‘Huesera’, de Michelle Garza Cervera, y el terror de la maternidad

Truenan los dedos. Truena la espalda.  Truena el cuello cuando volteas porque intuyes una presencia incómoda. A la Huesera.

 

Pero también truena tu mente. ¿Quieres o no ser madre? ¿Eres feliz en tu vida de recién casada? ¿Este departamento hermoso es lo mejor que podrías tener? ¿Está bien arrumbar en un baúl tus sueños: los discos punk, los libros prohibidos, los piercings, el pelo verde? ¿De verdad quieres ser madre? ¿Por qué te merodea la Huesera?

En su ópera prima Huesera, Michelle Garza Cervera cuenta la historia de Valeria, guapa y modosa esposa joven que se embaraza, y vive los meses más inciertos de su vida, entre la felicidad conyugal, la incertidumbre y el inquietante crujir de los huesos. 

Desde aquí,  Cervera revisa mitos casi sacros como la maternidad, los roles conyugales, la familia, la estabilidad, y trastoca la tranquilidad clasemediera para sugerir otras realidades, capaz más siniestras, sin duda abisales, por donde también se tendría que transitar. 

Mientras, un hijo crece en el vientre de Valeria. Mientras, la Huesera interrumpe sus sueños.

Huesera ya ha triunfado en todas partes: Premio a Mejor Dirección Revelación y a Mejor Película Iberoamericana en Sitges, Festival de Cine Fantástico de Cataluña; Premio a Mejor Director de Nuevas Narrativas y Premio Norah Ephron en el Tribeca Film Festival, participante en festivales de Lima, Corea o Toronto. 

 

Ahora, Huesera busca desquebrajar al 20° Festival Internacional de Cine de Morelia. Y Michelle Garza Cervera nos contó sobre la sorpresa, la inquietud, la defensa de un cine de horror al que ha conseguido inquietarnos con huesos que truenan.

 

El guión de Huesera lo escribes con Abia Castillo. ¿Cómo fue este proceso de escritura?

Empecé sola, más o menos en 2017. Apenas tenía un tratamiento de diez páginas, con la misma motivación pero estaba en búsqueda de lo que al final logramos con Abia. Al poco tiempo tuve la fortuna de compartir un camión hacia Acapulco con ella, estábamos en el mismo trabajo de videomapping, ella era guionista y yo trabajaba en el making of y la edición. Empezamos a platicar, tenía en mi celular una imagen de Love and rockets y resultó que ella también es fanática, eso nos llevó a conversar y le platiqué de Huesera; de inmediato me dio comentarios maravillosos y la invité a escribir conmigo. Desde entonces se volvió mi guionista y compañera de mil batallas en el guión, porque tenemos varios proyectos juntas. También es una de mis mejores amigas. Me siento muy afortunada, creo que pocas veces sucede un encuentro así.

 

En Huesera hay un manejo afortunado del género de horror, pero no es este tipo de horror de sustos, el miedo proviene de una inquietud más compleja, que tiene que ver con los mitos femeninos, como esta maternidad, no diré que deseada o no deseada, sino indecisa. ¿Qué te daba este género para contar la historia de Valentina?

Me parece que el horror y la fantasía son muy generosos, te permite enfocar situaciones de la cotidianidad que en la vida diaria no nos detenemos a observar, como en el caso de Valentina, y su embarazo.

Yo, por ejemplo, soy fanática de la literatura de horror y veo Frankenstein o El bebé de Rosemary. Hay ejemplos de horror súper complejos, que habla de la condición humana y es el que más me inspira. Ahí he estado haciendo a través de los años una investigación, como yo le llamo, porque es un género muy complejo. Desde ahí decidí construir mi primera película, a través de las herramientas que brinda el horror en la literatura y el cine.

 

Huesera. Dir, Michelle Garza Cervera

 

Me imagino que El bebé de Rosemary podría ser alguno de los referentes, como esta tradición de películas de horror sobre embarazos y nacimientos diabólicos, que en el fondo es este miedo de ser madre, tener un hijo y no saber qué hacer con él. Un poco esto le pasa a Valeria, en su relación con el monstruo de la Huesera. 

Era parte de la vida personal de muchas de las involucradas y los involucrados en el proyecto, y tiene que ver con mostrar que existen otras formas de familiaridad. Esta idea de la familia nuclear, muchas veces impuesta, como el único rumbo para ser felices. Es una pregunta que casi todos nos hacemos, pero pocas veces compartimos. Da mucho miedo simplemente tener un espacio para cuestionar esto, cómo hacemos familia, si quiero o no ser madre, algo tan básico como eso. Creo que a todas nos ha dado ataques de pánico en la noche, de esos que no te dejan dormir. ¿Si tomo este rumbo de ser madre, qué tal me va a sentar? ¿Y si no lo tomo tan bien? La maternidad a todas nos trastoca, seamos o no madres. Y el terror me pareció el género ideal para abordar esta temática.

 

Me recordó esta reflexión de la feminista Betty Friedan cuando hablaba del “malestar que no tiene nombre”. Me cazaba perfectamente con Valentina: puedes tener un matrimonio perfecto, una casa perfecta, un buen empleo, pero algo no está funcionando y Huesera lo traduce desde el terror. ¿Habría alguna intención feminista en proponer estas cuestiones que las mujeres están discutiendo ahora?

Por supuesto. Soy una mujer feminista, pero más allá de la etiqueta tal cual, para mí era importante que en el género de horror mexicano existiera una semillita que retara cierto estatus impuesto y que no nos cuestionamos. Mi intención era retar la idea de la familia nuclear que está impuesta como el único camino. Para mí el feminismo, más allá del concepto, atraviesa nuestros cuerpos y nuestras vidas, cómo habitamos el mundo, cómo nos relacionamos. 

Entonces, claro que sí, si soy cineasta y si voy a hacer una película, me importa hablar de esto que está silenciado.

 

Huesera también es un retrato muy fino de la clase media. Las casas de la familia de Valeria son como las de las tías de la Agrícola Oriental o la Moctezuma, colonias de clase media baja, en contraste con el departamento de recién casados, aspiracional, tipo Instagram. ¿Cómo trabajaste con tu dirección de arte para crear estos espacios?

Para nosotros era muy importante dar representación a cómo habita la clase media de la Ciudad de México. No tiene nada que ver dónde estás en la mañana, que luego llegas a la universidad y luego vas a casa de un amigo y en la noche a un concierto. Cada uno de esos mundos contrastan mucho y  tal vez nunca se juntan. Nosotras nos esforzamos mucho en plasmar eso en la pantalla, Y son universos que a la vez resultan familiares. Para nosotros era fácil construirlos. Tenemos eso en nuestro imaginario, es la inspiración de nuestra ciudad.

 

A Valeria la encarna Natalia Solián, hace una gran interpretación, desde ser una esposa modelo a llevarla a terrenos más inquietantes. ¿Cómo llegaste con Natalia y después cómo trabajaste con ella?

Tuve la fortuna de que Rocio Belmont fuera mi directora de casting, ella de hecho es una de las Sabinas en la historia. Y trajo a Natalia, a quien yo ya había visto en un par de obras de teatro. Recuerdo que la vi en Medea, que estuvo en el teatro Helénico hace algunos años. Me parece magnética. Natalia tiene mucho control corporal. La huesera parte de esta ansiedad que tenemos de tronarnos los huesos, una idea bastante conceptual, y ella construyó una propuesta muy interesante, estos aspectos bruscos de Valeria que le vienen de su pasado punk, que también tiene que ver con la ansiedad, y los huesos, la forma como se quiebra. Siempre le digo que me resulta un misterio cómo le hacen los actores, pero fue así. 

Tuvimos mucho trabajo de mesa y nuestros códigos en el set. Teníamos ciertos lenguajes que que usábamos, referencias como la película de Las horas,  estas mujeres que ante ciertos personajes tienen un rostro y cuando se quedan solas tienen otro. Gestos a los que regresábamos mucho en el set. 

 

Te pregunte sobre las casas de la clase media, cuando la historia es más drama que fantasía, pero el final, las Sabinas, el bosque, pues también es tremendo. ¿Cuáles fueron los referentes para crear estos espacios?

Una gran referencia fueron las esculturas de Louise Bourgeois, esas arañas gigantes que estuvieron un tiempo en Bellas Artes. Su araña enorme se llama Maman, madre en francés, y habla justo de cómo las arañas tienen la figura de una casa y a la vez de una cárcel. Eso me maravilló y fue una gran referencia, aparte de que sus arañas parecen hechas de huesos. 

Yo sabía que teníamos que llevar la historia a un punto en el que se mostraran las cartas del monstruo, no mantenerlo ocultó toda la película, teníamos que llegar a un clímax y mostrar las cartas, y eso toma mucho tiempo. Un día pensé que podríamos construir una masa de cuerpos de mujeres que se están rompiendo y que remiten al arácnido, entonces llegó Diego Vega al proyecto, que es un gran coreógrafo, y nos ayudó a crear esta escena. 

También un día, uno de mis productores ejecutivos subió a Instagram la foto de un bosque que parecía una telaraña y resulta que era una zona un poco oculta de Chapultepec. Fue una cosa brutal, ahí filmamos esa escena.  Fue una serie de eventos afortunados; estoy muy contenta de que nos llegó ese bosque, porque no era fácil construir algo así en diseño de producción.

 

Huesera. Dir, Michelle Garza Cervera

Hemos visto que Huesera ha recorrido varios festivales y la tratan muy bien. Cuéntame qué te han dicho de tu historia. 

Ya fui como a diez países y la audiencia cambia mucho. En Corea había cierta liberación de las chicas, querían cerciorarse de que lo que decía la película era lo que yo quería decir y se los confirmaba. Una chica de Bangladesh se me acercó en Canadá y no podía dejar de llorar. Me dijo que ella acababa de tener un bebé y que la película mostraba algo que ella había sentido durante mucho tiempo, pero nunca había tenido un espacio para hablarlo. Ella se sentía un monstruo en su casa y era un alivio darse cuenta de que no era la única a quien le pasa algo así. 

Una hace una película, te empiezas a clavar en cosas muy específicas y se te olvida lo amplio: la decisión de hablar de un personaje así, pero luego te acuerdas de lo importante y es muy conmovedor. En general, ha habido una gran recepción. 

Estuivimos ahorita en Sitges y era de los festivales que más me estresaban, porque las audiencias de género y horror son difíciles. Estaba muy nerviosa y la verdad es que la película logró encantar a gran parte de esas audiencias, cosa que se me hace un gran logro. 

Ahora, con el estreno en México, estamos más nerviosas que nunca, porque es nuestro país, irá todo el equipo y la familia y los amigos a verla, a ver qué tal nos va.

 

Y regresando a ti, Huesera te consolida en hacer del género un espacio ideal para tus siguientes proyectos. 

Sí, sí, ya tenemos las siguientes dos películas escritas. Una la filmamos el próximo año. Va a ser más de ciencia ficción, también con horror, y tenemos otra, una adaptación de un cuento de Mariana Enriquez, una de nuestras escritoras favoritas. Tuve la fortuna de conocerla en dos festivales y es un honor adaptarla. Estamos haciendo eso y ahora también voy a dirigir un episodio para este remake de La hora marcada.

Huesera (México, Perú, 2022). Dirección: Michelle Garza Cervera. Guión: Michelle Garza Cervera y Abia Castillo. Producción:  Paulina Villavicencio, Edher Campos. Compañías productoras: Machete, Disruptiva Films. Fotografía: Nur Rubio Sherwll. Edición: Adriana Martínez. Música: Gibrán Androide, Cabeza de Vaca. Diseño de sonido: Christian Giraud. Diseño de producción: Ana J. Bellido. Coreografía: Diego Vega Solorza. Postproducción: Joakim Ziegler. Elenco: Natalia Solián, Alfonso Dosal, Mayra Batalla, Mercedes Hernández, Aída López, Rocío Belmont, Martha Claudia Moreno.