'‘Yo vi tres luces negras’' de Santiago Lozano Álvarez: travesía por la selva hacia la muerte

A José de los Santos, sanador de la costa del Pacífico colombiana, lo visita el espíritu de Pium Pium, su hijo desaparecido hace tiempo. Le advierte que su muerte está cerca, y que debe buscar un sitio donde pueda terminar sus días. Emprende un viaje con resonancias espirituales, que además dan cuenta de la violencia y los agravios que todavía se viven en la región. La travesía de José de los Santos también es la travesía que hace Colombia por su selva insondable. 

Coproducción mexicana y colombiana (a la que se unen participaciones de Francia y Alemania), Yo vi tres luces negras actualiza la preocupación que ya había mostrado Santiago Lozano Álvarez por el campo colombiano y la comunidad afrocolombiana en su anterior película, Siembra (2015). Una representación que cruza por lo antropológico, lo mágico, la tragedia e incluso lo poético. 

Yo vi tres luces negras tuvo su estreno en la Berlinale de 2024 y mereció el premio Corazonada del 36º festival Cinelatino de Toulouse. Desde el 17 de abril se presenta ante las audiencias mexicanas. Buen motivo para platicar con Santiago Lozano sobre esta historia de muerte, cantos y presencias de la selva del Pacífico colombiano.  

 

Yo vi tres luces negras, dir. Santiago Lozano Álvarez

 

¿Tenías una buena historia que después montaste en el escenario de la selva colombiana? ¿O querías hacer una representación de esta selva y quienes la habitan, y la historia de José de los Santos fue un buen vehículo para mostrarla?

Ambos al tiempo. Llevo veinte años trabajando en proyectos cinematográficos de la región del Pacífico colombiano. Vivo en Cali, una ciudad cercana a la costa del Pacífico, la segunda con mayor densidad poblacional de comunidades afro, y siempre han tenido esta relación estrecha con el territorio. Y la historia es como la describe el actor Jesús María Mina: “es un hombre que habita la selva y la selva lo habita a él”. 

La construcción de la película siempre fue la relación entre el ser humano y la naturaleza. Yo vi tres luces negras dialoga con mi anterior película, Siembra, que codirigí con Ángela Osorio. Trataba de la lucha de los hombres por la Tierra. Ésta es más una lucha del hombre contra la Tierra. En ese conflicto aparece José de los Santos. Tejimos la historia con la selva y el personaje como sus dos elementos fundamentales.

 

Encuentro referentes obvios, desde los realismos mágicos de García Márquez o Rulfo, hasta La vorágine, de José Eustasio Rivera: esta selva terrible que se traga a los hombres, o películas como El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra. No sé si algo de esto fue punto de partida para Yo vi tres luces negras.

Los referentes que mencionas forman parte del background cultural que uno tiene; El abrazo de la serpiente es una película importante de la cinematografía en Colombia. Pero me entregué más al diálogo con las narrativas del Pacífico colombiano: su literatura, su teatro y la música fueron los referentes para construir su lenguaje.

Hay una novela que sumaría a estas obras, Changó, el gran putas, de Manuel Zapata. Integra el universo narrativo de la diáspora africana en Latinoamérica, con elementos de sincretismo, la espiritualidad ancestral y los muertos para formar resistencia y habitar los territorios de las comunidades. Por ahí va mi diálogo, también están las expresiones de Arnoldo Palacios, quien tiene un poema muy bello, “Las estrellas son negras “, y que construye un universo potente. En las 

últimas décadas, la música del Pacífico colombiano también tiene una narrativa muy particular. A través de su lírica narra historias de resistencia. Así me di a la tarea de dialogar, desde el lenguaje cinematográfico, con este universo expresivo.

 

Veía puestas en escena diferenciadas: la primera parte con el velorio de Pium Pium y estas luces rojas, el juego de los altares; después, los momentos con la guerrilla que adquieren tonos teatrales, y al final la exhumación de cuerpos se acerca al documental. La película es un viaje de transformación interna, espiritual, en el personaje. El reto desde el lenguaje cinematográfico es cómo hacer que ese viaje no sea plano. Eso nos llevaba a pensar cada momento de las estaciones que vive José de los Santos, con tratamientos muy particulares. El espectador también enfrenta a este viaje y no en línea recta. Ahí aparecieron estas ideas de hacer que la puesta fuera más ritual: el hecho de que lo pongan a encarnar la muerte de su hijo, como una forma de responder a una pregunta que él viene cargando durante el viaje. O vamos a las entrañas de la Tierra, o a ese hueco que es la mina de oro, y la forma de estar ahí tiene que ser orgánica, que sientas las texturas y la materialidad de la tierra. Eso genera otras maneras de hacer que el territorio no sea un paisaje, sino un personaje. Esos matices tienen diferentes maneras de estar con la cámara y de filmar cada momento de manera particular.

 

Yo vi tres luces negras, dir. Santiago Lozano Álvarez

 

Mucho del ejercicio de Yo vi tres luces negras descansa en el protagonista, Jesús María Mina. ¿Qué nos puedes platicar de él?

Jesús María Mina es un actor con treinta años de experiencia en teatro en Cali, fue parte de un movimiento teatral muy fuerte, con resonancia en Latinoamérica, el Teatro Experimental de Cali, el TEC. Ahora es maestro en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad, y también ha reflexionado de forma continua sobre las representaciones afro a en la puesta en escena. Mi primer trabajo con Jesús María fue de conversaciones eternas. Coincidimos en que ambos somos docentes, nos encontramos desde ese escenario académico. 

Luego hubo un trabajo importante con Waldo Facco, actor mexicano que hace preparación de actores. Él viajó a Cali, estuvo un mes con Jesús y el resto del talento, que son actores de teatro, televisión y cine. Puso a punto de las energías de todo el talento actoral, con mi energía como director, asumiendo que todos teníamos que estar en una misma vibración para que lograr una puesta en escena orgánica. Fue un trabajo muy bonito, esta idea de sincronizarnos con cada uno de los momentos de las escenas y hacer una relación entre director y actor que no fuera un asunto de dar instrucciones, sino provocar situaciones frente a las cuales los actores pueden trabajar.

 

Yo vi tres luces negras es una historia 100% colombiana, pero hay algunas presencias de México importantes. ¿Qué me puedes comentar de ellos?

La relación con Malacosa Cine ha sido importante para la película; no es un asunto solamente administrativo, también es de cocreación, por las películas que Rubén [Ímaz] y Yulene [Olaizona] han hecho y que dialogan con esta peli. 

También, en términos creativos, está la participación con Fernando del Razo, coguionista de la película, quien nutre a la historia de manera muy visceral y profunda. También tuvimos la fortuna de contar con el sonido directo de Federico González, quien estuvo con nosotros en la selva del Pacífico; eso lo empalmamos con José Miguel Enríquez y Carlos Cortés; trabajamos en el estudio de José Miguel para hacer diseño de sonido, foley y los efectos. 

En la mezcla final trabajamos en Splendor Omnia con Carlos Cortés, e  insisto, no solamente es el valor de tener profesionales técnicos muy altos, sino también conexiones humanas con la historia, que entraron en ella desde preocupaciones que trascienden lo técnico y se convierten en aportes creativos. 

Hablando de las energías, yo encontraba una conexión: trabajamos la preparación actoral y la puesta en escena como un asunto de energías y después sentí la misma preocupación en la sala de mezcla de sonido, para que sea un ejercicio orgánico y estimulante en el espectador. Ahí conectamos muy bien. Y previo a esto, el trabajo con Ana García, la montajista de la película. Estuve cuatro semanas concentrado con ella, dándole forma a la historia en la sala de montaje.

 

Me parece interesante para nuestras películas latinoamericanas este sistema de coproducción, invita a trabajar de manera distinta a que si fuera una película con talentos de un solo país. ¿Qué implica reunir estos talentos e interactuar entre todos para que acaben creando una historia de la selva colombiana?

Para mí como director es importante, no solamente en términos expresivos, autorales y personales, sino también como un proyecto que puede tener resonancia en la industria del cine latinoamericano. Precisamente esos vasos comunicantes desde la coproducción pueden generar más efectividad en la exhibición, que es el gran cuello de botella en todos los territorios del mundo. La gran fortaleza que puede tener el cine de Latinoamérica es que tiene un gran público. Estos escenarios de coproducción, que cada vez se están fortaleciendo más, generan esa resonancia en otros territorios. Ahorita que estoy hablando contigo, no siento una distancia como espectadores, siento la universalidad de la historia. Está rodada en Colombia, pero al final nos comunicamos a través del lenguaje cinematográfico y no lo sentimos extraño ni distante, lo hacemos propio también.

 

Yo vi tres luces negras (Colombia, México, Francia, Alemania, 2023). Dirección: Santiago Lozano Álvarez. Guion: Santiago Lozano Álvarez y Fernando del Razo. Producción: Oscar Ruiz Navia y Ana María Ruiz Navia. Compañías productoras: Contravía Films (Colombia), Malacosa Cine (México), Autentika  Films (Alemania). Cinefotografía: Juan Velásquez. Edición: Ana García, Santiago Lozano Álvarez. Música: Nidia Góngora. Diseño de sonido: Jose Miguel Enríquez. Sonido directo: Federico González Jordán. Diseño de producción: Marcela Gómez, Daniel Rincón. Vestuario: Ana Maria Acosta. Maquillaje: Manuela Muñoz. Casting: John Alex Castillo. Reparto: Jesús María Mina, Julián Ramírez, Carol Hurtado, John Alex Castillo.