Llegó la pandemia y Diego debió encerrarse en casa, con su madre. Tomó clases en línea, alimentó a su perra Luna e intentó arreglar el bóiler de su casa. Además, hizo una película que desde la exploración del hogar y las charlas cotidianas con la madre, culmina con temas cercanos al director, como las expectativas de dejar la casa, casarse, crecer.
Agua caliente, segunda película de Diego Hernández, va del divertimento al coming of age, con un sentido del humor cándido y a veces disparatado. Y con una propuesta de lo más sugestiva: el encierro, en casa, con tu madre, puede detonar la necesidad de madurar.
Además, puede verse claramente que Diego baila peor que Melissa Castañeda (productora de Los fundadores y de este filme), y que su madre, Graciela Rodríguez, sabe llenar la pantalla con un encanto muy tijuanense.
Agua caliente formó parte de la selección Ahora México de Ficunam 12 en 2022 y en marzo de 2025 tiene su estreno en Cineteca Nacional. Platicamos con Diego sobre esta segunda entrega de su filmografía.
¿Cómo empezaste a concebir este ejercicio de filmar en tu casa, para llegar hasta esta película Agua caliente?
Fue sobre la marcha, aunque desde el inicio supe que podía ser una película. Yo quería mostrarle a mi mamá que se puede hacer una película en la casa; ella al inicio estaba incrédula. Primero hice un registro muy documental de los espacios. Conforme avanzaba, ella fue interactuando con la cámara y yo empecé a darle forma en el montaje; digamos que rodaje y edición ocurrían al mismo tiempo. Al inicio fue mucha improvisación; más o menos a la mitad de la película empecé a plantearme un final. Me di cuenta que Melissa era una buena opción para cerrar la trama, con el tema del matrimonio y salir de casa, sentía que todo iba a lo mismo.
¿Fue real la pedida de mano? Porque sé que tú trabajas un registro autorreferencial...
Fue cierto porque pasó y se grabó, pero esa escena la repetimos tres o cuatro veces. Melissa lo hizo muy bien, porque la mayoría de las personas piensan que yo estaba grabando sin que ella se diera cuenta. Pero esa escena se trabajó como ficción: la ensayamos, la repetimos, platicamos nuestros diálogos. La hicimos en cuatro o cinco tomas. Fue más documental la escena que bailo con ella.
¿Qué me puedes contar de la relación que tuvo tu madre con la cámara?
No era tan complicado porque soy su hijo y estábamos todo el tiempo juntos. También era un poco mostrarle lo que hago, mi profesión. Sobre todo este tipo de cine chiquito, producciones muy independientes. Me parecía una manera linda de mostrarle lo que hago, invitándola a participar. Ella se fue involucrando activamente, al punto de proponer varias escenas. Incluso en la película estoy preguntándole cómo quiere que la grabe. Me parecía importante darle poder de decisión sobre cómo va a ser vista. Incluso al final, como entiendo que estamos vertiendo mucho de nuestra vida personal y puede ser incómodo, les pregunté a ella y a Melissa si algo no querían mostrar. No es que la película funcione a partir de una escena como pilar, se pueden sustituir.
Agua caliente empieza explorando, sin tener las cosas muy claras; poco a poco se va volviendo una película sobre crecer, dejar la casa, madurar. Imagino que eso fue surgiendo conforme grababas y editabas...
Al inicio fue un registro de mi casa, un espacio a medio construir. Es algo muy del norte, es común ver casas así, con los castillos, las varillas y bloques. Esa idea de algo que está a medio camino me resultaba interesante, tenía relación con mi vida personal, con la idea de crecer y madurar, el paso a la vida adulta. Es un momento que estoy viviendo y me parecía interesante que ocurra en un encierro, porque todo es más complejo.
Me gusta mucho el humor; creo que Los fundadores también lo tiene pero es un poco distante con sus personajes, es más el retrato de un paisaje. Además Los fundadores se hizo más en serio, todos en su papel de trabajo. En Agua caliente hay un personaje concreto, mi mamá, entonces se siente más cercana. Ella promovió mucho el humor. A final de cuentas es una creación mutua.
Me gusta una idea de Ignacio Agüero, con quien tomé un par de talleres. Para él un rodaje es como un día libre, no debe tener el estrés del trabajo, tienes que estar ligero, es un momento casi lúdico. Eso se refleja porque casi no hubo momentos de estrés en Agua caliente, a comparación de un rodaje normal.
También está el tema del boiler, era muy absurdo el tema de un boiler que no sirve, que sale el agua caliente.
¿Cuándo fue el rodaje de Agua caliente?
La empecé a filmar en marzo de 2020, cuando empezó la pandemia. No fue un rodaje en sí, algunos días grababa una toma, dos días después grababa otra cosa. A mediados de 2020 ya tenía un corte muy parecido al final, y a partir de ahí fui puliendo. En un punto me planteé la idea de qué película estrenar primero, si Los fundadores o Agua caliente, pero tras discutirlo con Melissa pensamos mostrarlas como iban saliendo.
Que presentes primero Los fundadores y después Agua caliente le va dando carácter episódico a tu filmografía.
No es tan voluntario pero sí me hace sentido, porque en Los fundadores hablo de cuando iba a la universidad y en ésta ya estoy casi por terminar la escuela.
En FIcunam 11 ganaste el Puma de Plata por Los fundadores. Obviamente es un premio para ti y tu productora Melissa Castañeda, pero también parece un premio a la comunidad tijuanense, validar el ejercicio cinematográfico que se está haciendo allá.
Es algo que nos tomó por sorpresa a todos acá. Siento que ha motivado a muchas personas de mi generación. Me dicen: “si tú pudiste, yo también puedo, tenemos condiciones similares”. Varios de mis amigos ya están planteándose la idea de hacer una ópera prima. Me hace feliz que haya sido un impulso, y siento que Agua caliente podrá serlo también. Es una película muy pequeña, se hizo con una cámara que casi cualquiera que estudie cine tiene. Quizás no sea la calidad técnica más grande, pero tiene otro tipo de cosas que producciones grandes no tienen: momentos más íntimos, más reales.
Platicábamos con Diego Hernández y mientras tanto su madre, protagonista de la película, se cruzaba por la pantalla del zoom, en el trajín de la casa. No fue difícil que aceptara unas preguntas, aunque todavía de bata y sin arreglarse nos pidió que no mostráramos el video.
Cumplido, doña Graciela.
Muy emocionada. Al principio lo estaba tomando a la ligera, pero según fueron pasando los días me fui adentrando en mi personaje y fui creyendo que era una cosa muy bonita, algo real.
Me parece maravilloso, yo no pensaba en eso, lo hacía para pasar un rato de convivencia con mi hijo.
Y es algo muy bonito para mí, porque es algo que va a quedar plasmado por siempre. Lo va a ver mi hijo cuando yo ya no esté, ahí va a tener siempre el recuerdo de que está con su madre en esta película que hicimos juntos, ahí voy a estar siempre. Cada que quiera la verá y va a sentir que estoy con él.
Ahí no sé qué decirle (risas nerviosas).
Agua caliente (México, 2022). Director: Diego Hernández. Productor: Diego Hernández, Melissa Castañeda. Fotografía: Diego Hernández. Edición: Diego Hernández. Compañía productora: Violeta Cine. Música: Zadkiel Troncoso. Sonido: Diego Hernández, Fulvio Cortez. Reparto: Graciela Rodriguez, Diego Hernández, Melissa Castañeda.