En el cortometraje La espera, de Celina Yunuen Manuel, se propone una trasgresión sosegada, cotidiana, que desde el tema de la migración llega a otras zonas, acaso más polémicas: la posibilidad de que mientras esperan, las mujeres encuentren en ellas mismas espacios para la exploración de sus afectos.
La espera se ha presentado en foros como el Festival Internacional de Cine de Morelia, la Muestra de Cine de los Pueblos Originarios y Afrodescendientes. En 2025 participa en la Muestra de Cine de Realizadoras Indígenas. Cine purépecha, con una historia que podría ocurrir en cualquier parte del mundo.
La directora nos contó cómo imaginó y desarrolló esta cándida y poderosa historia sobre dos mujeres que esperan.
¿Cómo nace la idea de La espera?
Tuvo un tiempo muy largo de germinación. Estuve tres años dándole vueltas en mi cabeza, a partir de de situaciones que veía y sigo viendo en mi comunidad, Santa Fe de la Laguna. Veía esta ausencia de hombres, que van a Estados Unidos a buscar oportunidades laborales; ahí había un hueco, otra parte de la migración: quienes se quedan, mujeres en su mayoría. La vida sigue en la comunidad, ellas tienen que buscar maneras de continuar y sostenerse. También está el otro tema, las diversidades en contextos comunitarios. Algo que me llevó a hacerlo fue el vacío de estas historias. Ahí vi la oportunidad de tejer estos dos temas en una historia. Fue mi granito de arena a estas narrativas que estamos empujando en todo tipo de artes, a partir de observar los temas de la diversidad sexual y otra perspectiva de las migraciones.
Quería hablar de de lo que surge en esos contextos: no solo es tristeza, dolor, también puede surgir el amor. Quería hablar del amor entre dos mujeres, de los afectos que se van tejiendo en esta intimidad.
Me parece que la migración es un tema paraguas para que hables de la intimidad entre dos mujeres, donde los hombres parecerían quedar excluidos.
Hay cierta sutileza en cómo se va construyendo el afecto en la cotidianidad, entonces era pensar en los gestos, los cuidados, en regresar la mirada. También encontré muchas cosas que respondieron preguntas sobre mí misma. Fue un camino hacia el interior, por eso pensé siempre cómo se siente esta cercanía, la mirada cómplice del espectador y la espectadora: es cuando le cuentas a tu amiga que estás teniendo un romance y te emociona. Fue ir construyendo a través de mucho diálogo con la cinefotógrafa Anel Melgarejo. Es una historia muy cotidiana, que ocurre en el día a día. Se están queriendo mientras van a trabajar, mientras hacen las ollitas, mientras lavan, mientras les está sucediendo la vida.
¿Cómo construiste esta intimidad con tus actrices, Alondra Manuel Piñón y Elizabeth Media?
Alondra es mi hermana, fue su debut en la actuación, y Elizabeth, la señora, es una amiga de la familia. Entonces hubo este feedback que hace que no se sienta artificioso.
Era mucho diálogo. Incluso, algo que siempre recordamos, es el momento en la cama: solo nos quedamos con ellas las mujeres del crew y empezamos a platicar cómo es cuando estás con una persona. Empezamos a intercambiar historias, generó esta sensación entre todas y eso también ayudó. Ahora recuerdo, en retrospectiva, que hubo un momento para que todas habláramos de esto, y colaboró a generar cierta sensación en la pantalla.
Había un ejercicio colaborativo de la intimidad: todas alrededor de la cama, opinando cómo vive uno cuando está en este momento de afecto con su pareja. Hace pensar en un crew de mujeres y es importante saber que vienes rodeada de mujeres fotógrafas, sonidistas, productoras...
Mi sueño era tener un crew de mujeres. En esa época estaba escribiendo en Girl at Films y reflexionaba sobre el trabajo de las mujeres en la industria; de la mirada de las mujeres contra la mirada patriarcal; por eso quería hacer un crew de mujeres. No se logró porque en Michoacán, y más en las comunidades, no hay un gremio muy amplio, donde haya muchas mujeres. Fue una búsqueda exhaustiva para ocupar los puestos. Entonces dije: “que al menos las cabezas de cada departamento sean mujeres”. Para mí era importante eso porque queríamos cuidar la intimidad y la confianza, principalmente por las escenas y porque era la primera vez de las actrices.
Esto me dejó esta reflexión de que sí puedes despatriarcalizar la mirada, pero también me di cuenta que hacía falta una chamba previa para llegar a ese momento. A veces no están las condiciones y nunca van a estar. Hay que hacer acuerdos, ceder en ciertas cosas para que esto se siga moviendo.
La espera se ha presentado en El Zócalo y próximamente estará en la Cineteca y otros espacios, con motivo de la Muestra de Cine de Realizadoras Indígenas. ¿Qué significa eso para ti?
Se me hizo genial, me gusta mucho el trabajo de las otras directoras. Varias de ellas son amigas o referentes para mí, es necesario que poco a poco vayan saliendo más directoras. Se me hizo importante esta curaduría, habla de cosas que nos afectan directamente. También me gusta que podamos dialogar entre mujeres de diferentes comunidades y que se siga moviendo la creación, la reflexión y el pensamiento que genera el cine.
¿Tú crees que ser mujeres de comunidades indígenas les da algún punto de vista especial, otra mirada, otra forma de de encarar los temas?
Es algo que suma a ciertas perspectivas que ya están, desde los hombres varones de las comunidades originarias, que no todo el tiempo está peleada con la mirada de una mujer de una comunidad. Pienso que abre más la perspectiva, porque en la comunidad hay ciertas jerarquías en cuanto a los usos y costumbres. Para nosotras, hacer cine es una manera de hablar dentro y fuera de la comunidad, un espacio dentro pero también afuera, por esta cosa que de repente no hay tanto tantos foros pero hay que generarlos; el cine es una manera de seguir dialogando dentro y fuera de las comunidades.
La espera (México, 2020). Dirección: Celina Yunuen Manuel Piñón Guion: Celina Yunuen Manuel Piñón. Producción: Coral Flores. Cinematografía: Anel Melgarejo González. Productora: Misitu Films. Asistente de producción: Ángel David. Asistentes de cinematografía: Liz Robles y Edson Contreras. Iluminación y gaffer: Giordano Ramos Estrada. Diseño de arte: Rose Fefa. Asist. Diseño de arte: Iktan Cortés. Foto fija: Luis Enrique Granados. Sonido directo: Elizabeth M. Coss. Reparto: Elizabeth Medina Valentín, Alondra Manuel Piñón, Nicolás Fabián, Manuel Magaña. Idioma: Español, Purépecha.