pensaba que tenemos mucha ciencia ficción en el cine, pero lo interesante es hacer una película donde la ciencia sea real y es lo que haces con Hijo de monarca. ¿Qué tan importante es incorporar la ciencia real a estos procesos de ficción?
Empecé un movimiento, la Nueva Ola Científica, hice un manifiesto que explica esa unión entre la ciencia y el cine. La ciencia crea un tipo de lenguaje, casi de música, que permite conectar muchos temas: la parte cultural, política, la biológica, la identidad. A veces la gente piensa que en los laboratorios no pasa lo suficiente para el cine, que hay que exagerar y hacer cosas distópicas, pero lo que se hace ahora en los laboratorios, sus imágenes, la investigación, ya es ciencia ficción.
Tengo este manifiesto porque los últimos años la gente me ha dicho: “tú haces películas científicas”, ahora digo que hago películas de la nueva ola científica y que lean el manifiesto para entender lo que significa. No solamente habla de la nueva ola científica, también toma en cuenta a otras personas que son actores, científicos o cineastas también.
Ahora mucha gente se interesa en el movimiento, hay varias personas proponiendo su punto de vista sobre esa temática de la ciencia y del cine.
En esta época postpandémica de sociedades excluyentes, inteligencia artificial, desigualdad económica, deterioro de los ecosistemas, cada vez hace más falta que los científicos reales nos platiquen de lo que ocurre, se acerquen a nosotros.
Es necesario y se está viendo, en muchas series la ciencia es el foco principal, coomo The Last Of Us, sobre los sobre los hongos y los zombies.
No solamente es invitar al biólogo o al científico a hablar de los temas, también es invitarlo a imaginar un futuro o imaginar historias, a formar parte de la ficción. A veces en el cine consultamos con los científicos para que nos ayuden tener todo correcto, pero también deberíamos invitarlos en la actuación, en el diseño de producción, en formar esos mundos que la gente están mirando en el cine.
¿Cómo ha sido la interacción del público con la película?
La película se estrenó en Morelia, durante la pandemia. Después la aceptaron en el Festival de Sundance, donde ganó el premio Slogan a la Mejor Película Científica. Muchos latinos que viven en Estados Unidos se identificaron con ella, con la belleza de la mariposa monarca.
Creo que había mucho orgullo sobre este cuento de alguien que regresa a su país, sobre los santuarios y esa región de Michoacán. Se hacen muchos documentales sobre la mariposa monarca, pero hacer una ficción que habla sobre la infancia, la identidad, vivir en otro país, mucha gente me escribió diciendo que se sentían identificados con la película.
Aquí le estás hablando a un sector migrante del que no se habla demasiado, los migrantes estudiantes y científicos. Mendel es un científico, quizá no tenga los problemas de alguien que se dedicará a lavar platos en un restaurante de Nueva York, pero sí tiene los problemas propios de alguien que vive la migración y tiene que estar entre los dos mundos.
Exacto, y también la percepción de lo que es la vida de un migrante desde fuera: su hermano, por ejemplo piensa que él tiene otra vida, y es una percepción que yo he vivido, de vivir en Estados Unidos. Es una migración que no se ve mucho y existe. Por ejemplo, sí vas a un laboratorio de biología en Estados Unidos, hay gente de todo el mundo: latinos, gente de Turquía, japoneses.
De alguna manera era mi vida, sé que es una migración privilegiada, pero es un tipo de migración que también causa una crisis existencial. Por ejemplo, yo vivo en Nueva York, ahorita estoy en Abu Dhabi dando clases en el desierto, en el Medio Oriente, soy franco venezolano, hice una película en México, tengo varias identidades.
Hijo de monarcas (México, Estados Unidos, 2020). Director: Alexis Gambis. Guión: Alexis Gambis. Productores: Abraham Dayan, Maria Altamirano. Fotografía: Alejandro Mejía, AMC. Edición: Èlia Gasull Balada y Alexis Gambis. Banda sonora: Cristobal MarYán, interpretada por Cuarteto Ruvalcaba. Diseñadora de producción: Sofía Guzmán. Diseño de sonido: Samuel Nacach. Sonidista: Andrés Saldaña. Reparto: Tenoch Huerta Mejía, Alexia Rasmussen, Lázaro Gabino Rodríguez, Noé Hernández, Kaarlo Isaacs, Angel Adrián Flores, Ignacio Guadalupe, Juan Ugarte, Paulina Gaitán, Electra Avellan, Patricia Meneses, Juan Ramon López, Fernanda Rivera, Angelina Peláez, Angélica Aragón, William Mapother.