‘Violentas mariposas’ de Adolfo Dávila: la justicia y la venganza de las jóvenes

Hay una ciudad inhóspita donde Víktor y Eva transcurren. Toquines punks, graffitis anárquicos, marchas, lecturas fervorosas de filosofía o derecho querrían conjurar la violencia que acecha. ¿Puede ser posible el amor en estas calles? Pero después la pregunta se endurece. ¿Puede ser posible la justicia en este espacio hostil, intimidante? “Cuando la justicia está ausente, la venganza es un acto de fe”, declaran los personajes desde experiencias de vida que los mueven del candor al desconcierto. 

Violentas mariposas, ópera prima de Adolfo Dávila, es una película de crecimiento en la que se funden la teoría y la praxis de una rabia concentrada. Película para una generación intimidada, que también se impulsa en cada marcha, en cada canción, en cada proclama que exige justicia o venganza, mientras la autoridad merodea amenazante las calles. 

Música enérgica de Martin Thulin, interpretaciones protagónicas de Alejandro Porter y Diana Laura Di, Violentas mariposas inicia su aventura en la sección Largometraje mexicano del 22° Festival Internacional de Cine de Morelia. Platicamos con Adolfo Dávila sobre esta historia, que también es una convocatoria para los jóvenes que ahora, en las calles y sus casas, quieren imaginar otra ciudad, otras vidas. 

 

Violentas mariposas, dir. Adolfo Dávila

Violentas mariposas es una historia de la juventud contemporánea, con algo de punk, graffiti y activismo, aunque luego exploras lugares más tenebrosos. ¿Cómo empezaste a tejer esta historia? 

Quería contar la historia de dos jóvenes críticos, artísticos, originales, como los que pocas veces vemos en nuestro cine: en muchas películas mexicanas la juventud se retrata apaciguada y mi interés era mostrar dos jóvenes a los que sí les gira la piedra y que critican al sistema constantemente. Me interesaba revivir el fuego de los jóvenes de la forma más literal, generar en estos personajes el cuestionamiento de la justicia y la idea de vivir en este país, donde la carencia de justicia existe y está normalizada. 

Eso tratan de reflejar nuestros personajes, que casualmente cae en este momento donde el tema de la justicia está efervescente y tiene una perspectiva diferente a la que hoy en día existe.

 

Un maestro de tu película, siguiendo a Hegel, comenta que “el Estado es el espíritu” mientras Víktor y Eva viven historias violentas que les obliga a posturas anárquicas y a replantearse cómo relacionarse con el Estado. Además de ser una película de juventud, de música y amorosa, también es tremendamente política. 

Siempre fue la intención, es importante que como cineastas motivemos a la juventud a ser más crítica, más pensante. De ahí surge la idea de amalgamar sucesos patológicos de nuestra historia reciente: el asesinato a periodistas, los feminicidios, la postura de las mujeres ante la injusticia. 

Gran parte del espíritu de la película está en la mesa cada 8 de marzo, en cómo reaccionan las mujeres ante la injusticia, y de lo que mucha gente considera violencia, pero es un enojo de hartazgo, de todo aquello que no aceptamos, sino que queremos que cambie. 

Quería que la película fuera una catarsis a eso, que puedas desahogarte de alguna manera. La ficción nos permite desahogar esos deseos que nuestra realidad no permitiría.

 

Tienes dos protagónicos, el primero es Víktor, que interpreta Alejandro Porter. ¿Cómo fue la construcción de este personaje anarquista y poeta?

En la vida real mi querido Porter además es músico. Acabamos teniendo un elenco repleto de músicos: todos los actores jóvenes eran músicos o tenían relación con la música. Fue muy confortable para mí, porque era un punto de entendimiento. Cuando ellos se identificaban con la música, también hablaba de un entendimiento hacia las intenciones narrativas. }

En el caso de Víktor yo buscaba mucha inocencia, un joven filósofo, un poco intelectual e intenso, que venía heredado: es el hijo de un periodista con pensamiento crítico y que le inculcó esas intenciones. Pero en esencia, es un chavito que no ha tenido mucha experiencia y que pierde a su padre; lo único que le queda es enojo.

Esa inocencia encontró una forma muy eficiente en la figura de Alejandro. Para mí es fascinante sea la primera película de los dos protagonistas y que hayan ejecutado a sus personajes de manera tan eficiente.

 

Me intriga cómo trabajaste con Diana Laura Di, quien interpreta a Eva: tiene secuencias muy exigentes y debe haber sido una preparación interesante... 

Eva, a diferencia de Víktor, cree en la justicia y estudia leyes. Y él, que acaba de perder a su padre, le cuestiona su creencia en la justicia. Ella responde que para que exista, deben existir nuevas propuestas y por eso defiende a mujeres víctimas de violencia familiar. Esta visión, si quieres ingenua de la justicia, la convierten en un personaje interesante. Incluso después de volverse víctima de la injusticia, ni siquiera está convencida de que un ataque hacia su persona sea suficiente para tomar ningún tipo de decisión. 

Trabajar con Diana fue interesante, no encontraba a alguna actriz que cantara y menos que entendiera el punk. Un día me propusieran que dejara de buscar actrices que pudieran cantar, y mejor buscara cantantes que puedan actuar. Ahí apareció Di de manera inmediata y milagrosa, pues no sólo tiene la capacidad de cantar punk y jazz de manera espectacular, sino que tuvo el entendimiento total del personaje.

Descubrió en redes el story board que teníamos de la película, leyó el guión entero y cuando vino al casting, dijo: “buenas tardes, soy Eva, el papel es mío”; cantó para nosotros Creep de Radiohead pero como jazz y nos quedamos con piel de gallina. Desde ese momento se apoderó del personaje.

 

Violentas mariposas, dir. Adolfo Dávila

 

La fotografía de Violentas mariposas se va volviendo extraña según la historia deja terrenos familiares y se hace sombría. ¿Cómo fue el trabajo con el diseñador de producción Jorge Vujosevich y el fotógrafo Federico Barbosa para  obtener este resultado? 

Ese era un tema muy ambicioso, porque deseaba que la película tuviera una identidad y una estética particular. Dibujé cada escena de la película, hay 1300 cuadros dibujados, hicimos un cómic de la película y gracias a él, pudimos hacer más eficiente la producción. Ya sabíamos que el encuadre era de cierta forma o que esas son las posiciones de los personajes; eso mejoró muchísimo los tiempos de filmación y nos permitió filmar en 31 locaciones en 30 días.

La película sucede en muchos lugares y la parte estética era complicada, porque tenía clara una visión que debía traducir a mi director de arte. Había muchas referencias que trabajé durante años, entonces la aportación de Federico trajo la luz maravillosa que él maneja para interpretar estas referencias previas, pero con su firma. Lo mismo sucedió con Uco, que ésta es su primera película como director de arte e interpretó todo de una manera eficiente y sobre todo que nos alcance.

Lo más bonito fue que le pusieron el corazón y siento que se ve. Yo siempre me preguntaba ¿cómo le vamos a hacer con esta película de tres personajes con una búsqueda tan insistente de la estética y que no nos vaya a empalagar el resultado? Era una autocrítica constante, tenía cierto miedo a que la película fuera tan estética —y ya he tenido críticas por esto, si te soy honesto—, que perdiera cierta esencia en su forma y su narrativa.

 

Violentas mariposas es una película para que la hagan suya las juventudes de 2020, creo que es su principal audiencia: estas personas jóvenes que marchan, con un mensaje un tanto triste, porque está la tristeza de tener que seguir con temas como la violencia o la impunidad…

Es difícil, porque además llevamos décadas sin que se hable del tema, porque esas películas se han marginalizado. No sé cuál será el camino de Violentas mariposas, pero la intención siempre ha sido que le pueda gustar a los jóvenes y que puedan identificarse con ella. Ya veremos la respuesta, pero para mí esa es la más importante, más allá de los críticos, de los periodistas o de quien sabe de cine. Yo quiero ver cuál es la respuesta de los jóvenes, cómo van a tomar la película y sus contenidos.

 

¿Qué te parece estrenar Violentas mariposas en Morelia? 

Muchísima emoción. Siempre fue mi intención que estrenara en México y en Morelia: le aposté a eso. Obviamente se inscribió a otros festivales previos, donde no nos aceptaron y siempre estaba el factor de frustración; cuanod llega la noticia de Morelia fue increíble, porque es un festival donde realmente se ve cine mexicano. Es una selección oficial de solo nueve películas, que tu película sea elegida cuando hay tanta producción en México es un honor; y a fin de cuentas trata temas de México. Está enfocada hacia la juventud mexicana, soy un cineasta mexicano que trata de hablarle sobre todo a los mexicanos, mi principal público es el que está cercano a mí y estrenar en Morelia es el lugar ideal para que eso suceda. 

El siguiente estreno es en Tallinn, en el Black Nights Film Festival, dentro de una sección dirigida a cine para jóvenes. Será su estreno internacional y ahí empieza a tomar el camino intencionado de hacer cine para jóvenes: algo que también es necesario impulsar en en nuestro país.

 

Violentas mariposas (México, 2024). Dirección: Adolfo Dávila. Guion: Adolfo Dávila. Productores: Gabriela Gavica, Adolfo Dávila. Compañías productoras: Neural, Mandarina Cine, con el apoyo de Focine y Eficine Producción. Cinefotografía: Federico Barbabosa. Diseño de producción: Jorge Vujosevich “Vujo”. Música original: Martin Thulin. Edición: Julián Santarriaga, Adolfo Dávila. Diseño sonoro: Alejandro Quevedo “QpX”. Elenco: Alejandro Porter, Diana Laura Di, Germán Bracco, Sophie Alexander-Katz, Norma Pablo, Juan Luis Medina, Yayo Villegas, Leonardo Alonso, Roberto Ríos, Gabriela Mercado, Cecilia de los Santos, Adrián Vazquez.