Cine Bolomchon: ventanas y espejos para la comunidad de Chenalhó

Si visitan los fines de semana Chenalhó, la comunidad tsotsil hacia el norte del estado de Chiapas, encontrarán a una pareja muy atareada, instalando un espacio en la Casa del Pueblo, que les permita exhibir una película. Ella estará haciendo las palomitas mientras él instalará la pantalla donde se proyectará la historia.

 

Ella es María Sojob, de oficio cineasta, seguro ya han visto su película Tote_Abuelo; él es fotógrafo y su nombre es Benjamín Fash. Alrededor de ellos hay media docena de niñas y niños que los ayudan. Y juntos crean un valioso proyecto de exhibición de cine en la comunidad de Chenalhó. 

Cine Bolomchon es un proyecto que, en dos años de existencia, está logrando ganarse a la audiencia de la comunidad, sobre todo a niñas, niños y juventudes, ávidos de entretenimiento e historias. De películas que sean ventana a otros mundos, pero también espejo al propio. 

 

María y Benjamín nos contaron sobre este Cine Bolomchón, que inicia con instalar bancas y culmina en lanzar a su audiencia a la imaginación. 

 

¿De qué se trata el proyecto Cine Bolochom que desarrollan en la comunidad de Chenalhó y desde cuándo existe? 

María Sojob (MS): Ya habíamos estado haciendo proyecciones esporádicamente, pasábamos una película o algo que se haya registrado en la comunidad, pero hasta principios de 2021 se implementó este proyecto de manera casi permanente, cada fin de semana. Solicitamos el espacio en la Casa del Pueblo, en la Plaza Central de Chenalhó. 

Iniciamos con una película que se grabó en Larrainzar, que habla sobre suicidios en la juventud indígena; es un tema que nos toca como población y nos parecía interesante espejear esta realidad con otra comunidad que vivía lo mismo. Así inició este proyecto de exhibición. 

Benjamín Fash (BF): Fueron dos sueños que se juntaron para hacer uno solo. Crecí en Honduras, María y yo nos conocimos allá, dando talleres. Nos juntamos y venimos a vivir en Chenalhó, a partir de ahí surgió la idea, y todo lo hemos hecho juntos, desde buscar una pantalla inflable hasta instalar, seleccionar y proyectar las películas.

MS: Yo desde los doce años había estado fuera de la comunidad, aunque regresaba los fines de semana a ver a la familia. Después, cada vez eran más prolongadas mis ausencias. Estudié en la capital del estado, después una maestría en cine documental en Chile, toda esta formación fuera de Chenalhó. A partir de ahí cuestioné cuándo llegan las películas a estos contextos comunitarios, y yo, como realizadora con dos películas que habían circulado en diferentes festivales nacionales e internacionales, sentía el compromiso con mi comunidad de retornar las imágenes al lugar donde nacieron. 

Al principio nos costó bastantito, la gente no estaba acostumbrada, pensaban que les íbamos a cobrar; pero a casi dos años que iniciamos ya podemos decir que hay un público que esperan la película todos los fines de semana, niños y niñas que nos preguntan cuándo va a haber tele, porque para ellos y ellas es una tele grandota. 

 

Como una persona dedicada a la producción y reflexión del cine, María Sojob, tienes una experiencia integral: diriges, capacitas, colaboras en pláticas; no eres sólo una directora que haces películas. Imagino que este proyecto debe tener un poco ese espíritu, ¿no?

MS: Me recuerda cómo empecé a ver películas, cuando mi papá llevaba una televisión y conseguía unos casetes de Betacam para proyectar películas de Cantinflas en la escuela. Era mágico. Cuando iniciamos el proyecto queríamos llegar al público juvenil porque veíamos muchos problemas de alcoholismo y adicciones, y pensábamos, tal vez faltan espacios de entretenimiento, después vimos que teníamos un público infantil tremendo, que llegaban sin sus papás y sus mamás y se quedaban hasta las ocho o nueve de la noche. Pensamos que tal vez en ellas y ellos hay la inquietud de hacer película. 

Ha sido un proceso de reflexión de hacia dónde tenemos que caminar, ir explorando cómo reaccionan los niños y las niñas a ciertas películas, y desde ahí, cómo podemos construir un proceso de formación que no tenga una mirada colonizadora. 

BS: Es importante tener espacios de entretenimiento, pero a largo plazo pensamos en procesos de cambio social desde el audiovisual. Hay un sinfín de temas sociales, políticos, ambientales y culturales de los que se puede hablar, pero para llegar a ese punto el inicio es que les interese el cine, que vean películas y les parezcan interesantes. Luego la idea es acompañarlos en procesos de producción de sus propias historias. 

Ahora también tenemos un albergue, la Casa de la Niñez Indígena, que es un programa del INPI. Ahí hay alumnos de secundaria y de prepa que vienen de las diferentes comunidades de Chenalhó. En este albergue, cada cada semana, hemos estado proyectando película. Es un espacio que de repente se vuelve más dinámico porque hay confianza entre ellos y podemos hablar de diferentes temas.

 

Cortesía: Cine Bolomchon

 

¿Cómo se reparten labores? 

BS: María hace las palomitas.

MS: Yo soy la encargada de las palomitas, era mi sueño: hacer un cine nomás para poder comer palomitas mientras vemos una película. 

En realidad dos personas tenemos la responsabilidad del proyecto, pero hay dos chicas jóvenes que incorporamos desde el programa de “Jóvenes construyendo el futuro”. También nos apoyan niños y niñas que se han involucrado en hacer la instalación, mover las bancas, y primero lo hacían de manera voluntaria, llegaban con todo el entusiasmo, y después los incorporamos al equipo. Y cuatro o cinco adultos, como un maestro de educación indígena; entonces es un equipo de diferentes edades. Nuestra idea es que se vayan apropiando del proceso y sean quienes después puedan encabezarlo, transmitir el conocimiento de cómo proyectar películas, cómo hacer una curaduría, cómo instalar el equipo. Cada sábado somos ocho personas moviendo todo para que se haga posible cada proyección.

 

 

¿Cómo les funcionó el apoyo de Focine?

MS: Fue un gran impulso para el proyecto, nosotros habíamos teníamos una pantalla súper básica que, ¿cuántas funciones nos duró?

BF: Así, funcionando bien, cinco funciones.

MS: Era muy chafa. Entonces se nos ponchó la pantalla inflable...

BF: Cuando ya no se inflaba bien la amarramos para que que hubiera pantalla.

MS: La amarrábamos y un día se fue volando. Era muy básica. Cuando vimos la convocatoria de Focine pensamos decir que estamos en este proceso de reivindicación de las imágenes, de quienes estamos haciendo cine, un cine que nos dignifique, que nos represente de manera digna. 

En este proceso de proyectar películas también necesitamos espacios dignos de proyección. Merecemos un sonido de calidad, una imagen de calidad y con este pensamiento postulamos a Focine y fue un impulso muy importante para continuar. Era importante tener otro tipo de equipo. Ahora que lo hemos probado se escucha muy bien, se ve muy bien y son proyecciones muy dignas. Ahora, con el apoyo del Festival Internacional de Cine de Morelia, con su programa Cine para todxs, hemos traído películas que sólo están en circuitos de festivales. Con este proyecto tenemos nuestro festival cada fin de semana.

 

Cortesía: Cine Bolomchon

 

En Chiapas hay un movimiento audiovisual importante: largometrajes, documentales, cortos que se están produciendo y tienen repercusiones dentro y fuera del país. Quería saber si Cine Bolomchon participa de estas actividades.

MS: Muchas producciones que están haciendo las compas y los compas están en festivales de cine y sí nos gustaría proyectarlas. Hasta ahora las únicas que hemos proyectado es la mía, Tote_Abuelo y Kuxlejal; a la gente le atraen mucho porque están en nuestras propias lenguas, y de repente, una limitante para conectar con las películas, es que la mayoría de la gente en la comunidad es hablante del tsotsil y entienden poco el español, eso genera una dinámica distinta a la que sucede en una sala convencional de cine. 

En Bolomchon la gente platica e interpreta lo que ve, porque no están comprendiendo los diálogos en español y se los explican unos a otros, los niños también explican de qué se trata la película, entonces se genera una interacción distinta que nos gusta, pero sí hace falta integrar más películas tsotsil y romper esta barrera del idioma. 

Estamos esperando que estas películas pasen sus tiempos en festivales y podamos proyectarlas aquí, para que la gente de la comunidad pueda verlas.

BF: El cine y la fotografía pueden ser ventanas a otros mundos, pero también pueden ser espejos hacia nuestro mundo y es interesante cómo la gente reacciona cuando se trata de algo que funciona como un espejo. Las dos funciones que han tenido mayor público han sido Tote_Abuelo y hace poco El sembrador de Melissa Elizondo, de una comunidad tsetsal, pero los niños, las niñas y hasta los maestros que vieron la película se reflejaban ahí. 

 

¿Cómo les gustaría que fuera Bolomchon en cinco o diez años?

MS: Queremos un cine donde se proyecten muchas películas en nuestros propios idiomas, que se puedan compartir los mismos contextos, los mismos paisajes, los mismos sonidos. Pero sobre todo, que sea un espacio de inspiración, para que haya muchos otros cines distribuidos en diferentes comunidades. 

BF: Hemos soñado con tener algún evento anual. Además, llevar el cine a otros espacios y que vaya inspirando a otras personas para colaborar en otras comunidades. También pensamos en un festival o una muestra de cine, que vengan personas de otros lados, realizadores, realizadoras, que se emocionen en presentar sus películas aquí, que ya lo empezamos a sentir con algunas personas que nos han contactado para decir: “oigan, queremos presentar nuestra película con ustedes”. Y ojalá hayan muchos más así.

MS: Melissa Elizondo ya estuvo acá, también Acelo Ruiz y ahora viene el guionista de Un disfraz para Nicolás, que quiere presentar la película con el público infantil. Bolomchon está siendo un espacio para que directores, guionistas, productores, vengan a compartir sus imágenes fuera de los circuitos de festivales, en estos espacios donde se necesita muchísimo. Estamos viviendo momentos de mucha violencia en Chenalhó y creemos que el cine puede abrir otras miradas, conectar con otros mundos y dialogar con realidades, tal vez menos dolorosas que las que estamos viviendo ahora.