‘Soy lo que nunca fui’ de Rodrigo Álvarez Flores: las fronteras de un familia

Desde lo alto de una colina, una madre y sus dos hijos miran la línea fronteriza que separa a México y Estados Unidos. Esperan a que regrese el hombre de la casa, ha prometido que traerá dinero y buenas oportunidades para mejorar la vida. La espera será más larga de lo que imaginan. Y en esa espera, ellos mismos se volverán frontera: emociones encapsuladas, imposibilidad de acercarse a quienes constituyen su presente. 

Soy lo que nunca fui, ópera prima de Rodrigo Álvarez Flores, cuenta tres historias y tres formas diferentes de la soledad y el desamor. Enamoramientos imposibles y relaciones personales tensas, que ocurren en Tijuana, una ciudad donde todo se resuelve entre los límites de los otros y los propios.

Soy lo que nunca fui cuenta con un gran reparto, que encabeza Ángeles Cruz y a quien acompañan Ari López y César Kancino en los estelares. Forma parte de la Selección Oficial Largometraje México del 27° Festival Internacional de Cine Guanajuato. Rodrigo Álvarez nos contó sobre este ejercicio de cruces, fronteras y soledades que no logran compartirse. 

 

Soy lo que nunca fui, dir. Rodrigo Álvarez Flores

Escribes el guión de Soy lo que nunca fui con Benjamín Figueroa y Alberto Gutiérrez. ¿Cómo empiezan a imaginar la historia?

El primer borrador lo escribí en 2018. Después, me apoyé con Benjamín y Alberto para darle otro tratamiento a la película. Las historias que realizo tienen un trasfondo personal pero busco nutrir la idea con la ayuda de otras personas; así la historia viene bien redondita. 

 

La idea que condensa la película es tu primera escena, la escena idílica de una madre y dos niños, de la que se desprenden los dilemas de tus personajes; las historias ocurren simultáneamente y en ciertos puntos convergen. ¿Por qué escoges este formato? 

Viene mucho de la forma como pienso el cine, que para mí es perspectiva. Como sea que estemos viendo la película, estamos viendo un punto de vista desde un personaje. Cuando tenemos conversaciones con alguien conoces solamente su perspectiva y no entiendes como llegaron a cierto punto. A mí se me hacía interesante crear una historia donde pudiera entender por qué la madre o los hijos toman ciertas decisiones. Y en vez de emitir un juicio, entender toda las motivaciones y sus consecuencias. Es la historia de personas que quieren ser felices. 

 

La película empezó a interesarme desde ver la actuación de Andrés Delgado como Sebastián,  su presencia corporal, que es muy incómoda. Desde ahí iba entendiendo que todos los personajes viven la incomodidad de acercarse,  estorbarse, traspasar límites. Es una película que trata mucho de hasta qué límite acepto que te acerques. 

Las tres historias tienen arcos similares, cada uno con cosas muy específicas, pero viven situaciones parecidas, desde diferentes puntos de vista. Ahora que mencionas a Andrés, con él tuvimos pláticas muy exhaustivas sobre la toxicidad masculina, para mí era importante hablar sobre esa vulnerabilidad. 

Me siento afortunado de haber contado con actores de ese calibre, porque a mí como director me me obligaron a estar a la altura. Como mi cerebro tenía que estar al 200% para estar a su nivel. Me hizo crecer mucho y es algo que como proceso interno de la película me gusta mucho.

 

Este elemento de los cuerpos acosados o trasgredidos también tiene que ver con la frontera, el límite que es social, pero también cruza íntimamente a cada personaje. Me pareció interesante este simbolismo de las distintas fronteras. 

Yo no soy originario de Tijuana, pero llegué en 1999 y ya estoy más que adoptado allá, como los personajes. Cuando llegamos con mi familia teníamos la intención de buscar una vida mejor, como muchas familias. Tijuana es un lugar donde hay sueños muy grandes, pero también desilusiones de todo tipo. Siempre se piensa en Tijuana y la frontera como cruzar la migra y la flora del desierto, pero también está la gente que se quedó aquí, esperando. 

Tijuana o la frontera son personajes invisibles que influyen en tu vida. Y ahora, como persona que vive en el norte, es parte de mi vida diaria. Entonces era imposible separar esa idea de los personajes.


 

Soy lo que nunca fui, dir. Rodrigo Álvarez Flores

Ángeles Cruz hace un gran trabajo como esta señora cansada, enojada, monosilábica. ¿Cómo eran estas dinámicas que hizo con César y y Ari? Los desayunos, cuando se encuentran y no se encuentran, que además son los nudos argumentales de las historias. 

Empecé a hablar con Ángeles varios meses antes de hacer la película, tuvimos pláticas muy profundas. Yo le mandé a Ángeles el guión un 22 de diciembre y el 23 me contestó, que le interesaba hacer la película. Para mí era muy importante escribir un personaje femenino fuerte. Yo crecí moviéndome mucho de ciudad en ciudad por el trabajo de mi papá, que a diferencia del de la película, sí estuvo en en mi vida, pero por su trabajo, que viabaja mucho, le tocó ser una figura ausente. Entonces mi madre nos criaba, y es una mujer de carácter fuerte, luchadora, y para mí era importante reflejar eso. El personaje de una mujer que está en sus cincuenta, que se pregunta qué va a pasar con su vida después de tantos añños de criar chamacos, este conflicto interno de qué voy a hacer. Y platicando con Ángeles sobre su vida personal y de su familia, me dijo que había conectado con esos dilemas. Creo que la figura materna la veíamos igual, Estas mezclas de ternura con seriedad, esa forma de los personajes tienen carnita, textura, cosas de nuestras mamás.

 

Soy lo que nunca fui podría describirse como tres cortometrajes que se entrelazan; también me hace pensar en tres tonos distintos: el coming of age, el melodrama, y una pieza contenida, de gran tensión.  Parecería que trabajaste de maneras distintas cada historia.

Estás en lo correcto, es algo que platiqué mucho con el fotógrafo, Alejandro Guzmán, cuando hablamos de la perspectiva. Yo tuve muy claro que en las escenas en común no quería repetir ni un solo plano, y fue un trabajo difícil para los que editaron la película. Quería que cada personaje tuviera su propia perspectiva y su propio material. Incluso, cada personaje tenía su set de lentes y su paleta de colores. 

En el caso de Renato, el hijo mayor, retratamos su necesidad de libertad y rebeldía con grandes angulares, que se sienta el espacio más abierto, de personas que quieren salir corriendo. Abel, que es el hijo menor, quien vive la desilusión del primer amor, los colores se tornaron pastelosos y los planos más cerrados, porque su conflicto es interno. Y el personaje de Ángeles, una historia más madura, más aterrizada, yo le llamo el patito en el agua, que por fuera estás viendo mucha tranquilidad, pero si te asomas hacia el interior hay un caos que salpica.

 

¿Cómo fue la experiencia de filmar en Tijuana?

Filmamos el 80% de la película en los Estudios Baja, que ya no existen, y en Tijuana. Para mí era importante darle a Tijuana una textura diferente. alejarme del desierto y lo sepia de Steven Soderbergh, quedarme con tonos más verdosos y luminosos. Para mí era importante que siguiera siendo Tijuana, pero no caer en la convención de la frontera que siempre vemos.

 

Soy lo que nunca fuiMéxico. (2023). Dirección: Rodrigo Alvarez Flores. Producción:Rodrigo Alvarez Flores, Antonio Carrillo Vilches, Sarahi Castro. Compañías productoras: Cine al norte, Luz Azul. Guión: Rodrigo Alvarez Flores, Benjamin Figueroa, Alberto Gutierrez. Edición: Diego I. Alvarez Flores, Marcelo Galan, Felipe Gómez.Fotografía: Alejandro Guzmán. Música: Eli Been Avi. Reparto: Ángeles Cruz, Ari López, Andrés Delgado, Héctor Guerrero, Sara Juárez, César Kancino, Giancarlo Ruiz.