El proyecto surgió en las calles de Tepic en 2016, de la mano de Hibrahin Bañuelos, creador audiovisual, y Anahi Estudillo, antropóloga, con la intención de invitar a la sociedad de la ciudad a reflexionar y dialogar en torno al cine mexicano.
Después de cohabitar dos años en el espacio público, en 2018 se tomó la decisión de crear NayarLab Cinema en una casona del centro histórico, calle Lerdo 95, que además de promover la cultura cinematográfica, agrega disciplinas como la pintura, la danza y la música.
Conversamos con Hibrahin Bañuelos, uno de los fundadores de NayarLab Cinema, para saber cómo surgió el proyecto y hacia dónde se dirige.
Mientras estudiaba Comunicación y Medios en la Universidad Autónoma de Nayarit, veía que compañeros de otras generaciones empezaban a tener procesos de cine documental a nivel profesional. Mis compañeros me invitaron a participar en diseño sonoro y ese fue mi primer acercamiento con el cine de manera profesional.
A la par, en 2013 apliqué para el Campamento Audiovisual Itinerante en Oaxaca, ahí me di cuenta de que a nivel nacional existe un grave problema para acceder al cine mexicano.
En 2016 conocí a Anahí Estudillo, quien regresó a Tepic después de haber estudiado antropología en la UAM. Ambos teníamos el interés de activar la exhibición de cine mexicano en la ciudad.
A través del cine empezamos a generar puntos de encuentro en la calle. Así nació Proyector Cine, ahí ya estamos cerca de hacer nuestra proyección 100. También iniciamos una muestra de cortometrajes nayarita, que se transformó en una vitrina para exhibir lo que otros cineastas hacen en el estado.
Entre una cosa y otra, Anahí encontró una casa en el primer cuadro de la ciudad, con un diseño increíble: un cuarto muy grande, dos accesos, una ventana central y una vibra muy tranquila, así que decidimos crear una sala de cine.
Así nació NayarLab Cinema, a finales de 2018.
Desde que imaginamos este espacio supimos que necesitaríamos un montón de fuerzas, así que desde el inicio trabajamos con artistas que luego invitábamos para comentar las películas con el público.
Lo primero que hicimos fue organizar una fiesta para anunciar NayarLab. Hubo un montón de expresiones artísticas: invitamos a un rapero y a un DJ, a compas de artes plásticas y las paredes se llenaron de pinturas; a amigos que hacen danza contemporánea y también se exhibió cine experimental. Desde el primer día todas las disciplinas estuvieron inmersas dentro de la casa.
Cuando empezamos a proyectar películas, se acercaron a nosotros otros proyectos artísticos, para desarrollar algunas actividades artísticas y talleres. Identificamos que estas actividades traían beneficios, porque atraían a diferentes públicos que después regresaban a ver una película o a cualquier otra actividad.
El hecho de que no existan actividades culturales permanentes en Tepic ha generado cierta hambre del público por tener espacios que ofrezcan propuestas artísticas, y que además tengan cierta cercanía con lo que estamos viviendo.
Por ejemplo, si ahora checamos la cartelera de Cinemex y Cinépolis en la ciudad, sólo vamos a encontrar películas estadounidenses, entonces el hecho de proyectar en NayarLab Cinema películas mexicanas, con historias con las que el público se puede identificar, ha generado un vínculo entre nosotros y las audiencias.
Hay clientes que cuando nos descubren empiezan a asistir con regularidad a las proyecciones. En estos años ya hemos formado audiencias que se encariñan con el proyecto y que se les hace necesario tener este tipo de actividades.
A veces ocurren cosas muy locas, como que cuando proyectamos una película parece que la audiencia que va a verla sale de la misma pantalla. Por ejemplo, cuando pusimos El sueño del Mara’akame, llegaron familias wixárikas completas a ver la película, era increíble que la sala se llenara de personas de la comunidad que representaba la película. También cuando proyectamos Las niñas bien vinieron señoras oldies con sus vestidos increíbles y sus peinados altos.
El hecho de tener un proyecto independiente y autogestivo es complicado económicamente. Sin embargo, siempre nos hemos encontrado con apoyos que nos han ayudado a seguir adelante. Por ejemplo, a finales de 2018, cuando hicimos la apertura y no llegaba mucha gente a las proyecciones, nos ofrecieron exhibir Roma, de Alfonso Cuarón, y eso provocó que la gente se acercara a conocer la sala.
Después FICUNAM nos invitó al Seminario de Publico del Futuro y a partir de esos encuentros pudimos tener un diálogo con Imcine y hablar de las problemáticas que tenemos los proyectos de exhibición. Ésa fue una de las chispas para que después se crearan estos apoyos de equipamiento de Focine a los que aplicamos.
Cuando nos dieron el apoyo decidimos utilizar casi la mitad del recurso para mejorar la dulcería; compramos una maquina de palomitas nueva y un congelador de nieves muy bonito, que ahora es el corazón de nuestra dulcería, porque en Tepic hace demasiado calor y lo primero que quiere la gente al entrar a lugar es algo fresco.
Con la otra mitad nos hicimos de un cañón profesional, renovamos nuestro equipo de sonido y compramos dos computadoras nuevas. También atendimos ciertos detalles que necesitaba el lugar, como la instalación de luces LED en los escalones de la sala, porque siempre que iniciaba la película quedaba el espacio muy oscuro.
Tenemos el sueño de ver el proyecto completo, las instalaciones como siempre las hemos imaginado. En realidad, sólo la dulcería y la cafetería son los proyectos que ya tenemos finalizados. La sala de cine todavía no está terminada, por cuestiones de la pandemia se le han quitado algunas butacas, queremos meter un DCP y queremos explorar la posibilidad de que las películas sean proyectadas con energía solar: y ser de las primeras salas de cine en el país que sean amigables con el medio ambiente.
También soñamos con tener una terraza, porque en Tepic no hay terrazas, y tenemos contemplada la idea de tener un proyecto gastronómico. De hecho ya tenemos una cocina equipada en las instalaciones, así que estamos buscando alianzas con alguien que quiera montar un restaurante.
*Redacción: Luis Felipe Maceda