En camino a Leo, documental de Ana Bárcenas Torres, es la crónica de la inmersión hacia nuevas identidades: las de madre e hijo, las de Ana con su propia madre, las de los miedos, los recelos, pero también el amor, la solidaridad entre generaciones.
En camino a Leo es un ejercicio autobiográfico y también funciona como refugio y acompañamiento: por supuesto, para las personas trans en pos de su reconversión, pero también el de las familias que los acompañan. Y puede extenderse: el ejercicio de todas las madres con sus hijos, hijas o hijes, reconocer a la otra persona, reconocerse a sí misma, tender los puentes para conversar con la identidad.
En camino a Leo forma parte de la sección Hecho en México del 20° DocsMX. Charlamos con Ana Bárcenas Torres sobre este ejercicio de familia e identidad.

Como cineasta tienes un registro de tu vida familiar, con Leo desde antes de su transición y hasta el presente. Quizá, sin saberlo, siempre has estado construyendo fílmicamente esta historia , pero, ¿qué dispara en específico este documental?
Se fue dando poco a poco. Yo entré a la maestría en cine documental en 2020, en la Universidad de la Comunicación; tenía otro proyecto para mi tercer largometraje. Mientras tanto, la transición de Leo empezaba a cobrar fuerza. Entonces revisé mi material de archivo. Como mamá y cineasta, me la pasaba grabando a mis hijos, pero nunca pensé que eso pudiera ser material para una película. Era algo íntimo, para mí y para la familia.
Leo aceptó hacer la película, pero cambió mucho en el camino. Al principio la idea era que él fuera el narrador, pero eso no sucedió. Él puso un límite y ya no quiso que lo grabara. Dejé el proyecto varios meses, hasta que un maestro de la maestría me dijo: “Leo lo tiene todo claro. La que está en conflicto eres tú.”
Entonces pensamos que la narradora debía ser yo: la que se estaba resistiendo, la que estaba confundida y en crisis. Así que agarré la cámara y retomé. Ese fue el proceso.
Tu documental abarca tres generaciones: tu madre, tú y Leo; refleja distintas formas de identidad. ¿Cómo construiste esta historia familiar, que también es el retrato de una línea de mujeres?
Camino a Leo es, en muchos sentidos, el seguimiento de una línea materna. Atraviesa tres generaciones: la historia de mi mamá, mi propia historia y la de Leo. La decisión de Leo de transicionar de género fue, para mí, un catalizador. A partir de ese momento revisé muchas cosas que durante años me resultaban amenazantes, que había callado, escondido o asumido que no existían.
Poco a poco entendí de qué se trataba la transición de Leo. Conforme avanzaba, también me decían: “Tú también necesitas revisarte.” Y esa revisión pasaba por mi mamá. Porque en una transición de género, no solo transiciona la persona: transiciona toda la familia.
Este camino es una forma de mostrar la vulnerabilidad para salir más fuertes. Lo que me deja la transición de Leo es eso: haberme visto obligada a revisarme, a exponerme y a poner sobre la mesa una discusiones necesarias.
Retratas la transición de Leo desde lo cotidiano. Cualquier persona que esté viviendo un proceso similar puede sentirse acompañada por tu película. ¿Pensaste En camino a Leo como una película con un valor terapéutico?
Desde 2018 participo en actividades de cineterapia con Óscar Pretel, el terapeuta cuya voz se escucha en la película. Él me enseñó las bases de la terapia Gestalt, que tiene mucho que ver con el cine, con conceptos como el primero y el segundo plano.
Entonces, el acompañamiento se fue dando en paralelo. Yo grababa esos días con mi hijo, tratando de entender qué nos estaba pasando. Y cuando empezamos a armar la película, me di cuenta de que en las imágenes estaba implícito mucho del trabajo terapéutico que había hecho.
Hubo funciones privadas y la experiencia ha sido conmovedora. Parte del público natural son familias trans: personas que salen tocadas, porque lo que ven en pantalla es su propia experiencia.
Camino a Leo puede ser una película de acompañamiento y la cineterapia también es eso: abrir espacios donde las personas se expresen sin ser juzgadas. Crear estos espacios a través del cine es más importante que nunca. Vivimos tiempos hostiles para las diversidades sexuales. Por eso, esta película también quiere ser un refugio.
¿Cómo asumió Leo ser filmado tan de cerca y en momentos tan personales?
Al principio, Leo quería hacer una especie de road movie, entrevistar más personas trans, algo más amplio. Pero yo, con un poco más de experiencia, pensaba: “la historia más extraordinaria la tengo aquí, y eres tú.” Además, no tenía recursos para hacer una película de viaje. Lo más rico estaba en casa.
Construimos la película juntos. Leo puso límites: “No quiero que me grabes con mis amigos.” Y eso es respetable. Como cineasta documental, estoy obligada a una ética rigurosa, porque trabajamos con personas reales y exige un cuidado especial. Leo fue la primera persona en aprobar el corte final. Después nos apoyó con algunas voces; la animación está hecha con dibujos suyos.
Siempre estuvimos de acuerdo en algo: esta película va a ayudar a otras personas que están atravesando procesos similares. Y hoy, mi relación con mi hijo va mucho más allá de una película. Hoy Leo tiene casi 25 años, terminó su carrera, está trabajando en Europa: encontró su camino. Yo lo acompañé cuando era más joven, con dudas y fragilidad. Y también mostré mi propia fragilidad.
Es lo que más rescato: la capacidad de exponerse, sabiendo que hay un propósito detrás. Un propósito de generar empatía, de abrir espacios de diálogo cuando muchas comunidades están siendo atacadas.

¿Cómo fue asumir la doble función de directora y protagonista de esta historia?
Aunque estuve acompañada por amigues durante todo el proceso, la etapa de ejecución se volvió pesada. Además de dirigir, también era cuidadora. Como muchas mamás, me tocaba estar pendiente de todo: cuidar, trabajar, sostener. Esa carga que recae sobre las mujeres también se toca, aun de forma tangencial, en la película.
Desde el principio recibí muchos consejos, y uno de ellos, que puede sonar muy loco, fue: “Piensa en ti como un personaje.” Y claro, eso suena extraño cuando estás hablando de tu propia vida, de una historia que aún te afecta profundamente.
No sentirse sola es fundamental. Aunque tuve personas extraordinarias a mi lado, hubo momentos en que me sentí muy sola. Y hablarlo ayudaba a liberar esa carga. Porque una puede sentirse muy agobiada cuando no tienes la experiencia de quienes han hecho acompañamiento toda la vida.
Hemos hablado de Leo y de ti, pero en tu familia intuyo una red más amplia. ¿Cómo reaccionaron al documental?
Antes de mostrar la película al público, por supuesto que la compartí con mis seres queridos, especialmente con mis hermanos y mis sobrinos.
Uno de mis hermanos, Lalo, no sabía bien qué había pasado con mi madre. Una tarde, antes de una función, nos sentamos en el parque y hablamos. Fue una de las conversaciones más hermosas que he tenido con él. Nos abrazamos, lloramos un poco, porque nunca habíamos hablado de lo que pasó. Él también lo había escondido, había metido sus esqueletos debajo de la alfombra, y ahí se quedaron.
Conversamos largo rato, rememoramos, comprendimos. Yo creo mucho en esa frase: “La verdad te hará libre”, por amenazante que sea. Es comprensible que haya quienes no quieran escucharla. No siempre estamos listos para digerir lo que nos pasa.
Al hacer esta película hubo un proceso de sanación personal con las personas que más quiero. Hacer esta película me ayudó muchísimo. Me hizo más sensible, más receptiva, más capaz de escuchar.
¿Qué te significa presentar En camino a Leo frente al público de DocsMX?
Estoy muy ilusionada de compartir este trabajo con las personas que quieran venir a tener una experiencia de cine curativo, de cineterapia, de una historia familiar. Una historia sobre un chico trans, contada desde la mirada de su mamá. Eso es lo que más me emociona de presentarla en el DocsMX.
La película ha tenido muy buena recepción en otros espacios: en el Festival de Cine de Cuenca recibió una mención del jurado, y había trabajos realmente grandes ahí. Así que estoy disfrutando mucho esta etapa.

En camino a leo (México, 2025). Dirección y guion: Ana Barceras Torres. Producción: Eleane Oropeza y Angelica Ramírez. Compañía productora. DRaíz Producciones, Ana Bárcenas. Película realizada con el apoyo del Programa Fomento al Cine Mexicano (FOCINE). Fotografía: Gabriela Nápoles y Ana Barceras Torres. Diseño sonoro: José Enríquez. Edición: Roque Azcuaga. Sonido: Valeria Annemick. Música: Las Montoneras (Lorena Ruíz, Nonis Prado, Gabriela Maravilla, Maglog Orozco, Jimena Contreras). Participan: Leo Parolotto Bárcenas, Ana Claudia Bárcenas Torres, Lara N. Bárcenas