‘Spiritum’, de Adolfo Margulis: un lugar donde se redimen los hombres

Ramiro tiene problemas de adicciones y por eso se interna en una clínica de rehabilitación. La relación con sus compañeros y los coordinadores del espacio parece inhóspito. Ramiro tiene que hacer un ejercicio de introspección y humildad, para entender que lo urgente es sanar.  Debe indagar en su espíritu para buscar su fortaleza y la posibilidad de la redención. De eso va Spiritum, cortometraje de Adolfo Margulis.

Filmado en 35 mm., con herramientas argumentales del coming of age, técnicas narrativas que cruzan del documental a la ficción, y un espléndido reparto, en el que se encuentran Andrés Delgado y Noé Hernández, Spíritum crea un emotivo universo de hombres rotos, que desde su desconsuelo y su coraje buscan remontar la vida. 

Spiritum ha sido producido por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y ha tenido una ruta de festivales afortunada. En el Festival Internacional de Cine de Morelia recibió el premio a Mejor Cortometraje; estuvo en el Cine Latino de Tolouse y ahora acude a la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes.

Platicamos con Adolfo de esta historia sobre masculinidades, la vulnerabilidad y la liberación. 

Spiritum, dir. Adolfo Margulis

 

Spiritum es una especie de coming of age que ocurre en un ambiente sombrío. ¿Cómo decidiste que en esta clínica de desintoxicación había una película?

Viene de una pulsión personal. A los 19 años me interne en esa clínica por mis problemas de adicción. Y la historia surgió por una deuda que tenía con ese lugar. Ese lugar me reconcilió con mi masculinidad, con cosas de mi historia y mi dolor. Sabía que tenía que contar esa historia. Y tuvimos el milagro de poder ingresar a la misma clínica en la que estuve internado. Eso le dio una dimensión muy personal, muy realista y mágica también. No siempre se te permite entrar con una cámara y con actores a un espacio como éste, que es completamente anónimo. Entonces fue una experiencia de locura.

 

Tu cortometraje es la historia de un aprendizaje, alguien ha caído y busca cierta redención. ¿Cómo planteaste el punto de vista de la historia? 

No quería que fuera un cortometraje panfletario sobre las adicciones, con una enseñanza moral. Mi enfoque fue retratar la experiencia de un muchacho internándose en este lugar, donde confronta su historia y su dolor. Quise que la audiencia se sintiera como este personaje, experimentando lo que es convivir con los compañeros internos, con un padrino de AA, y cómo estas vivencias te marcan. No existe un cambio radical, que te curaste de la noche a la mañana. Es una dosificación de vivencias, de información que poco a poco resuena en ti, y que a través de una decisión, que  podría ser muy banal, va gestando el cambio del personaje, que en el corto es cuando Ramiro decide bailar, y en ese gesto puedes entender que el personaje se está rindiendo ante sí mismo. Busca salir adelante a través de sutilezas, de un cambio progresivo.

 

Pensaba en ejercicios espirituales como el budismo o el coaching. Ramiro entra con cierta soberbia y de ahí se mueve a aceptar la humildad. 

Yo me interné hace 10 años. Ya había pasado mucho tiempo y después de la pandemia pensé en retomar esta historia. Regresé a la clínica para revivir la experiencia, un poco en calidad de documentalista. Entré con una pequeña cámara a hacer entrevistas, a empezar a escribir. Y a través de ese proceso de investigación documental pude recabar testimonios. En Spiritum vemos piezas de rompecabezas que fui pescando en ese regreso al espacio; al final lo pudimos rearticular en esta historia.

 

Me pareció interesante el tono documental, sobre todo porque logras llevar a él a actores reconocidos, como Noé Hernández, de nuestros actores más importantes en la actualidad, pero también Andrés Delgado o Juan Luis Medina, que también tienen una presencia interesante. ¿Cómo trabajaste con ellos?

Al inicio hubo la disyuntiva de trabajar con actores naturales o profesionales. Pero el corto está tan recargado en el valor verbal que iba a ser complicado, con el poco tiempo que tenía, de trabajar con no actores para llegar a estos estados emocionales. Mi primera idea fue contactar a Andrés Delgado, que interpreta al protagonista, y a partir de ahí se fue convocando a los demás talentos. Noé Hernández le dio una dimensión increíble. Juan Luis Medina, que interpreta a El Pollo, tiene un gran momento en tribuna, o Rodrigo Virago, que interpreta un servidor. Todos lograron capturar el retrato fidedigno del espacio. Por eso fue fundamental filmar en el lugar real, salen de extras internos reales, que en ese momento transitaban por su proceso de recuperación. Que los actores pudieran habitar este lugar les permitió alimentarse de recursos, de imágenes, de texturas, que en una locación hubiera sido complicado replicar. Me gusta mucho este formato de cine que cruza las barreras entre documental y ficción. Es una ficción porque hay un guion y actores, pero el espacio real nos permitió llegar a a ese nivel de realismo que buscaba.

 

Spiritum, dir. Adolfo Margulis

 

¿Cómo fue pedirle a los internos que participaran en tu película?
Implicó un trabajo de preproducción grande, un proceso desde la preparación, acercarme a la clínica, entablar relación con ellos, presentarme y decirles: “soy uno más de ustedes, estoy queriendo regresar a este espacio a contar, no solo mi historia, sino su historia”. De inmediato accedieron y fue maravilloso contar con su apoyo. Fue una locura ver cómo este grupo de cuarenta internos se coordinaban entre ellos y coordinaban a los actores en el lugar. Fue vivir un sueño que confluyeran todos estos elementos: los internos, el espacio, los actores, filmarlo en 35 mm. 

 

¿Ya la vieron los internos?

Antes de que saliera en la ruta de festivales, decidí hacer una proyección para los internos, porque era importante para mí contar con su aprobación. La presentamos con los directores de la clínica, los internos, y yo estaba muerto de miedo. Terminó la proyección y hubo un silencio sepulcral. Empezamos a hacer una dinámica de preguntas y respuestas, un interno levantó la mano, estaba tan conmovido que se le quebraba la voz y ni siquiera podía hablar. El silencio era lo único que se escuchaba. Me di cuenta que más allá del logro de Cannes o de Morelia, mi audiencia más importante eran ellos. Y esa recepción tan hermosa fue el regalo más grande que recibimos, porque son muchachos y hombres que no logran dimensionar su propia historia con ese potencial cinematográfico, que escuchen lo que ellos están transitando. 

 

Y por extensión, es una película poderosa en su capacidad de llevar a las audiencias a la catarsis, a reflexionar y sanar.  

Este corto se ha convertido en un recordatorio de que este problema de las adicciones también implica la muerte. Desde que comenzó mi proceso de recuperación, la persona que me acompañó era otro adicto. Él falleció, era un familiar mío y le dijo a mi madre: “Si Adolfo se salva, mi vida tuvo un sentido”. Diez años después, cuando estreno este cortometraje, un amigo muy querido también fallece. Creo que Spiritum ha sido un dispositivo que constantemente me recuerda que esto sigue vigente, que hay personas que continúan y empiezan otra vez el viaje, como Ramiro. Este recordatorio trasciende muchas dimensiones. 

 

También destaca la indagación que haces sobre las masculinidades en Spiritum...

Como hombre, en la sociedad normal no te puedes vulnerar, no puedes llorar, no puedes abrir tus demonios; aquí es un lugar donde estos hombres se rompen. La única manera de ganarte el respeto es siendo honesto contigo mismo, mostrando tu monstruo interior. Yo podría llamarlo un paraíso, porque en la vida cotidiana no existen esos espacios para nosotros. los hombres. Ese sentido, fue un catalizador de remover emociones, recuerdos, de despertar preguntas que uno tiene, de las decisiones que tomamos en la vida, de aprender a soltar y disfrutar. 

Spiritum (México, 2024). Dirección: Adolfo Margulis. Producción: Alejandra Ruiz Díaz. Compañía productora: Centro de Capacitación Cinematográfica. Guion: Adolfo Margulis, Penélope Alfeirán. Fotografía: Maurice Pereda. Edición: Adolfo Margulis. Sonido: Francisco Gómez Guevara, Laure Domsan, Efraín Ortiz. Música: Raúl Orihuela Montes de Oca Orihuela MSS, Eugenio Casillas, Joshua Alós. Dirección de arte: Farid Evangelista. Reparto: Andrés Delgado, Noé Hernández Álvarez, Juan Luis Medina, Rodrigo Virago.