‘Historia de un movimiento’ de Eduardo Velasco Vásquez: la nostalgia de un yo social

Un candidato a la presidencia visita una universidad privada. Sus estudiantes lo reciben airados y lo obligan a esconderse en un baño. Los medios de comunicación dicen que no eran estudiantes, sino provocadores profesionales. “Ese fin de semana, mis amigos me enviaron una invitación por Facebook para contrarrestar la desinformación”, recuerda Eduardo Velasco Vásquez, entonces estudiante recién egresado de la carrera de comunicación, con especialidad en cine. “Nos pidieron un video donde mostráramos la credencial de la universidad diciendo nombre, número de cuenta y que no éramos porros ni acarreados. Lo envíe el fin de semana y el lunes a las 7 de la mañana el video era viral; tenía un millón de vistas y la gente en Twitter y en redes sociales ya empezaba a grabarse diciendo: “yo soy el estudiante 132 y los apoyo”.

El movimiento #YoSoy132 conmovió el proceso electoral de 2012 en todo el país, se pronunció por la democratización de los medios de comunicación y lograron tal poder de convocatoria que incluso organizaron un debate entre los candidatos a la presidencia. Después, el movimiento se dispersó, pero sus integrantes transitaron por distintas formas de activismo y resistencia. En un par de años hicieron suya la causa de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, las mujeres dieron impulso al movimiento feminista nacional, y juntos crearon una energía combativa que todavía se manifiesta hoy. 

Historia de un movimiento, documental de Eduardo Velasco Vásquez, se sirve del material de ocho cinefotógrafos que registraron estas marchas y movilizaciones, para hacer una crónica del activismo estudiantil de la última década. Hace un ejercicio de memoria íntima y afectiva, en la que se cruza lo público y lo privado, lo político y lo personal. Más que el ejercicio crítico de una generación, es la crónica de cómo se creó un yo interno que se ha ido transformando en un yo colectivo.

Historia de un movimiento tendrá su estreno el 17 de octubre. Su director, Eduardo Velasco nos contó sobre este ejercicio de transformación de conciencias, que también convoca a la nostalgia: la revisión de ideas, sueños, desafíos colectivos que durante una década han hecho suyas las calles de varias ciudades del país. 

 

Historia de un movimiento, dir. Eduardo Velasco Vásquez

Entiendo que participaste en el movimiento YoSoy132 y que lo viviste de cerca, pero siempre hay un arranque para decidirte a emprender un documental. ¿cómo empezaste con este proyecto?

Con un amigo creamos el Comité Audiovisual de la Ibero para documentar, tanto fotográfica como audiovisualmente, las acciones del movimiento. Yo acababa de terminar la carrera y me había comprado mi primera cámara DSLR, pensaba que era una buena oportunidad para hacer un documental como egresado. Mis compañeros me pidieron que grabara sus comunicados y publicarlos en los medios y YouTube. Pronto, más estudiantes se sumaron al comité. Se agregaron otras asambleas de cine: del entonces CUEC, del CCC, gente del TEC de Monterrey. De pronto ya éramos un grupo de cineastas documentando desde el interior del movimiento. 

Después sucedió lo de los normalistas de Ayotzinapa y Somos 132 se transformó en un medio alternativo de comunicación. Después de cinco años quedó muchísimo material de archivo, mío y de otros documentalistas. El resultado, 10 años después, es Historia de un movimiento.

 

Trabajas con el material de archivo de ocho personas distintas. Me hace pensar en un mosaico donde cada quien aportó algo, y que tu trabajo fue una curaduría. ¿Cómo realizaste ese trabajo? 

Para repensar el proyecto estuve en Cine Tola, en Guelatao de Juárez, Oaxaca, donde está la sala de cine comunitario Cine Too. Ahí, la cineasta Luna Marán y Federico Zubiré invitaron a 13 proyectos: ahí empecé a pensar la historia que quería contar.

La idea era hacer un híbrido de ficción y documental. Mi director de tesis, Jaime Ponce, me propuso: “empieza con cinco biografías de personajes, pero únicamente escribe tres líneas. ¿Cómo se conocieron? ¿Qué pasó? ¿Cómo se separaron?” Ese ejercicio se transformó en un texto en prosa; eso me dio la estructura de la película. 

Hice una línea del tiempo de tres años. Sabía que el final de la película estaba con la pinta que hicimos en el Zócalo diciendo: “Fue el Estado”, y que iniciaba el 11 de mayo de 2012 en la Ibero, cuando Enrique Peña Nieto visitó la universidad. 

Revisé el material, iba viendo el correlato de las imágenes con lo que había escrito. El texto lo pasé a guión y resultaron 15 páginas. Grabé voces en off y me dio una duración de dos horas. 

 

¿Qué te significaba crear a Ovidio y a Regina para ser el eje de tu documental?

Se me hacía limitante hablar de personas en específico, porque es su vida privada. No quería rebasar ciertos límites, entonces se me ocurrió crear arquetipos. Si bien los personajes están basados en ciertas personas, quería que fuera una historia que le pudiera pasar a cualquiera que se hubiera manifestado en esos años.

Historia de un movimiento reflexiona sobre la creación de la memoria colectiva y personal. Las imágenes documentales reflejan lo que pasa en lo social, y lo que cuentan los personajes lo que pasa en lo íntimo. Lo íntimo y lo privado; lo público y lo social entretejen la reflexión.

Me pareció importante compartir estas reflexiones sobre qué es encontrarte por primera vez con los feminismos, qué es ir a una marcha; las contradicciones que uno encuentra como participante. Era lo más sincero: hablar de mis experiencias amorosas, de la amistad, tomar experiencias de otros compañeros para integrarlas a la historia.

 

Aunque sea tu punto de partida, creo que que el documental, más que hablar del 132, hace una historia de la movilización de la última década. 

El movimiento #YoSoy132 es el gancho para atrapar al espectador,  desde ahí conocemos otras resistencias. Después del 132 caminamos cerca de luchas como Atenco, Ayotzinapa, Cherán, incluso nos invitaron a las comunidades zapatistas. Lo que une a todas estas luchas es el binomio de memoria y justicia; es lo que encontré en todas estas luchas.

Muchas personas me dijeron que dejara el documental en el 132, que Ayotzinapa era otro tema, pero para el grupo no fue así: este movimiento lo vivimos y nos motivó preguntas: ¿por qué Ayotzinapa caló tan profundo en la sociedad? Eso nos llevó a lo que pasó con Lucio Cabañas y Genaro Vázquez. Era una forma de explicarme el contexto de la violencia que estamos viviendo. 

Después me pregunté si había un movimiento de familiares por los desaparecidos de los años sesenta, leyendo Guerra en el paraíso de Carlos Montemayor y las entrevistas de Elena Poniatowska en Fuerte es el silencio, conocí la lucha de Las Doñas, un grupo de madres que se organizaron para buscar a sus desaparecidos. Era un juego de espejos con el pasado, y Ayotzinapa es esa bisagra desde donde podía ir adelante y hacia atrás. 

 

Historia de un movimiento, dir. Eduardo Velasco Vásquez

 

Una frase me parece sustancial: “el recuerdo de estos momentos va moldeando un yo interno distinto”; me parece la clave del documental. Es cierto que trata del 132, de Ayotzinapa, de manera colateral tocas a Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, Rosario Ibarra, pero sobre todo es la transformación del yo interno desde un yo colectivo. Mi duda es qué tan relevante sigue siendo.

La memoria no está tan presente en nuestra vida cotidiana, pero está guardada en las experiencias y moldea la subjetividad. Por eso se llama Historia de un movimiento, porque todos los movimientos sociales están conectados: uno provoca el siguiente. 

Hablando sobre la relevancia, sigue siendo totalmente relevante. Después del 132, en la Ibero siempre hay una generación que se involucra en temas de movimientos sociales: en el sismo, los feminismos, en el Friday's for Future.

 Esas experiencias van abonando y están presentes. A veces la coyuntura hace que afloren y a veces el día a día hace que estén un poco apagadas, pero sin duda, presentes.

 

Tu película va a ser coyuntural con respecto a cómo se están pensando los movimientos en la actualidad. ¿Qué crees que vaya a aportar a estos debates? 

Uno se hace muchas ilusiones de lo que le gustaría que su película hiciera, pero no se puede controlar. Muchas personas que participaron en el 132 me han dicho que les despierta muchos recuerdos. A mí me gusta que me lo digan, porque para eso la hice. De alguna manera, cuando uno usa material de archivo, lo que quiere es despertar en los demás la memoria. 

Creo que la marcha por los diez años de Ayotzinapa funciona como un termómetro sobre qué tan a flor de piel sigue siendo la exigencia por los estudiantes, porque lamentablemente seguimos sin saber dónde están los estudiantes. Me gustaría que la película ayudara a debatir sobre estos temas. 

Al final, lo que está de fondo es que hay muchísimos casos por solucionar. No son 43, son más de cien mil y para mí, los 43 son un símbolo de la guerra que estamos atravesando. Lo que me gustaría es despertar un debate para que hubiera una sociedad que esté todo el tiempo exigiendo estas demandas que terminan siendo históricas. 

Sale el 2 de octubre en la película; si no hubiera sido por una generación que se negó a olvidar y se aferró discutir en marchas, pero también en obras de teatro, películas, libros, la batalla cultural de no olvidar; no tendríamos este legado de lucha y memoria. Mi granito de arena apunta hacia allá.

 

Veo Historia de un movimiento y es inevitable pensar en El grito de Leobardo López, el documental clásico del movimiento del 68. Obviamente hay diferencias, pero coincide en que se trata de una especie de película colectiva. ¿Habías pensado en esa relación? 

Es una referencia primerísima para esta película. Mi director de tesis es Jaime Ponce Barandika, uno de los documentalistas de El grito. Me parece irónico y paradójico que con material fílmico, que requiere más tiempo para revelarlo y editarlo, lo hayan hecho en un año, mientras que nosotros, con esta facilidad digital de tener la imagen al momento, tardamos diez u once años. 

Creo que entonces había una convicción más fuerte de lo colectivo, permeaba más una responsabilidad colectiva de la sociedad y acá fue difícil llegar a un consenso. Habrá mucha gente que participó en el movimiento que no esté de acuerdo con mi película, pero para eso es, para poner en discusión qué fue el 132 y cómo se vivió Ayotzinapa. 

 

Todos y todas aquellas cámaras que participaron contigo, ¿han visto la película? ¿Han hecho comentarios acerca de tu trabajo? 

Desde que iba editando les avisaba que usaría su material y les enviaba screenshots, quería ser muy transparente con lo que estaba haciendo. 

Ya vieron la película, porque se estrenó en DocsMX de 2023 y consiguió una mención especial. La mayoría de los documentalistas pudieron compartir con el público sus reflexiones. Les despierta mucha nostalgia. Muchos de ellos no habían visto su material después de haberlo grabado. Entonces, verlo editado les da gusto. 

El documentalista que más aporta imágenes está en otro país y prefirió permanecer en el anonimato; me felicitó por la película. Él ya no pudo estar en Ayotzinapa y me dijo que fue la parte que más le dolió, pero hay un sentimiento de: “qué bueno que por fin hay una película que recopila estas imágenes y las ponen a discusión del público”. 

Por otra parte, hay un sentimiento de cierta nostalgia, no todo es súper feliz, ¿sabes? Hay… No sé cuál es la palabra adecuada, pero hay un sentimiento de melancolía en torno al movimiento.

 

Historia de un movimiento (México, 2023). Dirección, guión, edición y producción: Eduardo Velasco Vásquez. Fotografía: Ezequiel Reyes. “Material de archivo” (seudónimo), Diego de la Llata Mauleón, Ignacio Rosaslanda, Aldo Sotelo Lázaro, Federico Zuvire Cruz, Erika Lozano González, Eduardo Velasco Vásquez. Música: Francesc Messenger Lavín. Voces: Manuel Cruz Vivas, Fernando Cuautle, Belén Mercado, Fernanda Echevarría, Diego Alberico, Francisco Pita.