A cielo abierto, de Mariana y Santiago Arriaga, es la ópera prima de dos hermanos que también aprendieron a viajar por las carreteras del Norte de México; también es la primera historia que escribe Guillermo Arriaga, guionista, director y hombre de cine de presencia profunda y definitiva en el cine mexicano de los últimos 20 años
¿Cómo se filma la historia de un padre? ¿Cómo se venga la muerte de otro padre? ¿Cómo se relacionan tres hermanos adolescentes que cruzan la carretera, con dos hermanos cineastas que reinterpretan en una road movie un legado de contar historias desde el cine?
A cielo abierto tendrá su estreno en salas comerciales de México a partir del 17 de octubre. Platicamos con Mariana y Santiago Arriaga sobre esta aventura del camino, que trae cifrados la venganza, pero también la creatividad, y quizá la redención.
Esta historia la escribe Guillermo Arriaga, su padre, guionista de trayectoria estelar en el cine mexicano. Ahí se vuelve interesante preguntarles, ¿cómo les da esta historia para que hagan su ópera prima?
Santiago Arriaga (SA): Es la primera historia que escribió en su vida, tenía 33 años y la escribió con el miedo de qué pasaría si él muere y cómo seguiríamos nosotros con nuestra vida. Esta historia estaba perdida, se quedó en algún cajón. Hace ocho años estaba ayudando a mi madre con unas cajas y encontré el manuscrito, todavía en máquina de escribir. Mi papá me pidió que la pasara en computadora. La leí y me enamoré de la historia. Se la mostré a Mariana, a mi papá, y entre los tres empezó a crecer la idea de hacerla. Después de treinta años de no leerla, mi padre volvió a encontrarse con ella y dijo: “ya no soy el que era cuando la escribí, soy otra persona. Esta historia la tienen que hacer personas jóvenes”. Así nació la idea de colaborar entre los tres.
Guillermo Arriaga es muy celoso de su obra, en otros momentos ha tenido polémicas sobre qué tanto se respeta lo que escribe. Con ustedes, ¿cómo fue el caso?
Mariana Arriaga (MA): Aunque somos familia, tenemos una colaboración profesional. Y la historia se respeta, como en cualquier otro caso. Los debates creativos, las discusiones, todo se mantiene igual. Santiago y yo crecimos yendo al norte de México. Había muchos puntos de encuentro entre la historia y nosotros. Y resultó natural imaginarla: en los viajes que hacíamos antes de filmar, Santiago y yo veíamos espacios y decíamos: “esta escena la imaginamos aquí”, o por allá; desde que empezamos a viajar planteábamos cómo la dirigiríamos. Fue una conversación que tuvimos entre nosotros y después con nuestro padre, como escritor y productor de la película. Él acompañó el proceso completo, de forma muy profesional.
Me llama la atención el formato de road movie. En México hay varios ejemplos afortunados, pienso en Y tu mamá también, Por la libre, Camino a Marte. ¿Qué les da este formato?
SA: Mariana y yo somos muy fans del género. Nos marcaron películas como Stand by me; creo que los viajes reflejan lo que están viviendo los personajes, también el arco dramático es representado a lo largo del viaje que hacen entre México y Piedras Negras, ese recorrido les ayuda a crecer y a cerrar los círculos que están buscando.
MA: El viaje físico representa el viaje emocional de los personajes y da esta posibilidad de crecimiento. Ahí sucede la evolución de los personajes, para llegar de un lugar a otro.
Además, personajes un tanto ríspidos. Pensaba en el Guillermo Arriaga de El búfalo de la noche: adolescentes dolidos, situaciones ásperas, ¿cómo asumieron este tono para crear a Fernando, Salvador y Paula?
SA: Es una película del duelo y su liberación del duelo. En el caso de Fernando, estas ganas de vengarse. Paula, su manera de atravesar el duelo es crear una familia, que al final es lo que todos buscan. Salvador oprime los recuerdos de lo que sucedió. La película pedía que el duelo se experimentara desde estas visiones, añadido el trailero que no ha podido seguir con su vida.
MA: Son personajes adolescentes y nosotros nos relacionamos mucho con nuestra propia etapa adolescente. Y nos lleva mucho a ese lugar de impulsividad. No piensas, no mides las consecuencias, te avientas a lo que viene sin saber a lo que te estás enfrentando. Es una combinación de ambas cosas.
Yo me preguntaba si no había espejeos entre los hermanos de la historia y los hermanos Arriaga, ¿La dirección habrá sido así de ríspida o más tersa?
SA: Cuando éramos chiquitos Mariana y yo peleábamos mucho, como los hermanos de la historia. Tanto que nuestros padres nos llevaron a terapia para arreglar nuestros problemas, y era muy mala terapeuta porque no aregló nada y seguimos peleando. Pero íbamos tanto ir a terapia que nos propusimos fingir que nos llevamos bien, para que ya no nos llevaran. Ahí creamos estas complicidades, que hoy nos tienen a Mariana y a mí dirigiendo juntos. Ella es mi amiga, mi carnala, mi socia, mi codirectora. El otro día lo pensaba: por qué quisiera hacer esto solo, cuando puedo estar acompañado de una de las personas que más quiero, con la que comparto, visión, ética de trabajo, y que además es una gozada.
MA: Ahora tenemos más bien discusiones creativas, para mejorar la historia. Pero claro que Santiago y yo proyectamos mucho de lo que somos, no solo en los hermanos, también en Paula. Todos tienen un poquito de los dos, hay cualidades que veo y digo: “uy, eso se lo aventé yo”. Y Santiago dice: “eso se lo puse yo”. Los dos nos proyectamos en los personajes de la historia. Al final eso pasa en la dirección, permea quién eres en todas las capas y queda enmarcado.
Pero por ejemplo, trabajar en una escena, ¿Cómo lo organizan?
MA: En todos los momentos de preproducción, producción, postproducción, distribución, estamos pegados. Es un solo oficio, pero hay dos personas, no tratamos de dividir tareas. Y sí, hay escenas más complejas que otras. Los dos nos enfocamos en lo que está sucediendo en cámara, que se refleje en lo que se va contando. Obviamente, para hablar con cada actor hay distintas sensibilidades, al final son vínculos humanos. De pronto Santiago desarrolla una relación con Theo más cercana, y yo con Federica, para las escenas íntimas. Pero somos dos personas haciendo un solo oficio.
En el reparto sobresalen los actores jóvenes: Federica García, Máximo Hollander y Theo Goldin. ¿Cómo los consiguieron y cómo fue trabajar con ellos?
SA: Abrimos un casting que duró seis meses. Un día estábamos en la fiesta de un amigo, tomándonos una chela, y entró el hermano chiquito de nuestro amigo, lo vimos y descubrimos que era nuestro personaje. Ese día no le dijimos nada, después nos animamos y les mandamos un mensaje. Tenía 12 años en ese momento. Hablamos con sus papás y lo invité a un set de filmación, que viera cómo era, poco a poco lo fuimos adentrando. Al principio era penoso, monosilábico, pero la intuición nos llevó a que fuera Salvador.
MA: Federica es hija de unos amigos nuestros, la conocemos desde que tiene 2 ó 3 años. Cuando estaba por cumplir quince, la reencontramos. Para ese entonces ya traíamos el papel de Paula presente. Nuestro padre fue a cenar con su papá y la reencontró. Nos dijo: “Deberían conocerla porque tiene cosas muy interesantes. Tiene un magnetismo especial, una presencia única. Quizás les parezca que puede ser una buena figura para el personaje”. Desde hace cinco ó seis años tenemos conversaciones con ella para que sea Paula, ese personaje nunca se abrió a casting, porque desde que la vimo supimos que ella tenía que ser Paula. Y en el caso de Máximo, hizo Los herederos en 2015, tenía como 14, 15 años, lo conocimos en los eventos de los premios Ariel. Cuando abrimos el casting lo traíamos en mente, porque tiene una presencia que nos gustaba.
A cielo abierto trata de un padre muerto y unos hermanos huérfanos; esta historia la dirigen dos hermanos con un padre que les comparte una obra. El ascendente del padre es poderoso. No sé si han pensado en estos espejeos.
SA: Como contadores de historias tenemos obsesiones que nos dan vueltas todo el tiempo. Desde que soy chiquito, teníamos miedo de contestar el teléfono en la casa, temíamos que nos dieran malas noticias. Es este miedo constante de la pérdida del padre, hacer esta película nos sirvió a trabajar esa pérdida. Nos sirve para trabajar el duelo antes de que suceda, el momento que en algún momento sería inevitable.
MA: Desde que tengo memoria tengo pesadillas con la muerte de seres queridos, te estoy hablando de mis cinco o seis años. Mi miedo más presente es el miedo a la muerte. Entonces había mucho vínculo con el tema, con lo que estaban atravesando los personajes, aunque todavía no lo hayamos vivido nosotros.
SA: Y además nos atraen los noventa, los viajes en carretera . Por ejemplo, el viaje que hacen Salvador y el padre, son los viajes que hicimos con nuestros padres desde niños.
MA: Las peleas por la televisión, creo que las nuevas generaciones ya no saben ni qué es.
SA: Pelearte por la tele y luego tener que escuchar por el radio el partido de fútbol. Estos detalles fueron importantes en cómo crecimos y quiénes somos. Y están en la película.
En A cielo abierto, los hermanos regresan del viaje con alguna enseñanza. Ustedes también terminan de rodar, regresan de su propio viaje. ¿Hacia dónde irán? ¿Volverán a hacer una película juntos?
MA: Claro que volveremos a dirigir. Es la idea.
SA: Ya estamos trabajando y esperamos pronto seguir en estos viajes de contar cine, que a mí me encanta y hacerlo en familia todavía más.
A cielo abierto (México, España, 2023). Dirección: Mariana Arriaga, Santiago Arriaga. Compañías productoras: K&S Films México, Clave Intelectual. Guion: Guillermo Arriaga. Dirección de fotografía: Julián Apezteguia. Diseño de sonido: Carlos Y. Jacques. Edición: Andrés Pepe Estrada. Música: Ludovico Einaudi. Reparto: Theo Goldin, Maximo Hollander, Federica Garcia, Manolo Cardona, Cecilia Suarez