‘Marino y los Auténticos’, de Cristóbal Jasso: una crónica musical de Collantes

Conozcan a Marino Mariano, Dagoberto, Zenón, Rolando, Crescencio y Urbano. Ellos son Marino y los Auténticos, grupo musical de la costa chica de Oaxaca que alegran las fiestas religiosas y también las profanas. Interpretan las Danzas de los Diablos que se realizan durante Día de Muertos, pero su talento va más allá: con sus composiciones propias, entre corridos, cumbias y sones, han creado una crónica enérgica, festiva, del pueblo afromexicano de Collantes y sus alrededores. 

Cristóbal Jasso trasciende el folclorismo y en Marino y los Auténticos retrata a un grupo de músicos que, desde la guitarra y la armónica, la arcusa y la quijada, han dado goce a una región. Jasso los acompaña en sus trabajos, sus percances, sus malos entendidos y su energía interpretativa. No sólo hay destreza para ejecutar sus canciones: también para afrontar sus vidas precarias. Reconocidos en lo local, Marino y los Auténticos sufren el desdén de las políticas culturales, que sólo ven en ellos una curiosidad inclusiva. Y ellos quieren grabar sus composiciones propias, para dejar un legado. También, para enseñarles sus saberes musicales a las nuevas generaciones.

Música regional con resonancias universales, historias íntimas que nos tocan a todos quienes insistimos en seguir nuestros sueños, Marino y los Auténticos recupera creadores, canciones, tardes de lluvia y fiesta de la costa. Es el retrato de un quinteto de viejos músicos que todavía saben reunirse en las noches, con sus instrumentos, a ensayar “El cocodrilo” o “El solitario”.

Marino y los Auténticos forma parte de la sección Ópera Prima del 19 DocsMX. Su director, Cristóbal Jasso, y su productora Eréndira Hernández, nos platicaron sobre cómo hacer un documental de música de fiesta que por ahí esconde melancolía. 

 

Marino y los Auténticos, dir. Cristóbal Jasso

 

¿Cómo llegan a este grupo de músicos? 

Cristóbal Jasso (CJ): Marino y los Auténticos son Marino Mariano, Dagoberto Mariche, Zenón Toscano, Rolando Guzmán, Crescencio González y Urbano Gallardo. Son los músicos tradicionales de sus comunidades, organizan los sones y las danzas. 

Los conocí por ahí de 2010, cuando colaboré en una radio comunitaria donde se organizaba una Guelaguetza Afromixteca, que buscaba juntar a los pueblos ñuu savi y afromexicanos. Conectamos desde el inicio; me gustó mucho su música, no sólo la tradicional, sino la que ellos han creado. Con sus instrumentos tocan sones de los diablos y otros géneros musicales; componen sus canciones y van a donde les dan chance de compartirlas. Se hizo una relación personal, los visitamos en sus comunidades y nos invitaban a sus compromisos familiares. 

 

¿En qué momento, Eréndira, aceptas producir esta película?

Eréndira Hernández (EH): Juan Cristóbal y yo nos conocimos en 2015, en el taller de formación de Ambulante Más Allá, participamos juntos en el cortometraje Caricia. Me contó sobre esta inquietud y me pareció interesante su valor de producción y la difusión de la cultura musical en los pueblos negros, pues va más allá de los sones de los diablos.

Justo me inquietaba lo folclorizadas y mercantilizadas que son muchas expresiones culturales de Oaxaca, pensé que era la oportunidad de corregir eso, o de aportar otra visión sobre nuestro tesoro cultural. Fueron seis años y el resultado, aunque tal vez tardío para la industria del cine, para nosotros estuvo bien, porque fuimos de escalón en escalón hasta lograr la película. 

Ambos compartíamos la visión de que el proyecto se nutriera de otros realizadores como nosotros, de la zona de Oaxaca o de la costa, que no habían tenido una escuela de cine, sino una formación independiente; así nos fuimos integrando.

 

Además de sus personajes, otro personaje importante es la comunidad de Collantes, una región donde es muy importante la afrodescendencia. ¿Qué me pueden platicar sobre este espacio? 

CJ: Es una comunidad muy importante; fue el puerto más grande de la costa de Oaxaca, incluso antes que Salina Cruz. De ahí salía tabaco, algodón, caña y más cosas; esos productos se iban otros continentes. Es de las primeras comunidades que visibilizó las expresiones culturales del pueblo afromexicano, y de las primeras que tuvieron La Guelaguetza, con los sones de los diablos. A partir de eso, otras comunidades se animaron a presentar sus culturas y danzas. 

De Collantes han salido muchos músicos, porque el tema de la composición es muy natural. Ahí es donde nuestros protagonistas juegan un papel relevante. Ellos salvaguardan la música tradicional, pero hay muchos temas de racismo institucional: son reconocidos por la folclorización de su cultura, pero sus creaciones pareciera que no le interesan al gobierno. Al ser mayores de edad, hay una brecha generacional donde quedan aislados con sus canciones. Sin embargo, su música es relevante: condensa muchísimas cosas que reflejan el día a día de las comunidades afromexicanas.

 

Marino y los Auténticos, dir. Cristóbal Jasso

¿Cómo reaccionaron Marino y los Auténticos ante la propuesta de hacer un documental? 

CJ: Ellos son artistas, no son ajenos a las cámaras. Les gusta difundir lo propio, han sido muy abiertos y más con el tema de retomar sus composiciones, que estaban quedando en el olvido y que tienen que ver con su etapa de juventud. La cámara y la grabadora les permitió dejar un registro permanente de esa etapa olvidada. 

EH: Los considero artistas desde que los conocí. Eso nutre esta película y los separa del folclore, porque los ves poniéndose de acuerdo para ensayar, enfrentando las dificultades de ir a la milpa, a la cosecha de mangos, combinado con su gran pasión, el sueño de grabar sus propias canciones, más allá de los sones de los diablos. Eso es primordial: reconocerlos desde el inicio, no ver la película pensando que verás que esta persona se convierte en artista, porque ya lo es.

 

Siguiendo tu trayectoria, Eréndira, das la impresión de ser una productora comunitaria, una figura que no es muy común dentro en los productores de cine. ¿Qué implica este trabajo que haces? 

EH: El valor de las producciones en las que he tenido la oportunidad de estar, ha sido participar en las historias que me gustan: historias donde la misma gente de la comunidad es la protagonista, y que busca que no los idealicen. 

Esta es mi ópera prima como productora. Al inicio nos veían como dos loquitos que querían meter una carpeta a Foprocine sin tener una escuela de cine, pero con el tiempo descubrimos que es un valor de nuestra producción; que no era otra película sobre la violencia en el país, no directamente. Es importante hablar de esos temas, pero también como espectador quieres otra narrativa, que te cuenten cosas buenas y malas. Ese es el perfil de producciones como Marino y los Auténticos.

 

¿Cuáles eran las dificultades de hacer el retrato de los integrantes de Marino y los Auténticos?

CJ: Nuestros protagonistas son parte del patrimonio de nuestro país, por todo lo que salvaguardan en su música. Sin embargo, ellos están en el día a día, se mantienen de sus oficios. 

Rolando compra y vende pescado, el hecho de venir un día a la Ciudad de México significa que no percibirá ganancias. Dago extrae gravilla de forma artesanal. Marino es pescador y algunos temas de salud se le han complicado, dice que hace un año “ya estaba entregando el equipo”, porque en diciembre tuvo un problema respiratorio muy fuerte. Eso causaba dificultades al grabar, porque de repente les decía: “vamos a hacer esto” y para ellos, implica reducir su ingreso.

Es un documental de bajo presupuesto, pero con el dinero que tuvimos, buscamos hacer un colchón para nuestros protagonistas. Tuvimos retos desde que iniciamos el documental. Por ejemplo, hubo al menos tres huracanes que golpearon fuertemente los sitios donde trabajamos; después vino la pandemia y fue un gran reto. También hubo repuntes de violencia entre los grupos de la zona y debíamos tener cuidado al ingresar o salir de ciertos lugares. 

Otro reto fue hacer cosas en conjunto con ellos como músicos, verlos ponerse de acuerdo: si quedan en los ensayos y alguien no llega, se enojan y es parte de los de los gajes del oficio.

 

¿De qué manera propuestas audiovisuales como Marino y los Auténticos participa de la cultura de las comunidades? ¿El cine les sirve para articular a su comunidad, así como la música? 

CJ: Nosotros pensamos que nuestros documentales tienen como público principal a las comunidades. En el caso de mi película anterior, La suerte del agua, luchamos para que así fuera, para que generara un espacio de diálogo entre las comunidades que habitan una misma cuenca. Aquí nos gustaría que nuestro documental abriera un espacio de intercambio entre los músicos tradicionales, con énfasis en las comunidades afrodescendientes o afromexicanas.

La idea es llevar el documental a la costa, al Sotavento o a otras regiones del país, donde la música juega un papel importante. También queremos penetrar en sus redes sociales. Uno de nuestros protagonistas es abuelo y tiene hijos e hijas en Estados Unidos, en la Ciudad de México, y ver videos con sus abuelos tocando la música con la que ellos crecieron, genera una dinámica que esperamos canalizar a lo regional. 

Queremos insistir en la salvaguarda que merecen, porque son reconocidos a nivel comunitario, pero hay un tema de olvido. Ellos ya no tendrían que estar trabajando, deberían tener apoyo para que se puedan dedicar a la transmisión de su conocimiento, darles el lugar de patrimonio cultural. 

EH: El mayor capital sería que que los jóvenes quieran aprender, que Marino, Rolando y Dago se dediquen a transmitir esos conocimientos. No es un discurso que yo tenga, a ellos les preocupa, dicen que podrían ganar algo si enseñaran, pero que le cuesta juntar a los jóvenes. 

También nos gustaría contar con algún productor o productora que nos ayude a lanzar el material musical de Marino y los Auténticos; porque de eso se trata, que la película incida en lograr el sueño de estos músicos.

A pesar de ser historias locales, Marino y los Auténticos atraviesa temas universales. Juan Cristóbal lo ha resumido en que todos tenemos un sueño. El de Marino es transmitir su música, dejar su legado para la posteridad. En un punto en la película reflexionas: ¿cuáles han sido tus sueños? ¿A qué te has enfrentado? Marino y los Auténticos es una historia que atraviesa esa universalidad.

 

Marino y los auténticos (México, 2024). Dirección: Cristóbal Jasso. Producción: Eréndira Hernández Cárdenas, Eugenia Montiel Pagés. Compañías productoras: FOPROCINE, Eréndira Hernández Cárdenas. Fotografía: Xun Sero. Edición: Pedro G. García. Sonido: Emilia López Guzmán, Armando Martínez. Música: Marino y los Auténticos. Elenco: Marino Mariano, Dagoberto Mariche, Estevan Urbano, Rolando Guzmán, Zenón Toscano, Crescencio Chencho González.