‘3 días 3 años’, de Florencia Gómez Santiz: semblanza de una síndica tsotsil

3 días, 3 años hace una semblanza de Elena López López, la primera síndica de del pueblo de San Andrés Larrainzar. ¿Cuando decides que puede ser material para esta película?

Yo no soy del municipio de Larrainzar. Soy de Oxchuc, Chiapas. En 2019, más o menos, hago el diplomado en cine documental en San Cristóbal de las Casas y yo quería tratar el tema de mujeres, visibilizar la participación de las mujeres que están aquí y juegan un rol distinto al tradicional. En este proceso de investigación encontré el caso del municipio de San Andrés Larraínzar. Empiezo a indagar y me entero que es la primera vez que incluyen mujeres en este sistema de cargos de del ayuntamiento y ahí encuentro a Elena, a quien ya había visto en otras actividades culturales del pueblo. La escuché hablar y me pareció un buen personaje, entonces decidí trabajar con ella.

Tu documental se llama 3 días, 3 años, ¿estuviste siguiendo a Elena durante estos tres años de su responsabilidad como síndica?

Comenzamos a grabar casi seis meses antes de que culminara con el cargo, entonces fue toda una locura, porque había momentos en que no todos los que formamos parte del proyecto estaban disponibles, pero necesitábamos retratar a Elena en esos espacios. Eso hizo que buscáramos otro fotógrafo y otros compañeros disponibles para grabar.

 Fue uno de los retos más grandes, estar cuando Elena iba a alguna comunidad, o cuando tenía que dar un discurso, o cuando estaba con las autoridades tradicionales, pues también nos interesaba mostrar esta parte de los retos que Elena afrontaba, la forma como era recibida en espacios donde no se acostumbra ver a mujeres como líderes, tomando la palabra, diciendo lo que piensan, dando solución a ciertos conflictos o demandas que la gente hacía.

Al final logramos estar en todo momento. Elena nos decía: “voy a hacer esto, ¿les interesa?” Así nos organizábamos y a veces teníamos que madrugar un poco para estar allí, preparados para todo; planeábamos y preguntábamos, pero de repente nos decían, “aquí ya no se va a poder grabar, la dinámica cambia” y entonces nos movíamos a otra comunidad, o la actividad era distinta y valorábamos si nos interesaba para lo que queríamos contar.

Me parece interesante un momento del documental. Elena dice que tiene que atender lo que dice la ley pero también participar en los usos y costumbres del pueblo, que van de la mano. Parece que pide destrezas muy específicas para ella. 

Sí, es algo muy interesante, la complejidad de una colectividad donde la mujer por primera vez tiene que jugar un papel que se le ha dado por mucho tiempo a los hombres, donde la mujer no tiene esta experiencia. Para Elena fue nuevo ver estas relaciones, le tenía que entrar a la cuestión religiosa, a la cuestión tradicional, a la parte constitucional en la comunidad pero también fuera de la comunidad, relacionarse con personas que tienen que ver con el estado, por ejemplo.

Además, por ser de la primera generación de mujeres con este tipo de cargos, le prestaban mucha atención en las palabras que usaba, porque de eso dependía que la puerta quedara abierta para que más mujeres siguieran sus pasos. 

Justamente con esta conciencia, ella sabía bien lo que representaba, es una mujer con una responsabilidad de gobierno alto, va a estar en la mira, debe tener mucho cuidado con lo que haga, diga o no diga.

Dentro de esta conciencia de Elena, ¿cómo tomaba estar siendo acompañada por un equipo de filmación? ¿Qué tanto se pensaba como protagonista de tu cortometraje?P

 Antes de empezar le hablé de mi interés de contar su historia y de hablar sobre la inclusión de las mujeres en los sistemas de cargos, que me interesaba contar su experiencia para que la conocieran otras mujeres, no sólo de nuestro estado, sino de otros pueblos originarios y otros contextos. Ella siempre estuvo muy dispuesta. 

En realidad, Elena siempre ha sido una mujer muy activa, siempre dispuesta a conocer más cosas. Cuando estaba todo el equipo de momento si estaba nerviosa, pero tratábamos de no ser tan invasivos, que ella tuviera libertad de decirnos cuándo estaba lista o cuándo no estaba en la posibilidad de ser grabada, sobre todo cuando no estaba en su casa, porque su espacio de trabajo era precisamente en su casa.

Eso también nos permitió involucrarnos con su familia y grabar a Elena con su esposo y su hijo. De pronto sí se ponía nerviosa, pero entre más tiempo estábamos se relajaba y después se empezaba a reír.