Li cham (Morí), largometraje documental de Ana Ts’uyeb, celebra la resistencia y la insistencia de tres mujeres tsotsiles, Margarita, Juana y Faustina, quienes desde ásperas historias de vida han sabido renacer y convertirse en mujeres plenas, referentes de sus comunidades desde su trabajo en la siembra, la cosecha y el cuidado del café.
En paralelo, Li cham da testimonio de la influencia que significó el zapatismo para estas mujeres: una mirada desde las comunidades tsotsiles a un movimiento que logró sembrar la lucha y la rebeldía en cada conciencia.
Li cham recibió el apoyo del ECAMC, y tiene su estreno mundial en el 22° Festival Internacional de Cine de Morelia. Platicamos con Ana Ts’uyeb sobre esta experiencia desafiante y amorosa de dialogar y compartir la muerte y el renacimiento de tres mujeres poderosas.
¿Quiénes son Juana, Margarita y Faustina, cómo las eliges para que participen en este documental?
Margarita es mi mamá, Juana mi tía y Faustina mi cuñada. De mi madre sabía que atravesó una vida dura en la niñez y la adolescencia, sorprende ahora ver a una mujer con esa fortaleza y esa valentía. Juana es un referente en la comunidad, ella está al frente de su familia y ha tenido cargos comunitarios en Naranjatic. Faustina llega a la comunidad porque se casa con mi primo, después mi mamá la apoyó. Me decía: “así como ves a Faustina era yo de joven, no tenía nada, la veo vulnerada, por eso la ayudo”. Ahí supe que quería hacer esta investigación.
Decidí trabajar con mujeres de tres generaciones, que además comparten un pasado en el zapatismo, juegan diferentes roles en el trabajo del café y en su familia. Al inicio quería enfocarme en la defensa de la Tierra, pero al hablar desde los usos y costumbres entendí cómo limita los derechos a una vida libre. Es cuando decía mi mamá que le cortaron las alas.: no le permitieron estudiar y eso la llevó a una vida violenta, condicionada a ser madre y esposa. En el 94, con el zapatismo, las mujeres toman fuerza para defenderse. No sólo era luchar contra el sistema capitalista y defender sus derechos como indígenas, también era luchar contra el machismo en su comunidad y su familia.
Quise contar esta historia desde mi perspectiva como mujer tsotsil. Quería cuestionar cuántas veces las mujeres morimos en alguna etapa de la vida por dar la vida, como en el caso de mi mamá, que pierde sus primeros embarazos por explotación del trabajo; o con Faustina, que pierde su bebé. Las tres voces representan la voz de muchas mujeres tsotsiles. Hice mi historia desde la admiración que sentía por ellas, que muestran su valentía y su fortaleza a pesar de la adversidad.
Comencé el rodaje a finales de 2021 y terminé en febrero de 2024.
Sé que tienes algunos cortometrajes con tono noticioso. ¿Qué diferencia hay entre la Ana que hace noticias a la Ana que cuenta una historia como cineasta?
Trabajé en Canal 10 de Chiapas, en el programa Palabra en flor, que le da espacio a mujeres que destacan en ámbitos culturales, académicos, artísticos y políticos. Después trabajé con ONGs nacionales e internacionales, haciendo historias de vida de mujeres, pero no había hecho nada de mi comunidad.
En 2019 me di cuenta que necesitaba tener mi propia postura y no copiar formatos. Desde mi cosmovisión tsotsil podía plantear esta historia. Por ejemplo, en esta película hablo de la muerte, de la lucha, del trabajo. Creo que es la diferencia con mis trabajos anteriores. Antes era la prácticas de los cortos: en la escuela te dicen cómo deben ir las escenas; en esta película, con el fondo del ECAMC, tuve un montón de asesores, pero respetan la postura del director, lo ven de otra forma.
¿Cómo creabas la confianza para que Margarita, Juana y Faustina te contaran sus historias?
Al principio pensaba dejar en cuadro las entrevistas. El primer intento lo hice con mi mamá: desde que estudié comunicación hacía mis prácticas con ella, pero no era lo mismo ir sola con mi cámara y mi micrófono, a este momento, que iba con otro fotógrafo, un sonidista y la iluminación. Descubrí que al entrevistar a cuadro a mi mamá la conversación no fluía, opté por hacer una charla con ella en un cuarto, donde sólo estuviera mi sonidista. Yo sabía de la muerte de sus bebés, pero no sabía a ese detalle. Ellas tomaron la charla como un desahogo. Ahí descubrí cosas que ajustaron la idea de la película, porque ellas tomaron el espacio de soltar y ser escuchadas. Por eso decidí usar voz en off: yo hago una pregunta y ellas fluyen y terminan respondiéndome media hora después. Creamos un espacio para soltar lo que no lo habían soltado. Las tres estaban conscientes de que yo era una loca que no tengo tabús y se sentían cómodas contándome.
Cuando hablamos del zapatismo desde fuera, lo hacemos desde un punto de vista político, poco conocemos del zapatismo que colaboró directamente con las personas. ¿Por qué agregaste este tema en tu documental?
Es indispensable en la vida de estas tres mujeres, y de la mía también. No se podía partir de cómo asumen esa rebeldía y romper estereotipos culturales sin hablar del zapatismo. Ahí empezó todo. Pero además, yo crecí durante 15 años en la comunidad zapatistas, desde pequeña traía esta formación de su lucha.
Quiero hacer una pregunta indiscreta, ¿pues de qué año eres? Pareces más joven que el levantamiento zapatista...
El zapatismo surgió en 1994, yo nací en el 97.
Estoy hablando con una mujer educada totalmente en el zapatismo...
Sí. El zapatismo en Chiapas tuvo mucha influencia. Hubo mucho acercamiento de los medios audiovisuales y cinematográficos con nuestras comunidades por el zapatismo. Empezaron participando personas mayores como mis papás, y yo soy el fruto de esa lucha. Lograron crear escuelas, hospitales públicos, algo a lo que no teníamos acceso.
¿Qué te parece presentar Li cham en el Festival Internacional de Cine de Morelia?
Fue una noticia maravillosa para para mí y el equipo, es un trabajo de cinco años y siempre soñamos hacer el estreno en Morelia. Es emocionante y más porque voy con las compañeras con quienes tuve los apoyos de ECAMC. Voy a coincidir con compañeras de acá de Chiapas, como Liliana K’an con el cortometraje Vientre de luna, o Tzofo de Salvador Martínez, o Luna Marán, que fue mi asesora en otras escuelas de formación. Es maravilloso tomparme con ellos, que vimos cómo trabajamos nuestros proyectos y ahora es genial llegar ahí con mis comadres.
¿Ya vieron Li cham Juana, Margarita y Faustina?
Acá en nuestro contexto nunca llegamos a decir, vine a grabar una película, el proceso de acercamiento se hace de otra forma. Cuando tenía el primer armado se los mostré porque hacía falta grabar otros materiales, y quedaron muy sorprendidas. Sobre todo Juana, me decía: “yo pensé que solo venías a perder tu tiempo, no sabía que estabas haciendo algo así”, y sus hermanas, su hija, su nieta, estaban emocionadas. La vimos en su cocina.
Cuando las grabé creían que solo quería registrar sus historias, cuando ven el armado fue impactante. Quedaron emocionadas y cuando les di la noticia de que terminé y les compartí el DCP estaban muy emocionadas, hicimos convivio. Ellas están conscientes de lo que se viene, que se va a mover la película y en este caso mi mamá va a asistir al Festival de Morelia. Están súper emocionadas, es la primera vez que ven a alguien hacer una película.
Li cham (Morí) (México, 2024). Dirección y guion: Ana Ts’uyeb. Producción: Benjamin Fash y Ana Ts’uyeb. Casa productora: Bolomchon Films, con el apoyo del ECAMC-Imcine. Fotografía: José A. Jiménez Pérez. Edición: Ana Ts’uyeb. Sonido directo: Lorena Janeth Gómez Gómez. Diseño sonoro: Lena Esquenazi. Mezcla: António Pórem Pires. Postproducción: Víctor Gómez. Colorista: Néstor A. Jiménez. Música original: Valeriano Gómez Díaz. Lengua: tsotsil. Participan: Juana Vázquez Gómez, Margarita Hernández Hernández, Faustina Cruz Ruiz.