Formas de atravesar un territorio, de Gabriela Domíguez Ruvalcaba, busca en un inicio el registro de la vida de un grupo de mujeres tsotsiles en los Altos de Chiapas. Pero como suele ocurrir, el documental se trasciende a sí mismo y llega a algo más: lentes y lana, hilado y retrato, charlas y escuchas, el encuentro de la cineasta y las pastoras confluye en el reconocimiento de las otras, en la complicidad de los saberes, los recuerdos, las vidas y formas en que se comparten estos espacios cercanos a San Cristóbal de las Casas.
Formas de atravesar un territorio es parte de la sección Ahora México del Ficunam 14. También, de la sección Largometraje Mexicano Documental del ficmonterrey 20.
Gabriela Domínguez Ruvalcaba platicó con nosotros sobre la urdidumbre de esta historia, que también implicó reconocimiento y amistad.
¿Cómo llegaste con este grupo de de pastoras, y cómo decides que son un tema importante para hacer un documental?
Soy de San Cristóbal de las Casas y siempre me había interesado acercarme a otras formas de habitar este mismo territorio. Este paisaje de montañas ha sido representativo de nuestra ciudad y cada vez se está devastando más. Y con ello se está yendo, no solamente el ecosistema, también las formas de vida en las que nos vinculamos con la Tierra y el agua. Era mi interés conocer más del universo de estas pastoras, cómo viven y cómo se relacionan con el entorno.
Conocí a esta familia por un colectivo de agroecología con el que participé como voluntaria. La comunidad se encuentra en el barrio de Los Ángeles del Pinar, a veinte minutos de la ciudad. Son ocho hermanas: la más pequeña estaba en la secundaria, y la mayor, Maribel, es quien ha mantenido la tradición del pastoreo y el hilado de la lana. Les dije que quería hacer una película donde contáramos lo que hacen y les gustó la idea. Desde 2018 hasta 2022 conviví con ellas: las acompañaba, caminaba con los borregos y platicábamos. Después llegó la oportunidad de hacer el rodaje y ahí ya tenía claro lo que buscaba. Algunas cosas no se lograron y surgieron otras; unas se quedaron fuera y no pudieron entrar en el montaje final. Así el documental, este encuentro con el azar de la vida, pero también con la magia que trae.
Hay mucha conciencia de la cámara por parte de estas mujeres. En alguna escena organizan a quién le toca que las graben, qué actividades harán. Quería que me platicaras cómo se dio esta relación que no solamente es retratarlas, también hacerlas participantes de tu proyecto.
Para mí era muy importante hacer una película con ellas. Desde un principio fue la intención, porque hay muchas maneras de hacer películas en conjunto con otras personas. Les puedes dar la cámara y que ellas hagan su propio rodaje. O muchas otras estrategias. En mi caso, había un elemento de subjetividad, de decir: “soy una mujer de la ciudad que ha tenido distintas formas de relacionarse con las personas de comunidades indígenas”. Sabía que también me represento, en el rol que pudiera tener. Es algo que me parece importante en el cine documental: tener clara la mirada, de dónde vienes, quién está contando, porque esta historia es mi historia también. Tiene mucho que ver con mi mirada del mundo, esa relación me parece muy valiosa, más ahora que hay una fuerte participación de cineastas de las comunidades, que retratan su universo más íntimo y cercano.
Me parece que lo valioso de del cine es la diversidad de voces y miradas que pueden existir alrededor de los temas. En este caso, me parecía importante asumir la mirada propia. Entretejer estas diversidades, que haría este telar hermoso de convivencia del territorio. El encuentro con la cámara también es el encuentro con las personas que estábamos ahí. Al hacerlo evidente para mí es más honesto.
Otro elemento importante fue el uso de material fotográfico. En La danza del Hipocampo el archivo es un elemento fundamental. Aquí también incide, quería saber por qué insistes en este recurso y qué le aporta a Formas de atravesar el territorio.
Para mí el archivo es la memoria de un lugar, nos da cuenta de esa dimensión histórica. En La danza del Hipocampo, el archivo hace parte del ensayo sobre la memoria. En este caso, el archivo me permitía hablar de la actividad que ellas hacen, que se ha repetido por décadas y desde muchas generaciones anteriores.
El archivo que usamos es de una fotógrafa, que también es una mirada femenina. Para mí era importante no solamente la dimensión histórica, sino la mirada de una mujer. Retratar cómo estas capas de historia se empalman al momento de hacer una película. Estos elementos eran importantes de recuperar desde el archivo, porque al final con esta película hacemos otro archivo, otra manera de registro para quien venga. Me parecía importante dejar una huella de estas otras miradas y de cómo estas otras mujeres están representadas en las fotografías y se empalman también al presente, pero de diferente manera.
Pensaba que es una película que habla de la tecnología o la técnica. Vemos la técnica de las hilanderas, la técnica de la filmación. Una de las mujeres dice que ella no sabe la lengua castellana como las demás, por eso no se puede comunicar contigo; es otra forma de técnica. El pastoreo implica cierto conocimiento de cómo tengo que llevar a mis borregos. Es una constante hablar de cómo se hacen las cosas.
Claro, es una película del hacer en todas sus dimensiones: el hacer el trabajo con la tierra, el hacer con los borregos, el hacer la película. O el lenguaje, que también implica un conocimiento. No tenía esa intención pero es una mirada que se permite en esta película. Tiene sentido.
También es un documental de mujeres. Casi hasta el final veo a un muchacho en una moto.
Y al inicio de la película está Manuelito, el guardabosques.
Creo que toda la selección, que esan mujeres tanto el crew como quienes participan en el documental, tiene que ver con una forma del hacer que yo reconozco. No digo que sea exclusivo del género femenino, pero sí tiene que ver con poner en el centro el cuidado, tanto de la nutrición como de las relaciones. Quizás no era una intención, porque incluso hay hombres en el diseño sonoro, en la música, y otros que participaron en postprodicción.
No es una cuestión de ser exclusiva, pero elegir un crew de mujeres sí le daba una manufactura y un cuidado distintos, también a ese universo que estamos retratando. Para mí era importante que ellas se sintieran en confianza de compartir, de generar ese vínculo ,y no me equivoqué: fue un rodaje amoroso, con todos los cuidados. Hubo mucho del encuentro que conocemos las mujeres, como preguntas de la vida, algo que nos une, y en eso no me confundí en haber elegido que participáramos en el rodaje directamente. No es un de exclusividad, sino cuidar esas formas.
¿Las pastoras ya vieron la película?
Se las presenté en San Cristóbal, en función privada para ells. Por fortuna se animaron para estar en el Ficunam. Nos acompañarán en el estreno mundial de la película. Estoy emocionada y contenta de eso: que así como ellas me abrieron su universo, para mí es súper importante compartirles el mío, este mundo de la imagen y las películas.
¿Qué te parece estrenar Formas de atravesar el territorio en Ficunam ?
Para mí era importante, también estrenarla en la Ciudad de México, una ciudad con tanta proyección. Ojalá pueda darle una proyección potente a la película y que pueda provocar conversaciones, no sólo en el tema, también en la forma de hacer cine, que es algo a lo que también le apuesto. Me parece que Ficunam es el lugar donde se habla sobre eso, sobre el hacer, sobre las formas.
Formas de atravesar un territorio (México, 2024). Dirección: Gabriel Domínguez Ruvalcava. Producción: Pía Quintana Enciso. Guion: Gabriela Domínguez Ruvalcava. Fotografía: Natalli Montell. Edición: Dalia Huerta, Gabriela Domínguez Ruvalcava. Sonido: Emma Viviana González. Música: Arcadio M. Lanz. Compañías productoras: Bosquenegro, Estudio Errante. Participan: Doña Sebastiana Hernández, Maribel Pérez Hernández, Margarita Pérez Hernández, Rosalinda Pérez Hernández, Angelina Pérez Hernández, Don Manuelito Hernández Gómez.