'Los plebes' de Eduardo Giralt y Emannuel Massú: historias del proletariado criminal

El crimen organizado es menos glamoroso de lo que pintan las series. Está integrado por estructuras jerárquicas que implican violencia pero también una división del trabajo compleja y desigual.

En Sinaloa, un sicariato juvenil de unas 460 mil personas constituyen una red de proletariado criminal, que apenas ganan de 200 a 600 dólares mensuales. Jóvenes cuya precariedad no sólo es económica o laboral, también vital, en tanto ellos son la primera línea de combate en los enfrentamientos del narcotráfico por las plazas.

Los plebes, documental Eduardo Giralt y Emmanuel Massú, y producido por Cine Buró y Vice Studios, hace la crónica de un grupo de jóvenes que tienen mascota y suben fotos de sus novias y sus motos a las redes sociales, al mismo tiempo que vigilan la plaza o ejecutan asesinatos, según lo que requieran los patrones.

Tras su estreno internacional en 2021 en el FICUNAM, como parte de la selección Ahora México, y haber ganado el premio a Mejor Dirección Latinoamericana en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (2021); Los Plebes se estrenará en la Cineteca Nacional el próximo viernes 28 de abril.  Platicamos con Eduardo y Emmanuel.  

 

¿Cómo fue el primer acercamiento con Los plebes?
Eduardo Giralt (EG): Trabajábamos en un proyecto en Sinaloa que involucró recorrer muchas comunidades. Nos interesó el crimen organizado pero como organización, más allá del morbo simplista en el cual está retratado el narco. Nos atraía que había trabajo de todo tipo, no necesariamente violento, y que en Sinaloa se veía normal. Compartía con Emmanuel ese interés. Él es rapero  en Sinaloa. conoce el estado bien. Es curioso, vago, se mete en todas partes y sabía por dónde teníamos que buscar.

 

Una cosa es conocer a Los plebes, tener un trato más o menos cotidiano, otra es hacer un documental sobre ellos, ¿qué elementos les ayudaron a entrar con este grupo?
Emmanuel Massú (EM): Hubo un trabajo de confianza, hablar verdades y ese rollo. Lo más difícil siempre fue que ellos se dieran cuenta de su realidad, un conflicto entre espíritu, cuerpo, alma, lo que están haciendo, lo que están ganando. Eso fue lo más difícil, cuando ellos bajaban la guardia. Después trabajábamos y ellos se daban cuenta de la realidad, de que nosotros nos íbamos y ellos se quedaban donde mismo, creo que ha sido de las cosas más difíciles.

 

Casi todos aparecen con el rostro intervenido digitalmente para que sean anónimos, salvo el personaje del bigote, el dueño del perrito. Entiendo por qué los demás son anónimos, no entiendo por qué él no.
EG: Es el protagonista, entendió que la película es sobre él. Los otros chavos sirvieron para dar cierto contexto y mostrar otros trabajos, otras edades y otras personalidades, pero el centro de la película es él. Además es muy carismático, tiene mucha personalidad y él lo sabe. Le dijimos: “¿te das cuenta que esta película sin tu cara queda incompleta? Él entendió eso y lo aceptó.

 

¿Cómo hacen la codirección?
EM: Era hablar entre nosotros, tener mucha comunicación. Estar mentalmente preparados, no decir ninguna estupidez porque todo se puede acabar por alguna palabra que uno diga y que no le agrade a la persona con la que estamos tratando. No hicimos un programa para repartirnos trabajos, estábamos muy coordinados para saber con una mirada lo que teníamos que hacer, quién iba a hablar, quién iba a callar. Recuerdos momentos en los que sucedía eso, de pronto empezaba a ponerse tenso el asunto y ¡me voy a aventar una rola!, y me aventaba improvisando; tuvo mucho que ver eso.

EG: Teníamos claro que el proyecto era más importante que nosotros, el proyecto y la oportunidad nos sobrepasaba y nosotros éramos solamente unos medios que teníamos la oportunidad de estar ahí y recopilar estas historias.

 

¿Cómo era la relación de la cámara con estos muchachos, que finalmente se dedican a actividades criminales?
EG: Filmamos con dos celulares para ser lo menos invasivos, recuperar cierta naturalidad y sobre todo asegurarnos el acceso. También nosotros les dábamos los celulares para que nos filmaran a nosotros.

EM: El joven promedio dentro del narcotráfico es moderno y usa las cámaras para sus redes sociales. La cámara de celular fue más fácil que entrar con una cámara de video, que parece que traes un perro colgado encima. El trabajo con celulares facilitó no romper su privacidad.

Se dice que los documentales cambian a sus personajes, les hace asumir ciertas cosas. ¿Ustedes creen que a estos muchachos les signifique algo haber participado en este proyecto?
EM: En los últimos meses me di a la tarea de hablar con ellos, pensaba: “¿y si les quedó inquietud de algo que no les haya gustado?” Eso no me gustaría porque sobrepasaría mi orgullo, mi dignidad, mi ética, entonces me di la tarea de volverlos a ver. Sé que tuvieron un tiempo reflexivo y sí pensaron, podemos hacer un chingo de otras cosas, pero todos me dijeron lo mismo: “aquí estamos, aquí seguimos”. Varios me dijeron: “tú sigue haciendo lo que haces, lo haces bien chingón, nosotros acá vamos a estar.” Eso me hizo sentir que no hay inquietud en ellos, no se preguntan qué van a hacer con eso, pero tampoco le tiran mala onda a Eduardo o a mí.

 

Los plebes pudo haber sido periodismo de denuncia, o un documental que redimiera a los personajes, ¿cómo impusieron ustedes el tono para entrar al tema?
EG: No queríamos filmar ningún tipo de violencia, nada que puedas ver en el Blog del Narco; pero cuando filmas la vida real se puede complicar porque lo que estás grabando se convierte en evidencia. Entonces no grabamos cosas que no tuviéramos que ver, estábamos grabando cosas muy banales. Inclusive los chavos a veces no entendían, decían que lo que estábamos grabando era aburridísimo.

EM: Había una mochilita de Mickey Mouse colgada en la pared y Eduardo estaba fascinado con ella. Me dice uno: “oye, ¿por qué tu compa graba a Mickey Mouse en la pared?”. No comprendían hasta el punto de decir: “el reportero lo que quiere grabar es la violencia, cómo estamos cocinando, lo que siempre sale”. Lo bueno es que para ellos estaba claro que no éramos reporteros y eso fue un límite entre nosotros: no queremos saber absolutamente nada, no queremos que nos hables de tus patrones, no queremos que nos hables hacia qué rancho van, nada de eso.

 

Los plebes, Eduardo Giralt y Emmanuel Massú

 

¿Qué sifnificó la oportunidad de ser incluidos en la sección Ahora México de FICUNAM 11?
EM: Un orgullo y honor, no sabía que iba a llegar a eso. Nunca me imaginé que íbamos a estar ahí y lo digo por mí porque soy rapero, la música es lo que hago. Estar ahí representa lo que yo le puedo decirle a todos los plebes de acá, que sí se puede a la verga.

EG: Me interesa FICUNAM por Michel Lipkes, lo conozco desde que llegué a México y es alguien a quien respeto mucho. Para mí aplicar en FICUNAM era eso, mostrarle la película a Michel y ver si le gustaba. Yo honestamente soy escéptico con el mundo del cine en general, se me hace mucha cobardía y mediocridad, pero dentro de este mundo respeto y me interesa lo que opine Michel Lipkes. Entonces fue: le voy a mostrar mi peli y si le gustó bien.

 

Los plebes (México, 2020). Dirección: Eduardo Giralt y Emmanuel Massu. Productores: Gabriel Stavenhagen, Francisco Joaquín Paparella. Co-productores: Nacho Gil, Laura Woldenberg. Productor Ejecutivo: Noaz Deshe. Casas productoras: Río Azul Films, Cine Buró, Vice Films. Editor: Joaquín Celaá, Santiago Cendejas. Música: Alonso Esquinca.