Desde este punto de partida, René Herrera Guerra construye una historia de gran ingenio y suspenso. Emboscada es un noir a la mexicana, que entre paredes rosa y verde pistache va dibujando a un puñado de personajes extravagantes, que viven una tarde incierta alrededor de un cadáver desaparecido. Y en el que ellos empiezan a morir también.
Me hice amigo del actor Jorge Lan y él me contó que acababa de hacer una obra de teatro en un edificio que está frente al teatro Blanquita, en Belisario Domínguez 3. El edificio tiene 100 años. Pensé: “tengo un edificio, este cuate quiere hacer una película”, entonces le dije que iba a escribir un guión que se desarrollaría ahí. Me senté a escribirlo en agosto de 2018, cuando el Me Too estaba en su punto más álgido. A mí siempre me ha causado conflicto que los personajes femeninos del cine mexicano sean débiles, vacuos, quería hacer un personaje femenino inteligente, entrón, que no se amedrentan ante nada. Soy muy fan del cine negro, el thriller me parece un género generoso, a la gente le le gusta estar viendo picada, eso podría ayudar a que le fuera bien en taquilla. Por ahí decidí escribir Emboscada.
Es un armado milimétrico e intrincado; al principio hice una cuartilla de sinopsis pero no me estaba sirviendo, entonces lo que hacía es que escribía y al día siguiente volvía a empezar desde la primera página y adelantaba a la 7,a la 10, a la 14, y volvía desde el principio para que todo cuadrara. Así escribí Emboscada y así nació la historia.
Quería que el edificio fuera un personaje. Tiene 100 años, es impresionante, además es simpatiquísimo porque está todo chueco. Ponías una canica en una esquina y se iba para el otro lado. Es un personaje en sí y tuvo gran protagonismo porque era lo único que tenía. De hecho el rodaje fueron doce días porque fue para lo que alcanzó el presupuesto. Yo quería que no lo habitaran familias, que tuvieran otro tipo de profesiones, otras peculiaridades. Pero evidentemente también le aportan a la historia que yo quería contar.
La conocí en una master class, nos dimos nuestros datos y me invitó a sus obras de teatro. Yo pensaba: ¿Cómo es posible que esta actriz no tenga más oportunidades en la pantalla? Porque me parece una actriz extraordinaria. Desde que nos conocimos le dije: “creo que es una injusticia que a estas alturas no hayas hecho un protagónico en el cine, te juro que quiero trabajar contigo”. No suelo escribir pensando en actores pero en este caso sí pensé en ella. Acabe el guión y le pregunté si se lo podía mandar para que lo leyera. A las dos horas me dice: “Oye, ya”. “¿Ya lo recibiste?” “No, ya lo leí y ¿cuándo lo hacemos?” No puedo estar más agradecido porque hace un trabajo excepcional, es una actriz muy fácil de dirigir y que le aportó muchísimo al personaje de Nadine.
Muchos de estos actores tienen extracción teatral. Ana Kupfer, Eva Regueira, la misma Adriana. Hay una cabeza clara, el personaje de Nadine, y es curioso porque a Ramón Medina no lo quería para el personaje de Frank, quería alguien más ruin, mezquino, homófobo, misógino; que englobara todo lo peor del ser humano. De hecho yo lo quería para uno de los detectives, el que hace Juan Pablo Castañeda, pero él me dijo: “Oye, carnal, déjame hacer el el casting para Frank”. Y qué bueno que lo interpretó él, nadie lo pudo haber hecho mejor. Además, es un tipo con mucha experiencia y aportaba mucho en la puesta en escena. Fue un deleite que haya interpretado a Frank. Creo que no pudo haberlo hecho alguien mejor que él
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Sí, fue muy milimétrico, además soy muy minucioso con lo que escribo. Cuando les doy el guión a los actores y empiezo el proceso de dirección, algunos no entendían ciertas cosas, las aclaré porque no sólo me interesaba que entendieran a su personaje, sino cómo estaba construida toda la historia. Me encargué de espolvorear información a lo largo de la trama. Estas cosas me parecía importante compartírselas a los actores; después, llegado el momento, me sentaba con ellos y platicaba, siempre les pido que me hagan una biografía de sus personajes y sobre eso construyeron , hacemos los ajustes pertinentes y en los ensayos era puntilloso. Eso ayudó a que se consolidara el ensamble, cada uno y todos como conjunto.
Cuando conocí el edificio todas sus paredes eran blancas, entonces hablo con Carlos Hidalgo, el fotógrafo, y le digo: “Quiero hacer un mexican noir, la misma estética del cine negro pero con colores; no los colores que den el vestuario de los personajes, sino los lugares que estén habitando”. De hecho, sólo rodamos en dos departamentos porque nada más nos prestaron dos, ya imaginarás los malabares que hicimos para que parecieran 14 pisos y 700 departamentos. Entonces empezamos a levantar el proyecto pero cuando llegamos al edificio antes de filmar, encuentro que pintaron sus paredes de pistache, rosa, azul. A mí se me iluminó el rostro porque es lo que quería. Pero Carlos me dijo que no tenía lámparas para matar los rebotes, mataría los verdes pistaches, los amarillos, los azules. Uno de los productores propuso que filmáramos en blanco y negro y no me importaba hacerlo así, finalmente era cine noir.
Pero cuando llegamos a postproducción Ernie Schaeffer, mi postproductor, me dice: “¿Me dejas intentar una cosa?” e hizo la conversión a color. Cuando lo vi descubrí que eso era justo lo que estaba buscando, mi mexican noir, porque además, la fotografía de Carlos es tan buena que se presta para virarla a color. A final de cuentas resultó muy bien para lo que yo quería conseguir con respecto al color y a la estética de la película.
En México tienes al cine de arte y al cine comercial, pero me pregunto, ¿dónde están los François Ozon, los Woody Allen, los hermanos Coen? No veo esos cineastas en México, y para mí eso siempre ha sido muy frustrante. No es que menosprecie la comedia romántica ni el terror, pero ha sido mi conflicto estos años, cómo hablar de una industria cuando está polarizada, cuando no hay nada en medio, cuando no hay más géneros. Sí me gustaría ver que se apoye más a otros géneros, pero es complicado. Para que podamos hablar de una industria, que hagamos cine de todos los géneros y no nada más de dos.
Emboscada (México, 2020). Dirección: René Herrera. Producción: José Ramón Pedroza y Leonardo Senderos. Guión: René Herrera. Fotografía: Carlos Hidalgo Valdés AMC. Edición: Antonio Brbibiesca y Joaquían Aedo. Música: Francisco Albisua. Reparto: Adriana Llabrés, Ramón Medina, Juan Pablo Castañeda, Lizzete Haro, Jorge Ugarte, Manuel Calderón, Horacio Lazo, Evan Regueira, Rodrigo Magaña, Pablo Abitia, Ana Kupfer, Karen Martí, Teresa Rascón,, Conchita Márquez y Noe Hernández.